Veloz, descarado e incansable, el asturiano brilla en la ‘Quinta del Pipo’ tras pasar por las canteras del Real Madrid y el Barça
La perilla le hace parecer más mayor, pero se sigue reconociendo a aquel niño que no podía parar de sonreír flanqueado por Quini y David Villa. Diego López Noguerol (Turón, 2002) acababa de cumplir 12 años y le estaban entregando el Trofeo Quini que premia al máximo goleador asturiano de cada categoría. Él ya tenía uno de su primer año de alevín y esa tarde recibió dos, porque sus 52 goles no los superó ningún jugador, ni de su categoría ni de ninguna otra. Ni podía imaginar que, nueve años después, iba a ser una de las balas que el Valencia, el equipo en el que brilló Villa, usará para buscar la victoria ante el Real Madrid en el Bernabéu.
Ese estadio lo vio Diego de cerca y también muy lejos. Hijo de la cuenca minera, su historia es la del chaval que pegaba patadas a la pared trasera del restaurante ‘El Descanso’, que era donde Miguel y Sonia se ganaban la vida dando de comer a sus vecinos. Miguel, el hermano mayor de Diego con quien se lleva casi una década, había probado suerte en el fútbol. Llegó al Oviedo de Santi Cazorla, pero no tuvo suerte y se dedicó a las voladuras.
Al pequeño le llevaron al Figaredo, pero el Xeitosa de Gijón, un equipo de fútbol sala cuna de futbolistas como Abelardo o Luis Enrique, le ofreció entrenar. Demasiados kilómetros para una familia con negocio, pero se apoyaron en amigos y Diego fichó. No tardó el Sporting en echarle el ojo a ese jugador que definen como “vivo, expresivo, que sabía moverse” y llevarlo aMareo siendo benjamín. El despegue fue rápido porque tenía un don para el gol. Aquel niño se fijaba en los movimiento de Villa y de Raúl y tenía apariciones vertiginosas en el área.
Del Real Madrid al Barça
62 goles en el último año en Gijón como cadete y el captador del Real Madrid lo tuvo claro. En 2017, con 15 años, se lo llevó a Valdebebas. «Que le cuiden y le den estudios», pedía Sonia. En el juvenil C pasó una temporada, pero la experiencia no cuajó a pesar de marcar 18 tantos. El club dejó de apostar por él. Y apareció el Barça. Diego se sintió más arropado en la Masía donde fue creciendo y goleando.
Víctor Valdés le hizo debutar en el Juvenil de Liga Nacional en el temporada 19/20 y en la Youth League y, en febrero, antes del estallido de la pandemia que le devolvería a Turón por unos meses, debutó en División de Honor. En la segunda jornada marcó un doblete y en la tercer un hat-trick. Para entonces sus referentes habían aumentado y observaba de cerca a Luis Suárez. Con 42 goles, cerró una temporada como ‘pichichi’ del Cadete B. Sin embargo, otra vez le faltó un golpe de suerte.
Lo tuvo cuando José Jiménez, el director de captación del Valencia, fue a ver el derbi juvenil. «El objetivo era el delantero del Espanyol, pero le vi y, pese a que por su estatura no es un típico delantero centro, supe que podía encajar en el Valencia. Es vertical, intenso, rápido, un tipo de goleador que como Piojo López o Villa, encaja en Mestalla», relata a EL MUNDO.
Las dudas del Barça no las tuvo el Valencia, que lo incorporó en el verano del 21 y Bordalás se lo llevó directo a la pretemporada, donde hizo su primer gol. «Sabía que Canós, el jugador de banda del Brentford, no es muy bueno defensivamente y le busqué la espalda», decía en agosto de 2021. Hoy son compañeros de vestuario y ‘rivales’ en la banda, que es donde Baraja le hizo debutar. Antes lo había hecho Gattuso, unos minutos ante el Atlético de Madrid en el estreno de la temporada en Mestalla. Era lunes y Miguel y Sonia tenían el restaurante cerrado, pero se juntaron con amigos para ver el partido con la esperanza de que Diego apareciera.
No fue el italiano su valedor, sino el Pipo, necesitado de futbolistas con arrojo para salvar al Valencia, pero también gol. Tres le dio el asturiano, uno ante el Real Madrid eclipsado por la polémica con Vinicius. Todo desde la banda izquierda. «A Diego lo sigo viendo como delantero», insiste Jiménez, «pero es cierto que hace un gran trabajo de repliegue y, ese momento, ayudó mucho».
¿Qué ha visto Baraja para acercarlo al área? Su entorno lo desvela: «Se vacía, es difícil de marcar por su movilidad y entra por ambas bandas porque maneja los dos perfiles». Otros tres goles suma esta temporada y su despegue ya le tiene en el Sub-21, donde también ha marcado. ‘Guajín’ es la imagen más rebelde de la ‘Quinta del Pipo’.