El Dinamo de Zagreb, zona cero croata en la última batalla de 'Los hijos de la guerra': "Jugar aquí es sagrado"

El Dinamo de Zagreb, zona cero croata en la última batalla de ‘Los hijos de la guerra’: “Jugar aquí es sagrado”

Esta noche, en el Red Bull Arena de Leipzig, a las nueve y contra Italia, los últimos 'Hijos de la Guerra' resolverán su suerte en esta Eurocopa. Será su batalla final, insistiendo en la misma analogía bélica que les ha acompañado durante la última década. La última trinchera de un grupo histórico cuyo corazón, su zona cero, nace en Zagreb, en el Estadio Maksimir, propiedad del Dinamo, su club, la academia en la que se ha construido gran parte del éxito de una selección única.

«Ahí todos quieren ser el 'nuevo' Modric», explica a este periódico Alen Halilovic, una de las últimas grandes promesas salidas de la cantera del club. Por ella o el primer equipo del Dinamo de Zagreb pasaron Suker, Boban, Prosineki y nueve jugadores más de la plantilla que casi toca el cielo en el Mundial del 98, donde cayeron en semifinales contra Francia.

El récord del Dinamo

Por la cantera o el primer equipo del Dinamo de Zagreb pasaron Modric, Mandzukic, Lovren, Brozovic, Kovacic, Kramaric y siete futbolistas más del vestuario que, otra vez, casi toca el cielo en el Mundial de 2018, perdiendo la final, cosas del destino, también ante Francia. En ese partido, el Dinamo batió el récord de jugadores de un mismo club en la pelea por la Copa del Mundo: 14 en total.

Y de nuevo, por la cantera o el primer equipo del Dinamo de Zagreb han pasado Majer, Gvardiol, Baturina y otros jóvenes que ahora, en Alemania, forman la columna vertebral de una selección que no quiere dejar caer a la generación que les ha guiado hasta aquí. En esta Eurocopa vuelven a ser 14 futbolistas criados en el conjunto de la capital croata o que alguna vez han vestido su camiseta.

Un éxito que no parece tener fin. El juvenil es un fijo en la Youth League cada temporada y el primer equipo ha vuelto a ganar la Primera División de Croacia superando al Rijeka y el Hajduk Split, sus principales rivales. Siempre con la ayuda de los éxitos de la selección. La presencia de la selección en la final de 2018 le dio más de dos millones de euros al Dinamo, que ve recompensado así su esfuerzo local en competiciones internacionales.

«Se entrena muchísimo en esa cantera. Yo me acuerdo cuando tenía 11 o 12 años y ya era como un jugador profesional. Cada día dos entrenamientos. No te da mucho tiempo para ir a la escuela, te aprietan, pero cuando tienes 17 años ya estás preparado», explica Halilovic.

La 6º cantera de Europa

Según el último estudio del Observatorio CIES, el Dinamo de Zagreb es el 10º equipo del mundo y el 6º de Europa en la clasificación de clubes que han formado a más jugadores en activo en el mundo. Sólo le superan Ajax, Benfica, Sporting Lisboa, Dinamo Kiev y Barça en el viejo continente y Defensor de Uruguay, Nacional de Uruguay, River Plate y Boca Juniors en el resto del planeta.

Acumula 74 jugadores, por 86 del Ajax, el que más, 77 del Barça, 67 del Real Madrid, 58 del PSG, 47 del Manchester United y 45 del Manchester City, por poner otros ejemplos de clubes punteros que le superan en presupuesto, instalaciones y número total de jóvenes futbolistas en sus canteras. Da igual. El conjunto croata realiza campus de verano por todo el mundo, desde Australia a Canadá, a 175 dólares eldía. Es lo que tiene el éxito mundial.

El de Croacia es un vestuario rejuvenecido, que mira menos a la guerra y más al siglo XXI, con menos experiencia y, veremos, quizás menos fútbol. Eso explica la realidad de su selección, superado por España en la primera jornada, incapaz de ganar a Albania en su segundo encuentro y necesitada de un triunfo ahora para pasar a octavos. Por el fútbol y por el orgullo patrio. «Jugar en esta selección es sagrado», repite Luka Modric en la zona mixta de la Eurocopa. Él lo sabe mejor que nadie.

