Ding Liren lleva más de dos años deprimido y Gukesh D solo uno, pero lo tiene mucho más reciente. En la primera partida del Campeonato del Mundo de Ajedrez, con las piezas blancas y el viento a favor, el joven y favoritísimo aspirante se estrelló en una piedra pequeña y humilde: la capacidad de resistencia del campeón. Gukesh llegó a Singapur dispuesto a romper el récord de precocidad de Kasparov, pero ahora mismo está un poco más lejos. En todo caso, los dos grandes maestros han demostrado que saben levantarse después de la peor caída; quien mejor domine este arte se llevará la corona a casa.
El espíritu modesto del gran maestro chino no es un tópico. Sus primeras palabras después de su inesperada victoria fueron estas: “Me siento muy bien. Hace mucho que no gano una sola partida de ajedrez clásico y hoy lo logré, pero creo que, para ser justos, tuve mucha suerte, porque fallé en dos detalles tácticos. Por fortuna, resultó que no funcionaban para él”.
Dicho esto, Ding Liren mostró a los periodistas las dos combinaciones que se le escaparon en sus cálculos. Incluso en el ajedrez existe la suerte, en este caso la de los campeones, y el ajedrecista chino se salvó porque luego se encontró, como de rebote, sendas posibilidades de escape. Ganar la primera partida no es definitivo, por supuesto. En Singapur se jugarán trece más y la tradición sugiere que empezar perdiendo puede ser bueno. Lo demostró Fischer contra Spassky en 1972, Anand contra Topalov en 2010 y el propio Ding contra Nepomniachtchi hace dos años. Lo que sí altera el resultado del primer asalto, además de destrozar casi todos los pronósticos, son los planes de ambos jugadores.
Lo anunció Carlsen
Para ser justos, Magnus Carlsen, el número 1 ausente, declaró que en las primeras partidas esperaba que Ding tuviera varias oportunidades de ganar y que el resultado final del duelo dependería de su habilidad para convertirlas. La primera fue aprovechada por el ajedrecista chino y coloca a Gukesh ante el abismo de su propia inexperiencia, con solo 18 años. A cambio, el indio tiene a favor otro dato esencial: en el torneo de Candidatos perdió una partida de la manera más cruel, pero luego desató su furia sobre el tablero y ganó la prueba. Gracias a eso está ahora en Singapur, intentando alcanzar sus sueños.
La derrota de Gukesh fue aún más dolorosa e inesperada porque en los primeros movimientos parecía que había sorprendido a Ding en alguna laguna de su preparación y que el campeón seguía sumido en su inseguridad. «El tiempo vuela», se justificó después para explicar por qué en unos pocos movimientos había consumido 45 minutos más que su rival. Parecía pillado a contrapié por la elección de apertura de su rival y las imágenes lo mostraban llevándose las manos a la cara y a punto de llorar. «Odio decir esto, pero no veo cómo Ding puede sobrevivir», aseguraba un analista cuyo nombre omitiremos por piedad.
Pero Ding siguió haciendo buenas jugadas, cada vez más rápido, y llevó al aspirante a una encrucijada, entre los lógicos deseos de ganar y la prudencia de buscar las tablas, que quizás asimiló tarde. Gukesh derrochó su enorme ventaja de tiempo y acabó con menos segundos que su rival para hacer los últimos movimientos, en un desenlace dramático. Luego desveló que la apertura había ido de acuerdo a su preparación, que recordó mejor que el campeón, pero que luego las cosas se torcieron. Ahora deberá replantearse algunas cosas, pero no demasiadas.
Contenido ante los medios
En la rueda de prensa, el indio intentó no exteriorizar su malestar, algo que no consiguió en los últimos minutos de la partida. En un momento dado, empezó a balancearse en la silla, nervioso y preocupado. Hizo muchas cosas bien y pocas mal, y sin embargo no bastó para herir a un ajedrecista que parecía hundido. Veremos cómo afronta el segundo encuentro, 24 horas después. La escuela rusa recomienda frenar la sangría y buscar unas tablas sanadoras, pero cada partida es un mundo e incluso en el transcurso de una sola se pueden escribir varias novelas con distintas tramas y finales, no todos felices.
Ding recalcó que habían pasado dos meses desde que jugó la Olimpiada de Ajedrez, donde ofreció una impresión muy pobre y no ganó ninguna partida. «He tenido mucho tiempo para recuperarme y entrenar, prepararme y llegar al torneo con una apariencia totalmente nueva. Durante la partida pensé que tal vez mi posición no era tan buena, pero encontré una idea para crear contrajuego y crear presión sobre el tablero y en el reloj», dijo feliz.
El campeón también resaltó lo bien que le había sentado la nueva estrategia de no levantarse entre jugadas, lo que le ayudó a concentrarse mejor. Él y Nepomniachtchi hicieron lo contrario en el anterior Mundial. Casi cada vez que movían se iban a su sala de descanso, de modo que el escenario llegó a quedarse vacío durante muchos minutos, lo que daba una pobre impresión. Veremos cómo acaba este campeonato, pero no ha podido empezar mejor.