Y en mitad de la fiesta de Ilia Topuria en Beverly Hills, un momento para la emoción. Se paró la música. “¡Silencio!¡Silencio!”, pidieron. Y el luchador, ya campeón del peso pluma de la UFC, se colocó al lado de una caja enorme junto a su mujer, la empresaria venezolana Giorgina Uzcategui. “BABY”, se podía leer detrás en unas letras gigantes.
Topuria y Uzcategui serán padres este verano y decidieron que la celebración del título sería buen momento para hacer un ‘gender reveal’, es decir, una revelación pública del sexo del bebé. Volaron globos rosas y se supo: “¡Será niña!”. El luchador lo celebró, pero más lo hicieron su familia, sus amigos e incluso algunos aficionados llegados desde Alicante que se colocaron en la juerga. En realidad, él estaba cansadísimo. Al acabar su combate ante Alexander Volkanovski, el rival al que noqueó en el segundo asalto, Topuria anunció que se iba a poner “a tope” en una mansión alquilada en lo más alto de Los Ángeles, pero lo cierto es que su energía no daba para más.
Su combate acabó a las 23.00 hora del oeste en Estados Unidos y, entre compromisos de la UFC y ruedas de prensa, no pudo salir del Honda Center de Anaheim hasta aproximadamente las dos de la madrugada. Con la misma canción con la que subió al octágono, la canción del mariachi de Antonio Banderas en la película Desperado, Topuria llegó a la casa y, después de su entrada triunfal, de las fotos y del ‘gender reveal’ con su mujer, lo que más deseaba era descansar. Unas gafas de sol le ayudaban a disimular, pero nadie puede aguantar una pelea así y una larga noche a continuación.
Con ánimo, eso sí, atendió a todos los que habían viajado para celebrar con él, entre los que había famosos españoles, como el actor y cantante Aron Piper o el ex ciclista Alberto Contador, y famosos georgianos, como el ex jugador de la NBA Zaza Pachulia. Quienes animaban la fiesta en realidad eran algunos familiares, algunos de los miembros de su equipo, como los dueños de su gimnasio en Alicante, el Climent Club, Jorge y Agustín Climent, y amigos como Omar Montes.
La figura de Montes
El cantante, íntimo amigo del luchador, fue su sombra en muchos momentos. Ya le acompañó antes de entrar a la jaula y después estuvo con él en el mismo vestuario del Honda Center. Allí los dos compartieron el catering, especialmente unos bocadillos de Nutella que fueron gloria para Topuria después de la estricta preparación para la pelea y se animaron a un baile con la nueva canción de Montes.
“Después de tanta dieta está bien comer un poquito de Nutella para fortalecer el cuerpo”, comentaba el cantante en un vídeo de Instagram, donde se sucedían las felicitaciones a Topuria. De Rafa Nadal a Sergio Ramos, de Carlos Alcaraz a Ferran Torres pasando por más artistas urbanos como Anuel AA aplaudieron el KO contra Volkanovski que le valdrá al español algunos homenajes, incluso esta misma semana cuando regrese a su hogar en Alicante.
Apenas el mercado semanal del parque de la Devesa agrieta la tranquilidad de Girona, donde poco, prácticamente nada, advierte que llega un gran día: el debut de la ciudad en la Champions, este miércoles en el campo del PSG (21.00 horas, Movistar). Sobre la arena de la Plaça de la Independència unos cartelones de Etihad Airways, patrocinador del equipo, dejan algo entrever -"Juntos hacia nuevas alturas" es el emblema- y para alivio del fotógrafo por allí aparece Javi, con una camiseta de Stuani y el logo de la competición. Pero poco más.