A sus 38 años, que serán 39 en septiembre, nadie se atreve a pronosticar el final de su carrera con su país. Que no le extrañe a nadie volver a leer las frases de este artículo en el Mundial de 2026.

Modric, que continuará una temporada más en el Real Madrid, es el último cimiento de esos 'Hijos de la Guerra'. El capitán croata que escapó de las bombas, como tantos otros de sus compañeros. Ahí está también Domagoj Vida, central de 35 años que entró en la lista pero no cuenta para Dalic; y Perisic, también de 35, apurando sus últimos minutos con su país mientras juega en Split. Ellos son los veteranos, con Brozovic, Kovacic y Budimir a medio camino entre la vieja y la nueva generación. La batalla, de todos.

Martin Adam, el "vikingo húngaro" al que atacan por su peso: "La última Eurocopa la pasé bebiendo cerveza en mi casa"

Martin Adam, el “vikingo húngaro” al que atacan por su peso: “La última Eurocopa la pasé bebiendo cerveza en mi casa”

Martin Adam (Szeged, 1994) es uno de los personajes de la Eurocopa. El delantero de la selección de Hungría se ha convertido en protagonista de estos primeros días en Alemania tras los dos primeros partidos de su equipo. Y no por sus goles, sino por su físico. Mide casi dos metros (192 centímetros) y su peso ha provocado miles de comentarios en las redes sociales, donde han criticado, con demasiadas burlas, su aspecto. Una situación que «le afecta», según explican desde el combinado magiar.

Porque la realidad es que Adam no supera los 87 kilos. "Nací así, es mi cuerpo, no estoy gordo. No puedo cambiar la genética", respondió en la sala de prensa, a la que acudió no por voluntad propia, sino porque el departamento de comunicación de su selección consideró que debía hablar para callar a los críticos.

«Me han llegado varios memes y normalmente me río de ellos. Lo único que puedo decir es que este es mi cuerpo», reflexionaba, suspirando y claramente incómodo. Prefiere hablar de otra cosa.

"Es siempre lo mismo con él"

No se trata de una conversación nueva para Adam, pelirrojo de barba prominente, fuerte y con aspecto de guerrero «vikingo», apodo que le pusieron en su país hace años. Su aspecto diferente siempre ha llamado la atención. «Es siempre lo mismo con él», explican en la selección, molestos con las bromas.

«Hemos visto las burlas de los idiotas, que son muy valientes en el ordenador. No podemos controlar a esa gente, pero es inaceptable, irrespetuoso. Su cuerpo es así desde que nació», asegura un enfadado Marco Rossi, seleccionador de Hungría. «Espero que marque porque sería muy satisfactorio para él y para todos. Es un tipo sensacional», añade.

Adam ha llegado a la concentración de su selección desde Corea del Sur, donde juega en el Ulsan HD, campeón de la liga nacional las dos últimas temporadas. Allí es una estrella. «Me paran por la calle para pedirme autógrafos y yo alucino», admite él. Y claro, uno piensa que no debe haber muchos húngaros pelirrojos y con barba en Corea del Sur.

"Nunca he estado ni cerca de eso"

El atacante fichó por el cuadro asiático en el verano de 2022, después de ser el máximo goleador de la liga húngara. Siempre, eso sí, con el debate sobre su peso a su alrededor. «Mi peso no es un secreto, pero no quiero que se convierta en un tema de conversación en la prensa o entre los aficionados. Leo que peso cerca de 110 kilos y nunca he estado ni cerca de eso», admitió en una entrevista a un medio húngaro hace unas semanas.

«Siempre he sido un tipo grande, que es algo que me hace ganar muchas jugadas. Una vez perdí fuerza y peso y creo que era peor jugador, así que volví a ganar kilos. Ahora hago todo de forma más inteligente con la ayuda de un especialista», explicó, reconociendo honestamente que «la última Eurocopa la vi en mi casa bebiendo cerveza». Así de sincero.

En Alemania, Adam está debutando en un gran torneo con su país. Acumula 23 internacionalidades y tres goles, dos de ellos en la fase de clasificación para esta Eurocopa. Para Rossi es su delantero suplente, un fijo. Disputó 12 minutos en el debut contra Suiza y 16 frente a Alemania. Dos derrotas que han dejado a Hungría contra las cuerdas, con la única esperanza de vencer por varios goles a Escocia y colarse entre alguno de los mejores terceros.

