Las difíciles horas de Luis de la Fuente antes del día D: un plan fijo, humildad y mucha fe

Las difíciles horas de Luis de la Fuente antes del día D: un plan fijo, humildad y mucha fe

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“No me reconozco en esas imágenes”, asegura el seleccionador tras sus aplausos a Luis Rubiales.

Luis de la Fuente, el viernes en Las Rozas.JAVIER BARBANCHO

Luis de la Fuente es un hombre de profundas creencias religiosas. En noviembre pasado, sin ir más lejos, aprovechó la concentración de la sub’21 en Sevilla para ir a visitar la imagen del Santísimo Cristo de la Expiración y ponerse a rezar delante de él junto a su cuerpo técnico. “No soy supersticioso, pero tengo fe. Muchísima fe en Dios”, suele decir. Reza siempre antes de los partidos y en su perfil de Whatsapp, que cambia con mucha frecuencia, suelen encontrarse frases relacionadas con esta temática. La que recibía al visitante ayer era una muy llamativa: “Aún en medio de la tormenta, Dios tiene el control. No temas ni desmayes”. Luis de la Fuente se sabía ayer, a mediodía, en medio de la tormenta, y confiaba, quizá, en que Dios tomase el control de una situación que le tenía con pocas horas de sueño desde hace una semana.

El seleccionador nacional lo ha pasado mal. “Muy mal”, si se hace caso a gente que ha convivido con él en Las Rozas esta semana. Sus aplausos a Luis Rubiales mientras hablaba del “falso feminismo” y mientras gritaba “¡no voy a dimtir!” pusieron a un tipo poco acostumbrado todavía a los grandes focos en una postura incomodísima. Era muy difícil justificar esos aplausos y el comunicado desmarcándose de su presidente apenas 24 horas después, cuando ya había sido suspendido (el presidente, se entiende). Pero había que hacerlo.

Para saber más

Ha pasado muchas horas estos últimos días con su gente de confianza y con los distintos departamentos que le ayudan dentro de la Federación. El de comunicación, por razones obvias, ha sido protagonista estos días. Entre él mismo y la gente que le rodea llegaron a la conclusión de que el único modo de frenar la tormenta (con o sin ayuda de Dios) era asumir, sin matices, su tremendo error y pedir perdón cuantas veces hiciera falta. Todo lo que no fuera eso, cualquier intento de justificación o siquiera explicación, hubiese conducido a alguien que tampoco tiene un sobresaliente en oratoria a meterse en más líos. Y lo último que necesita hoy Luis de la Fuente, y por extensión la Federación, son más líos.

Casi 20 preguntas en 24 minutos

Cuidó incluso su atuendo, traje oscuro, camisa clara y sin corbata. El gesto muy serio (pero mucho) y ambiente de cita crucial a las 12:36 horas, cuando irrumpió en la sala de prensa. Era tal la expectación que la Federación optó por una práctica habitual en las grandes competiciones que organiza la FIFA. Los fotógrafos tuvieron los primeros cinco minutos para tomar imágenes. Después debieron abandonar la sala para que De la Fuente respondiera a casi 20 preguntas en 24 minutos, ninguna formulada por una mujer (como se apresuraron a agitar determinados adalides de la igualdad) sencillamente porque ninguna de las presentes en la sala levantó la mano (lo haría después una periodista de la BBC, en el turno correspondiente a las preguntas deportivas).

“Ante la repercusión social, mediática y política que ha generado mi actuación en la Asamblea del pasado viernes, quiero decir que he recibido críticas y que las críticas que he recibido son totalmente merecidas. Lamento lo que hice y pido perdón por ello”, fue lo primero que dijo, resumiendo su postura y manteniendo lo hablado en los días previos con sus asesores: pidió perdón muchas veces, dijo que se había equivocado, sin matices, y trató de explicarlo solamente diciendo que la situación le superó. En realidad, poco más podía hacer, pensaron él y su entorno.

Era un partido, el de su comparecencia ante la prensa, en el que, llevado al terreno futbolístico, como mucho podía aspirar al empate, incluso a perder por la mínima después de sus aplausos a Rubiales. Por eso insistió una y otra vez varios puntos: el perdón, el “yo no me reconozco en esas imágenes” y en la presión bajo la que estaba en ese momento. También repitió un mantra: “Si pudiera volver atrás, no haría eso”. Eso sí, dijo claramente dos cosas: “No creo que tenga que dimitir” y “es injustificable lo que hice”.

“Me quedé en blanco”

¿Por qué aplaudió? Esa era la pregunta clave. Y en sus sucesivas respuestas repitió que fue un momento en el que no supo gestionar la presión, que se vio sobrepasado, una especie de enajenación mental transitoria. “Todos los trabajadores fuimos con la idea de que íbamos a ver la dimisión de un presidente y nos encontramos con otra cosa. Me quedé en blanco, fue una situación que me superó. Es injustificable lo que hice. Yo siempre he estado del lado de la igualdad y, por supuesto, ni Jenni Hermoso ni sus compañeras son responsables de lo que allí sucedió”, afirmó De la Fuente, que dijo no haber contactado con Hermoso.

Otra pregunta clara era por qué tardó 24 horas en emitir un comunicado disculpándose y lo hizo público una vez que FIFA había suspendido a Rubiales. “Nada más salir de la Asamblea ya no me reconocí y empecé a darle vueltas con mi equipo. El comunicado se empezó a gestar el viernes, pero quería medir muy bien mis palabras, pues yo no soy periodista, ni escritor. Lo que sí me gustaría decir es que pasó una hora entre la suspensión y mi comunicado, y no soy capaz de redactar un comunicado en una hora. Ya lo estaba escribiendo”, e insistió: “Pido perdón una y mil veces. Me equivoqué. Fue un error humano, injustificable, pero un error humano”.

Pidió pasar página y centrarse en el fútbol, un terreno, dijo, donde se siente más cómodo. Así será mientras gane.

kpd