Sus 10 puntos en tres minutos al final del partido cuando los Suns habían logrado empatar el choque, confirman que el francés es ya el líder de su equipo
Apenas ocho días después de su debut en la NBA, el esperado Victor Wembanyama logró una actuación excepcional (38 puntos, 10 rebotes, 2 asistencias, 2 tapones en 34 minutos) para ganar el segundo partido que juega con los Spurs contra Phoenix (132-121).
Diecinueve años, tan sólo cinco partidos de la NBA a sus espaldas y el gigante francés (2,24 m) ya ha firmado su primera noche de locura. Wembanyama se comportó como el jefe de su equipo siendo decisivo, sobre todo al final del partido, para apagar a uno de sus ídolos, Kevin Durant.
“No veo a nadie como él en la NBA. Sé que los dos somos altos y delgados, sé que me vio jugar cuando era más joven, pero es único. “Va a crear su propia historia”, dijo Durant, elogiándolo, cuando se le preguntó sobre sus similitudes.
El novato más esperado desde LeBron James en 2003, ‘Wemby’ lo hizo mejor que el ‘Rey’, que no había anotado más de 25 puntos en sus primeros cinco partidos. Antes de sus 38 puntos, el francés había anotado entre 11 y 21 puntos. Pocas veces un jugador joven logra establecerse tan rápidamente en un equipo.
Sus Spurs, con 20 puntos de ventaja al descanso, vieron a los Suns remontar y empatar (116-116) a pocos minutos del final. El momento elegido por ‘Wemby’ para anotar 10 puntos en tres minutos, ayudado por dos puntos de Zach Collins, sin que los Suns encontraran la canasta.
¿Decisivo? “Es obligatorio ser ambicioso”, asumió el francés en rueda de prensa.
El de Chesnay-Rocquencourt (Yvelines) hizo gala de todo su repertorio durante el partido, entre mates (en particular uno con un salto loco en el segundo cuarto), canastas cerca del aro con un buen toque de balón, tiros de media distancia y tiros de tres puntos, casi imposibles de contrarrestar dado su tamaño.
“Es bueno, es realmente bueno. No hizo demasiado, no llevó demasiado el balón, no fue demasiado individual, lo hizo simple, eso es lo que hacen los grandes jugadores”, dijo Durant.
“En cada partido tratamos de encontrar la manera correcta de lastimar al otro equipo, esta noche sucedió así, tal vez mañana sea alguien más”, matizó Wembanyama. “Pero alguien tenía que hacerlo. En el último cuarto de la NBA, tienes que hacer grandes jugadas para acallar a tus oponentes”.
Los Spurs consiguieron así una segunda victoria consecutiva en Phoenix, dos días después de conseguir una victoria por 115-114.
Último en la Conferencia Oeste la temporada pasada (22 victorias, 60 derrotas), San Antonio tuvo un comienzo de temporada inesperado (3 victorias, 2 derrotas), con el equipo más joven de la NBA.
El único punto negativo para los Texans el jueves por la noche fue que perdieron por lesión a su anotador Devin Vassell, quien tuvo que abandonar durante el partido por una lesión en la ingle. Vassell “va a estar fuera por un tiempo”, según el entrenador Gregg Popovich, y está programado que se le realice una resonancia magnética el viernes.
Han transcurrido 200 partidos (ya sólo por detrás de Antonio Díaz Miguel), 15 años (con el impás de los dos torneos en los que Orenga estuvo al frente de la selección en 2013 y 2014), ocho medallas y 155 victorias. Un extraordinario periplo en el que Sergio Scariolo firmó episodios inolvidables con España. Ante Angola en La Fonteta, el italiano estaba de aniversario. Otro triunfo pero un desafío total este fin de semana con el objetivo de no descabalgar a la selección del que fue su lugar natural todo este tiempo, estar en los Juegos con las 12 mejores en unas semanas.
Serían los cuartos para el de Brescia, nada menos. Otra muesca más en su leyenda. De momento, el Preolímpico cumple las expectativas. Sin demasiadas alharacas, pero tampoco sin más sudores de los esperados. El paseo ante Líbano dio paso a un duelo mucho más áspero ante Angola. Pero España supo contrarrestar "la 'fisicalidad'" africana. Perdió el rebote, pero consiguió manejar sus cualidades, su "superioridad técnica individual y de calidad ofensiva" para ganar incluso sin Juancho Hernangómez.