Cuando termine esta edición, Adam volverá a su pueblo. No le gusta la gran ciudad, la detesta. Se crió en una casa de campo con sus padres en Forraskut, un pueblo en mitad de la nada al sur de Hungría, y allí vuelve siempre que puede. Se está construyendo una casa al lado de la de sus padres a la que pretende regresar cuando se retire junto a su mujer y sus dos hijos. «Yo me crié en una granja, prefiero eso para mis hijos, que vean crecer patatas, verduras...», cuenta. Siempre al lado de su pareja, Gitta, con la que sale desde el colegio.

Hoy buscará su primer gol para callar a los bromistas.

Griezmann perdona a Países Bajos y el VAR salva a una Francia sin Mbappé

Griezmann perdona a Países Bajos y el VAR salva a una Francia sin Mbappé

Francia perdonó a Países Bajos, el VAR le salvó, Mbappé ni siquiera calentó y los de Deschamps se meten ahora en un pequeño problema. El empate entre ambos deja el liderato del grupo D igualado, con los de Koeman por delante al haber anotado más goles. La última jornada, con los galos enfrentándose a Polonia y los neerlandeses a Austria decidirá los puestos, pero los franceses ya no dependen de sí mismos.

Ante la ausencia de Mbappé, Deschamps fue fiel a sus principios: la casa, por los cimientos. Cero riesgo. Rechazó la idea de incorporar a otro delantero y entregó su equipo al mejor futbolista que tenía a su disposición: Antoine Griezmann. Francia fue un equipo a su medida, con Tchouaméni entrando para llevar el timón y Kanté y Rabiot en los interiores. Al lado de la estrella rojiblanca, Dembélé y Thuram para generar espacios.

Y hay que decirlo: Francia jugó mejor. Griezmann flotó en la mediapunta y tuvo las mejores ocasiones, aunque no estuvo acertado en ninguna de sus definiciones. Pero el combinado galo reaccionó mejor a las rápidas transiciones de los de Koeman con tres centrocampistas puros, uno más que contra Austria, donde sufrieron demasiado para su nivel.

Países Bajos tiene virtudes para hacer daño a cualquier equipo de esta Eurocopa. Reijnders, Frimpong, Simons y Gakpo no tiemblan, no pausan, muerden. Y Depay, lejos de su mejor nivel, se ofrece como boya. Koeman no animar a una presión alta cuando alguno de sus hombres de ataque da la orden, van todos como soldados. Así llegaron sus mejores opciones.

A los 50 segundos, el delantero del Atlético buscó al hueco a Frimpong, éste le ganó la carrera a Theo Hernández y sólo la estirada de Maignan evitó el 1-0.

El partido no quiso respirar. En el 13, Griezmann tuvo la oportunidad más clara de la primera parte. Thuram encontró a Rabiot dentro del área con un taconazo, el portero Verbruggen dudó en la salida y el centrocampista prefirió ceder a Griezmann en lugar de rematar. Una decisión que sorprendió al propio Antoine, que con toda la portería para él no consiguió acertar a rematar.

En la siguiente jugada, Kanté asistió a Griezmann desde el lateral del área y el capitán galo definió de primeras, rozando el palo neerlandés. Dos ocasiones que un campeón no debe perdonar.

Países Bajos respondió al momento con una arrancada de Gakpo que sacó Maignan, a lo que Francia contestó con un buen desmarque de Marcus Thuram, que se plantó en el área pero remató desviado. El duelo era brillante para el espectador neutral, pero conociendo a un entrenador como Deschamps, necesitaba pausa. Y la iba a tener.

A partir de la media hora, el choque entró en el terreno táctico. Francia asumió la posesión y los de Koeman esperaron su oportunidad para robar y salir en transición. La idea de ambos quedó clara hasta el descanso. En un lado, Tchouaméni al mando y Griezmann flotando. Al otro, Simons y Gakpo aguardando el momento de correr. Todos tuvieron sus tímidos intentos, pero el descanso llegó para bajar las pulsaciones del ambiente.

Francia salió de vestuarios con otra idea. No sólo tuvo una posesión estéril como en la primera parte, sino que dominó e hizo daño, llegando continuamente a la portería de Verbruggen. Primero Rabiot, luego Thuram, después Tchouaméni... Todo mientras Mbappé seguía sentado en el banquillo y el resto de sus compañeros calentaba. El galo no estaba para jugar o el cuerpo técnico no quería arriesgar, pero la cuestión es que no saltó al césped.

