Vivimos el mejor momento de los deportes de contacto en España desde hace décadas, no tengo dudas. El boxeo está en pleno auge y nuestros primos de las artes marciales mixtas, también. Parece que haya ocurrido de manera espontánea, un fenómeno aparec
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Dos Titanes se escaparon del Olimpo para aterrizar en Riad y reclamar su época en el mundo del boxeo. Dos furias históricas, campeones del mundo, que se volvían a encontrar bajo los rayos ficticios del Kingdom Arena, el espacio de los reyes. Solo uno podía reinar en la tierra y fue el indiscutido e imbatido campeón de los pesos pesados.
Oleksander Usyk es un Dios del boxeo (23-0-0). Así lo estimaron los jueces de la contienda de manera unánime por 116-112. Una decisión quizás sorprendente. Al menos para Tyson Fury (34-2-1), que no quiso comparecer tras ver como el árbitro levantaba el brazo del ucraniano tras escuchar el veredicto. "He ganado, soy atleta, no juez", respondió Usyk a la pregunta del presentador sobre la decisión.
Lo cierto es que fue una pelea igualadísima. En la que los boxeadores llevaron hasta el límite sus estrategias para ganar el combate. Usyk exhibió una gran movilidad y entradas rápidas al pocket con salidas igual de veloces. Golpes al cuerpo para abrir la guardia del británico y conectar luego, generalmente, con su poderosa izquierda.
Fury quiso siempre mantener la distancia con rápidos jabs y luego buscando su poderoso uppercut, a veces al cuerpo, a veces al mentón. Pero lo cierto es que le costaba conectar más puñetazos que al ucraniano. A mitad de la contienda iban 60/49 golpes acertados para Usyk.
Usyk rezando tras finalizar la pelea.Frank AugsteinAP
Sorprendió el desarrollo de la misma. Comenzó como se esperaba, con algo más de dominio del púgil británico y luego con el ucraniano recuperando terreno a medida que pasaban los asaltos. Sin embargo, Fury se guardó energía para discutir el final de Usyk, con un vigor inusitado para un hombre de casi 130 kilos en la báscula.
Quizás la pelea se le escapó en la efectividad y en los asaltos centrales. No llegó ninguna caída, pero fue Usyk quien más veces conectó con el mentón y con el ojo derecho de Fury, que acabó muy hinchado al finalizar el combate. El ucraniano movió sus poco más de 100 kilos hasta el último asalto, en el que el británico le buscó desesperadamente, pero no le encontró.
Cabreo de Fury
El combate terminó para Usyk como empezó, arrodillado y rezando. Muy devoto el púgil ucraniano, pero este combate no se lo dedicó a su difunto padre sino que fue a su madre. "Le dedico la victoria a mi madre que se preocupa mucho por mi y me lo dio todo", comentó en el micrófono del presentador de la velada.
En mitad de su entrevista se coló Daniel Dubois, el contendiente con el que rechazó pelear por el cinturón de la FBI, para permitir la revancha de Fury. Revancha que no se llegó a dar por, según el ucraniano, su preparación y su familia. "Me he preparado muy bien, Mi mujer me ha ayudado, mi hijo me ha ayudado, que justo hoy ha ganado un cinturón de judo y me ha dicho después: "Papá, tu eres el siguiente".
Dubois pidió pelear contra Usyk, que retiene los cinturones de la CMB, AMB, OMB, y parece que el ucraniano, ahora sí, va a conceder el deseo al púgil británico. Se diría que todo queda, de nuevo, entre Ucrania y Reino Unido. O entre la Tierra y el Olimpo. Pero Usyk, el Rey de los Titanes, reina en ambos lugares.
Ayoub Ghadfa (Marbella, 1998) desafía al porvenir y se vislumbra de oro en agosto, en la Suzanne Lenglen de París. Pero el púgil también otea el pasado y se proyecta en Uzkudun, en Urtain, en Evangelista y sueña con seguir esa estela rota de los grandes pesos pesados de la historia de España, ídolos de un país en blanco y negro, gigantes que conmueven como nadie sobre un cuadrilátero. Ayoub es ahora imponente, como lo fueron ellos, 195 centímetros, 105 kilos, bíceps como cañones para el asalto olímpico, un billete en juego el próximo mes de mayo en el último Preolímpico de Bangkok. Pero Ayoub no fue siempre así. Y esa infancia de bullying en Marbella la lleva tatuada en el alma con que afronta cada combate.
