Diez años ha practicado el rugby a alto nivel, entre Argentina y España, Sacha Casañas. Placando y cargando, entregado a las tareas más ingratas para conquistar el balón, avanzar con él. Una década de partidos y títulos que ha simultaneado con los estudios. En febrero de 2020, en un viaje relámpago a Buenos Aires, concluyó la carrera de Medicina que había iniciado allí. Semanas después, en el peor momento de la pandemia, con la sanidad en riesgo de colapso, se presentó desinteresadamente como médico voluntario para “echar una mano” en un hospital de Valladolid, la ciudad donde jugaba y vive.
“Tenía una vocación, ganas de ayudar”, relató Sacha a EL MUNDO hace cuatro años. Colaboraba en la primera atención a los pacientes con patologías diferentes al covid. Soñaba con homologar el título, hacer el MIR y especializarse. Hoy se ve atrapado en la intrincada melé de la burocracia.
Su etapa en la élite ha concluido. En mayo de 2023, en las filas del VRAC Quesos Entrepinares, se lesionó en la final de liga la rodilla izquierda. Ya ha sufrido dos operaciones y una tercera le reducirá el dolor “para que pueda tener una vida normal”. Adiós al deporte que le trajo a nuestro país. “Siempre jugué porque me gustaba, pero fue un trabajo”, dice a modo de despedida.
El delantero preparó durante años la retirada. “Saqué la carrera sin faltar a un entrenamiento”, recuerda. De ese compromiso nace su decepción. La pandemia y los cierres de servicios retrasaron la expedición de su título en Argentina. No pudo solicitarlo hasta diciembre de 2020 y no lo recibió hasta un año más tarde. 22 meses de retraso en su país de origen.
Nada más recibir la documentación, el 22 de diciembre de 2021, Sacha Casañas la presentó ante el Ministerio de Universidades. No tuvo noticia hasta abril de 2024. Habían pasado 29 meses. Consultando dos veces por semana el estado de la tramitación. Visitando las ventanillas. Preguntando. “Nadie te da respuestas”. Esperando, desesperándose. “Sientes la impotencia de levantarte todos los días sin saber si alguien lo vio, si va a salir”. Con el ánimo “por los suelos”. Buscando ayuda psicológica “porque el deporte que tanto amé va a ser imposible y porque todavía no puedo trabajar”.
Pero no se trata de un problema particular de Sacha Casañas. Un censo de la asociación ‘Homologación Justa Ya’ estima que el atasco en las homologaciones alcanza a unos 100.000 expedientes; el 80% ellos, de profesionales sanitarios. Sitúa el tiempo medio de resolución en unos tres años, cuando los dos decretos vigentes -de 2014 y 2022- marcan un plazo máximo de seis meses y una recomendación de la Comisión Europea lo reduce a dos. El Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades no ha facilitado los datos solicitados.
“No hay voluntad de resolverlo a pesar de la escasez de sanitarios”, sostiene Rami Ahmadi, presidenta de ‘Homologación Justa Ya’. Achaca la tardanza a “una discriminación contra profesionales extranjeros”, a que hay “muy pocos funcionarios” dedicados a esta tarea y a procedimientos que penalizan al solicitante. “La gran mayoría de expedientes incompletos son por errores del ministerio”, denuncia.
Casañas no quiere hablar de mala fe y agradece la atención a los funcionarios que, al menos, le han escuchado. Tras esos casi dos años y medio sin noticias, la primera fue mala. “Cómo puede ser que después de 29 meses me dicen que me falta un papel, me vi llorando como un niño”, cuenta. Los certificados que aportaba, donde constaban todas sus notas y que se había licenciado, no fueron suficientes. Aportó el título -con su correspondiente autentificación- de inmediato. Han pasado otros dos meses. “A veces hay esperanza, algo tiene que salir bien”, se consuela.
Lamenta el delantero que estos años le han ofrecido empleos que no ha podido aceptar. Incluso en la sanidad pública. “Como figuro como voluntario me han llamado dos veces porque necesitan cubrir esos puestos”, explica. Casado y con dos hijas pequeñas, ha hallado en la familia su fuerza para seguir. “Si mi mujer no estuviese trabajando, no sé qué estaríamos haciendo”, admite.
En total, el choque de Sacha Casañas contra la burocracia suma 22 meses en Argentina y casi 32 en España. Casi cuatro años y medio en los que ha obtenido la nacionalidad, ha seguido formándose y ha preparado por temporadas un MIR al que nunca pudo presentarse. Confía en que una homologación antes de septiembre le permita acudir a la próxima convocatoria. Recuerda su vocación como voluntario. “Intentas hacer cosas por la sociedad”. Insiste en la justicia de su petición. “No pido que me pongan a trabajar en un lugar, pido que me den la homologación y trabajar donde yo consiga”. Su deseo de recuperar el futuro que preparó en el pasado. “Quería ser traumatólogo, hoy sinceramente lo que busco es ser médico”.