Copa América de vela
Es el primer equipo que se instala en la ciudad para la Copa América
El Alinghi Red Bull Racing está decidido a hacerse con la Copa América de 2024. Por eso, ha sido el primer equipo en instalarse en Barcelona, donde lleva ya varios meses volcado en su trabajo. Mientras llega el momento de la competición (entre septiembre y octubre del próximo año) tanto sus tripulantes como sus ingenieros trabajarán para hacerse con un trofeo que conquistó por última vez en el año 2007, en Valencia. Ahora buscan la combinación perfecta de músculo y tecnología. Si es necesario apurarán el tiempo hasta el último segundo.
«Todo está muy regulado, pero está claro que iremos hasta el límite para rascar una milésima de segundo. Los ingenieros somos así. Si nos dicen que tiene que estar para el día 23, por ejemplo, preguntamos si por la mañana o por la tarde», señala Nicolás Bailey, responsable del diseño de los foils. «El foil es el encargado de hacer que el casco no toque el agua, tienes que levantar todo el peso del barco con la menor resistencia posible. Una vez está fuera del agua, reduces la resistencia en un 70 u 80%. Cualquier cosa que puedas limar significará un gran salto en rendimiento. Además, también juega un papel importante en el equilibrio. Hay que diseñarlos no sólo teniendo en cuenta la resistencia, sino para que el barco sea lo más manejable y estable que sea posible», explica.
Para eso, teniendo en cuenta las reglas impuestas por el Team New Zealand, defensor del trofeo, según confiesa, hay que estrujarse mucho el cerebro. Sobre todo, ahora que el espionaje entre equipos no sólo está permitido, sino que además es público y notorio. «Es fundamental. Lo que ha cambiado en esta Copa América es que el espionaje se ha vuelto público. Antes, cada equipo tenía sus espías y era incluso un poco ridículo, porque ibas con tu barco, tus tres motoras y, luego, había cinco motoras más de otros equipos que querían sacar fotos. Tienes que poner la infraestructura para que te puedan espiar, tienes que dar entrevistas sobre lo que hemos ido probando y todo eso es público, se sube a Youtube y es común para todos los equipos», destaca Bailey.
“No puedes comprar el tiempo”
Para competir, eso sí, importan tanto la tecnología como el factor humano. «Es una mezcla entre la ingeniería y los regatistas. En la campaña anterior cambió totalmente el diseño del barco, pasaron de ser catamaranes a monocascos y, cuando se inicia una nueva clase, las diferencias son tan grandes que, en un primer ciclo, toda la parte de ingeniería, el barco, juega un papel muy grande. Para este segundo ciclo, todos los diseños están convergiendo bastante y se está jugando más con los detalles. Pienso que todos tendremos barcos similares y que el peso de los regatistas será más importante que en la campaña anterior», sentencia. los regatistas, también trabajan al límite.
«Normalmente, un día normal de entrenamiento empieza en el gimnasio. Allí calentamos, hacemos activaciones y trabajamos la movilidad. Luego, metemos el barco en el agua, los ingenieros prueban todo lo que tenemos en el barco, probamos los controles, las comunicaciones. Más tarde, comemos, tenemos un breve momento tras la comida y, después, nos pasamos cinco o seis horas navegando. Al acabar, toca sacar el barco del agua y limpiarlo bien, porque la sal no es muy buena para todo el equipamiento que llevamos, lo devolvemos a su hangar, se comprueba que todo esté bien y, mientras, los regatistas y el staff hacemos un debriefing y nos preparamos para el día siguiente», apunta Florian Trüb, tripulante del Alinghi Red Bull Racing.
El equipo intenta tener al menos un día libre, normalmente en el fin de semana. Aunque, si hace buen tiempo, también navegan. Cuando el viento es demasiado fuerte, no salen y se ocupan del mantenimiento del barco. «Hay un dicho en la Copa América: puedes comprar todo el equipamiento que quieras, contratar a toda la gente que quieras, pero lo que no puedes comprar es tiempo. Nunca tienes suficiente para probar todo. Por eso hay mucha gente aquí que trabaja casi cada día», sentencia Florian Trüb.