El ex boxeador Somluck Kamsing, oro en Atlanta’96, ha sido denunciado por una joven de 17 años por agresión sexual
Somluck Kamsing, a su llegada a Bangkok tras proclamarse campeón olímpico en Atlanta’96.AP
La Policía de Tailandia ha acusado al ex boxeador Somluck Kamsing, el primer ganador de una medalla de oro olímpica del país, de cuatro delitos supuestamente perpetrados contra una adolescente, entre ellos intento de violación, informaron este jueves medios estatales.
Kamsing, acusado el pasado domingo por una joven de 17 años de agresión sexual, acudió en la madrugada de este jueves a la Policía de la nororiental provincia de Khon Kaen para dar su versión de los hechos ocurridos en la noche del sábado, recoge hoy la agencia estatal Thai News Agency.
Según el teniente coronel Suparerk Suwanrach, responsable de la investigación, la comparecencia de Somluck no ha sido un interrogatorio formal, ya que sus abogados de defensa tienen 15 días para preparar una declaración escrita y presentarla a los investigadores.
El medallista olímpico, de 50 años y quien niega todas las acusaciones, también fue acusado de separar a una menor de sus padres, secuestrar a una menor con fines sexuales y usar la fuerza contra una menor con fines sexuales, además de intento de violación.
Tras comparecer ante la Policía, Somluck se ha disculpado públicamente por sus acciones y por los “problemas” que ha causado, al tiempo que ha insistido en que no sabía que la víctima era menor de edad.
Asimismo, ha ofrecido disculpas a su propia familia y a la de la víctima y aseguró que dejará que el sistema de justicia siga su curso.
El pasado domingo, la adolescente de 17 años presentó una denuncia ante la Policía en la que acusa a Somluck de agresión sexual en una habitación de un hotel, al que ambos se dirigieron la noche del sábado tras conocerse en un bar.
Por su parte, el excampeón ha reconocido que mantuvo “intimidades” con la joven pero ha insistido en que desconocía que ella era menor de edad, por lo que dejó de hacer insinuaciones sexuales en el momento que se enteró de que la chica tenía 17 años.
Somluck es considerado uno de los héroes del deporte en Tailandia tras alzarse campeón olímpico en boxeo de peso pluma en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, que le rindió el puesto más alto en el podio y la primera medalla de oro olímpica del país asiático.
Medio siglo después de la era dorada del boxeo, los deportes de contacto vuelven a estar de moda en España. Quedó atrás la satanización, la aprensión e incluso la mojigatería alrededor de los combates, con su violencia, su sangre y sus posibles lesiones. Mientras se multiplican los seguidores y los practicantes, Topuria, un desconocido para el público general hace no tanto, planea llenar el Santiago Bernabéu en los próximos meses para defender su título del peso pluma en la UFC. Semejante boom merece una explicación.
«Hay muchos motivos, pero el principal es que ha desaparecido el tabú. Durante la transición en España se consideraba que los deportes de contacto ya no iban con los tiempos, que eran anacrónicos, y esa idea ya no existe, ahora son 'cool'. Es consecuencia de varias fenómenos: hay gimnasios que trabajan muy bien la base, hay mucho público interesado en la autodefensa, el boxeo fitness o boxeo recreativo ha atraído a aficionados diferentes, procedentes de las clases liberales...», analiza Raúl Sánchez, sociólogo del deporte por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) que desde hace años analiza la evolución de los deportes de contacto en España y que se apoya en datos para sus argumentos.
Antes del éxito de Topuria, varias disciplinas de contacto ya crecían exponencialmente en España. Entre 2012 y 2022, las licencias federativas del boxeo pasaron de 1.300 a 8.000, las del kickboxing aumentaron de 3.000 a 13.000 y las licencias de lucha se elevaron de 6.000 a 16.000. Todos esos nuevos aficionados, mayoritariamente adultos, eran la base ideal para un fenómeno así, pero faltaba público joven. ¿Y quién mueve hoy a más chavales?
Entre Ibai y Jordi Wild
«Tener a un campeón como Topuria es muy importante, pero también lo ha sido el auge de las veladas de streamers. Sin ellas, la Topuriamanía sería más pequeña. Ibai Llanos, Jake Paul y Jordi Wildhan hecho mucho para popularizar los deportes de contacto», explica Gonzalo Campos, comentarista de UFC en Eurosport, presentador del podcast Generación MMA y una de las caras visibles del Dogfight, el evento creado por Jordi Wild. Una semana antes de la pelea de Topuria y Alexander Volkanovski, unos 400.000 espectadores veían a través de Youtube los combates organizados por el creador de contenido en el Tarraco Arena de Tarragona.
