La noche del domingo no durmió nadie en Melilla. Jugadores, árbitros, organizadores y otros encargados del Campeonato de España por Equipos vivieron unas horas de vértigo, desde que se supo que en uno de los servicios cercanos a la sala de juego se habían descubierto dos teléfonos móviles escondidos. Llevar cualquier aparato electrónico, incluso un reloj inteligente, está terminantemente prohibido en los torneos de ajedrez, porque con su ayuda cualquier aficionado podría ganar al campeón del mundo.
Después de las consiguientes investigaciones, que no todos consideran bien ejecutadas, el comité de competición decidió ayer expulsar al gran maestro de 22 años Kirill Shevchenko (nacido en Ucrania pero ahora rumano). Además, se le dieron por perdidas las dos partidas disputadas. La FIDE deberá determinar ahora si el jugador recibe un castigo mayor. El debate sobre la gravedad de la sanción es la comidilla en todos los foros ajedrecísticos. Paco Vallejo, víctima directa, asegura que la pena no debería bajar de diez años.
El gran maestro José Carlos Ibarra planteaba este martes otra duda: a Shevchenko le dieron por perdida su primera partida, pero su equipo ganó, pese al medio punto perdido tras la decisión del comité. “El escándalo es mayúsculo”, asegura. “El encuentro contra Silla lo hemos perdido cuando queda acreditado que el equipo rival lo alteró e hizo trampas. ¿Os imagináis cualquier deporte donde un jugador del equipo contrario haga trampas y gane el encuentro?”. El murciano, miembro del Duobeniaján Costa Cálida, recuerda que la FIDE, en sus competiciones por equipos, recomienda la descalificación del conjunto al completo si uno de sus jugadores comete una incorrección tan grave. Desde el Silla tratan de minimizar los daños y lo comparan con la expulsión de un futbolista; su equipo sigue jugando con uno menos, pero la cosa no va a más.
“Me gana la puta máquina”
El segundo día de competición, el domingo 13, Shevchenko derrotó al español Paco Vallejo, cinco veces campeón de España y campeón del mundo juvenil en el año 2000. Hablamos con el menorquín nada más terminar su partida de la tercera ronda, en la que ha firmado unas tablas sanadoras contra Jorden Van Foreest. Es un buen resultado por la dureza del rival, instalado en la élite desde hace años, y porque su estado mental no era el más apropiado después del escándalo.
Vallejo está convencido de que la partida no fue normal. Los fenómenos extraños comenzaron muy pronto según relató: “El primer momento clave es jugada 4. Mi rival mueve y sale corriendo. Yo había jugado una línea que el tipo no podía esperar, porque nunca la había jugado antes. Tardo medio minuto o un minuto en responder y él no está ahí todavía. Me levanto y le digo al árbitro: ‘¿Dónde está este tío? Esto es muy raro. Entonces vuelve y me mete una ristra de jugadas diabólicas, todas precisas y al toque -sin pensar-. Es interesantísimo lo que juega, dentro de una línea que no podía esperarse”.
La partida sigue y, pese a la dureza de las jugadas de su oponente, Vallejo sigue vivo. Piensa un movimiento durante más de un cuarto de hora y encuentra “una jugada galáctica”, regalando un peón de forma imprevisible, lo que podría darle el empate. “Me vuelve a responder al toque, como si lo que yo había hecho fuera lo más normal del mundo. Entonces, claro, ya me mosqueo, pero digo: ‘yo qué sé, pues será buenísimo este tío'”, apunta.
Más adelante, a Paco Vallejo le vuelve a sorprender la elección de jugadas de Shevchenko, que hace algo fuera de lo habitual: “Me cambia torres cuando cualquier humano las habría conservado para jugar a ganar. Luego veo que es lo más preciso, según la máquina, pero me parece una decisión muy rara. En ese tipo de posición, el humano mantiene las piezas porque así es más fácil liar a tu rival”.
Las sospechas aumentan cuando el español, nada más perder la partida y de vuelta a su habitación, comprueba sus movimientos con ayuda del ordenador: “No es que la jugada sea rara, pienso. Me está ganando la puta máquina”. Otro factor que mueve a pensar mal es que en las jugadas finales, cuando Paco está tan apurado de tiempo que a su rival no le da tiempo a ir al servicio entre jugada y jugada, empieza a cometer imprecisiones.
“Ya no hay honor”
Pese a todo, relata Vallejo, cuando pierde felicita a su rival. “‘Buena partida’, le dije. ‘Juegas muy bien'”. Al pentacampeón de España no le extraña tanto que haya ajedrecistas así, jóvenes con gran futuro que podrían arruinar su carrera por tomar atajos. “Este es el mundo en que vivimos, donde ya no hay honor. Así va todo. Lo único que importa es ganar. Lo vemos en la política, en el deporte y en todas partes”, valora.
“Creo que esta era mi quinta partida contra un tipo que luego ha sido castigado. Es así de habitual, tristemente”, añade Vallejo, quien cree que hacen falta sanciones muy duras para detener esta lacra: “Es muy difícil pillar a alguien. Cuando lo haces, si le metes dos años, por ejemplo, es ridículo. Para mí debería ser una sanción de diez años como mínimo, si se demuestra”.
Vallejo tampoco cree que en este caso haya muchas dudas: “Hay evidencias o pruebas muy claras. Hay una nota en un móvil con su letra. Más que eso no vas a encontrar nunca, prácticamente. ¿Qué quieres, pillarlo con el móvil en la mano? Si el tío se mete en el baño y lo sorprendes, estás cometiendo otra ilegalidad. ¿Qué prueba hay mayor que una nota con tu propia letra en un móvil en el baño? Tampoco es mi lucha. Yo soy un casi jugador. Puedo jugar 15 partidas al año y me pasa esto”.
“Aquí tiene que entrar la FIDE, la FEDA y quien tenga que entrar, porque son escándalos constantes, que pueden hacer mucho daño al deporte”, añade. ¿Podrá jugar el resto del torneo con buen ánimo? “Sí, no pasa nada. Dentro de lo malo, me quedé relativamente contento. La sensación fue buena. Felicité al tipo porque jugó mejor que yo, pero yo no lo hice mal. Estuve muy cerca de hacer tablas contra una mezcla de un tipo duro y una máquina”, concluyó.