Máxima tensión en Vallecas: la policía blinda el estadio tras las tres provocaciones de los ultras del Lech Poznan que acabaron en una batalla campal de 20 minutos

Máxima tensión en Vallecas: la policía blinda el estadio tras las tres provocaciones de los ultras del Lech Poznan que acabaron en una batalla campal de 20 minutos

El estallido de disturbios y riñas tumultuarias nocturnas en un kilómetro a la redonda del estadio, con los ultras polacos lanzando bengalas, vandalizando bares, realizando pintadas y pegando adhesivos, fue simplemente el colofón a una escalada de tensión mantenida durante los prolegómenos del encuentro, con Vallecas convertida en una zona sitiada por el operativo policial, que confiaba en evitar nuevos incidentes.

Los ánimos estaban tan caldeados que, durante la tarde de ayer, el Rayo Vallecano se vio obligado a emitir un comunicado en su cuenta de Twitter pidiendo a su afición —que, en su inmensa mayoría, mantiene una posición opuesta a la dirección y gestión del club por parte de Martín Presa— un llamamiento a la calma: «Desde el Rayo Vallecano de Madrid solicitamos a nuestra afición que mantenga hoy una actitud ejemplar ante el equipo y la afición visitante. Rogamos que la respuesta ante cualquier provocación sea la calma, el respeto y el apoyo a nuestro equipo», rezaban las cuentas en redes sociales del conjunto.

Más allá de la rivalidad lógica entre dos equipos que se enfrentan en un torneo europeo, el posicionamiento ideológico de las aficiones hacía presagiar, desde que se conoció el cruce, un posible desenlace violento. Por un lado, los Bukaneros del Rayo ostentan una ideología antifascista, antirracista y simpatizante de las ideas comunistas. Mientras tanto, los ultras del Lech Poznan —divididos en distintas familias como Terror Machine o Kolejorz— profesan una ideología anticomunista, homófoba, antizquierdista y mantienen vínculos con el crimen organizado, especializado en el cobro de deudas y el tráfico de drogas. Factores que llevaron a calificar el partido como «de alto riesgo» por parte de la Comisión Antiviolencia.

Además, por primera vez en 15 años, el campo del Rayo no pudo vender entradas en taquilla el día del partido (como es costumbre en Portazgo), «por orden de la policía». Una medida que el club y la afición han criticado al considerarla «impuesta sin el consenso ni la participación del Rayo».

Los ánimos se caldearon aún más tras la difusión en redes sociales de un vídeo colgado por el propio Lech Poznan, en el que un empleado del club se burlaba y criticaba las instalaciones del equipo vallecano, ridiculizando detalles como la foto de un señor en la llave del vestuario visitante, las botellas de agua mineral almacenadas en cajas o la distribución de las estancias.

Horas más tarde, ya de noche, Kawu, un grafitero ultra del Lech Poznan, se grabó colándose en el estadio del Rayo para pintar con espráis su seña de identidad: una cabra (símbolo de su ciudad) vestida con los colores del equipo, acompañada de gran cantidad de pegatinas en una de las gradas de Vallecas. Una nueva provocación que rápidamente se difundió por redes sociales y que fue el preludio exacto de la batalla campal que horas más tarde se desataría por las calles del barrio.

La refriega multitudinaria se produjo cerca de la medianoche, aunque sus orígenes son contradictorios. Según fuentes policiales consultadas por este diario, un grupo de unos 150 ultras del Lech Poznan salió del metro Buenos Aires en dirección a la avenida de la Albufera para enfrentarse con los Bukaneros, que ya les aguardaban.

Por su parte, la versión que comparten fuentes de los Bukaneros asegura que los hinchas del Rayo acudieron a las inmediaciones del estadio tras "provocaciones" en redes sociales por parte de los polacos y al conocer que estos habían pintado grafitis en su campo.

Al encontrarse ambos grupos comenzó lo que, en jerga ultra, se conoce como «el baile». Es decir, enfrentamientos y escaramuzas entre aficiones ultras antagónicas. En el caso de Vallecas, la danza incluyó pirotecnia, adoquines, bengalas, botellas y sillas volando por los aires, mientras los vecinos, atónitos, grababan con sus teléfonos móviles.

Las grabaciones difundidas durante la madrugada muestran dicho «baile», con grupos y grupúsculos de ambas aficiones atacándose durante un cuarto de hora, con una policía y unos servicios de emergencia que, según relatan testigos presenciales a EL MUNDO, no aparecieron hasta pasados casi 20 minutos desde el inicio de las escaramuzas. Las calles vallecanas se convirtieron en lo que parecía un teatro de operaciones militares, en el que los ultras polacos llegaron incluso a vandalizar el interior de un bar.

Pese a la espectacularidad y violencia de los enfrentamientos, los choques solo registraron un herido y un detenido. No obstante, el número real de lesionados podría ser mayor. «En este mundillo todos sabemos que si vas al hospital después de una pelea van a acabar llamando a la policía y vas a acabar interrogado o con cargos, así que los hospitales no se pisan salvo que sea totalmente imprescindible», explican fuentes del entorno ultra.

Fuentes policiales indican que un hombre resultó herido leve tras recibir un golpe en la cabeza y fue trasladado al Hospital Gregorio Marañón, y que un aficionado del Rayo fue detenido en la calle Teniente Muñoz Díaz. La policía le acusa de delitos de riña tumultuaria y desórdenes públicos, tras haber sido presuntamente sorprendido junto a otros hombres golpeando a un hincha polaco.

Con estos antecedentes, la tensión era visible a pie de calle en las inmediaciones del estadio de Vallecas, donde la Policía Nacional desplegó un gran operativo con unidades antidisturbios y agentes a caballo, que dispersaron a grupos de aficionados rayistas que, desde la calle, se increpaban con los hooligans del Lech Poznan ya ubicados en las gradas.