Rumanía firma tablas ante Eslovaquia y se mete como primera de grupo
Rumanía y Eslovaquia firmaron un empate que puso una sonrisa en la cara de sus respectivos futbolistas. Con matices. El 1-1 les valió a los rumanos para alzarse con el primer puesto del grupo más parejo, mientras que los eslovacos, por su parte, se aseguraron su pase a octavos como uno de los cuatro mejores terceros, a pesar de que, de hecho, suyo fue el primer gol del partido.
Duda, con un medido cabezazo culminó una precisa asistencia de Kucka cuando el crono se acercaba a los primeros 25 minutos de partido. Fue la apertura del marcador, pero en la recta final del primer tiempo, Marin, transformó un penalti sobre Hagi, y ponía un empate no se movería hasta el final. El encuentro tuvo una primera parte más abierta y una segunda marcada por las lógicas precauciones de unos y otros.
Eslovaquia dejó muy claras sus intenciones desde el arranque del duelo firmando la primera de muchas aproximaciones a la portería rival a las que les faltaron concreción en el remate. Pero, en la primera en la que encontraron los tres palos, el 1-0 subió al marcador. Rumanía había probado previamente la solvencia de Dúbravka, que había tenido que emplearse en varias ocasiones ante Ratiu.
Nada pudo hacer, en cambio, para evitar que Marin pusiera el 1-1 en el luminoso al transformar un penalti de Hancko sobre Hagi, finalmente concedido a instancias del VAR, cuando el colegiado, el alemán Daniel Siebert, había considerado en primera instancia que la falta se había producido fuera del área.
Por mucho que sobre el papel el empate les valiera a ambas selecciones para alcanzar los octavos de final, tanto Eslovaquia como Rumanía, lejos de especular, saltaron al terreno de juego en la segunda parte más que dispuestos a buscar la portería rival.
Así lo demostraron tanto Haraslin como Marin, cuyos intentos fueron bien contrarrestados respectivamente por Nita y Dúbravka. También tendría que estar muy atento el eslovaco para desbaratar con el pie un duro disparo de Strelec.
Unos y otros insistieron en mantener todo un intercambio de golpes, únicamente deslucido durante unos breves instantes por un intenso aguacero. Poco a poco, a medida que el cronómetro se acercaba al final del tiempo reglamentario, la intensidad dio paso a las lógicas precauciones. Nadie quería cometer un error que pudiera salir carísimo y el marcador, a la postre, no volvió a moverse.