La mayor fiesta del fútbol español, la Copa del Rey, ha vivido un pequeño lunar en sus momentos previos. Mientras la mayoría de aficionados, se calcula que en torno a 100.000, acudió a Sevilla a animar a su equipo y a celebrar la final entre el Athletic de Bilbao y el Mallorca, un reducido grupo de radicales ha aprovechado el evento para hacer una quedada para pegarse.
Un centenar de ultras se ha enfrentado en los alrededores de la Alameda de Hércules, una céntrica plaza de Sevilla muy próxima a la Fan Zone del Mallorca, con bengalas, piedras, sillas, taburetes y demás mobiliario de los establecimientos cercanos.
La Policía Nacional se ha visto obligada a intervenir para disolver esta batalla campal en la que no ha habido heridos graves, pero sí daños materiales tanto en el espacio público como en las cafeterías cercanas. Tras la refriega, se ha identificado a cinco personas.
Al parecer, se trataba de una cita entre el grupo radical del Athletic de Bilbao, Herri Norte Taldea, de ideología de extrema izquierda frente a un compendio de ultras del Mallorca y de los radicales de extrema derecha del Betis, los Supporters Gol Sur, y del Atlético de Madrid, los Suburbios Firm.
Este último grupo se trata de una escisión del principal grupo ultra del Atlético de Madrid, el Frente Atlético. En el Suburbios Firm milita el asesino de Aitor Zabaleta, el aficionado de la Real Sociedad apuñalado en los alrededores del Vicente Calderón hace ya 25 años.
Los radicales de Betis y Atlético ya protagonizaron una riña, esta vez entre ellos, en las proximidades del Metropolitano hace justo un mes. Tampoco hubo que lamentar heridos de gravedad.
Los Herri Norte Taldea, por su parte, estuvieron implicados en las agresiones a varios aficionados del Atlético así como a enfrentamientos con la Ertzaintza en Bilbao en la previa del partido que enfrentó al Athletic Club y al Atlético de Madrid en las semifinales de la Copa del Rey.
Terminó la guerra de 36 minutos, acabó el segundo duelo de los Titanes y Oleksandr Usyk se arrodilló para agradecer a Dios y a su padre, que le observaba desde el cielo, por una nueva pelea en su cartilla. En medio del rezo, Tyson Fury se acercó al ucraniano y le besó en la cabeza. Un gesto de respeto entre ambos dioses de los pesados. "Es mi mejor amigo", bromeaba el de Simferopol en la rueda de prensa posterior a la pelea para luego admitir que el británico le hace más fuerte y que es "un gran boxeador".
Se retiró Fury del cuadrilátero tras escuchar las cartillas de los jueces, unánimes, crueles. Quizás, también, un poco polémicas. Triple 116 a 112 para el ucraniano que se sumaría la del cuarto y novedoso juez, un ordenador que analizó la pelea por inteligencia artificial y que decretó que la victoria de Usyk fue incluso superior, 118-112. "Que le den a los ordenadores, que sigan los humanos, más trabajo para ello y menos para las máquinas", expresó el británico en rueda de prensa que añade una segunda derrota a su palmarés (34-2-1).
Las máquinas fueron las que dieron el espectáculo de salida en el Kingdom Arena de Riad. Una tormenta eléctrica simulada y dos esculturas de arena gigantes proyectadas a través de un holograma anunciaban el segundo y, probablemente, último duelo de titanes. Un duelo en el que Fury se presentaba guasón, vestido de Papá Noel y bajo el éxito navideño de Mariah Carey a todo trapo. Usyk lo hacía con un atuendo tradicional, estilo un poco Aladin, y, en su cuello, su gran cruz. De la que no se separa, la que su equipo le colgó tras la victoria ante Fury.
Abrazo de los contendientes de Riad.AFP
Es Usyk un hombre tradicional y profundamente religioso, pero también muy dado a los símbolos. El sábado lució dos además de la cruz. Uno, tras alzarse de nuevo con la corona de los pesados, la que le sitúa entre los grandes de la historia aún sin derrotas (23-0-0). El único boxeador que ha unido los cinturones de las cuatro asociaciones y el primero indiscutido tras Lennox Lewis, una hazaña con más de 20 años de diferencia.
El símbolo que alzó desde el mismo cuadrilátero fue un sable de Ivan Mazepa, un general cosaco que luchó por restablecer la independencia de Ucrania frente al dominio ruso en el siglo XVII, historia que tristemente se repite actualmente y que Usyk sufre personalmente con su familia sufriendo las bombas del régimen de Putin en Kiev.