«Mi padre estaba harto. '¿Quieres aprender a defenderte?'», recuerda ahora esas palabras que le pusieron contra las cuerdas, no tan lejanas de su infancia. «Me hacían bullying en el colegio. Mi padre me apuntó a kickboxing. Yo estaba gordito, era muy grande. Si jugábamos al fútbol, me ponían de portero. Me excluían, se metían con mis orejas, con mi físico y llegaba llorando a casa», relata esa génesis de lo que ahora es su vida. Pues con el kickboxing como base y una fortaleza física y mental fraguadas en esos abusos, en esos insultos constantes -«me decían moro de mierda, gordo, orejón... de todo»- y en el racismo que le llevaba a preguntar a sus padres, de origen marroquí, que por qué él no era blanco como ellos, devino a su llegada a Madrid -fue descubierto por José Valenciano en su gimnasio del barrio de Argüelles- para estudiar la carrera de INEF en un boxeador de categoría, que no tardó en ser reclutado por el equipo nacional.
«Lo pasé mal, fue una época dura. Siempre eran los mismos. Hace años no estábamos tan mentalizados, se lo decías a los profesores y pasaban. Mis padres me iban a cambiar de colegio. Una vez me amenazaron con un cúter, el chaval decía que me quería matar. Luego le expulsaron. Ahora, con todos ellos me llevo bien. Cuando eres un niño haces cosas que te arrepientes», sigue Ghadfa, que hace unas semanas perdió contra el italiano Lenzi en el preolímpico de Busto Arsizio, una decisión controvertida de los jueces. «El segundo asalto lo gané claro, pero un juez no me lo dio. Era un rival factible e hice una buena pelea, lo suficiente para ganar. Pero no somos perfectos y hay cosas que mejorar. Vamos a trabajar y aprender la lección», reflexiona.
Ayoub Ghadfa.Angel NavarreteMUNDO
Ayoub forma una hermandad asentada en el noble arte y en la religión musulmana con Enmanuel Reyes Pla y Gazi Khalidov, otros dos púgiles españoles con anhelos olímpicos. Admira la personalidad de Mohamed Ali y la pegada de Mike Tyson. Está enganchado a la lectura, a la trilogía La novia gitana de Carmen Mola. Y cuando sube al ring, no tiene miedo. «Ahí arriba es una mezcla de sensaciones. La tensión, la responsabilidad de no cagarla, de no llevarte un mal golpe. Cuando suena la campana, se dispara la adrenalina. A veces ni te acuerdas de lo que pasa», describe quien fuera plata en el Europeo de 2022 y bronce en el último Mundial, donde se comprobó capaz de estar entre los mejores con su juego de pies y su dominio de la distancia larga.
Ghadfa, licenciado en INEF, se confiesa «obsesionado» con los Juegos. «Te cambian la vida para siempre. Lo quieres, lo quieres y lo quieres. Pero como me dice mi psicólogo, hay muchos factores y no hay que perder la cabeza ni estar ansioso». De momento, ya hay tres españoles con billete a París (José Quiles, Laura Fuertes y Reyes Pla). Ayoub quiere ser el cuarto.
Hace 20 años, Mike Tyson (Nueva York, 1966) rechazó volver al ring porque "no tenía agallas para luchar". Todo el mundo esperaba su venganza ante el irlandés Kevin McBride, pero Iron Mike decidió que no podía seguir compitiendo: "No puedo seguir mintiéndome", declaró. 24 horas de cárcel (ya había estado tres años previamente), múltiples viajes y apariciones en programas de baile después, Tyson volverá a calzarse los guantes ante un rival que estaba en primaria cuando el hombre más malo del planeta cayó noqueado en el sexto asalto de su última pelea oficial.
