Por tercera vez consecutiva, por sexta en su historia desde su debut en Barcelona 92, la selección femenina de baloncesto disputará los Juegos Olímpicos. Será en Lille y París en unos meses, con la elite mundial (sólo las 12 mejores) a la que pertenecen desde hace décadas, aunque por el camino también duelan los reveses, los que después la impulsan: tras perderse el último Mundial, España ‘se vengó’ conquistando la plata europea en el pasado Eurobasket.
El equipo de Miguel Méndez evitó el drama. Lo que iba a ser una final en Sopron contra la anfitriona Hungría fue un alivio. Media hora antes, la victoria de Japón ante Canadá (82-86) selló el billete olímpico, ese que se complicó el primer día del torneo, con la derrota ante las japonesas y sus 15 triples. Finalmente, fue el triunfo del viernes ante las canadienses del español Víctor Lapeña (55-60) el que hiciera que la selección estuviera matemáticamente entre las tres primeras del grupo del Preolímpico.
La trágica relación entre la carretera y el deporte se ha cobrado este jueves la vida del portugués Diogo Jota, el joven futbolista del Liverpool que circulaba junto a su hermano André por Zamora. Un nombre que amplía una macabra lista y un episodio que hace recordar viejas heridas que golpearon la actualidad. Cunningham, Juanito, Fernando Martín, Drazen Petrovic o José Antonio Reyes devuelven a la memoria negros episodios.
El 2 abril 1992, Juan Gómez Juanito, mito del madridismo y entonces, ya con 37 años, entrenador del Mérida, regresaba a Extremadura tras presenciar la semifinales de la UEFA entre el que fuera su equipo y el Torino. A la altura de Calzada de Oropesa, a las 2 de la madrugada, mientras Juanito iba dormido en el asiento del copiloto, el preparador físico del Mérida, Ángel Jiménez, no pudo esquivar unos troncos caídos sobre el asfalto de un camión que había volcado. El delantero murió al instante. Y, desde entonces, cada minuto 7 en el Bernabéu aflora el recuerdo, el homenaje, el "Illa, Illa, Illa, Juanito maravilla".
Sólo unos años antes, el 15 julio de 1989, otro delantero del Madrid (también jugó en el Sporting y en ese momento lo hacía en el recién ascendido Rayo), Laurie Cunningham, perdió la vida a los 33 años. El coche que conducía el británico de ascendencia jamaicana, un Seat Ibiza, se salió de la carretera y chocó contra una barra de protección cerca de Puerta de Hierro, en las proximidades de Madrid.
Fueron años duros para el madridismo, pues apenas tres meses después, no lejos de ahí, Fernando Martín se dejaba la vida en la M-30. Tenía 27 años, acababa de convertirse en el primer español en jugar en la NBA, y ese día acudía al Palacio de los Deportes a presenciar un partido de sus compañeros, pues era baja por unas molestias en la espalda. El destino hizo un guiño cruel cuando Drazen Petrovic, con el que la temporada anterior había compartido una relación de amor/odio fuera y dentro de la pista, perdía la vida en 1993, en una carretera alemana por la que circulaba en dirección a Croacia. Su novia, que salvó la vida, conducía cuando se estrellaron contra un camión.
Ese mismo año perdió la vida en el asfalto el panameño Rommel Fernández. Tenía 27 años y jugaba en el Albacete (antes en el Tenerife y el Valencia). Su coche se estrelló contra un árbol en el término municipal de Tinajeros (Albacete).
Aunque sin duda la muerte más impactante de los últimos años en la carretera fue la de José Antonio Reyes, de la que hace unas semanas se cumplieron seis años. El internacional español, que militó en el Sevilla, Real Madrid, Atlético de Madrid y Arsenal entre otros, murió en un accidente de tráfico al salirse su coche en la autovía A-376, cuando regresaba a su Utrera natal. En el percance falleció un primo suyo y otro familiar resultó herido grave.
Imagen del entierro de José Antonio Reyes, en 2019.
