Europeo sub-21
1-0 en la final
Jones anotó un afortunado gol antes del descanso y Trafford sacó el lanzamiento de Abel Ruiz para coronar campeona a Inglaterra (1-0).
La cara o la cruz. La gloria o el infierno. El trofeo o la medalla de consolación. Eso es un penalti en el 90+6. En las botas de Abel Ruiz se concentraba todo. A él le cazó Levi Colwill en el área en el último segundo y, como capitán y goleador, no dudó en plantar la pelota a 11 metros de James Trafford para buscar un empate que daba una prórroga de vida y hacía justicia en la final. No quiso mirar Santi Denia. La moneda se lanzó al aire y cayó del lado del portero, para endulzar su espectacular campeonato, donde no ha recibido un gol. A los ‘piratas’ se les escapó el triplete de la manera más dolorosa posible. El primer golpe de esta generación que ya está obligada a crecer.
Fue Inglaterra un quebradero de cabeza desde el arranque. Sabía cómo desesperar a una España que necesita amasar la pelota, asociarse para encontrar a Rodri o a Sergio Gómez y alimentar a Abel Ruiz. Costó que eso ocurriera porque los ingleses les alejaron del balón durante demasiado tiempo. Anthony Gordon empezó a enseñar colmillo y no hubo más remedio que mirar más a la espalda de Víctor Gómez o Aitor Paredes que la portería imbatida de Trafford.
Se aclimató la selección a la propuesta y entonces empezó a crecer. Álex Baena ajustó un disparo al palo aprovechando un error en la salida de los Young Lions y volvió a estar pillo el jugador del Villarreal en un robo peligroso. Empezaba a estirarse el equipo de Santi Denia, que tuvo en un cabezazo de Paredes a saque de esquina otra clara ocasión, como la de Rodri con un zurdazo ajustado al palo. Sin estar muy cómoda, la selección se acercaba al área. Pero Inglaterra tampoco se sentía muy exigida. Ambos rivales se anulaban sus virtudes. Sólo era cuestión de quién encontraba antes un plan para derrocar una a una las piezas del contrario. Fue Inglaterra.
Trifulca y dos expulsiones
A pesar de que Antonio Blanco, Oihan Sancet y un sobrexcitado Baena habían conseguido cortocircuitar a Curtis Jones y Angel Gomes, al equipo de Lee Carsley le bastaban latigazos de sus hombres de ataque para poner en problemas a España. El primer aviso claro fue un remate a la escuadra de Colwill en un saque de falta. Al filo de descanso, Inglaterra se volcó y tuvo premio a balón parado. El guante del descarado Cole Palmer sorteó la barrera en un saque de falta que el VAR vio que rozó Jones para engañar a Arnau Tenas. Pensó el jugador de City que era suyo el gol y lo celebró en las narices del banquillo español. La trifulca acabó con dos expulsiones de los asistentes de los entrenadores: Carlos Rivera y Ashley Cole. Como en todo el campeonato, los ingleses habían exprimido los detalles para ponerse en ventaja y arrimarse al título.
Necesitaba España espabilar en el vestuario o el triplete se iba a complicar. Quiso igualar el duelo Abel Ruiz con un cabezazo extraordinario pero en fuera de juego. Con Baena al borde de la expulsión, Denia movió el banquillo para cambiar toda su medular. Resistió Blanco como ancla y pulmón y echó mano del talento en ataque de Aimar Oroz, Roro Riquelme, Gabri Veiga y Ander Barrenetxea como carrilero derecho. Había que arriesgar e incomodar a los ingleses, que lejos de ocuparse en defender su ventaja aún tuvieron oportunidad de ampliarla.
A la desesperada
Lo evitó Arnau atajando un disparo de Jones, que no vio la incorporación de Gordon desnudando a toda la defensa roja. Ese susto espabiló a España, volcada en el área de los británicos a la desesperada. Por dos veces tuvo Abel Ruiz la ocasión de empatar, primero con un testarazo que le regaló Sergio Gómez y después con un tiro precipitado. España empezaba a desesperarse ante la muralla que construyeron los ingleses y su capacidad para cortar el ritmo con todo tipo de argucias propias de una final.
Aunque los ingleses se cobraran venganza de la derrota ante estos ‘piratas’ en el Europeo Sub-17 en el Mundial sólo unos meses después, la tensión latente se palpó sobre el césped del Batumi Arena. El camino al gol no lo hallaban los españoles, los máximos goleadores del torneo, pero sí Nonso Madueke, la pólvora que buscó Carsley en su banquillo y que obligó a Tenas a ser protagonista.
Murió España en el área de Trafford porque desde la banda Santi Denia le decía una verdad: solo necesitaba una jugada, un solo balón. Llegó en el 90+6 y se lo birló Trafford para convertirse en el héroe del torneo y de su generación.