¿Quién dijo que no había un objetivo más o menos serio para este lunes en Tenerife? La selección española no se juega nada en el grupo de clasificación, siendo primera como es, y siendo Suiza última como es, pero si España gana, podría ser la próxima selección en ocupar el número 1 del Ranking FIFA. Y eso, claro, no ha pasado desapercibido para Luis de la Fuente, que se ha encontrado con los medios este domingo en el Heliodoro Rodríguez, justo antes de que unas 10.000 personas acudieran al entrenamiento abierto.
“Nuestra obligación pasar por ganar mañana. Por prestigio, por responsabilidad, por representar a un país… Mira, hace dos años, cuando empezamos, éramos la selección número 11 de ese ranking, y si ganamos y se dan una serie de circunstancias, podríamos colocarnos en el número 1”, explicó el seleccionador.
Ahora mismo, España es tercera en ese ranking, por detrás de Argentina, primera, y Francia, segunda. Si España gana, pocas condiciones más. Será la primera del ranking. En todo caso, lo que parece claro es que, hoy, España es la mejor selección del mundo, y a ello se va a dedicar, a mantenerlo, el equipo y el entrenador.
“Simplemente hemos hecho nuestro trabajo, nos hemos dejado la vida para que esto saliera así”, dijo De la Fuente, que ha visto cómo se ha hecho famoso.
“Ganar así te pone más en el foco, te reconoce más la gente, pero vamos, yo sigo haciendo mi vida normal, y siempre me he sentido muy querido, valorado y reconocido. Sigo sintiendo ese afecto y ese cariño y celebro que la gente me vea como una persona normal, cercana“, explicó, y eso, la cercanía, la normalidad, también lo aplicó a Morata, por el que le preguntaron.
“Cuando se retire nos daremos cuenta del legado que deja. Los datos deportivos están ahí, pero es que además es una gran persona, un gran capitán”, le definió su entrenador, que volvió a poner la persona por delante del futbolista cuando habló de Casadó: “Aparte de jugar al fútbol hay mil cosas más que valorar, y él las tiene todas”, cerró.
Conviene, en estos torneos, romper a sudar. Y España todavía no había roto a sudar desde que llegó a Alemania. Un poquito contra Croacia, si acaso, y otro porquito contra Italia, pero paren de contar. Ayer sudó, y sudó bien sudado, pues pese a la holgura final, España pasó un mal rato ante Georgia, a la que sólo doblegó a falta de un cuarto de hora después de tener que remar contra la corriente durante 75 minutos para terminar, sí, goleando y con la sensación de que el torneo, por fin, ha empezado. El viernes, a las seis de la tarde, espera Alemania en Stuttgart en los cuartos de final, y allí llegará España sudada, que es como hay que llegar a esas citas. [Narración y estadísticas (4-1)]
Georgia es una selección menor. Con el veneno de quien juega por algo más que una victoria, con el vigor nacido en un sentimiento nacional de rebeldía, con el brío de quien lucha por su gente, que no por su Gobierno. Con la sensación, en fin, de poder lograr mucho más que un estúpido acceso a los cuartos de final de una Eurocopa, de lograr, por qué no, cambiar la historia de su país. Con todo eso, sí, pero Georgia es una selección menor.
De hecho, de no ser por la parafernalia que acompaña a los partidos en un gran torneo, con sus controles de seguridad, sus perímetros exagerados, su colorido en las calles por la mañana y sus 52 tipos calentando en el campo, podría pasar por cualquiera de esos choques que juega España contra un rival inferior en cualquier capital de provincia un sábado de octubre camino de alguna fase final como esta. Georgia es una selección menor, pero hizo sudar a España la gota gorda porque, llegados a este punto del torneo, la ausencia de red provoca vértigo, y durante mucho tiempo España temió caerse y perder contra una selección menor.
De repente, el caos
De la Fuente no tocó el once, para qué, y en la primera jugada Nico Williams encaró a Kakabadze y sacó un centro. En la segunda Carvajal centró también tras una conducción de Lamine. Los dos primeros intentos de contragolpe de Georgia murieron en su propio campo y el primer balón que le llegó a Unai Simón lo paró y lo jugó sin riesgos para Rodrigo. Eran los primeros cinco minutos y todo tenía muy buena pinta, una de esas noches en las que lo único por lo que se puede apostar es en por el minuto en el que llegará el primer gol. En este caso fue en el 17 y fue de Le Normand, pero como fue en propia puerta, lo cambió todo. En el primer pasillo que encontró Georgia, el lateral derecho, de nuevo Kakabadze, llegó al lateral del área y su centro, muy tenso, golpeó en el central español para meterse en la portería.
Y de repente, el caos. Pedri no era capaz de domar un balón, Carvajal se resbalaba, Rodrigo entregaba melones en lugar de balones, los contragolpes de Georgia salían bien a dos o tres toques... Era el momento de medir el cuajo de la selección española, a la que de momento en este torneo le había ido todo de cara, jugando bien como contra Italia, regular como contra Croacia y regular también como contra Albania con los suplentes. Era el momento de calibrar esas otras cosas que no son exactamente fútbol: saber controlar la ansiedad, no dejarse atrapar por los nervios, jugar con la presión de quedarse fuera... Y durante unos minutos España no dio sensación de sobreponerse al gol.