Usyk junto a Igor en rueda de prensa.Frank AugsteinAP
El segundo lo sacó en rueda de prensa. Era un peluche de Igor, un burro de los dibujos de Winnie de Pooh, que su hija le regaló para que le diera suerte en la revancha contra Antony Joshua justo cuando estalló el conflicto en su país y tuvieron que huir corriendo de las bombas rusas. "Siempre tiene que estar cerca de ti", le dijo Yelizaveta cuando le brindó el muñeco que compraron en un viaje familiar a Eurodisney. Y Usyk, que adora a su familia, especialmente a su mujer, Yekaterina, para la que pidió los principales aplausos en el Kingdom Arena de Riad, cumple puntualmente con la palabra que le dio a la pequeña.
Abrazado a él esquivó los golpes que la prensa le lanzó a través de las palabras de Frank Warren, promotor de Fury, que ponía en duda la victoria del ucraniano. "¿Cómo es que Tyson sólo tuvo cuatro asaltos en la pelea? Todos diferentes. Creo que ganamos la pelea", dijo sobre el cuadrilátero el empresario en representación de su pupilo. Palabras vacías después de que se revelaran las tarjetas de puntuación de los jueces en las que le dieron ganador al ucraniano en cinco rounds de manera unánime y luego con ligeras discrepancias en los otros siete.
Usyk conecta un directo de izquierdas.Frank AugsteinAP
Futuro
Terminado el reto, Usyk dijo que quería "descansar de boxeo" y no queda claro cuales son sus planes de futuro, aunque hay rumores de que podría volver al peso crucero para recuperar el cetro que dejó desierto, tras ser también campeón unificado en ese peso. Lo cierto es que la bolsa de la pelea 190 millones de dólares, esta vez un 55/45 en favor del campeón, le permitirá tomarse el siguiente reto con mucha más calma y retrasar su vuelta a Gandía, su refugio o guarida para preparar las peleas, lo máximo posible.
En la visita que El Mundo hizo a ese santuario, Usyk estaba acompañado de unos 12 miembros de su equipo entre preparadores, entrenadores, médicos y encargados de seguridad. Entre todos, había un amigo del campeón, cosaco, cuya ocupación era la música. Mientras el ucraniano ultimaba su último entrenamiento de cara a la pelea, el amigo bailaba por el gimnasio como una abeja. Precisamente, el símbolo del campeón. ¿Recuerdan quién flotaba como una mariposa picaba como ese insecto?
Unos pueden preferir a la leyenda Fernando Torres, otros se quedarán con la fiereza del Tigre Radamel Falcao, nadie olvida el paso de Kun Agüero, pero es seguro que todo el mundo en el Atlético de Madrid se acordará de Julián Álvarez. El argentino es un delantero diferente, capaz de dominar todas las suertes del juego y, por supuesto, la más importante: la del gol. Con el del Bernabéu, lleva vivo a su Atlético de Madrid al Metropolitano.
El tanto que se sacó de la chistera con Camavinga de testigo fue de los que marcan la carrera de un jugador. Pico del área izquierda, comba de interior y a la escuadra de Courtois con el belga embelleciendo más la foto con una estirada imposible. No necesitó de nada ni de nadie más que de su talento para empatar momentáneamente el duelo. "Ellos hicieron los goles en los momentos justos", contó el protagonista en la entrevista postpartido.
Este era su tanto número 22 en 41 partidos. Además, hay un dato de mayor peso a esta estadística y es que 12 de esos 22 han servido para abrir la lata, aunque este miércoles fuera para poner el 1-1 en el marcador. A los goles suma cinco asistencias porque, si algo tiene el futbolista argentino, es que tiene la misma capacidad para jugar tanto dentro como fuera del área y tanto en fase ofensiva, la suya, como defensiva. Verle hacer sprints para recuperar balones en contras madridistas era encomiable y muy apreciado por su técnico, quien vivió la cara con Julián y la cruz con Javi Galán.
Un tormento para Galán
Resulta curioso ganarte a Simeone con unos minutos y una asistencia. Eso hizo en el primer derbi de liga ante el Real Madrid. Desde aquel innombrable partido, recordado por el lanzamiento de mecheros a Courtois, Galán se hizo con la titularidad en el carril izquierdo rojiblanco. Del ostracismo al protagonismo.
