La intención de la Federación Internacional de Tenis (ITF) era que Málaga fuera una fiesta. Por primera vez se juntaban las finales de la Billie Jean King Cup y de la Copa Davis, todo en la misma sede, en 10 días de partidos, The World Cup of Tennis. Pero de momento la idea empieza torcida. La DANA que azota Málaga estos días ya ha obligado a cambiar el calendario y amenaza la propia celebración de las competiciones.
De momento, este miércoles la organización decidió aplazar la primera ronda de la Billie Jean King Cup que tenía que enfrentar a España y Polonia por la tarde. Por la alerta meteorológica, la eliminatoria se trasladó al viernes por la mañana, a partir de las 10.00 horas, aunque no está claro que la agenda no vuelva a moverse.
“Esta decisión se ha tomado en función de las indicaciones de las autoridades pertinentes para garantizar el bienestar y la seguridad de todos los participantes y asistentes. Pedimos disculpas por cualquier inconveniente que esto pueda causar y agradecemos su comprensión y cooperación”, comentó la organización en su comunicado en el que también confirmó que las entradas de este miércoles serán válidas el viernes.
«No se lo dije yo a mi madre... ¿Cómo se lo iba a decir? Se lo expliqué por teléfono a mi hermana mayor y le pedí que me ayudara con mi madre. Pero no me hizo caso. Dos minutos después de colgar, mi madre ya me llamaba y me estuvo gritando durante una hora. Yo no podía ni hablar, tenía que aguantar el teléfono a un metro. Fue un momento bastante duro».
Abrirse paso entre defensas que pesan más de 100 kilos puede ser difícil, pero más difícil es explicarle a tu madre que tu novia se ha quedado embarazada cuando tienes 17 años. Ahora, a los 34 años, Bundee Aki, emblema de Irlanda, afronta un nuevo Seis Naciones como aquel que ha perdido el miedo. Lo peor ya pasó. Si hubo un tiempo en el que el porvenir escondía la felicidad, ahora sólo tiene que disfrutar mientras juega al rugby.
Los motivos de su retirada
El deporte que un día abandonó; tuvo que hacerlo. De padres samoanos y formado en los suburbios de Auckland, en Nueva Zelanda, Aki siempre había destacado con un balón ovalado entre manos y de adolescente incluso había conseguido un sitio en el filial de un equipo de Inglaterra y una beca para estudiar en la Truro School, un centro privadísimo de Cornualles. «Mi familia viene de un entorno muy pobre, en mi casa nunca tuvimos mucho, así que tenía que aprovechar la oportunidad. Estaba decidido a ser profesional», recordaba a Irish Independent, donde ensalzaba la vida pija inglesa, incluso las empanadas de carne del comedor. Pero esa oportunidad no era la suya.
A las pocas semanas de llegar, su novia neozelandesa, Kayla, le llamó para decirle que estaba embarazada y, después de aguantar la reprimenda de su madre, se preparó para ser padre: dejó Inglaterra, dejó el rugby y buscó empleo de vuelta a Auckland. A los 18 años y padre de una niña recién nacida, Armani-Jade, trabajaba como cajero en una oficina del banco Westpac y el deporte profesional parecía más que olvidado.
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Suerte tuvo de su amigo Tim Nanai-Williams, también samoano, vecino suyo, que le sacó de casa y le animó a jugar en un equipo de rugby-7. Aki había engordado hasta más allá de los 110 kilos y, según Nanai-Williams, «sólo se dedicaba a abrir cervezas». Pero empezó a entrenar, a ponerse en forma, a barrer con todos sus rivales, a marcar ensayos. Y a los 20 años le llamó Tana Umaga, ex capitán de los All Blacks, entonces entrenador de los Counties Manakau, un club de Auckland, para saber si quería recuperar sus sueños. ¿Qué hacer?
La polémica por su nacionalización
«Estaba en una encrucijada porque me ofrecían un sueldo, pero no estaba garantizado. Quizá sólo duraba una temporada. Me ayudó mucho que mi jefa en el banco, Kalo, la directora de la oficina, me animara a jugar y me asegurara que, si no funcionaba, podía volver a mi puesto», rememora Aki, que nunca más ha vuelto a actualizar cartillas. Pronto llamó la atención de los Chiefs, uno de los mejores equipos de Nueva Zelanda, y a los 24 años regresó a Europa de la mano del Connacht irlandés.
No era el mejor equipo de la Pro 12, la liga que engloba a los clubes de Irlanda, Escocia, Gales e Italia ,y le ofrecían casa en Oranmore, un pueblo de apenas 5.000 habitantes cerca de Galway, pero le daba igual. Acababa de nacer su segunda hija, Adrianna, y quería establecerse ya. Así se hizo con la titularidad en el Connacht, ganó la Pro 12 de la temporada siguiente e incluso se convirtió irlandés, pese a la controversia en el país.
«Convocarle para la selección está mal moralmente, le quita el sitio a jugadores nacidos y criados en Irlanda», proclamaba el ex internacional Neil Francis, uno de sus detractores. «Hay gente que no está contenta, pero yo trabajo duro para la selección», respondió Aki. Desde que juega con Irlanda, ha ganado tres ediciones del Seis Naciones, incluidas las dos últimas, y ahora busca la cuarta. Lo peor, claramente, ya pasó.
Una fase de grupos de la Copa Davis suena a trámite para España, el tercer país con más títulos en la historia, pero en realidad no lo es, más bien todo lo contrario. Detrás del destello que provoca Carlos Alcaraz existe un profundo vacío generacional y el equipo podría pasar muchos años sin luchar por otra Ensaladera. ¿Qué le salva? En primer lugar, el compromiso del propio Alcaraz, ya presente en 2022, el único Top 15 en competición esta semana. En segundo lugar, el aguante de la generación dorada, todavía viva, representada por Roberto Bautista a sus 36 años. Y en tercer lugar, el interés de la afición por la Davis, un interés que le lleva a organizar la Final a 8 desde que existe como formato, primero en Madrid y el próximo noviembre en Málaga.