El zurdazo de Rodri para el 1-1 en Colonia.AFP
Había rematado Fabián, y el propio Pedri, los dos por arriba, pero el balón ya no fluía, las piernas pesaban y los ojos no veían bien. Conforme pasaba el tiempo, peor pinta tenía. La sombra del partido de Inglaterra, disputado antes, empezó a sobrevolar Colonia. Por suerte para España lo evitó Rodrigo, ayer más impreciso de lo habitual, pero quirúrjico en un disparo con la zurda desde la frontal (hasta ahí permitía controles Georgia, aculada sobre Mamardashvili en eso que los modernos llaman bloque bajo y que en realidad se llama poner el autobús). La posición de Morata, en fuera de juego y en la trayectoria del balón, dejó alguna duda, pero el VAR dio el visto bueno y España llegó aliviada al descanso. Que no era poco.
Dani Olmo por Pedri
A la vuelta del refrigerio no hubo tiempo para demasiadas cosas. En una jugada de esas que definen las diferencias entre esta España y otras recientes, Lamine tiró una diagonal, y eso terminó con una falta en la frontal que él mismo lanzó. El paradón de Mamardashvili dio origen a una segunda jugada en la que, de nuevo Lamine, puso un centro maravilloso de fuera a dentro que Fabián, metido a delantero centro, remató para poner por delante a la selección, a la que Luis de la Fuente le metió una alternativa: quitó a Pedri, bastante oscuro toda la noche, y metió a Dani Olmo. Había más de media hora por delante, y aunque el equipo ya mandaba en el marcador, ni de lejos tenía el partido solventado.
En esos minutos perdonó Lamine el tercero, y De la Fuente quitó a Morata para meter a Oyarzabal y a Cucurella para meter a Grimaldo. El cansancio de los georgianos, un equipo bastante veterano en su estructura, también ayudó lo suyo. El árbitro anuló el tercero a Lamine por un fuera de juego bastante claro, pero justo después se activó la otra motocicleta de la que dispone España. Fue Fabián el que, nada más recuperar la pelota en un ataque nada benévolo del rival, lanzó un balón largo a la carrera de Nico Williams. El extremo todavía del Athletic arrancó desde su campo, se plantó en la frontal, regateó y la puso arriba, imposible para Mamardashvili.
Quedaba un cuarto de hora y, ahí sí, respiró España, definitivamente en calma con el cuarto, obra de Dani Olmo. Vivió plácido el final la selección, mirándose la camiseta y sabiendo que, ahora sí, una vez que empiezas a sudar, las cosas van mejor. Un susto, si se solventa, ayuda en el futuro.
Tener a un menor de edad en el seno de la selección es complejo a nivel burocrático. España tiene a dos. Lamine Yamal (16 años) y Pau Cubarsí (17). Brasil tiene a uno. Endrick (17). En el caso de la Federación española, como todas las instituciones que trabajan con menores de edad, tiene su propio Protocolo para la protección de la Infancia y la Adolescencia. Pero, por empezar con lo más elemental, los responsables de organización de Las Rozas debieron pedirle a los padres de los chicos una autorización firmada para poder viajar a Londres y otra autorización firmada para poder hacerles fotografías y vídeos y poder publicarlos.
Además, todos los que estén en contacto con ellos, empezando por el seleccionador, Luis de la Fuente, deben acreditar que no tienen antecedentes por delitos sexuales, como explicaba Marca la semana pasada. Por ejemplo, el chófer que fue a recogerles al aeropuerto también debió presentar ese certificado. Y, por supuesto, fueron acompañados hasta el mismo avión en Barcelona por un adulto y recogidos por otro, empleados ambos de la compañía aérea, el lunes de la semana pasada, cuando viajaron a Madrid.
Tampoco un adulto, sea cual sea, puede quedarse en una sala a solas con ellos. Si el seleccionador quiere darles instrucciones individuales, ha de haber al menos otro adulto presente. Protocolos similares existen en la Confederación Brasileña de Fútbol, donde el talento precoz es incluso más habitual que en casi cualquier otro fútbol.
Estrellas en el Bernabéu
Esos niños estarán hoy en el imponente nuevo Bernabéu, bajo el influjo de un intento, elogiable, de luchar contra el racismo. Se enfrentan España y Brasil, dos selecciones que apenas se han cruzado nueve veces y que, según de la fuente, «podría ser perfectamente la semifinal o la final de un Mundial». Más allá de la hipérbole del seleccionador, y soslayando, si eso fuera posible, el objeto del choque, el foco bien podría ponerse en estos muchachos, cuya titularidad no está asegurada, pero cuyo concurso en algún momento del partido es seguro. Todos los focos los apuntarán hoy.