El error de Griezmann y el VAR

En el 64, Griezmann repitió el error de la primera parte. Una buena combinación entre Dembélé y Thuram dentro del área terminó con el balón en Kanté, que de primeras asistió al rojiblanco a metro y medio de la línea neerlandesa. Y Griezmann, de nuevo de forma incomprensible, dejó escapar el 0-1 y mantuvo con vida a PaísesBajos. Remató débil y Verbruggen desvió a córner.

Los de Koeman parecían totalmente K.O., encajonados en la frontal de su área mientras despejaban los ataques franceses. Pero ya se sabe cómo es el fútbol. Si perdonas, pagas. En el 70, Maignan detuvo un disparo de Depay y el rechazo lo envió a las redes galas Simons. 1-0 que sería anulado por el VAR tras una larga revisión. Los colegiados vieron fuera de juego de Dumfries, que molestó a Maignan en su intento de parar el remate del futbolista del Leipzig.

El tramo final fue un asedio francés, conscientes de la situación del grupo. Mbappé se desesperaba pero sus compañeros no pudieron con Verbruggen. Pinchazo de Francia.

El orgullo y las lágrimas de Ucrania, una selección en guerra: el himno cada día, vídeos de niños sufriendo, alertas de misiles...

El orgullo y las lágrimas de Ucrania, una selección en guerra: el himno cada día, vídeos de niños sufriendo, alertas de misiles…

El pueblo de Mykola Shaparenko fue completamente destruido. De los 6.000 ciudadanos que había sólo quedan 300 y no hay electricidad ni agua. La misma situación que la aldea de Serhii Sydorchuk. La ciudad de Lunin y Mudryk, Krasnohrad, está siendo bombardeada por el ejército ruso desde el inicio de la guerra y el seleccionador Serhiy Rebrov lleva diez años sin pisar su casa en Donetsk. Es la realidad de los hombres ucranianos, también futbolistas, que están disputando la Eurocopa de Alemania a miles de kilómetros de su hogar, si es que siguen teniendo uno.

Ucrania sufrió una dolorosísima derrota ante Rumanía (3-0) en su debut en un torneo que es mucho más que fútbol para ellos. Cómo no. "Sólo puedo decir que lo siento", admitía Lunin, emocionado. "Disculpas a nuestro país, pero tenemos que mantener la cabeza alta", pedía Sudakov. El fútbol es parte de la guerra, influye directamente en el ánimo de un país devastado.

Cada mañana y cada tarde, antes de cada entrenamiento, la plantilla se pone en fila, se lleva la mano al corazón y escucha el himno de su país. "Queremos mostrarle a Europa el carácter de nuestra nación", dice Rebrov. Es más una cuestión de orgullo que de triunfo. Una forma de devolverles a los soldados del frente todos los mensajes que les envían cada día.

Una selección sin hogar

Los 26 futbolistas y el cuerpo técnico de la selección llevan tres años siendo "nómadas". Así se definen ellos mismos: "el equipo nómada". Como el Shakhtar Donetsk, el club más importante del país, su casa ha sido todo el continente. Durante los últimos meses, Ucrania ha sido local en Praga, Varsovia, Eslovaquia, Polonia y Alemania, pidiendo hueco en los campos de otras federaciones, siendo animada por nacionalidades que no eran la suya y pisando un suelo que nunca pensaron en llamar 'hogar'. "Viajar es duro, pero nada comparado con lo que sufren nuestros soldados en el frente", admite con honestidad Rebrov.

Los móviles, obligados

En la concentración ucraniana nadie se atreve a hablar más de fútbol que de guerra porque nadie ha hablado más de fútbol que de guerra en los últimos años. No se lo pueden permitir. Estos días, a raíz de la decisión de Luciano Spaletti, técnico de Italia, de prohibir los teléfonos móviles en las salas de fisioterapia o en las comidas, este periódico preguntó en la expedición de Ucrania. "No nos lo podemos permitir", fue la respuesta. No hay tiempo para bromas.

