El inglés fichó por el Madrid el 17 de junio de 2003 después de meses de negociaciones con el United, peleas, indirectas y la histórica frase de Florentino.
«El Real Madrid ha llegado a un acuerdo con el Manchester United para la contratación de David Beckham. El capitán de la selección nacional inglesa jugará en el Real Madrid a partir de la próxima temporada. El acuerdo entre los clubes y el jugador es total y se materializará antes del próximo 2 de julio mediante la aprobación de la Junta Directiva y el oportuno reconocimiento médico».
Eran poco más de las nueve de la noche del 17 de junio de 2003 y el mundo del fútbol se paralizaba. David Beckham, el jugador más famoso del mundo, leyenda del Manchester United y de Inglaterra, icono de marcas comerciales, firmaba por el Real Madrid de los Galácticos. Florentino Pérez completaba un puzle de ensueño en un equipo que acababa de caer en las semifinales de la Champions contra la Juventus. Una plantilla con Casillas, Roberto Carlos, Figo, Zidane, Raúl, Ronaldo… y Beckham.
Fue un aterrizaje de película que puso fin a meses esquizofrénicos en el fútbol continental. El mismo Beckham que era la promesa electoral de Laporta para ganar las elecciones a la presidencia del Barcelona se convirtió en la última estrella de Florentino. «Un fichaje que lo cambió todo. Cambió el paradigma del marketing deportivo», señala Álvaro Fernández Luna, profesor de Marketing Deportivo de la Universidad Europea. Pero empecemos por el principio, por el Bootgate. En febrero de 2003, Ferguson le lanzó una zapatilla a Beckham durante un entrenamiento, iniciando una polémica que resultaría en su fichaje por el Madrid.
En abril llegó el punto de inflexión. Blancos y red devils se enfrentaron en los cuartos de final de la Champions con la vuelta en Old Trafford, con la suplencia de Beckham, con aquel hattrick de Ronaldo Nazario y con dos goles del centrocampista inglés en el tramo final. «Never say never (nunca digas nunca)», dijo Beckham sobre el Madrid, unos días antes del histórico «never, never, never (nunca, nunca, nunca)» de Florentino en la cumbre del G14 de la UEFA.
El “farol” de Laporta
El 10 de junio, y después de las declaraciones del padre de David, Ted, en las que aseguraba que su hijo se quería quedar en Manchester, el United anunció un acuerdo con Laporta para que el inglés fichara por el Barça si éste ganaba las elecciones. La agencia de Beckham, sin embargo, negó el acuerdo porque en el fondo el futbolista quería jugar en el Madrid y Laporta, después de vencer, admitió que nunca había prometido su fichaje. Era el 16 de junio. Años después, Lluís Bassat, rival de Laporta en la carrera presidencia, revelaría que todo fue «un farol, un acuerdo entre la agencia del hijo de Ferguson y el Barça». Un comunicado en la web del United durante un día «a cambio de fichar a un jugador de la agencia». Meses después llegó al Camp Nou el portero turco Rustu. En Cerdeña, mientras, The Sun fotografió a José Ángel Sánchez, entonces director general de marketing y ahora director general ejecutivo del club, junto al director ejecutivo del United, David Gill.
Al día siguiente, Beckham se convirtió en jugador del Madrid por 25 millones. Llevó el dorsal 23, por idea de Sánchez y de Valdano en honor a Michael Jordan, el hombre que cambió el marketing en EEUU antes de que Beckham lo cambiara en el fútbol europeo. «Venía con contratos comerciales importantes, todo se inició con él. La apertura a Asia, los ingresos de merchandising gracias a las estrellas, ahora la remodelación del Bernabéu y sus 300 actividades anuales no deportivas… El cambio de paradigma fue con Beckham. Es lo que se conoce como proto-image of the firm», añade Fernández. «Son modelos de negocio que utilizan empresas de entretenimiento. Ofrecen un abanico de productos para obtener ingresos más allá de los tradicionales».
El 2 de julio, Beckham llenó el antiguo pabellón Raimundo Saporta para una presentación histórica. 544 periodistas y 46 cámaras, miles de personas en las gradas del campo anexo, señal en directo (pagando 9.000 euros) para las cadenas televisivas más importantes del mundo. En el vestuario, algunos de sus nuevos compañeros le recibieron con la rodilla hincada a modo de broma porque hacía un par de semanas que le habían hecho Sir de la Corona Británica. Mucho más que un futbolista.