Una fase de grupos de la Copa Davis suena a trámite para España y sólo lo puede acabar siendo gracias a la unión de todos esos factores. Este viernes, en un abarrotado Pabellón de La Fonteta de Valencia, el equipo que capitanea David Ferrer confirmó su clasificación matemática para la Final a 8 después de superar a Francia por la vía rápida y sumar su segundo punto de dos posibles.
Si había lugar para la debacle, alguna opción de sufrir una decepción como la del año pasado, esta vez no lo pareció. Después del pleno de triunfos el miércoles ante República Checa, Bautista y Alcaraz mantuvieron su racha ante los galos Arthur Fils y Ugo Humbert con un juego todavía mejor. Porque la Copa Davis apenas reparte puntos y entrega todavía menos dinero en premios, pero siempre ofrece alegría, frescura, ideas. Cuántos tenistas crecieron al levantar una Ensaladera, el último el actual número uno, Jannik Sinner. Bautista y Alcaraz llegaron con dudas en su tenis por una mala gira estadounidense y los dos se marcharon con otro ánimo. Especialmente el más joven.
El Alcaraz más Alcaraz
Si Alcaraz llegaba mustio, se va eufórico. Si llegaba exhausto, se va fresco. Si llegaba perdido, se va inspirado. En la primera jornada ante el checo Tomas Machac había multiplicado sus dudas pese a la victoria, pero este viernes ante Humbert fue nuevamente el tenista de siempre. Concentrado y enérgico, apenas ofreció opciones a su rival. En la semana mágica del español en el último Wimbledon, Humbert le había complicado la vida hasta arrebatarle un set, pero esta vez estuvo lejos de hacerlo. De hecho, en el último juego del partido contó con cuatro bolas para su primer break y Alcaraz las salvó todas antes de cerrar su victoria por 6-3 y 6-3.
El actual número tres del ranking ATP respondió en todo momento a un plan: después de los muchísimos errores no forzados cometidos ante Machac tenía que reducir el 'show' y así reduciría los problemas. Con un juego menos arriesgado que de costumbre -por ejemplo, no ganó ni un punto en la red-, el español se dedicó a mover a su adversario y a forzar sus errores.
"Veo que todavía hay niños por aquí. ¿Qué hacéis aquí? Deberíais estar durmiendo. A mi me va a costar mucho dormir con la adrenalina que llevo, así que si hay alguna fiesta me apunto". Eran las 3:08 de la madrugada en París cuando Novak Djokovic, feliz por seguir vivo en Roland Garros, bromeaba ante el público de la Philippe Chatrier y salvaba así a la organización del torneo.
En aquel instante, después de salvar su partido ante el italiano Lorenzo Musetti, cualquier cosa hubiera podido pasar. En caso de derrota quizá el serbio habría puesto el grito en el cielo. Si Iga Swiatek, la número uno de la WTA, se quejó por el ruido en las gradas... ¿Qué hubiera dicho de jugar plenamente de madrugada? Pero Djokovic, alegre, juguetón, simplemente hizo un chiste con la hora. En la pista central del Grand Slam parisino, en un ambiente de after, los aficionados celebraron sus palabras, aunque previamente habían empujado a Musetti.
EMMANUEL DUNANDAFP
Porque el italiano de 22 años estuvo cerca, muy cerca, muy, muy cerca de la victoria de su vida. Como en otras ocasiones, Djokovic se asomó al abismo, sonrió y saltó. Musetti llegó a ganarle dos sets, pero el serbio aceleró entonces para llevarse el encuentro por 7-5, 6-7(6), 2-6, 6-3 y 6-0 en cuatro horas y 29 minutos. La actuación del todavía número uno del ranking ATP es imposible de analizar.
En los primeros sets se le notó cansado, exhausto, jadeando después de los intercambios largos, incapaz de poder seguir el ritmo. Desde hace días se especula sobre alguna lesión o alguna dolencia oculta que provoque sus extraños movimientos, pero él lo niega. Y razón tendrá pues en los últimos sets volvió a ser el Djokovic de cerca, un tenista iracundo, el amo del circuito. El serbio necesita levantar su 25 Grand Slam para no perder el número uno ante Jannik Sinner y ahora no se puede descartar que lo haga.
El set de Dimitrov
Más bien todo lo contrario. Si es capaz de remontar así puede ser capaz de cualquier cosa. En octavos de final se enfrentará al argentino Francisco Cerúndolo, aunque antes deberá recuperar del tute al que le obligó la organización de Roland Garros. Porque su partido se alargó, es cierto, pero se jugó de madrugada por otro motivo: empezó justo antes de que tocaran las 23.00 horas.
Por culpa de la lluvia incesante, el torneo lleva días añadiendo partidos a los horarios de las dos pistas centrales, la Philippe Chatrier y la Suzanne Lenglen, y este sábado se la jugaron a todo o nada. Antes de que empezara el Djokovic-Musetti había un hueco de un par de horas y colocaron ahí el enfrentamiento interrumpido entre Zizou Bergs y Grigor Dimitrov. Si el búlgaro vencía en tres sets todo iría rodado, pero lo hizo en cuatro y el planning se descuadró. Años atrás, antes de que existiera la sesión nocturna, la única que emite en Francia la tele de pago -Amazon Prime-, los partidos en Roland Garros se interrumpían a la medianoche. Este sábado Djokovic casi empieza a esa hora. Suerte que se lo tomó con humor.