Endrick, en el entrenamiento de Brasil.KIKO HUESCAEFE
Por uno, Endrick, el Real Madrid pagó en diciembre de 2022 (entonces tenía 16 años) alrededor de 35 millones, que serán casi el doble si cuando aterrice, el próximo verano, ya convertido en un hombrecito mayor de edad, empieza a cumplir los objetivos que marca el contrato. Por el otro, Lamine Yamal, cuentan en Barcelona que su club, el Barça, ha rechazado ofertas que sobrepasaban los 150 millones de euros, una cantidad que solventaría muchos de los problemas económicos de la entidad, que no son pocos precisamente. Sin embargo, parece claro que ambos están destinados a protagonizar una rivalidad de, como mínimo, una década en los estadios de la liga española.
«Dan el nivel, y eso es lo que importa», decía ayer Dani Carvajal, que se va a medir a su compañero en el Madrid y que va a conocer, en directo, a su futuro compañero. Endrick marcó el pasado sábado el gol de la victoria de Brasil ante Inglaterra, y eso ha disparado todos los elogios hacia un chaval, dicen, destinado a marcar una época. «Es un jugador de 17 años, un muy buen futbolista, como también tenemos nosotros, pero hay que darle tiempo al tiempo y ser muy prudentes. Pensar que puede ser el sustituto de Pelé... ¡casi nada! Eso es meter mucha presión, generar estrés y una exigencia para la que quizá no está preparado en cuando a madurez.
Es un flaco favor el que le hacemos si hablamos así. Por eso yo soy partidario de que estos chicos vayan tranquilos, que vayan desarrollando su proceso formativo. Ya llegará el tiempo para exigirles», dijo De la fuente, que de ayudar en la maduración del talento joven sabe un rato, y ha trasladado esos conocimientos a la selección absoluta.
Hacía muchos, muchos años, casi siete, que Cristiano Ronaldo no se ponía delante de los micrófonos de los periodistas españoles, que esta mañana se han movilizado rápidamente en Múnich al conocerse que era él quien hablaría en nombre de Portugal antes de la final de la Liga de Naciones de este domingo.
Entre los periodistas, había muchos que lo habían tratado durante su época en el Real Madrid, y a esta hora todavía no se les han bajado las cejas de la estupefacción. Porque, de no ser porque tenerle a 10 metros despeja las dudas, se podría decir que Cristiano ya no es Cristiano. En la sala de prensa del Allianz Arena compareció un tipo de 40 años maduro, cercano, humilde... Sí, todo eso es hoy Cristiano, que conquistó al personal, del primero al último.
Habló de todo. Lo primero, de su ¿inagotable? Ambición. "Con 40 años, tengo días buenos, días malos, no sólo en el fútbol, también en la vida, con mi familia. Pero siempre encuentro mecanismos para seguir", explicó el portugués, dueño de un currículum en cuanto a títulos impresionante. Conviene subrayar esta frase, pues. "No se puede ganar siempre, es parte de la vida".
Decir "no se puede ganar siempre" es una obviedad, pero viniendo de quien viene resulta llamativo. Fue el primer indicio de que algo ha cambiado en el mito. Luego llegaron los elogios, tremendos, a España. "Es uno de los mejores equipos del mundo, con mucha confianza. Desde que empecé a jugar España siempre ha sido una potencia, ha ganado más que nosotros. Sabéis que tengo un cariño grande por España, parte de mi familia es española", dijo el portugués, que además despejó las dudas que había sobre si jugará o no el Mundial de clubes. "Hubo muchos contactos, pero tengo prácticamente decidido no jugarlo".
Llegó la hora, cómo no, de hablar de Lamine, y producto de su experiencia, analizó la situación del chico. "Desde que empecé, cada vez que llegamos a una final es Cristiano contra este, Cristiano contra el otro... Esto no es así. El niño está haciendo las cosas muy, muy bien. Lo que pido es que le dejen crecer tranquilamente, porque para el bien del fútbol, para disfrutar de un talento así muchos años, hay que dejarle crecer con tranquilidad". Cristiano, por cierto, tiene un hijo de 14 años. "Sí, se parecen. Los dos son morenitos... A mis hijos también les gusta Lamine Yamal", bromeó.
¿Le daría un consejo? "Lo haría en privado, face to face", resumió antes de completar el panorama del nuevo Cristiano al ser preguntado por cuántos años más estará jugando. "Hace años que implanté en mi vida que es vivir el presente y no pensar demasiado en el futuro. No tengo muchos más años, está claro. No lo sé, a lo mejor mañana me levanto y digo: 'no me apetece jugar más, estoy hasta las...'. Y no juego más. No lo sé".
Por último, llamaron mucho la atención las palabras hacia Messi. "¡Boludo!", bromeó primero con el periodista, argentino claro. "Le tengo un gran cariño. No creo que ya podamos jugar juntos, pero le tengo un gran cariño y respeto por los 15 años que los dos estuvimos en el escaparate. No sé si ahora habla inglés, pero recuerdo que antes no y yo le traducía cuando nos explicaban cómo iban a ser las galas del Balón de Oro y nos reíamos. Fue una época muy bonita". El nuevo Cristiano y su 'Carpe Diem'