Es precisamente el madrileño del Panathinaikos uno de los desvelos del seleccionador. Aunque las pruebas no han mostrado lesión, las molestias en su aductor le hacen ser más que duda para el fin de semana. "Casi no puede ni caminar con normalidad. Va día a día", puntualizó Scariolo. El sábado aguarda el ganador del Polonia-Finlandia que se disputa este jueves (20.30 h.). De superar ese primer obstáculo, será casi con toda probabilidad Bahamas el rival por el billete olímpico el domingo. Y, por lo visto hasta ahora, los caribeños exigirán una proeza. Buddy Hield y compañía asustan.
Pero antes de eso, España tiene dos días en Valencia para ponerse más a punto. A Scariolo se le intuye satisfecho y calmado. Alabó la labor de sus jugadores ante Angola, pese a perder el rebote, no acertar con demasiados triples y cometer algunos errores que no le permitieron romper en ningún momento la noche contra los de Pep Clarós. No hubo rumor de 'angolazo', pero tampoco florituras.
En la parte positiva, la conexión ofensiva recobrada entre Willy y Lorenzo Brown. Y, sobre todo, el salto de Aldama, todopoderoso aunque él todavía no se considera macho alfa en este grupo. "No necesariamente me siento un líder, me sale natural, con la experiencia. El año de reflexión (tras el pasado Mundial) me ha ayudado para entender a cómo ayudar al equipo. Buscar las maneras de ser más efectivos. Se trata de ganar todos los partidos. Lo que sí noto es una conexión mayor en el grupo con respecto al año pasado", explicó a pregunta de EL MUNDO el pívot de los Grizzlies.
El "mejor seleccionador que podíamos tener" en palabras de la presidenta Elisa Aguilar el día del acto de su renovación hasta 2028 (tendrá 67 años), se congratuló de la efeméride en sala de prensa, de sus 200 partidos y sólo 45 derrotas. "Es un motivo de orgullo. Muchos partidos, muchas victorias, alguna derrota... He aprendido muchísimo, hemos ganado muchos títulos y medallas pero he podido establecer relaciones personales y humanas con gente fantástica y esto es de lo que estoy más contento. Es importante celebrarlo con una victoria difícil, aunque no haremos una fiesta", reflexionó.
Los Boston Celtics estuvieron a punto de desperdiciar una ventaja de 21 puntos en el cuarto período, pero triunfaron este miércoles por 106-99 en el campo de los Dallas Mavericks para tomar ventaja 3-0 en las Finales de la NBA, lo que les deja a un solo triunfo del decimoctavo anillo de su historia.
Los Celtics comenzaron la cuenta atrás para un título que esperan desde 2008 y que rompería el empate con Los Ángeles Lakers para volver a ser la franquicia más ganadora de la NBA. Tendrán su primera 'bola de partido' este viernes, de nuevo en el American Airlines Center.
La baja del letón Kristaps Porzingis no frenó a la todopoderosa máquina de Joe Mazzulla.Jayson Tatum, con 31 puntos, seis rebotes y cinco asistencias, y Jaylen Brown, con 30, lideraron la victoria de los Celtics frente a unos Mavericks en los que el esloveno Luka Doncic metió 27, pero acabó expulsado por cometer seis faltas con 4.12 minutos por jugar en el cuarto período.
Aumentó el nivel Tatum, eclipsado en los dos primeros partidos primero por Porzingis y luego por Jrue Holiday, pero fue Jaylen Brown quien asumió la responsabilidad en un cuarto período de infarto, cuando los Mavs sellaron un 22-2 para revivir tras un 70-91.
Brown, MVP de las finales del Oeste, acabó el partido con 24 de sus 30 puntos en la segunda mitad, a los que sumó ocho rebotes y ocho asistencias.
Holiday no pasó de los nueve y Derrick White firmó 16, con cuatro triples de gran peso. El dominicano Al Horford, con ocho puntos, cinco rebotes, dos asistencias y dos robos, ve acercarse el anhelado anillo.
Los Mavs cayeron con mucho honor, pero el 0-3 los deja prácticamente sentenciados. Así lo dice la historia: cero remontadas en 154 precedentes.
Doncic acabó su partido con 27 puntos, seis rebotes y seis asistencias y Kyrie Irving firmó 35, tres rebotes y dos asistencias para los Mavs.