Si acaso hay más camiones que de costumbre descargando comida y cerveza en los bares de alrededor, como el Fock Viu, una hamburguesería y cocktelería muy 'street food' que se prepara a conciencia. Allí se reunirán hoy decenas de chavales convocados por el podcast 'Tribuneros de Montilivi' de Pol Mejias y Martí Pardo. "A Girona le falta un lugar de referencia donde ver los partidos de fuera. No hay un sitio donde se junte la afición, estamos desperdigados y, de hecho, igual vas a un bar de la Plaça de la Independència y no sabes muy bien a quien se anima. La gente no es muy enérgica y muchos no visten la camiseta del equipo", comenta Pardo, veinteañero que describe el carácter de sus vecinos.
Un joven posa en la Plaça de la Independència, de GironaDavid RamirezAraba Press
"La gente tiene ganas de Champions, pero en Girona somos tranquilitos, no nos volvemos locos. Por ejemplo, las entradas para la afición visitante en el campo del PSG no se han acabado. Había como 2.000 e irán unos 1.000, la mitad. Entre semana la gente trabaja y lo primero es lo primero", expone Pardo sin acritud, consciente que tampoco se puede cambiar una ciudad tan burocrática, tan funcionarial, tan capital de provincias, en un visto y no visto. Además, hasta hace 20 años el Girona FC deambulaba entre Tercera y Regional Preferente y su masa social sigue en construcción. En 2011, ya en Segunda, Montilivi vivió el primer pleno de su historia -9.286 espectadores- y hubo que esperar a 2017 para el verdadero 'boom', con el ascenso a Primera y la compra del club por parte del City Group.
"Mi padre fue empleado del club y yo siempre fui del Girona, pero en el colegio se reían de mí por eso. Los que íbamos al campo nos conocíamos todos. Ahora hay niños del Girona, es bonito y vienen grupos de turistas, sobre todo holandeses, que van o vienen de la Costa Brava", expone Lluís Bosch, presidente de la Penya Gironina y autor de un Montilivi hecho con piezas de Playmobil -expuesto en el Centre Cultural La Mercè-, que también habla del talante propio: "Hay mucho alegría, más orgullo de ciudad que nunca, pero también hay temor. El 'tarannà gironí' es el que es: serios, reservados. Nos gusta estar en Champions, pero ya sufrimos por lo que pueda pasar con los aficionados de otros equipos".
Montilivi, en el último partido ante el BarçaLLUIS GENEAFP
Y es que la Champions ha obligado al Ayuntamiento a movilizarse, a visitar Villarreal este agosto para aprender de su ejemplo, a preparar dispositivos especiales junto a los Mossos y a coordinarse con la Universitat de Girona, cuyo campus está al lado de Montilivi, al sur de la ciudad. Las clases acabarán antes en los días que lleguen los aficionados del Feyenoord, del Slovan de Bratislava, del Liverpool y del Arsenal. "Es un reto para la ciudad y tenemos que aprender. Hay que saber disfrutar del momento y, a la vez, que no perjudique la convivencia", apunta Àdam Bertran, regidor de Deportes de la ciudad, que desvela que no habrá Fan Zone, pero sí se realizará un control de los fans visitantes, especialmente de los hooligans que lleguen sin entrada.
"Serán cuatro días en cinco meses, tampoco tanto", asume y como miembro de Esquerra confirma que la política se quedará a un lado. Aunque Girona está gobernada por las CUP con el apoyo de Junts y Esquerra, no se esperan actos reivindicativos antes o durante los partidos de Champions. De hecho, en Montilivi las esteladas sólo fueron mayoría entre el fervor de 2017. "El Girona es un club privado y desde el Ayuntamiento sólo podemos desear que la Champions permita que aumente la gente que practica deporte en la ciudad", finaliza Bertran.
Pocas esteladas, propiedad extranjera
"En Girona cuesta mantener el deporte al margen de la política, pero el club lo ha conseguido. Tiene un posicionamiento más cercano al Espanyol que al Barça porque entre las gradas hay gente diversa. Se ha mantenido al margen del independentismo y eso le ha ido muy bien", puntualiza Ángel Martínez, regidor del Ayuntamiento por el PSC y ex jugador de la entidad, cedido por el Espanyol al Girona para la temporada 2010-2011, que añade: "También los propietarios son extranjeros". El City Group del jeque Mansour de Abu Dhabi, el dueño del Manchester City, posee el 47% de las acciones mientras que el 35% es del magnate Marcelo Claure y el 17% restante es de Pere Guardiola, hermano de Pep.
