Desde el reconocimiento de las comodidades y facilidades para el espectador del fútbol de hoy, expuestas ampliamente en esta Eurocopa, echamos de menos la simplicidad original de un deporte sencillo. Su lógica y su viejo lenguaje.
Añoramos aquellos tiempos en los que el balón era “el cuero” porque pesaba. Los modernos, más ligeros que un buñuelo de viento, tienden a encabritarse, volanderos, en su trayectoria. Y, dados a arabescos caprichosos, est
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Algunas de las grandes carreras de un día, monumentales o no, tienen sobrenombre. Así, la Milán-San Remo es "La clasiquísima". La París-Roubaix, "El infierno del norte". El Giro de Lombardía, "La clásica de las hojas muertas". Y la neerlandesa Amstel Gold Race, "La clásica de la cerveza".
Rubia tostada de sol mortecino, tibia de temperatura (como gusta por esos pagos), coronada con la espuma multicolor del jersey del Lidl-Trek, se la bebió de un trago largo y angustioso un danés colosal, Mattias Skjelmose , por delante de dos gigantes que no por perder dejaron de serlo: Tadej Pogacar y Remco Evenepoel.
Carrera casi interminable de 256 kilómetros con 34 cotas breves sin empedrar, pero algunas bastante duras. Pasaban los kilómetros y no ocurría realmente nada. Una escapadita breve de algunos y eso era todo. ¿Cuándo atacaría Pogacar? El UAE, aunque había perdido por caída a Jhonatan Narváez y Tim Wellens, controlaba y endurecía la prueba, con McNulty y Sivakov en la proa del pelotón.
Discurrían los kilómetros y no ocurría realmente nada. ¿Cuándo atacaría Pogacar? El Education First de Powless y Healy pareció tomar la iniciativa. Transcurrían los kilómetros y no ocurría realmente nada, excepto el desgaste de la gente por el mero hecho del kilometraje y la acumulación de cuestecitas erosionantes. ¿Cuándo atacaría Pogacar?
En el Gulperberg, a 47 kms. de la meta, el que atacó fue Julian Alaphilippe. Una sorpresa mayúscula, porque el francés hace bastante tiempo que no está para estos trotes. Se le unió Pogacar. Por fin. Se fueron muy fácil. Demasiado. No reaccionó nadie. Alaphilippe le duró un suspiro a Pogi. Y el esloveno echó a volar solo. Muy pronto alcanzó el medio minuto de ventaja. Detrás había elementos de fuste: Evenepoel, Van Aert, Pidcock, Grégoire, Blackmore, Healy, Benoot, Schmid... y Skjelmose, en el que nadie pensaba en ese momento.
El podio de la Amstel Gold Race, con Skjelmose, Pogacar y Evenepoel.MARCEL VAN HOORNEFE
Pogacar seguía a lo suyo. ¿Carrera sentenciada? Claro, era Pogacar y eso lo había hecho muchas veces. Atacó Evenepoel, pero lo atraparon. Demarró a su vez Skjelmose y se alejó. Pareció un fuego de artificio. Volvió a apretar Remco y lo cogieron de nuevo. En su tercer demarraje, a 25 kms. de la meta, no pudieron con él. Enganchó al danés y desde ese momento la carrera adquirió unos tintes grandiosos. Se convirtió en una prueba contrarreloj. Por delante, Pogacar. Tras él, centímetro a centímetro, centésima a centésima, con Evenepoel tirando casi siempre y Skjelmose echando de vez en cuando una mano, el dúo perseguidor, que ya veía el arcoíris del esloveno, persistía en su esfuerzo.
¿Se estaría dosificando Pogacar, se dejaría atrapar y los abandonaría en la tercera y última subida al Cauberg (1.200 metros al 118% de pendiente máxima), que se coronaba a kilómetro y medio de la llegada?... Fuese como fuese, a falta de ocho, ya estaban los tres juntos.
El Cauberg no decidió nada. Bueno, decidió que Pogacar no iba a decidir. Los tres, con ventaja suficiente, racanearon un poco, vigilándose. Y echaron el resto en un sprint indeciso en el que, en un instante u otro, pareció que cualquiera de los tres iba a ganar. Lo hizo Skjelmose por un cuarto de rueda. Pogacar le sacó media máquina a Evenepoel. Hermosísima victoria del danés, por sí misma y por obtenerla ante tales rivales. Encabezando el selecto grupito, Van Aert, hizo, otra vez, cuarto a medio minuto.
Bienvenidos al Trípico de las Ardenas. El miércoles, la Flecha Valona. El domingo, la Lieja-Bastoña-Lieja, uno de los Monumentos. Pero con estos corredores, cualquier carrera es monumental.
A Francia e Inglaterra les ha pillado la Eurocopa en plenas elecciones. No parece que, en general, a sus chicos (¿votaron por correo?) les interese, y mucho menos les preocupe, el tema. Mbappé, él sí, capitán de Les Bleus, instó a no votar a las extremas derecha e izquierda. Que sepamos o recordemos, ninguno de sus compañeros secundó su llamada, y eso que en el equipo hay mayoría de piel oscura. En la prórroga ante Portugal, todos los jugadores,
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Etapa de media montaña tirando a baja. Etapa rápida, animada, entretenida, pero irrelevante, de las llamadas de transición, con triunfo al sprint del británico Jake Stewart, del equipo Israel Premier Tech. Su cuarta victoria profesional y su primera World Tour. Una sorpresa, pero una compensación. El velocista del equipo, Pascal Ackermann, había abandonado a causa de una caída. El líder, Remco Evenepoel, también se cayó con algunos otros ya en la zona de protección, y no parece que sufriera daño alguno.
La escapada del día, cinco hombres reducidos finalmente a tres (Labrosse, Thomas, Guernalec), fue sometida a falta de dos kilómetros para la llegada. Esforzado, pero inútil el trabajo del Lidl-Trek para Jonathan Milan, el hombre destinado a ganar al sprint. El italiano pasó con apuros, pero pasó, la cota de Quatre Vents, de tercera categoría, a 27 kms. de la meta en Mâcon. Quizás acusó el esfuerzo en el puertecito y terminó quinto en la "volata". Van der Poel disputó con ganas el sprint, pero fue noveno. Como Van Aert, ha perdido filo con los años. Sigue siendo un martillo, pero ya no un cuchillo.
El Dauphiné entra en las tres etapas decisivas en los Alpes. Escribíamos ayer que esta etapa de Mâcon, de media montaña, era el aperitivo del aperitivo. El aperitivo de una etapa de media tirando a alta, la del viernes. Y ésta, a su vez, el aperitivo de las altísimas del sábado y el domingo. Sobre todo la del sábado, con tres "cols" de categoría especial: la
Madeleine, la Croix de Fer y Valmeinier, una de las vertientes del Galibier, donde está situada la meta.