Shaparenko y Yaremchuk rescatan a Ucrania y ponen contra las cuerdas a Bélgica

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Shaparenko hizo volar una pelota como si con ella construyera un escudo para proteger de las bombas su casa en Velyka Novosilka, la zona cero de la guerra y arrasada por los rusos. La recogió la bota de Yaremchuk para, ante la pasividad de Skriniar y las incomprensibles dudas de Dubraka, enviarla al fondo de la red custodiada por una grada en amarillo y azul entregada. Ese gol le daba a Ucrania daba la primera victoria y la vida en un grupo muy igualdo donde Eslovaquia había salido respondona.

Los italianizados de Calzone vencieron a Bélgica y encarrilaron el partido, y parecía que los octavos, con suma facilidad. Esta vez Lunin vio desde el banquillo cómo al meta del Benfica Trubin le cercaban los eslovacos. Un disparo cruzado de Schranz y una falta directa de la lateral Hancko, en quien ha puesto sus ojos el Atlético de Madrid, avisaron a Ucrania de que tenía que espabilar. Un centro que no pudo cazar Dovbyk fue todo su peligro antes del gol de Eslovaquia. Nació de un saque de banda de Hancko buscando la carrera del veloz Haraslin en la banda izquierda que, sin pensar, la puso al segundo palo donde apareció Schranz. Calzone ya tenía la ventaja que buscaba para jugar como ante los belgas, aparado en el orden defensivo.

Ucrania o reaccionaba o preparaba las maletas. Envolverse en la bandera, tener a Shevchenko en el palco y ver cómo los estadios por los que pasa se tiñen de azul y amarillo no es suficiente. Necesitaban fútbol y goles. Apareció Mudryk, tan atolondrado como en el Chelsea, tuvo un mano a mano con Dubraka y otro Dovbyk, más fallón que en el Girona, que evitaron entre Pekarik y Skriniar. Ucrania, con el peso de la responsabilidad, crecía a trompicones y le dio para que Tymchyk estrellara un tiro cruzado en la base del poste y que Trubin atajara un disparo de Haraslin.

El paso por el vestuario espoleó a los ucranianos, que se merendaron a Eslovaquia durante muchos minutos. Pensaba Calzone en que la victoria permitía pactar el pase a octavos con Rumanía cuando Dovbyk vio escaparse a Zinchenko por la banda izquierda para asistir al punto de penalti a Shaparenko, que no tembló para igualar el marcador y acabara con las cuentas de la lechera del italiano.

Ese gol fue deshaciendo a Eslovaquia, que perdió a Hancko por lesión y se vio sometida. Y eso que Rebrov miró a su banquillo y no tembló el pulso para sentar al capitán Yarmolenko y al pichichi Dovbyk. El ex del Valencia tuvo una contra perfecta con Mudryk que acabó rozando el poste porque salvó Dubraka. La siguiente ya no pudo. Volvió a aparecer Shaparenko para hacer llover un balón que Yaremchuk convirtió en el gol de la victoria. Estalló el estadio en Dusseldorf en gritos de ¡Ucrania, Ucrania! que no sólo eran de ánimo, sino de orgullo de pertenencia.

kpd