El combate ante el youtuber Jake Paul será la madrugada del viernes al sábado en el AT&T Stadium de Arlington, Texas, tras un aplazamiento porque el que fuera campeón de los pesos pesados sufrió una úlcera intestinal que le tuvo vomitando sangre unos días y que le obligó a recibir hasta ocho transfusiones. La enfermedad le hizo perder 11 kilos en 11 días y, con ellos, todo el entrenamiento que había realizado para la fecha inicialmente prevista, el 20 de junio.
Así, el neoyorquino volvió al gimnasio de los Raiders (franquicia de la NFL) en Las Vegas cedido por su amigo y máximo accionista del equipo, Mark Davis, dispuesto a volver a ponerse en forma para una pelea que estará inscrita en el registro profesional, así que contará para su récord que se sitúa en 50 victorias, 44 de ellas por KO, y seis derrotas. El combate será a ocho asaltos de dos minutos y se producirá con guantes de 14 onzas, 4 más de las que se usan en los pesados.
Preparación seria
"Mike es una obra maestra", dice Rafael Cordeiro, uno de sus entrenadores, a una publicación americana respecto a un boxeador que, aseguran, se está tomando el entrenamiento más seriamente que en su época como profesional. Cada día, el ex campeón de los pesados corre seis kilómetros, hace 7.000 tracciones de remo y realiza sparring para recordar algo que tiene marcado a fuego en su cerebro: boxear.
En más de una ocasión, el propio Tyson ha dicho que peleaba contra sus demonios mientras que en su vuelta contra Paul asegura que lo hace por su autoestima. Esa que siempre ha tenido por las nubes desde que salió de Brooklyn. "A veces siento que no soy nada, así que dejadme hacer esto", explicó en una entrevista previa al combate.
Entrenamiento de Tyson antes de la pelea ante Paul.Julio CortezAP
No obstante, romanticismos aparte, la bolsa de la pelea es una razón poderosa para que vuelva al ring. Pese a haber estado arruinado en varias ocasiones, en parte por excentricidades como regalar anillos de 60.000 euros a la que hoy es su mujer, Kiki, o tener tigres de Bengala en su mansión de Las Vegas, Tyson ha afirmado que no retoma los guantes por dinero.
Sin embargo, se rumorea que cada contendiente recibirá en torno a 40 millones de dólares en una pelea que se retransmitirá en directo por Netflix sin ningún tipo de pay per view, algo bastante extraño en el mundo del boxeo. Además, se habla de un evento en el que habrá localidades VIP de hasta dos millones de dólares. Todo esto ha hecho que muchos expertos califiquen a esta pelea como "el mayor espectáculo circense del boxeo".
El niño problemático
Esto y la personalidad del rival. El niño problemático, Jake Paul, de 27 años, es un youtuber, actor y cantante que ha derivado su carrera hacia diversas peleas de boxeo, primero ante personalidades diversas y, últimamente, ante peleadores de artes marciales mixtas y boxeadores profesionales. Resulta curioso que Paul fue telonero de Tyson en un combate de exhibición que el ex campeón de los pesados realizó ante Roy Jones Jr en 2020 y se enfrenten juntos este sábado pese a sus 31 años de diferencia de edad. El récord del púgil de Cleveland es de 10 victorias y solo una derrota.
Jake Paul guantea en la previa de la velada ante Tyson.Julio CortezAP
"Tengo que estar alerta. Este es un hombre aterrador. Es un asesino y todavía tiene todo su poder", expresó Paul sobre su rival días antes del combate tras ver los vídeos de los entrenamientos de Tyson. También reveló que su madre dice sentirse "preocupada" por lo que pueda ocurrir sobre el cuadrilátero del AT&T Stadium. No obstante, las apuestas dan favorito al 'niño problemático' frente al Terror del Garden.
Los antecedentes de retornos a esas edades no son buenos para Tyson. Evander Holyfield, rival al que arrancó un trozo de oreja en el combate entre ambos, apenas duró dos minutos sobre el tapete cuando volvió a la misma edad que el de Brooklyn en 2021. No obstante, Iron Mike lo tiene claro: "Es lo que quiero hacer; es parte de quién soy. Busco mi gloria... Va a ser increíble". Palabra de campeón.