Cada futbolista tiene en su móvil la aplicación de alertas de los misiles que llegan al país. La realidad es la que es. "Llevan bombardeando mi ciudad día y noche desde el inicio. Aún así, mi familia sigue en Krasnograd porque mis padres quieren seguir construyendo su vida en su hogar. Creen en la victoria de Ucrania", responde, contundente, Mudryk, estrella del Chelsea.

Aunque el resto de Europa se pueda haber acostumbrado, la realidad en el país es todavía más dura que antes. Según el último informe de Naciones Unidas, el número de civiles muertos en mayo fue un 31% superior al de abril. Y ese dato también llega a la selección.

Rebrov, lejos de darle importancia al fútbol, ha decidido que la guerra también entre al vestuario. Cómo no va a entrar. Antes del partido contra Rumanía, durante la charla motivacional, repetirá algo tan duro como necesario: enseñará a sus 26 futbolistas un vídeo de niños ucranianos hablando sobre lo que están sufriendo en la guerra, a qué país han tenido que escapar, a qué familiares han tenido que dejar atrás... Las imágenes provocan lágrimas, admiten en la concentración, pero también rabia. "Cuando ves estos vídeos entras al césped de otra manera. Es una motivación extra", ha reconocido estos días el entrenador. A veces, incluso, provoca demasiada excitación, demasiado sentimiento.

Después de la derrota contra Rumania, los jugadores pidieron al seleccionador que les dejara solos en el vestuario. Querían hablar, recomponerse. "Sí, me lo pidieron. Querían hablar entre ellos", confesó el técnico tras el duelo. La emoción es gigante en la plantilla, que tiene contacto directo con los soldados del frente. "Son conscientes de lo importante que es esto para el país", añade Rebrov.

En Alemania, la selección se reencuentra con más de un millón de refugiados ucranianos, la cifra más alta de toda la Unión Europea. Son niños y madres los que aparezcan en las gradas del Dusseldorf Arena esta tarde. Los demás seguirán en el frente, consultando en sus móviles o preguntando a sus compañeros si su país ha ganado un partido de fútbol. Una selección en guerra.

Todos contra Deschamps: una frase malsonante, el WhatsApp de Francia 98, la “división” en el caso Benzema, la política…

Actualizado Viernes, 21 junio 2024 - 00:04

Internet es traicionero, pero se ha convertido en nuestra propia memoria. Si uno busca en Google «Campeones del Mundial de Francia 1998» las primeras imágenes son de Zinedine Zidane levantando la Copa del Mundo rodeado de todos sus compañeros. Icono y leyenda de esa generación y de la historia del fútbol galo, Zizou marcó dos goles aquella tarde contra Brasil, pero no fue el primero en levantar la copa. El capitán era otro: Didier Deschamps, cuyo nombre hay que incluir en la búsqueda para encontrar su imagen elevando el trofeo.

El mismo Deschamps que ahora, 26 años después, tras haber conquistado otro Mundial como entrenador y acumular más de una década como seleccionador, sigue sin tener todo el cariño del pueblo francés, del vestuario del 98, de los periodistas y de los jugadores actuales. Estos últimos, revueltos ante las elecciones mientras él capea el temporal como soldado de la Federación Francesa. Para muchos, incluidos aquellos de la plantilla del 98, es un traidor.

Para saber más

«Me dan igual las críticas. No leo, no escucho. Puedes decir que soy un mamón, no es un problema. Si se va de las manos tomo acciones legales y ya está», explicó esta misma semana. La realidad, preguntando en la concentración de Francia en Paderborn, es que «Didier sólo quiere ganar. El resto le da igual». Y Didier, criticado e insultado, ha ganado, aunque no todo lo que gustaría en Francia y no todo lo que promete la mejor lista de jugadores del mundo.

Cuartos de final en 2014, finalista en la Euro de su país en 2016, campeón del Mundial 2018, octavos de la Eurocopa 2021 y de nuevo finalista del Mundial en Qatar. Quizás a raíz de esa frase que tantos firmarían han llegado la mayoría de sus problemas. El estilo de juego, la defensa, la ausencia de Benzema durante años, su vuelta cuando se convirtió en el mejor jugador del mundo, su fría relación con la prensa, sus discusiones con antiguos compañeros, su forma de llevar el vestuario... Una serie de situaciones que han derivado en algunos insultos demasiado exagerados, como «racista» o «dictador». «Nada de eso», admiten los periodistas galos en Alemania. «El caso Benzema dividió a la sociedad. Le llamaron 'racista', le hicieron pintadas... Le afectó mucho. Pero mira, cuando Karim se convirtió en el mejor del mundo, le volvió a llamar. Fue pragmático», resume Jeremy Jeanningros, de L'Equipe.

