Dani Raba es la primera cara nueva que se incorporará a partir del 1 de julio al Valencia de la próxima temporada a las órdenes de Carlos Corberán. El club ha anunciado este jueves el fichaje del extremo cántabro para las dos próximas temporadas después de que, tras dos años en el Leganés, haya finalizado su contrato.
Raba era uno de los nombres con los que la dirección deportiva encabezada por Miguel Ángel Corona había entablado contactos desde hace meses y tenía un acuerdo hilvanado con el beneplácito del entrenador y ahora ratificado por el nuevo CEO deportivo, Ron Gourlay.
El futbolista, de 29 años, llegó a la cantera del Villarreal con 19 años y debutó como groguet en Primera de la mano de Javier Calleja. Después de una cesión al Huesca, en 2021 con Unai Emery en el banquillo se proclamó campeón de la Europa League anotando un penalti en la tanda decisiva de la final contra el Manchester United. Tras esa temporada se marchó libre al Granada y de allí al Leganés.
Esta temporada ha jugado 29 partidos de Liga y cuatro de Copa en los que ha marcado nueve goles y ha dado cinco asistencias. “Raba se encuentra en un momento de madurez en su carrera deportiva y aportará rendimiento, experiencia y calidad a las órdenes de nuestro entrenador Carlos Corberán, pudiendo ayudar al equipo e influir en el juego desde distintas posiciones del ataque”, asegura el club.
Cuando Julen Agirrezabala y Nico Williams nacieron, la gabarra llevaba 18 y 16 años sin pasear a un campeón por la ría de Bilbao. Nadie de su generación ha visto al Athletic alzar la Copa del Rey, cinco veces han llorado que se les escapó y ambos se conjuraron y fueron clave para levantarla 40 años después. Les costó 120 minutos probar de todas las formas posibles cómo batir a un combativo Mallorca que los llevó hasta una tanda de penaltis en la que no fallaron. La gabarra, por fin, volverá al agua el próximo jueves.
Fue Iker Muniain quien recorrió los escalones hasta el palco de La Cartuja para recoger de manos del Rey Felipe el título. A final de la larga fila de autoridades estaba Iribar, con lágrimas en los ojos. Como el mítico guardameta, el capitán navarro sabe lo que ha costado volver a ser campeones. "Una barbaridad, muchas derrotas, muchas lágrimas, muchos momentos amargos. Hoy saboreamos el lado bueno del fútbol. 40 años han pasado para coger la Copa y no soltarla jamás", aventuró.
Buscó Iker a otro veterano, De Marcos, para volver a levantar una Copa que llegó pronto a las manos de Ernesto Valverde. No rehuyó el protagonismo como tampoco se libró del manteo.Técnico siempre comedido, agarró el trofeo, caminó en solitario hacia la grada rojiblanca de La Cartuja y, sin dejar de sonreír dejó la Copa en el punto de penalti desde donde se acababan de proclamar campeones. No tiene comparación con ninguno, Sólo hay que ver cómo estaba el campo lo que significa para esta afición. Al final fue en los penaltis, porque también hemos sufrido", admitió el técnico, que miraba de reojo los lanzamientos pero se alegró de la parada de Agirrezabala. "Ha jugado partidos muy comprometidos antes de esta final, como contra el Atlético o el Barça", destacó Valverde.
No será la que se vio en el césped su única celebración, que tendrá que planear. "Me había negado a pensar cómo celebrarlo y ahora tendré que hacerlo. Cuando estaba en Grecia, después de una final aparecíamos en un bar perdido para comer un gyros (un sandwich con pan de pita) y beber cerveza. Algo así haremos", confesó el entrenador mientras la fiesta seguía en el césped.
Una valla cedió
Celebró el Athletic con su afición tan de cerca que una valla del fondo cedió ante la eufórica cercanía de los jugadores sin que se lamentaran daños y al unísono con su plantilla de campeones abrazada en el área entonaron el Txoria Txoi antes de que Asier Villalibre sacara su mítica trompeta y Unai Simón y Yuri se pasaran un ratito cortando la red donde acabaron los cuatro penaltis pateados por el Athletic.
No llegó a patear Nico Williams, que fue el peligro, el mejor jugador del partido, el talento al que se agarraron los rojiblancos. «No puedo esperar más a subir a la gabarra. Llevamos mucho tiempo persiguiendo esto, desde el parque hasta este estadio. El año pasado fallé dos ocasiones en las semifinales y ahora esto es un sueño. Por mi familia, mi hermano, De Marcos, estoy feliz de haberlo logrado en el club de mi vida».
Ese sueño lo cumplirá el próximo jueves y tendrá un protagonismo especial: "Siempre he sido el hermano de, pero ahora me estoy haciendo mi nombre".
Julen Agirrezabala ataja el lanzamiento de Morlanes.J. REINAAFP
Lo mismo sentía Julen Agirrezabala, otro veinteañero a quien le han contado la historia de cuando fueron los mejores. En este partido fue creciendo hasta atajar las ocasiones del Mallorca, que no fueron muchas pero algunas muy claras, y el penalti de Morlanes que hundió a los de Aguirre con una suerte que muchas veces les salió de cara. Esta vez Dominik Greif no pudo ser el héroe ni llevarse una Copa de regalo de cumpleaños que borrara tres años de calvario de lesiones.
