El hombre, que vivía en las afueras de Buenos Aires, había ido al estadio junto a su hija, que siguió el partido en una grada diferente
Un hombre murió en la noche del sábado en Argentina al arrojarse al vacío desde las gradas del estadio Monumental, el principal escenario del fútbol local.
El hombre, de 53 años, se asomó a la bandeja intermedia del estadio de River Plate, escenario de la final del Mundial 1978, observó hacia abajo y se arrojó en una caída libre de 16 metros hacia la grada inferior. Su cabeza se estrelló contra el cemento y el golpe le causó la muerte casi inmediata.
En el momento de lo que todos los indicios señalan que fue un suicidio, River se medía al equipo de Defensa y Justicia por la Liga local. Se llevaban apenas 15 minutos de juego, y diez minutos más tarde, tras insistentes cánticos de la afición pidiendo que no se siguiera jugando, el árbitro y los capitanes de ambos equipos acordaron suspender el partido, que se disputaba a estadio lleno, con 83.000 espectadores.
“Es una noticia horrible, excede al fútbol argentino. Desde nuestro humilde lugar acompañamos a las familias que estén sufriendo. Durante el partido no entendíamos qué había pasado. Cuando el árbitro nos avisó que se iba a suspender lo entendimos automáticamente”, dijo Ezequiel Unsain, capitán de Defensa y Justicia.
“La Nación” señaló que no hay dudas de que se trató de un suicidio: “Los videos de seguridad del club confirmaron desde un primer momento que la persona se tiró, que se arrojó al vacío. Murió en el acto, producto de la caída. En ningún video se determina, al mismo tiempo, una pelea, un forcejeo, un empujón previo”.
El hombre, que vivía en las afueras de Buenos Aires, había ido al estadio junto a su hija, que siguió el partido en una grada diferente. La joven se enteró de la muerte de su padre cuando, al ver que no llegaba al autobús que debía llevarlos de regreso a casa, comenzó a preguntar por él.
“Soy familiar de una persona que falta”, dijo. Identificada entonces como la hija del hombre que acababa de morir, el propio presidente de River, Jorge Brito, debió abrazarla y consolarla cuando rompió en llanto al recibir la noticia de que su padre había muerto.