Vibra el American Airlines Center
Esperó trece años el American Airlines Center para volver a acoger unas Finales de la NBA y la respuesta del público fue contundente. Se jugó en un ambiente vibrante, muy hostil para los Celtics, y los Mavs lo aprovecharon para morder. Desafiaron la lógica los texanos en el cuarto período, pero no pudieron cerrar una gesta para la historia.
Marcaron territorio con un arranque feroz y con Irving decidido a entrar en esta serie. Kyrie firmó una entrada y Doncic conectó un triple para fijar el ritmo del choque. En menos de dos minutos los Mavs se escaparon 9-2 y Mazzulla no dudó en parar el partido con el tiempo muerto.
Irving, que llegaba a este choque tras un 0 de 8 en triples, pisó el acelerador y los Mavs tomaron una tempranera ventaja de 25-12. Pusieron el partido en el carril que deseaban, pero Boston no tembló. Sabe entender los momentos y pese a un arranque con pocas soluciones ofensivas, respondió con un contundente 11-0 que le volvió a poner en el partido.
Sin un coloso como Porzingis limpiando la pintura, Doncic e Irving se movieron con soltura. Entraron en busca de puntos fáciles y no dudaron en lanzar desde el arco. Kyrie selló cuatro de cinco en la primera mitad y llevaba ya veinte puntos al descanso, con Doncic ya sumando 17.
Luka Doncic, durante el último cuarto del tercer partido de la final.Getty Images via AFP
A pesar de eso, los Celtics consiguieron regresar a los vestuarios abajo un solo punto, en el 50-51. Considerado el ritmo anotador de Doncic e Irving, y el hecho de que Tatum (20 puntos) no encontraba apoyo ofensivo en Brown (6) ni Holiday (4), para Mazzulla había razones para sonreír en los vestuarios.
Y en el tercer período los Celtics recogieron los dividendos. Con un Brown monstruoso e incontenible, que lideró con 15 puntos un 35-19 que dejó tocados a los Mavs. Boston tiró con un 65 % de acierto (tiros de campo) y metió cinco triples. Los Mavs tan solo lanzaron dos tiros desde el arco, con el 50 % de acierto.
Mate descomunal de Brown...
Holiday y Tatum sellaron dos triples consecutivos para dar el primer golpe al encuentro y un mate de 'JT' tras un tapón defensivo de White completaba un parcial de 13-2 que dio dobles dígitos de ventaja a los Celtics en el 71-61.
La defensa de los Celtics se cerró y obligó a los Mavs a tomar tiros muy complicados, con pobres resultados. E incluso cuando PJ Washington logró conectar un triple de la esperanza, la respuesta de Boston fue un doble puñetazo. Triple de White con mucha ayuda del tablero y mate estratosférico de Brown que dejó enmudecido al coliseo. Era el 85-70 para entrar en el último período.
Dos triples consecutivos, de Brown y White, en 54 segundos del cuarto período dispararon la ventaja hasta el 91-70. Cuando Jason Kidd paró el partido, el American Airlines Center había perdido la fe. Y los Celtics pensaban tenerlo ganado.
Thriller final
Fue entonces cuando llegó el apagón de Boston. Los Mavs, ya si presión, lograron un 10-0 en 2.43 minutos y volvieron a poner a su público en el encuentro. Los Celtics se atascaron por completo y los texanos reabrieron una contienda que parecía cerrada con un demoledor 20-2 que les dejó a tres puntos, luego de tres libres de Irving.
Sin embargo, en un paseo triunfal de los Celtics convertido en un thriller faltaba una nueva sorpresa. Con 4.12 minutos por jugar, Doncic cometió su sexta falta al derribar a Brown cuando este intentaba entrar en la pintura. Kidd pidió la revisión, sin éxito. Los Mavs se quedaron sin su líder con una 'mini-prórroga' por delante.
Irving redujo el margen a un punto, pero acabó asfixiado por la física defensa de Holiday. Un triple de White subió el 98-92 y dio aire a unos Celtics que llegaron a la línea de meta y que, con susto final, empiezan a ver la gloria.
El lamento de Doncic
Tras el partido, Doncic manifestó su desacuerdo con las decisiones de los árbitros, que lo expulsaron después de cometer seis faltas.
"No pudimos jugar de forma física. No quiero decir nada, pero seis faltas en las Finales NBA, vamos hombre, eres mejor que esto", lamentó el esloveno.
Doncic cometió cuatro faltas en menos de ocho minutos en el cuarto período y acabó expulsado en un momento decisivo, cuando los Mavs rozaban una épica remontada. "Tuvimos una buena oportunidad, estuvimos cerca, pero no pudimos. Me hubiera gustado estar ahí", afirmó.