El palco del Girona, ante el Barcelona.Alejandro GarciaEFE
Sin una Junta Directiva al uso, el Girona ha tenido que cambiar parte de su consejo de administración para evitar conflictos con la UEFA, pero igualmente muchas decisiones se toman lejos de la ciudad. "El otro día, un tertuliano de TV3 decía que el Girona ya no es un equipo humilde por los propietarios que tiene, pero no es verdad. En España no hay dinero y ésta es la única forma de crecer ahora. El City Group respeta la identidad del club, no le ha cambiado el nombre, por ejemplo, y mantiene la base de lo que fue", proclama Martínez, que recuerda cuando los jugadores compartían coche para ir a los partidos.
El entorno de un modesto
O cuando a Montilivi sólo iban 300 aficionados. O cuando el Palamós, el Figueres o el Vilobí se llevaban a los canteranos de la entidad. O cuando no había periodistas que cubrieran los partidos. Ahora los hay, claro, pero no hay día que la tribuna de prensa se acerque al número de profesionales que mueven Real Madrid, Barcelona o Atlético. "Como mucho somos 15, aunque lo normal es que estemos entre cinco y 10. Girona es una ciudad muy pequeña, de 105.000 habitantes, y el entorno del club es pequeño, de trato personal, con una relación con los jugadores más cercana", expone Alex Luna, periodista de Mundo Deportivo o DAZN e impulsor de otro podcast, Montiliving, también con tirón entre los jóvenes.
El Girona, en su último entrenamiento antes del PSG.LLUIS GENEAFP
"Si dentro de unos años el Girona baja a Segunda su masa social bajará, pero quedará lo que estamos viviendo ahora, con la temporada pasada o con el debut en Champions. Ahora hay niños del Girona y eso no pasaba antes", subraya Luna, que en contraposición al tópico habla de una nueva Girona "abierta y divertida" gracias al deporte.
Paraíso para los expats
Porque no es sólo el fútbol. El súbito ascenso del Girona ha coincidido con el nuevo proyecto del Girona Bàsquet de la mano de Marc Gasol -en ACB desde 2022- y con la moda del ciclismo en la ciudad. Hace años, con Lance Armstrong como referente, muchos profesionales se instalaron en el centro y con el paso del tiempo llegaron los amateurs de todas partes del mundo, con sus eventos, sus tiendas de ropa ciclista y sus cafeterías de especialidad. Hoy Girona es un lugar 'cool' para 'expats' gracias a su oferta deportiva.
Ciclistas en la cafetería La Comuna, de Girona.David RamirezAraba
"Antes quizá se veía como un pueblo cerrado y ahora es una ciudad que atrae, con mucha calidad de vida. Muchos nos ven como el Silicon Valley del deporte, un ecosistema único. De hecho, hemos creado un movimiento, el Girona Play Together, para que haya más sinergias entre fútbol, baloncesto y ciclismo", expone Jordi Puyol, de Athletic Affair, una agencia de Girona vinculada a los deportes outdoor y a eventos como el Sea Otter, el festival ciclista que se celebra este fin de semana. Antes hoy, en el campo del PSG, Girona vivirá un gran día, el debut de su equipo en la Champions, aunque poco, prácticamente nada, advierta sobre ello en la ciudad.
En la línea 'W' Jessica Pegula empezaba su aventura. Estaba en el metro, sí, y no sólo eso, estaba en el metro de Nueva York. En Queensboro Plaza se atrevía con un transbordo y culminaba su viaje en la línea 7. Había ido de su hotel en Manhattan a las pistas del US Open en Queen's en transporte público y el trayecto merecía reels de Instagram y preguntas de los periodistas. El acontecimiento no era tal porque Pegula fuera tenista, la sexta del ranking mundial, finalista este sábado del Grand Slam ante la bielorrusa Aryna Sabalenka (22.00 horas, Movistar).