La audiencia adolescente radicada en Youtube y Twitch -que en julio llenará el Santiago Bernabéu en la Velada del año 4 de Ibai- ha abrazado las artes marciales mixtas (MMA) o el boxeo como modalidades propias, algo generacional. «Y para ello ayudan factores como que los combates de MMA sólo duren entre 10 o 15 minutos o que ya no tengamos tantos remilgos. Los jóvenes podemos acceder a lo más gore en nuestro teléfono con un solo click; no nos parece fuerte que dos profesionales accedan a intercambiarse golpes dentro de los límites que establecen las reglas», añade Campos, que ha vivido el fenómeno UFC casi desde el principio.
Porque la principal competición de artes marciales mixtas del mundo ha explotado en España este año, pero antes ya contaba con fans en el país y fuera era un éxito rotundo. Hace una década, mientras en Estados Unidos, parte de Asia y algunos países de Sudamérica superaba las audiencias del boxeo, a España llegaban los ecos de las peleas de Jon Jones o Ronda Rousey y empezaba a crearse una comunidad de fans alrededor de Conor McGregor. Con un personaje como él como gancho, con sus KOs, con sus celebraciones, con sus escándalos, con su combate con Floyd Mayweather, la UFC generó interés, hasta el punto que en enero de 2022 Eurosport España compró los derechos en exclusiva. Eran unos pocos y hoy son muchos, pero... ¿Todos tienen el mismo perfil?
¿Una respuesta a lo 'woke'?
«Bienvenidos al Estirando el chicle de la gente que no sabe que es Estirando el chicle», presentaba el controvertido cómico David Suárez al inicio del último evento Dogfight de Jordi Wild y luego estiraba la caricatura del público presente, muy mayoritariamente masculino: «Se quejan de que en los premios Esland hay pocas mujeres. Eso es porque todavía no han visto esto».
«No podemos negar que el éxito de las artes marciales mixtas tiene mucho que ver con la masculinidad clásica. Una reacción de aquellos que piensan nos estamos pasando con lo woke, que los hombres están discriminados, como señalaba el último CIS», afirma el sociólogo Raúl Sánchez, que encuentra respuesta en el comentarista Gonzalo Campos: «Los deportes de contacto siempre han sido de nicho, para hombres de entre 25 y 45 años. Ahora, con este boom, al llegar al mainstream, no son deportes más de hombres, todo lo contrario. El target se está abriendo y están llegando más mujeres. Si seguimos la comparación, es como Estirando el chicle: era un programa para un público mayoritariamente femenino y ahora que es mainstream lo escuchan más hombres».
Un WiZink lleno o "dos telediarios"
Sea como sea el fenómeno está en plena expansión, con una Federación Española de MMA en ciernes y varias organizaciones apostando fuerte por la expansión de los deportes de contacto en España. El pasado domingo 3, de hecho, la más importante de ellas, WOW, abrió la temporada con un llenazo en Vistalegre: 7.000 personas para ver artes marciales mixtas. «Topuria es como Pau Gasol para la NBA en España o Fernando Alonso para la Fórmula 1. Es la mecha para encender el fuego. Pero si no pusiéramos combustible todo se apagaría rápido. En cuatro años hemos producido 600 combates y cada vez viene más gente a ver nuestras veladas. La última pelea de Topuria en la UFC, en California, tuvo unos 18.000 espectadores, aquí ya casi estamos en la mitad. Es una locura», acepta David Balarezo, el CEO de WOW, que acaba de cerrar una ronda de inversión serie A con un fondo estadounidense y numerosos socios, entre ellos varios futbolistas.
Sus combates son emitidos en exclusiva en Movistar y la competición planea una gira por toda España que llenará el Cartuja Center de Sevilla o la cúpula de Las Arenas en Barcelona. «Con Topuria hemos notado un incremento de un 30% de nuestros seguidores. En un futuro no muy lejano quizá podamos llenar el Wizink o Vistalegre, que son unas 14.000 entradas, pero todavía nos falta un poquito», cierra el ex luchador apodado Bala. Aunque hay voces que no son tan optimistas.