Le ha costado unas semanas, sonreír al fin, disfrutar de lo que para cualquiera hubiera sido el sueño de una vida, jugar en los Lakers. A Luka Doncic el traspaso a Los Ángeles le cogió con el pie cambiado, no lo pudo disimular ni en su flamante presentación al lado de quien todo lo tramó, el General Manager Rob Pelinka. Porque ni siquiera lo sospechaba, porque suponía abandonar lo que ya sentía como casa, el equipo al que había llevado a las últimas Finales de la NBA, y porque el movimiento no dejaba de poner bajo sospecha su condición física y su ética de trabajo.
Pero una vez asimilado, sólo era cuestión de tiempo que todo empezara a fluir, que dos genios como Luka y LeBron James se encontraran en la pista. Su cuarta noche, nada menos que ante los Nuggets el pasado sábado, pareció demasiado perfecta. Un triunfo incontestable en la cancha del equipo de Nikola Jokic, el que tanto les venía frustrando, el mismo que expulsó a los Lakers de los pasados playoffs en primera ronda (y también de los anteriores: el balance, terrible, era de 13 derrotas en sus últimos 14 choques). Doncic anotando 32 puntos (más 10 asistencias, siete rebotes...), algo que no lograba desde el 15 de diciembre, en apenas 30 minutos.
«Por fin me sentí yo mismo, por eso estuve sonriendo», confirmó el esloveno. Este pequeño Big Bang tiene una intrahistoria. Emocional, con los consejos de JJ Redick sobre la actitud en la pista de Doncic, el «momento apagón», en palabras del técnico. Y física: según desveló el gurú Sams Charania, durante los días del All Star (que Luka no disputó por haberse perdido más partidos de la cuenta por su lesión en el gemelo), trabajó concienzudamente en su cuerpo. Esa semana de concentración en un pabellón en la localidad mexicana de Cabo San Lucas (Baja California) estuvo acompañado por Scott Brooks, base NBA noventero y uno de los entrenadores ayudantes de los Lakers. El objetivo, estar a punto para lo que resta de una temporada en la que sólo hay un objetivo: «Ganar el campeonato».
«Cada día será mejor»
Ante los Nuggets, Doncic no sólo fue Doncic en los números (cuatro triples de nueve, cuando en sus tres partidos anteriores había fallado 21 de 24). «Ese es el Luka que conozco. El asesino», se felicitó un Redick impresionado por cómo su nuevo jugador ha conectado con sus compañeros. Y con el que desde el primer momento parece haber una química que Luka sigue buscando en la pista con LeBron: «Tenemos mucho que mejorar en eso, pero cada día será mejor». «Soy un receptor abierto nato y él es un quarterback nato, así que encaja perfectamente. He estado corriendo por la cancha toda mi vida y él ha estado lanzando grandes pases toda su vida. No es difícil conseguir ritmo cuando tienes ese tipo de conexión. Todo se trata del contacto visual», explicó James.
Todos se congratularon al comprobar la versión más desatada del ex madridista, celebrando, gesticulando e incluso protestando a los árbitros. «Una vez que comenzó a anotar esos triples con paso atrás, empezó a gritar y ladrar, ya sea a los aficionados, a nosotros o a él mismo», se felicitó LeBron.
Doncic saluda a JJ Redick, su entrenador.David ZalubowskiAP
Los Lakers, cuartos en el Oeste (pugnan por acabar segundos, inalcanzables ya los Thunder) quieren sumar su tercera victoria seguida y este martes reciben a unos Mavericks sin Anthony Davis en el Crypto Arena. Será una de las noches más especiales en la carrera de Doncic, la primera vez en su vida que se enfrente a un ex equipo (más allá del amistoso de Dallas en el Palacio de Madrid). La hora de comprobar si la inercia es real, si Doncic es ya Doncic. Si podrán más los sentimientos hacia Kyrie Irving y los ex compañeros con los que tanto labró o las ganas de reivindicarse ante el señalado Nico Harrison, el General Manager que optó por su salida antes de entregarle una renovación histórica y millonaria.
Un duelo en el que LeBron, a sus 40 años, se acercará todavía más a otra marca histórica. Con 49.894 puntos (sumando los conseguidos en temporada regular y playoffs), está a sólo 106 de ser el primer jugador en alcanzar los 50.000 en la historia. Cuestión de días.