El periplo en el subway era sorprendente porque Pegula es rica. Es muy rica. Es muy, muy, muy rica. Según Forbes, su padre, Terrence Pegula, es uno de los 500 más ricos del mundo y su patrimonio se eleva hasta los 7.700 millones de dólares. Por ejemplificar, la familia disfruta del superyate Top Five de 50 metros de eslora, con nueve tripulantes y amarre en las Bahamas.
Las ventajas y las lesiones
Desde pequeña Pegula disfrutó de ventajas como las dos academias de tenis que su familia posee en Nueva York y Florida o las clases a las órdenes de los mejores entrenadores del mundo -de Nick Bollettieri a David Nainkin, ambos ex técnicos de las hermanas Williams-, aunque también tuvo que pelearlo. Después de su paso por la Universidad de Pittsburgh, a los 21 años debutó en un Grand Slam, precisamente en el US Open, pero justo después sufrió dos lesiones casi consecutivas en el tobillo y la cadera. Tenía 22 años, la licenciatura de Periodismo y la vida resuelta. Lo podría haber dejado y hoy sería directiva en alguna de las empresas gasísticas y petroleras de su padre o en alguna de sus franquicias deportivas, los Buffalo Bills de la NFL, los Buffalo Sabres de la NHL o los Buffalo Bandits de la NLL de lacrosse. Pero prefirió seguir intentándolo.
A los 25 años volvió a jugar las fases finales de los Grand Slam, la temporada siguiente ganó su primer título WTA, el WTA 250 de Washington, y poco a poco fue construyendo una carrera que este verano, a sus 30 años, vive su clímax. En las últimas semanas ha sido campeona del WTA 1000 de Canadá, finalista del WTA 1000 de Cincinnati y ahora finalista del US Open. Gane o pierda, el próximo lunes será la número tres del mundo por detrás sólo de Iga Swiatek y de la propia Sabalenka, su rival por el título en Nueva York.
"No viajo en limusina"
Tan bueno es su momento que hace unos días se permitió reivindicar su figura. Como hizo hace unos meses Emma Navarro, otra hija de multimillonario en el Top 10 de la WTA, Pegula se defendió de quienes la critican por las facilidades que tuvo para convertirse en profesional. «Para mí es molesto, la verdad. La gente piensa que tengo un mayordomo y que me trae en chófer a los partidos. O que vuelo en aviones privados y me muevo con mi limusina. No es así. La gente puede pensar lo que quiera y a veces me divierte, pero realmente es molesto. Yo no vivo así. Quizá les gustaría que hiciese esas locuras, pero no las hago», se defendía Pegula que también atacó a quienes piensan que su padre dirige su trayectoria.
De hecho, años atrás le reclamó espacio, que dejara de aconsenjarle, porque el tenis no tiene mucho que ver con la NFL o la NHL y su experiencia como propietario de una franquicia es muy diferente a la experiencia de un deportista. Eso sí, en el presente US Open, Pegula reconocía que el viaje en metro era una novedad para ella, una de las muchas pruebas que está introduciendo para intentar mejorar su juego. Mi representante se reía porque rechacé un buen coche, pero en coche tardo más y llego con ganas de vomitar. En metro es más fácil, aunque tenga que andar 20 minutos desde mi hotel», aseguraba.
22 Grand Slam, 92 títulos en la ATP, cinco Copa Davis, dos oros olímpicos, más de 1.000 victorias... Rafa Nadal se retira con la mochila llena, conquistadas todas las posibles conquistas, pero, ¿Qué deja para el futuro? En cada adiós de una leyenda del deporte mundial se observan miles de niños y de niñas imitando sus gestos y también ocurre con el español, aunque su sombra es extraña. A Nadal se le puede imitar en muchos sitios, se le debe imitar en muchos sitios, excepto sobre la pista.