Al fin y al cabo, en los últimos 50 años en España los deportes de contacto estuvieron a punto de asomar la cabeza en varias ocasiones y nunca antes lo consiguieron. Hubo muchos chascos. «Para mí, es una moda y está bien, pero no durará mucho. En España lo único que se mantiene todos los años es el fútbol», proclama Javier Castillejo, quien casi fue Topuria antes de Topuria.
En los años 90 y los 2000 fue ocho veces campeón del mundo de boxeo y, como después harían Sergio 'Maravilla' Martínez o Joana Pastrana se hizo un hueco en las televisiones, en las radios, en la prensa, pero no duró mucho. Las peleas estuvieron cerca de volver a ser moda, pero quizá por el tabú, quizá por la ausencia de una base, quizá por la falta de una organización como la UFC o quizá porque no existían las veladas de 'streamers', no llegaron a convertirse en un fenómeno de masas. «Ahora es un buen momento, los medios están interesados y me parece fenomenal. Ojalá dure muchos años, hay mucha gente joven interesada. Pero por mi experiencia durará dos telediarios», cierra Castillejo con la dureza propia de estas disciplinas.
Dos Titanes se escaparon del Olimpo para aterrizar en Riad y reclamar su época en el mundo del boxeo. Dos furias históricas, campeones del mundo, que se volvían a encontrar bajo los rayos ficticios del Kingdom Arena, el espacio de los reyes. Solo uno podía reinar en la tierra y fue el indiscutido e imbatido campeón de los pesos pesados.
Oleksander Usyk es un Dios del boxeo (23-0-0). Así lo estimaron los jueces de la contienda de manera unánime por 116-112. Una decisión quizás sorprendente. Al menos para Tyson Fury (34-2-1), que no quiso comparecer tras ver como el árbitro levantaba el brazo del ucraniano tras escuchar el veredicto. "He ganado, soy atleta, no juez", respondió Usyk a la pregunta del presentador sobre la decisión.
Lo cierto es que fue una pelea igualadísima. En la que los boxeadores llevaron hasta el límite sus estrategias para ganar el combate. Usyk exhibió una gran movilidad y entradas rápidas al pocket con salidas igual de veloces. Golpes al cuerpo para abrir la guardia del británico y conectar luego, generalmente, con su poderosa izquierda.
Fury quiso siempre mantener la distancia con rápidos jabs y luego buscando su poderoso uppercut, a veces al cuerpo, a veces al mentón. Pero lo cierto es que le costaba conectar más puñetazos que al ucraniano. A mitad de la contienda iban 60/49 golpes acertados para Usyk.
Usyk rezando tras finalizar la pelea.Frank AugsteinAP
Sorprendió el desarrollo de la misma. Comenzó como se esperaba, con algo más de dominio del púgil británico y luego con el ucraniano recuperando terreno a medida que pasaban los asaltos. Sin embargo, Fury se guardó energía para discutir el final de Usyk, con un vigor inusitado para un hombre de casi 130 kilos en la báscula.
Quizás la pelea se le escapó en la efectividad y en los asaltos centrales. No llegó ninguna caída, pero fue Usyk quien más veces conectó con el mentón y con el ojo derecho de Fury, que acabó muy hinchado al finalizar el combate. El ucraniano movió sus poco más de 100 kilos hasta el último asalto, en el que el británico le buscó desesperadamente, pero no le encontró.
Cabreo de Fury
El combate terminó para Usyk como empezó, arrodillado y rezando. Muy devoto el púgil ucraniano, pero este combate no se lo dedicó a su difunto padre sino que fue a su madre. "Le dedico la victoria a mi madre que se preocupa mucho por mi y me lo dio todo", comentó en el micrófono del presentador de la velada.
En mitad de su entrevista se coló Daniel Dubois, el contendiente con el que rechazó pelear por el cinturón de la FBI, para permitir la revancha de Fury. Revancha que no se llegó a dar por, según el ucraniano, su preparación y su familia. "Me he preparado muy bien, Mi mujer me ha ayudado, mi hijo me ha ayudado, que justo hoy ha ganado un cinturón de judo y me ha dicho después: "Papá, tu eres el siguiente".
Dubois pidió pelear contra Usyk, que retiene los cinturones de la CMB, AMB, OMB, y parece que el ucraniano, ahora sí, va a conceder el deseo al púgil británico. Se diría que todo queda, de nuevo, entre Ucrania y Reino Unido. O entre la Tierra y el Olimpo. Pero Usyk, el Rey de los Titanes, reina en ambos lugares.