De todo lo sucedido en el Madrid vs Partizan, del cual se hablará durante un tiempo, hay dos cosas que nos merecen mucho la pena destacar. La primera es lo injusto que puede ser el deporte, cuando toda una brillante carrera de Sergio Llull, llena de momentos estelares con el Madrid y la selección, aderezada con esa desagradable pimienta de las lesiones, felizmente superadas, volviendo a la senda de sus victorias, medallas, últimos tiros… va a quedar matizada durante un tiempo por una pérdida de papeles que casi nadie esperábamos.
Mucho nos tememos que dormirá mal un tiempo, que querrá darle al botón del rebobinar. El otro tema, y este mucho más de fondo, es que allí, sobre el parqué del Palacio, no se daban cita dos equipos, con dos entrenadores, con sus récords de victorias y derrotas, con sus pronósticos de favoritos… qué va.
Para saber más
En esta eliminatoria, y en lo que quede de Euroliga este año, mientras Zeljko Obradovic esté presente, lo que se citan son personajes de su trama, actores, actrices elegidos por él para protagonizar su obra maestra de teatro.
La historia de Zeljko en el baloncesto europeo ha llegado a un nivel de maestría, liderazgo, imposición de su personalidad en un entorno, que los demás no participan en un partido de baloncesto, sino que figuran en su historia para los Libros de Historia.
Lo más evidente para sustentar esta reflexión, es lo que ya nos imaginábamos que iba a suceder en la rueda de prensa posterior al partido sin final.
Zeljko se dirige a todos nosotros, ciudadanos españoles aficionados al baloncesto, y en un perfecto español, con ese deje y ese tono que solo un genio puede modular a su antojo, nos calma a modo shakesperiano. “Me voy a encargar personalmente de que la gente en Belgrado esté tranquila, de que al Madrid se le reciba como merece, con el reconocimiento a este gran club que yo quiero tanto”.
De todas las historias que hemos escuchado contar todos estos años a nuestro admirado Jorge Valdano (un niño que jugaba al fútbol como Luis Miguel se acostaba con Ava Gardner, para poder contarlo después a los amigos), la que siempre ha sido nuestra favorita es la de su primer partido frente a Johan Cruyff, ya veterano por entonces.
En un momento dado, y harto de lo que estaba viendo, lleno de esa absurda juventud que a todos nos invade en algún momento, se fue hacia el genio y le preguntó si no era mejor que el partido se jugase con dos balones; uno en posesión de Cruyff, y el otro para que el resto de parias de su trama se pudieran divertir un rato.
La única pregunta que a los periodistas les faltó hacer a Obradovic después del desagradable final del partido, y tras presenciar en esta serie como ha sido capaz de hacer que su equipo salga, por ejemplo, a jugar un minuto más tarde de que haya terminado un tiempo muerto, y después de recibir tres avisos de los árbitros: que haya conseguido que los árbitros le devuelvan un cambio que la mesa le había negado; que haya conseguido que Punter se crea Stephen Curry y Matías Lessort piense que es Shaq O’Neal; que se haya traído a no sé cuántos aficionados desde Belgrado, a cada cual menos educado en casa ajena, todos sin camiseta, con banderas guerreras, disfrutando del WiZink Center como quien disfruta del descampado en pueblo ajeno y se mea en sus campos de madrugada tras una borrachera divertida…
La única pregunta que les faltó hacer, y tal vez no sea demasiado tarde, es la del técnico de luces frente al director de escena: “Zeljko: ¿dónde quieres que te coloquemos los focos para el último baile?”.
Y la respuesta será, lógicamente, parecida a la de Cruyff al joven Valdano. “A Zeljko se le trata de usted”…
Y mucho nos tenemos que al señor del baloncesto europeo le queden todavía ganas de seguir haciéndonos bailar unos añitos más…