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El croata brilla en su segunda temporada con el Real Madrid, pero acaba contrato, coquetea con el Panathinaikos y su futuro está en el aire
Mario Hezonja ya no es una moneda al aire; es la rueda a seguir en el Real Madrid, el tipo al que entregar el balón cuando más arde, el que convierte cualquier desajuste en un ventaja, el que busca la pizarra de Chus Mateo como opción preferida. El que es capaz de todo. Ni rastro ya de sus desconexiones, de las caras de disgusto de su entrenador, de ese encaje con fórceps en un grupo que parecía no comprender sus fantasmas, su halo taciturno en la pista. Ya no preocupa su presente. Si acaso, su futuro y esa renovación rodeada de rumores.
Para saber más
Cuando el croata fue fichado en el verano de 2022, su carrera deportiva había sido un tobogán. Como a tantos, la NBA a la que se fue desde el cinco del draft le hizo mella. Hasta el punto de valorar seriamente la retirada. Lo que parecía una promesa, tornó en pesadilla, primero en Orlando, después en Nueva York y finalmente en Portland. «Al final, fue un error gravísimo para mí», reconoce Mario en el documental que Real Madrid Tv ha dedicado a su jugador de moda. Así que en el invierno de 2021 deshizo el camino y fichó por el Panathinaikos -«la mejor decisión de mi vida»-, paso previo al Unics, donde su compatriota Velimir Perasovic sacó lo mejor de él (MVP de la liga rusa).
Tras la salida de Pablo Laso, en los despachos del Madrid se iban a fraguar dos movimientos clave para el porvenir. Dos adquisiciones, la de Dzanan Musa y Hezonja, con ciertos paralelismos. Los brates, renegados NBA, conjugaban juventud y talento. Sólo hacía falta que se inspiraran en el gen ganador del club, que se empaparan del carácter competitivo de Llull, Rudy y Sergio Rodríguez. Dos años de contrato a ambos que, hoy por hoy, se han quedado cortos.
Porque tras ese periodo de adaptación, Hezonja se hizo todopoderoso hasta dominar el presente. Deslumbró en el inolvidable periplo que llevó hasta la conquista de la Euroliga en Kaunas. Tras la pelea en el WiZink y el 0-2 del Partizan, puso un simple mensaje en el grupo de WhatsApp de la plantilla: «3-2». Y empezó a cumplir la profecía con una actuación brillante en el tercero en Belgrado, envalentonado por las palabras como resorte del Chacho («Exactamente me dijo que si agachaba la cabeza, me la iba a levantar; nos ha levantado a todos»). Y también fue imprescindible en la Final Four, con sus rebotes y defensa sobre Mirotic en semifinales y sus 12 puntos en la final ante Olympiacos.
Triples
Aunque el estallido del chico de Dubrovnik, del hijo del portero de waterpolo, es ahora. Desde noviembre, Hezonja demanda los focos. Da igual que se desempeñe de alero, su posición natural, o al cuatro (las bajas de Yabusele y Deck le han ido empujando ahí), donde cada vez resulta más desequilibrante por su mezcla de fuerza y velocidad. En los últimos ocho partidos de Liga Endesa, casi 14 puntos y seis rebotes de media. Pero donde lucen sus estadísticas aún más es en la Euroliga (MVP del mes de diciembre), 16,6 puntos, 5,5 rebotes y 31 triples en las últimas 11 noches, decisivo en el partido infinito ante el Efes, donde erró un triple liberado para ganar, forzó una de las cuatro prórrogas con una exuberante penetración y rompió a los turcos en los últimos cinco minutos de locura. La responsabilidad, sin duda, para SuperMario que ese día dejó una esperanzadora pista: «Hemos perdido este partido 10 veces, pero siempre hemos vuelto con carácter y con el ADN del Real Madrid. Estoy muy orgulloso de ser jugador del Madrid».
No hay duda de que Mario ha encontrado un sitio en el que ser lo que siempre apuntaba desde que el Barça le fichara con 16 años. A punto de cumplir 29, sonríe. «Es el alma del vestuario», dice Tavares. «No para de hablar», bromean lo veteranos. Y, sin embargo, el «lobo», como él mismo se define, no sabe donde jugará a partir de junio. Acaba contrato (como otro buen puñado de compañeros: Tavares, Causeur, Musa, Poirier, Rudy, Llull, Sergio Rodríguez…) y, a la espera de los contactos de renovación con el Madrid, se deja querer por el equipo que le devolvió a Europa, muestras públicas de cariño mutuo con el Panathinaikos y una posible jugosa oferta que el club blanco deberá igualar para no perder a su talento croata.