Lo tuvo cerca el Mallorca. Aguirre reconoció más a su equipo que Valverde durante muchos minutos. La Cartuja era rojiblanca y rujía en euskera, pero sus futbolistas estuvieron atenazados por la responsabilidad en toda la primera parte. Les costaba hacer correr a los Williams, que lo peleaban con más corazón que cabeza. Iñaki contra Copete y Lato mientras Nico lograba quebrar a Gio González y Valjent pero no encontraba la portería de Greif.
De la ansiedad se pasó al temblor con el gol de Dani Rodríguez. «Como si jugaras en la plaza» le había dicho al gallego su mujer y por eso no dudó en rematar una pelota escupida por Prados que le ofreció Gio González para que se convirtiera en héroe. Ni Muriqi ni Larin ni Abdón. Aquel chico criado en el Deportivo que en el que llegó del Albacete en el verano de 2018 para jugar en Segunda acercaba al Mallorca a la segunda Copa. Eso pensaba en el palco bufanda al cuello, Rafa Nadal y su entrenador Carlos Moyà. Unas filas más abajo sufría Iríbar viendo a su Athletic tambalearse y a Nico, en un mano a mano escorado contra Greif, estrellar el empate en el exterior de la red antes de que le anularan un tanto por fuera de juego.
Valverde y Unai Simón consuelan a Morlanes.JAIME REINAAFP
En el vestuario, Valverde les leyó todo lo que había apuntado en su libreta y hubo un despertar. Si Larin pudo hacer el segundo, nada evitó que su rival se quedara el balón y que el pequeño de los Williams se echara el escudo a la espalda. Se escapó por la banda izquierda, perdió la pelota ante Gio, peleó la recuperación con Samu Costa y asistió a Oihan Sancet para que batiera la meta mallorquinista. Este regalo le convierte en el tercer jugador más goles ofrece a sus compañeros de toda Europa.
Todo empezaba de nuevo aunque, esta vez con un Athletic que se sacudió la tensión para mandar con descaro, jugar y crear ocasiones, pero sin poder evitar la prórroga que puso nerviosos a todos. Pudo cerrar el partido otra vez Nico, pero los 40 años de sequía acabaron de penalti, un castigo que el Mallorca recuerda que ya sufrió en 1998 en su primera final en Mestalla. Al partido le puso fin el largo abrazo de Valverde y Aguirre.
Cuando el colegiado del España-Francia pitó el final del partido, todos los focos se giraron hacia Lamine Yamal. Su gol, una genialidad, había encarrilado a España a la final de Berlín y el joven futbolista lo manejaba con una naturalidad asombrosa. Tanto que tuvo tiempo para enviar mensajes antes de que le llegara un aluvión de felicitaciones. El primero, el de siempre, marcar con los dedos un 304, el código postal de Rocafonda, el barrio de Marató en el que se ha criado y que siempre forma parte de sus celebraciones. Para el siguiente tuvo tiempo de pensarlo. "Desde el minuto 60 ya sólo pensaba en que íbamos a jugar la final", admitía después del partido.
A su cabeza volvieron las palabras del francés Rabiot, que fue un espectador de lujo de su gol después de retarle a que mostrar más de su fútbol si quería ir a la final. "Muévete en silencio. Sólo habla cuando sea el momento de decir: jaque mate", le había respondido en redes sociales. En el campo, mirando a la cámara, hizo un gesto con las manos y dijo: "Hablar, hablar". No quiso más polémica, ni siquiera desvelar el destinatario.
io. "El destino pone a cada uno en su lugar. La persona para la que era sabrá que era para él", se limitó a decir el futbolista más joven en marcar en una Eurocopa que se fue del Allianz Arena de Múnich con el trofeo de MVP bajo del brazo. "Se lo dije antes del partido, que iba a ser su día. Que yo iba a estar un poco flojo pero mi hermano iba a meter gol", decía Nico Williams en el vestuario.
Precisamente el próximo sábado, 24 horas después de que su bro Nico, cumpla los 22 años, él celebrará sus 17. "Ya le he dicho a mi madre que no quiero regalos. El regalo es la final y el título, que era mi sueño y el de ella", confesó el jugador, que no ha parado de repetir en esta fase final que la última, la que se disputó en 2021 por el Covid, la siguió en un centro comercial con sus amigos.
Sus padres, su hermano pequeño Keyne, de dos años, y algún amigo íntimo le acompañan en Alemania. Con ellos, otros chavales aún menores de edad, ha disfrutado en los últimos meses de cosas propia de su edad, desde los bailes en redes sociales con música brasileña -"es la que me sale en TikTok y me gusta", explicó- a los conciertos de raperos como el estadounidense Eladio Carrión, del que fue un espectador privilegiado desde el backstage y pudo cantar sus canciones.
El otro, con quien guarda una conexión especial es Morad. Con el comparte origen marroquí y vida en Cataluña. A sus conciertos ha acudido acompañado de su padre y de otros familiares y anoche, tras el gol, el músico no pudo contenerse en redes sociales y le devolvió la admiración. "Qué locura de chaval. Madre mía. Yo con tu edad... ay mi madre, Lamine. En Mataró deben estar flipando. Qué máquina, qué bueno que es", no pudo contenerse el rapero. Lamine respondió sonorizando sus historia de Instagram con su música.
Tampoco se pudo contener otra artista que triunfa entre los jóvenes: Aitana. Ella también recurrió a la imagen del gol de Yamal para felicitar a la selección por su pase a la final.