Personajes de 2022
Llevó su filosofía de vida, algo así como el ‘nada importa’, más allá de lo deseable en su aplicación al fútbol. Le quitó el componente pasional a su equipo, varado en octavos ante un rival inferior. No tuvo opción de seguir en la selección.
Es posible que nunca lo confiese -o sí, porque Luis Enrique se ha convertido en un personaje indescifrable incluso para quienes creían conocerle muy bien-, pero las pistas que iba dejando en los meses previos al Mundial llevaban a pensar que su idea era seguir al frente de la selección, al menos hasta la Eurocopa de 2024. De hecho, poco antes de viajar a Qatar, Luis Enrique estuvo implicado en la organización de algunos aspectos de la final de la Liga de Naciones, que se disputa en los Países Bajos el próximo mes de junio (y que enfrenta a España, entre el 14 y 18, con Croacia, Países Bajos e Italia).
Sin embargo, un proceso que se había iniciado varios meses antes, culminado con el pobre papel del equipo sobre el césped durante el Mundial, le dejó sin la posibilidad de elegir su continuidad. «Es la primera vez que me pasa. En más de 10 años de carrera como entrenador, es la primera vez que el sitio donde estoy no me ofrece la posibilidad de seguir», dijo unos días después de terminar el Mundial de Qatar en una entrevista en Twitch con Ibai Llanos.
Para saber más
Efectivamente, el 2022 ha terminado para Luis Enrique con una experiencia nueva, y es que la Federación fue la que no quiso seguir con él en el banquillo. El proceso, escrito está, había comenzado mucho antes. En la planta noble de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas hacía tiempo que se observaban con cara de sospecha los constantes elogios hacia el técnico cuando se trataba de realzar el desempeño de la selección absoluta. Un equipo muerto deportivamente tras el Mundial de Rusia y al que, con Luis Enrique al mando, se le miraba con cariño después de haber jugado una final de la Liga de Naciones, eliminando a Italia y perdiendo ante Francia por un polémico gol de Mbappé y, sobre todo, después de haber llegado a las semifinales de una Eurocopa.
Ese penúltimo escalón de una gran competición no se tocaba desde 2010. El camino no había sido el mejor (dos empates en los dos primeros partidos contra Suecia y Polonia, una prórroga en octavos contra Croacia y unos penaltis en cuartos contra Suiza), pero eran unas semifinales al fin y al cabo. Justo antes de viajar a Qatar, una victoria de prestigio en Braga ante Portugal para meterse en otra final de la Liga de Naciones. En el primer partido del Mundial, un 7-0 histórico a Costa Rica. Todos los elogios se concentraban en el entrenador, y eso no terminaba de gustar a los que mandan en la Federación, de modo que el cambio ya se empezaba a sopesar antes de que echase a rodar la pelota en la Copa del Mundo. «Será una cuestión de feeling», decían desde Las Rozas días antes de viajar.
Y terminó de consolidarse, esa idea del relevo en el banquillo, con la versión de Luis Enrique que viajó a Qatar. Para empezar, cuando le comunicó a la Federación que iba a poner en marcha su Twitch. No sentó muy bien que ni siquiera consultase. Lo dio por hecho y lo puso en marcha. Sin más. En mitad del Mundial. Desde ese púlpito mejoró su imagen para un público nuevo, el propio de ese canal, decididamente más joven, más dinámico, que descubrió a un tipo con un discurso impecable en muchos ámbitos, puramente y no puramente futbolísticos. La educación de los niños, el fútbol formativo, sus pasiones…
El recuerdo de Xana
Fuera de sus directos también se vio una versión humanizada de Luis Enrique. Fue el día de Alemania, 27 de noviembre, cuando su hija Xana hubiese cumplido 13 años y él, tras empatar contra los germanos, le dedicó unas palabras preciosas: «Ha sido un día especial para mí y para mi familia. Hace tiempo que lo es. Es evidente que no tenemos a nuestra hija, pero intentamos vivirlo con naturalidad, recordándola, riéndonos, pensando cómo actuaría en muchas de las cosas que nos pasan en el día a día. Así funciona la vida, no son sólo cosas bonitas, sino que también consiste en gestionar esos momentos». Es aquí, en este episodio de su vida, donde se refuerza su filosofía de vida, un Carpe Diem permanente donde todo, absolutamente todo, pierde trascendencia.
Trasladada esa filosofía a la concentración de Qatar, la obsesión de Luis Enrique por transmitir eso, por quitarle presión a los chicos, jóvenes, del equipo, terminó por enfriar demasiado al grupo. «Es importante llegar con el punto de motivación justo, no pasarse», insistía el asturiano, y lo que ocurrió fue lo contrario. El equipo se enfrió demasiado. También ocurrió que el fundamentalismo táctico de Luis Enrique dejó, en opinión de los gestores de la Federación, a España sin un plan B para afrontar partidos como el de Marruecos, tras el cual, por cierto, dijo el técnico: «Estoy satisfecho porque mis jugadores han llevado a cabo a la perfección mi idea de fútbol». No parecía el mejor mensaje, cierto. Se va dejando una selección renovada, un grupo unido al que Luis de la Fuente debe moldear ahora.
Y en 2023…
Final de la Liga de Naciones. Se disputará el próximo mes de junio, concretamente entre el 14 y el 18 de ese mes, y tendrá lugar en dos ciudades de los Países Bajos, Rotterdam y Enshede, pues en Amsterdam hay un concierto de Justin Bieber.
Buenos rivales. En la anterior cita, disputada en 2021, España ganó a Italia en semifinales y perdió con Francia la final. En esta ocasión, a falta del sorteo, se medirá contra Italia, Croacia y los Países Bajos. Semifinales y final.
Camino a la Eurocopa. Antes de eso, en marzo, comienza la fase de clasificación para la Eurocopa de 2024. En marzo se estrenará Luis de la Fuente contra Noruega y Escocia. Entre septiembre, octubre y noviembre se completa el grupo.