En la inmensa lista de futbolistas fallecidos en accidentes de coche aparecen otros nombres como el de Gaetano Scirea (delantero de la Juventus, en 1989, a los 36 años), Rui Filipe (centrocampista del Oporto, en 1994, a los 26 años), Dirceu (ex del Atlético, internacional brasileño, en 1995), Urruti en 2001 (con 49 años), Maicon (delantero del Shaktar, a los 25 años, en 2014)...
Mientras sus compinches Claver, Chacho o Rudy van retirándose, ahí sigue el madridista, en busca de sus cuartos Juegos. El lunes nacerá Almudena, su tercera hija. «Que llegue con la clasificación bajo el brazo», bromea el día antes de la semifinal del Preolímpico contra Finlandia (20:30 h., Teledeporte)
No perdona el Tour, ni flaquezas ni despistes ni accidentes. En vísperas de sus platos fuertes, primero los Pirineos y después los Alpes, una jornada sólo en teoría de calma hasta Pau dejó los titulares en forma de despedidas. De un plumazo, la Grande Boucle se queda sin dos de los que estaban llamados a animarla, a ser elementos de atrezzo entre el mano a mano inevitable de Pogacar y Vingegaard, el veterano Primoz Roglic, el novel Juan Ayuso.
Ganó al sprint Jasper Philipsen (segunda etapa en su cuenta, otra batalla a dos contra Girmay por el trono al velocista), en un día que amaneció ventoso y eléctrico. Y siguió juguetón hasta el mismísimo desenlace, con una espeluznante caída a 600 metros. De salida, el Visma Lease a Bike, como si hubiera recuperado toda su confianza después de un año plagado de infortunios, como si la victoria de Jonas Vingegaard en Lioran les hubiera transportado un año atrás, cuando nadie les tosía en el Tour, animó el pelotón en mitad de los abanicos, un ataque en formación, con el propio Vingegaard al comando, al que apenas pudieron unirse, bien atentos, Tadej Pogacar y Remco Evenepoel.
Luego llegó algo de calma y la lógica, con la numerosísima escapada del día echada abajo -no favoreció la extraña presencia de Adam Yates-, y la mente puesta en las montañas que amenazan en el horizonte. Aunque los equipos de los sprinters no las tuvieron todas consigo hasta el final, primero Carapaz y el imparable Abrahamsen y después otro puñado de ataques más. Philipsen, ganador de cuatro etapas en la pasada edición, sumó ya su segunda por delante de Van Aert.
Pero las noticias se habían producido antes. La confirmación de la fatalidad, de los virus que asolan al pelotón, especialmente al Bahrein y al Cofidis. Fue Jesús Herrada el tercer corredor de la formación francesa que abandonó, otro español fuera del Tour, como Ion Izagirre y Pello Bilbao en los días previos. Poco después lo hizo Ayuso, que intentó completar la etapa, pero que pronto mostró debilidad, incapaz si quiera de seguir al pelotón en el desperezar de la etapa. Su equipo, el UAE, confirmó su retirada por Covid.
Roglic, magullado tras su caída en Villeneuve.AFP
Amargo debut para el de Jávea, tan ambicioso siempre. Su primer Tour quedará marcado por el abandono antes de enfrentarse a los colosos de los Pirineos y los Alpes, pero también por la polémica de su engranaje en el Dream Team del UAE al servicio de Pogacar. Por los gestos "innecesarios" de su compañero Almeida en la ascensión al Galibier, cuando el español parecía reticente a entrar en la rueda de relevos del UAE. A Ayuso le quedan cuentas pendientes con el Tour.
Esas que Roglic parece incapaz de saldar, siempre perseguido por su mal fario. Dos caídas consecutivas han acabado, otra vez, con las opciones del esloveno. Es la tercera vez tras 2021 y 2022 que tiene que decir adiós antes de tiempo a ese Tour que nunca ha logrado vencer. Y no fue sin polémica por la mala señalización de un bordillo camino de Villeneueve sur Lot, arrasado por la caída de Lutsenko y tan magullado que apenas pudo llegar a la meta, casi dos minutos y medio después que el vencedor Girmay. "Esta caída es 100% culpa de la organización. El pelotón no puede pasar por una carretera así. Es muy irresponsable", criticó duramente su ex director en el Visma Merijn Zeeman declaraciones al medio neerlandés NU.