«Nadie va a volver a jugar como él porque no se debe jugar como él. En la primera parte de su carrera, la que construye a Nadal como mito, jugaba a cuatro o cinco metros de la línea de fondo. Lo podía hacer por su fuerza física, por su mentalidad y por la aceleración que imprimía a la bola, pero era extrañísimo, día que un caso único en la historia», analiza el periodista argentino Sebastián Fest, fundadora de la revista Clay y autor del libro Gracias: El legado de Rafael Nadal.
En sus palabras, la imposibilidad de encontrar un imitador. Mientras Roger Federer ya tiene discípulos-como Grigor Dimitrov- y Novak Djokovic triunfó con un estilo más reconocible, nadie en el circuito se parece a Nadal y posiblemente nadie lo haga. Por ser español y compartir ciertos rasgos con él, Alcaraz ha sido muchas veces comparado con él, pero su estilo de juego no tiene nada que ver.
"Su tenis no es el mejor ejemplo"
«En realidad el tenis de Nadal no es el mejor ejemplo para los jóvenes y por eso es muy difícil que aparezca alguien que juegue como él. Los entrenadores no quieren que sus pupilos le imiten porque para ello necesitarían su físico y su top spin. Pero en las academias de todo el mundo Nadal aparece como referente en cuanto a actitud. Esa capacidad de concentración, ese desempeño en cada punto sí es un ejemplo, el mejor ejemplo. De hecho Nadal nos enseñó que no tienes que ser un robot, que puedes estar nervioso y ser emocional, pero que igualmente en cada punto debes estar concentrado», apunta Simon Cambers, periodista británico que trabaja para The Guardian o Reuters y autor del libro The Roger Federer Effect, que añade: «Por raro que parezca por sus números, es más importante el legado del Nadal persona que el legado del Nadal tenista».
Kin CheungAP
Pese a la aura de sofisticación y cortesía que envuelve al tenis, la amabilidad que mantuvo Nadal en su reinado junto a Roger Federer y Novak Djokovic no ha sido siempre la norma, ni mucho menos. Nadal deja una manera de jugar única, pero también una manera de ser perfectamente imitable: sólo hay que ser educado. Si en la época de Jimmy Connors, John McEnroe, Bjorn Borg o Ivan Lendl se llevaban a matar y en la era posterior dominada por André Agassi y Pete Sampras la rivalidad también se desparramó, Nadal y sus coetáneos demostraron que las leyendas no deben alimentarse de odio.
Su relación cordial con Djokovic y, sobre todo, su amistad con Federer quedan como un paradigma sobre el que construir el futuro del tenis. Hoy, quizá por un cierto efecto rebote, se exageran las tensiones entre los tenistas, pero crece una cercanía entre Carlos Alcaraz y Jannik Sinner al abrigo de lo que construyeron los anteriores. Los dos mejores del mundo en la actualidad, capaces de compartir un viaje en avión privado, se miran sin ninguna duda en la unión entre Nadal y Federer.
La foto en la Laver Cup
«Si hablas con los tenistas más jóvenes sobre Nadal la mayoría te dicen que era buenísimo, pero no te dicen que quieren jugar como él, te dicen que quieren ser como él. Su humildad, su grandeza, su respeto al oponente... Ese es su mayor legado y en ese apartado entra, claro está, su relación con Federer. Demostraron que podías competir por los títulos más importante manteniendo el respeto en la pista, en la victoria y en la victoria», observa Howard Fendrich, especialista de tenis de la agencia estadounidense Associated Press y actual copresidente junto a Cambers de la Asociación Internacional de Periodistas de Tenis (ITWA).
«Con su palmarés puede parecer extraño y de hecho es extraño, pero para mí una de las fotos más importantes de su carrera es la que le hicieron en la Laver Cup, llorando en la retirada de Roger Federer, dándole su apoyo, por todo lo que significa», añade Fendrich que como el resto de consultados asume que no habrá otro Nadal en la pista, pero que desea que fuera de ella tenga muchos discípulos.