El campeón del mundo colapsa y entrega media corona del Mundial de ajedrez a Gukesh

El campeón del mundo colapsa y entrega media corona del Mundial de ajedrez a Gukesh

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Aunque Ding Liren se acabara de bajar de la proa del Titanic con Kate Winslet en sus brazos, la derrota que ha sufrido este domingo en Singapur amenazaría con sumirlo en los peores pensamientos. El campeón del mundo, que además no vive sus años más felices, ha caído derrotado en la undécima partida del Campeonato del Mundo de Ajedrez después de cometer un error grosero, de los más graves que se han visto en una cita por el título. El indio se ha puesto por delante y solo quedan tres partidas.

En ajedrez, los fallos rara vez se producen por casualidad. El gran maestro chino estaba muy presionado por el reloj y en posición delicada, después de un encuentro del todo atípico, en el que los dos jugadores gastaron océanos de tiempo en las primeras jugadas. Ding necesitó 38 minutos para una de ellas y Gukesh empleó más de una hora en otro movimiento poco después. De hecho, puede que hayamos visto la partida más lenta de la historia en un Mundial. Había mucho en juego y el planteamiento de las blancas los había alejado a ambos de los terrenos más conocidos.

Seis minutos para la historia

En esa circunstancia de presión extrema, Gukesh Dommaraju, el jovencísimo aspirante de 18 años, demostró mayor estabilidad, aunque también pasó algunos momentos de zozobra. De hecho, llegó a abandonar la sala durante seis minutos larguísimos, porque ya no le quedaban tantos. Los aprovechó para tratar de recomponerse. El indio confesó después que estaba muy enfadado consigo mismo por meterse en problemas muy difíciles de resolver, pero que en esos instantes logró tranquilizarse y recuperar la concentración. “De algún modo funcionó”, dijo, y es verdad que desde ese momento jugó muy bien, presionando a un rival que tampoco estaba nada seguro de sus posibilidades. La fortaleza mental fue el factor clave de una partida capital. Gukesh logró ser un témpano, el iceberg contra el que se estrelló Ding Liren.

Difícil recuperación

La salida del campeón del escenario, cabizbajo y en silencio, reflejó la dureza del momento. Pese a todo, diez minutos después compareció en la rueda de prensa, donde con una delicadeza que se agradece le permitieron responder primero las pocas preguntas que le hicieron, antes de huir en busca de una recuperación para la que solo tendrá unas horas.

En sus análisis de la partida, Ding volvió a mostrar que a veces es demasiado pesimista y no es consciente de sus posibilidades. Pese a todo, por momentos jugó realmente bien y tuvo a Gukesh al borde del abismo de la desesperación. Una partida de ajedrez se parece mucho a una de tenis, en ese aspecto. La fuerza mental es clave, solo que en el tablero un solo error puede ser el definitivo, no es solo un punto, y hay menos oportunidades para recuperarse. Al menos, Ding Liren tiene ahora tres juegos para tratar de remontar el set y el Mundial.

La undécima partida tuvo una complejidad bestial y reflejó de muchas maneras distintas la riqueza y la belleza del ajedrez. Después de solo cinco jugadas, se llegó a una posición que no aparecía en las bases de datos de partidas entre grandes maestros, al menos entre las jugadas al ritmo clásico. Gukesh contó que la receta fue idea de sus ayudantes, cocinada apenas unas horas antes. El indio se siente en deuda por todo el trabajo que hace su equipo. Le han dado varias oportunidades y él había desperdiciado la mayoría. Esta vez no dejó escapar al campeón, por lo que tenía motivos para sentirse “feliz y aliviado”.

Como siempre, Ding resolvió sus problemas bebiéndose el tiempo, pero con tanto acierto en sus decisiones que esta vez fue su enemigo el que batió el récord de parsimonia en una sola jugada, más de una hora de reflexión. Gukesh reconoció ante la prensa que ya no sabía ni lo que estaba calculando. Hay una vieja anécdota de Mijail Tal, campeón del mundo en 1960, que una vez pensó un sacrificio de pieza durante 40 minutos. Los analistas daban por hecho que estaba calculando todas las variantes. Él admitió después que, llegado un momento, un hipopótamo imaginario atascado en un pantano se había colado en sus pensamientos. Casi todo lo que hizo en ese tiempo fue resolver el problema de cómo rescatar al animal. Cuando vio que era imposible y que se le escapaba la victoria, lo abandonó sin piedad -“¡Pues que se ahogue”-, sacrificó su caballo y, por supuesto, ganó la partida.

En Singapur, la undécima partida estuvo plagada de sutilezas y alternativas, con algún que otro hipopótamo en la sala de juego. En la jugada 9, muchos pensaban que Gukesh tenía medio título ganado. Dos movimientos después, el favorito era Ding. Al final se impuso quien parece el más fuerte, pero nada está decidido todavía, aunque el ajedrecista chino deberá recobrar la serenidad en tiempo récord.

Mañana tendrá la primera de sus dos oportunidades con blancas. De entrada, debe decidir si lanzarse ya al cuello del aspirante o cortar primero la hemorragia con unas tablas tranquilas, como recomiendan los clásicos. Este lunes también comprobaremos de qué pasta está hecho el indio de 18 años. Nadie sabe si le temblarán las manos, ahora que está a punto de verse en los libros de historia como el campeón más joven de todos los tiempos.

kpd