Sin embargo, el Madrid quiso cobrarse la venganza ante el lateral extremeño en la ida de Champions en el Bernabéu. Los blancos, con Rodrygo de estilete, quisieron hacer del partido de Galán un tormento. En menos de 10 minutos, le habían atacado en tres ocasiones con resultado de un gol en contra y un forcejeo que, en ocasiones, es pitado como penalti en contra.
Fruto de la presión y quizás con los fallos en la cabeza, el defensa no era capaz de dar un pase a un compañero a menos de cinco metros. En su descargo hay que decir que Lino, que debía ayudarle en ese costado, se iba demasiado al medio y dejaba que Valverde le percutiera junto al delantero brasileño.
El Cholo se desesperaba en la pequeña zona técnica del Bernabéu. El técnico argentino se llevó varias advertencias del juez de línea durante el duelo. Encima, Galán comenzaba el duelo a metros del argentino, el que le sacó de la ignorancia. De hecho, tan pronto el lateral ganó un duelo en su cara, Simeone le animó para que se viniera arriba y no se hundiera ante un Bernabéu repleto con casi 4.000 gargantas animando desde la zona de visitante.
Un Atlético con personalidad
El Atlético tenía la lección más clara que el Madrid. Los rojiblancos apretaban al largo conjunto blanco y recuperaban con mucha velocidad el balón. Además, cuando tenían la posesión, no les quemaba el balón y especialmente a De Paul, el timón rojiblanco al que los blancos ignoraron todo el partido.
Pero pese a la personalidad que mostró el Atlético, se llevó una derrota. Brahim ejemplificó la crueldad que siempre han tenido los blancos con su vecino. Una crueldad que llegó a ser sádica entre 2009 y 2013, periodo en el que venció en los 10 duelos que se enfrentaron. Pero el Cholo cambió la historia y los rojiblancos ya no van al Bernabéu a un potro de tortura, aunque se tengan que someter, por desgracia, a las individualidades que siempre pueblan el equipo blanco.
Simeone apuntaló la defensa sacando a Griezmann por Le Normand para apagar el arreón del Madrid tras el gol del marroquí y luego sacó la pólvora por si cazaba una última contra para llevar el duelo en tablas al Metropolitano. Pero el partido se fue apagando con ambos equipos conscientes de que esta contienda tiene 180 minutos. "Sabemos que quedan 90 minutos", apuntó Álvarez. Más saben los diablos por viejos que por diablos. Pregunten a Ancelotti y a Simeone.
Hace justo un año desde que el cielo descargó más de 700 litros por metro cuadrado en gran parte de Valencia y Castilla-La Mancha. Aquella terrible dana dejó 229 personas fallecidas y millones de euros en daños materiales, y a muchas otras personas afectadas a nivel físico y psicológico. Osasuna venía de ganar 0-2 en Anoeta, pero la semana de Vicente Moreno (Massanassa, 1974) no la marcaría el fútbol sino lo ocurrido en su tierra. A la que se fue 15 días en plena temporada con permiso del club rojillo.
¿Se esperaba aquello?
Inimaginable. Aunque habían pasado días y uno había visto imágenes... te puedo asegurar que hasta que no entras, no eres consciente de lo que realmente ha pasado, de la magnitud. Aquellos primeros días eran una cosa de locos.
¿Cómo fue el impacto visual?
Increíble. A una orilla del río parecía todo normal y en la otra, cuando pasamos, mi mujer y yo no podíamos ni articular palabra. Coches unos encima de otros, la carretera arrancada, la marca del agua a dos o tres metros en los edificios. Entiendo que se ha dado mucha importancia, cobertura y que ha afectado a todo el mundo, pero realmente no llegas a sentirlo de la misma manera si no lo ves.
¿Y qué sintió?
Impotencia. Ahora con el tiempo, entiendo que haya mucha gente que ha tenido problemas como la depresión, porque la sensación era que todos los días eran igual. O sea, tú te levantabas, te volvías a poner la ropa del día anterior y otra vez a sacar barro, a ayudar como podías y la sensación era de no avanzar, de volver a empezar cada día. Éramos hormiguitas. Había días que no tenías ganas de levantarte. Me acuerdo de las colas para poder comer y cosas que uno hoy no le da importancia, pero al acabar el día tenías que intentar ducharte y no tenías agua ni luz en casa.
Fue uno más.
Sí, como no puede ser de otra manera, con la fortuna de dedicarme a algo con el potencial de solucionar a nivel económico muchos de los problemas que has tenido. La diferencia es que mucha gente no puede y yo 15 días después salí de esa burbuja e intenté seguir con mi vida profesional. Pero me costó mucho.