«Deschamps nunca será Zidane, eso está claro. Pero es una leyenda», explica Denis Menetrier, de Le Monde. «Zidane representa algo más. Es único, pero aún no ha sido seleccionador de Francia. Didier es una leyenda. Sólo le falta una Eurocopa para tener todo el traje, pero la gente quiere ganar y ganar con estilo». Claro, la Eurocopa.

Una Eurocopa salpicada por las elecciones y el enfrentamiento del vestuario contra la ultraderecha. Igual que en 1998. Y de nuevo, como en 1998, con Deschamps en el medio. De capitán a técnico. Del lado de una Federación que en palabras de su presidente, Noel Le Graet, criticó a Zidane. «No le cogería el teléfono a Zidane», dijo el directivo, que defendió a Deschamps y provocó un cisma en el vestuario del 98. «Deschamps no siempre viene a las comidas para celebrar el Mundial. Ha elegido su bando, la Federación», dijo Dugarry. «Tenemos un grupo de WhatsApp y hablamos. Le Graet tocó a nuestro Zizou... Pero él no está en el chat», añadió, refiriéndose al seleccionador.

En el césped, las críticas son feroces e incluso se ha creado una expresión malsonante para definir su «suerte» comparándola con el órgano sexual femenino: «La chatté à Dédé». «No me molesta en absoluto. Nunca me ha molestado. Puede ser peyorativo o se puede resumir como simple suerte. Una vez puede pasar con suerte y azar, pero cuando se repite, hay menos probabilidad. Me lo tomo con sorna y humor, también soy un charlatán. Espero que me acompañe durante mucho tiempo», bromea él.

Deschamps ha ido relajando su relación con el vestuario durante esta década. «Antes era más estricto. Ahora habla más con ellos, les hace bromas... Pero siempre con respeto», explica Menetrier, que admite que el técnico no tiene problema en «enfrentarse a la prensa». «Es que quiere controlar todo. No quiere frases que puedan desestabilizar al equipo durante el torneo», añade Jeanningros. Mientras, Deschamps lo de siempre: ganar su primera Eurocopa. Sin más. El cómo no importa.

Southgate desespera a una Inglaterra que tropieza pidiendo la hora contra Dinamarca

Southgate desespera a una Inglaterra que tropieza pidiendo la hora contra Dinamarca

Inglaterra puede llegar lejos porque en su plantilla tiene a algunos de los mejores jugadores del mundo. Bellingham fue el mejor de LaLiga, Foden MVP de la Premier, Harry Kane máximo goleador de la Bundesliga... El talento está ahí y compite de tú a tú con el vestuario de Francia, pero a Inglaterra le falta fútbol. Tiene la suerte de que esta Eurocopa es un torneo corto en el que prima por encima de cualquier cosa el talento, pero sin fútbol es complicado conquistar el continente por primera vez. Lo confirmó ante Dinamarca con un empate (1-1) y una actuación extremadamente decepcionantes.

Southgate, seleccionador inglés, no consigue hacer carburar al equipo. Contra Dinamarca repitió el once de la primera jornada, con el que sufrió para ganar por la mínima a Serbia, y repitió los mismos errores. Ha reconvertido a un lateral como Alexander-Arnold en mediocentro porque no ha encontrado en todo el país una opción mejor, pero ni así los 'Three Lions' fluyen. Al contrario, el colapso es todavía mayor porque el futbolista del Liverpool todavía no se ha hecho a la posición.

Inglaterra es predecible, plana y lenta con balón, y sólo crece en los errores del rival. Así llegó el 0-1. Dinamarca no le hizo ascos a la posesión y sólo sufrió en una única transición, la del primer tanto. Después de un intento de Foden unos minutos antes, en el 17 Bellingham envió un pase al hueco a Walker que se quedó corto, pero Kristiansen, lateral danés, se durmió y el lateral inglés le ganó el duelo. Llegó hasta el área y cedió atrás para que Kane se estrenara en el torneo. Delirio inglés.