El técnico ayudando durante la DANA en Masanasa.EM
El peor momento fue no poder hablar con sus hijos.
Jugábamos Copa al Rey en Chiclana, aunque el partido se terminó suspendiendo, y tener que hacer el viaje sin saber nada de ellos... Te puedes imaginar, te pones en lo peor. Por suerte vivo en un bajo en el casco antiguo con las habitaciones en una primera planta, entonces tenía la tranquilidad de que podían subir. Pero al no tener noticias, al escuchar tantas cosas, ya no sabía uno si se habían podido poner a salvo. Te puedes imaginar la agonía. Cuando por fin les vi pues les abracé y bueno, la tranquilidad. Aunque esas semanas estuvimos muy descolocados y ya después de 15 días te tienes que incorporar otra vez al fútbol.
De una burbuja a otra.
Imagínate, me fui directo al Bernabéu. Jugamos contra el Real Madrid y bueno, estuve en el partido, pero en la cabina de arriba. No me veía con fuerza para estar en el banquillo y la cabeza no la tenía en la parte profesional. Tuve que hacer un esfuerzo bastante grande porque tuve mis dudas incluso de si merecía la pena seguir con lo profesional. Luego, con el tiempo, hablando con mi mujer y viéndome en el día a día después de aquello, lo llevé muy por dentro. No lo comenté con nadie, pero estuve tocado a nivel anímico. Intenté seguir con mi vida, pero me costaba levantarme por la mañana.
¿Tuvo una minidepresión?
Sí, sin duda. Me cambió mucho el pensamiento en todo. Aunque uno intenta ser muy profesional y a veces incluso he puesto mi vida profesional por delante de la personal, creo que me pasó factura y seguramente lo bien que tiene que estar uno para poder ejercer esa profesión, pasé unos meses en los que no lo estuve, esa es la realidad.
Bien Osasuna, que le permitió ir.
Increíble, pero, y esto lo voy a decir por primera vez, estuve dudando de dejar mi cargo de entrenador en Osasuna y quedarme en casa con mi familia. Fue muy duro no estar en ese momento con mis hijos. Realmente lo pasé mal. Pero mi conciencia con mi profesión me hizo llevarlo por dentro y tirar para adelante. Sentía una obligación hacia la gente que se portó bien conmigo. En todo momento se pusieron a mi disposición el presidente, la dirección deportiva, la dirección general, empleados, jugadores... Estaré toda mi vida muy agradecido a la gente de Pamplona y de Osasuna.
El entrenador en una rueda de prensa en Qatar.Al Wakrah
¿Cree ahora que quizás salió de Osasuna porque lo necesitaba?
La decisión seguramente va por ahí. Sin ninguna duda. Lo vivido en mi tierra te va marcando en lo sucesivo y aunque todas las decisiones son maduradas, tus vivencias te van haciendo pensar de forma distinta, darle más importancia o menos a ciertas cosas y querer vivir un tiempo de forma diferente.
Además de eso, ¿por qué se marchó a Qatar?
Es un poco todo, siempre hay un componente económico allá donde vayas, pero no es lo que me mueve. Y más ahora que ya llevas un recorrido y tienes una libertad que a lo mejor no tenías hace unos años. Quería venir aquí, de hecho tuve otras opciones pero quise venir aquí.
Miedos y futuro
¿Le da miedo que en Europa se olviden de usted?
Creo que escuché a Vicente del Bosque decir que muchas veces manifestamos que no tenemos miedos, y en absoluto. Los tenemos como cualquiera, y también dudas. El problema no es tenerlos, sino que te paralicen. Yo tengo los míos, pero a mí lo que hacen es empujarme, volverme más competitivo. En ese sentido no tengo ningún miedo.
¿Echa de menos su casa?
No he tenido tiempo de pensar, pero estoy bien aquí. Y ha sido una decisión que no era fácil, estar entrenando al máximo nivel en España y salir de una liga por la que se mataría todo el mundo.
¿Qué sensaciones ha tenido cuando ha vuelto a Valencia?
Ha mejorado todo notablemente, pero sigue habiendo heridas, es muy difícil borrar lo que pasó. Por ejemplo, el colegio al que fui de pequeño tuvieron que derribarlo y ahora se da clase en uno de los campos de fútbol. Con el paso de los años, las nuevas generaciones lo irán olvidando, pero esto ha sido una de las peores cosas que han pasado en España.