El gol, curiosamente, le sentó muy mal a Inglaterra. Bueno, no es que le sentara mal, es que el gol llegó tan pronto que no dio tiempo a ver la realidad de esta plantilla. Sin fútbol no hay química, se nota en el lenguaje corporal de unos jugadores con demasiado por demostrar con su país. Desde Foden a Bellingham, desesperados a pesar de la victoria.

Dinamarca creció con balón. Sus tres centrocampistas, Hjulmand, Hjojberg y Eriksen se hicieron con la pelota crearon muchos problemas a su rival. Los daneses hicieron amplio el campo para combinar por dentro y desequilibraron la defensa inglesa, teórica virtud de Southgate.

Para Alemania o España es fácil pensar con balón y dormir los partidos, tienen jugadores para ello, pero Inglaterra o no sabe, o no puede o no quiere. Vive en el caos. En el 34, Kane se sacó el balón de encima tras un saque de banda y en vez de enviarlo a la otra banda, se lo entregó en la frontal a Kristiansen, que cedió a Hjulmand para que éste probara un disparo desde 28 metros que tocó en el palo derecho de Pickford y se coló en su portería. Un golazo.

Inglaterra estaba K.O, con Saka como único punto de luz, y Dinamarca siguió dominando. Hay que insistir en el lenguaje corporal porque ayuda a entender las situaciones. Quejas, nervios, brazos en alto, protestas a los compañeros y al árbitro... «¿Qué pasa en este equipo?», se anima uno a preguntar a un compañero inglés: «Mira al banquillo». Para los aficionados y periodistas ingleses, Southgate es el problema.

Los cambios de Southgate

Lastrado por un estilo de juego inexistente, el seleccionador inglés movió su árbol, para sorpresa de los expertos. En el 53 quitó a Arnold y metió a Gallagher, un centrocampista, y después de que Foden estrellara un balón en el palo desde la frontal, su posición favorita, el técnico realizó un triple cambio inesperado. Retiró a Kane, Foden y Saka y le dio el ataque a Eze, Bowen y Watkins. Secundarios en el lugar de las estrellas mundiales.

En el 71, Watkins no acertó a definir ante Schmeichel tras un pase al hueco de Bellingham. Parecía que el plan de Southgate podría funcionar, pero el tramo final fue un monólogo danés. Los nórdicos pudieron marcar en tres ocasiones, especialmente en una arrancada de Bah hacia el área que Guedi llegó a salvar.

Inglaterra era un flan, fallando pases cortos, perdiendo los duelos individuales y, de nuevo, con gestos de nervios y desesperación en el césped, en el banquillo y en la grada, que abucheó a su selección. Los británicos terminaron el partido pidiendo la hora, asegurando cuatro puntos y pensando ya en Eslovenia.

La diana de Inglaterra sobre Foden, el 'Iniesta de Stockport': "Preguntadle a Guardiola..."

La diana de Inglaterra sobre Foden, el ‘Iniesta de Stockport’: “Preguntadle a Guardiola…”

Inglaterra vive en el debate y la presión. El país suma 58 años (desde el Mundial de 1966) sin ver a su selección ganar un torneo importante y lleva ya demasiado tiempo anunciando, sin suerte, que "el fútbol está vuelve a casa (football is coming home)". Tiene al mejor jugador de la última liga española, Jude Bellingham, y al nombrado MVP de la Premier League, Phil Foden, elevado por Pep Guardiola a los altares del fútbol inglés. Pero tras el debut ante Serbia en la Eurocopa la diana se ha puesto sobre el futbolista del Manchester City. No es la primera vez ni será la última.

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El crecimiento de Foden con Guardiola es inversamente proporcional a la evolución del jugador en la selección. Unos le echan la culpa a Gareth Southgate, otros al propio centrocampista, pero la realidad es que la máxima estrella de la Premier League no rinde con la selección nacional. Y eso, en el país de los tabloides y el sensacionalismo, es carne para las fieras.

"No ha tenido ningún impacto y salía del lado izquierdo para ocupar el mismo espacio que Bellingham y Kane. Un desastre", dijo Yahoo. "No consigue sacar lo mejor de sí mismo con Inglaterra", asegura The Independent. "Inglaterra tiene un problema con él", publicó el Express. "Necesita recuperar su personalidad", le critica la BBC. "Vuelve a sufrir", resume el Mirror. "Tiene riesgo de convertirse en un enigma constante con la selección", avisa The Guardian.

Los dardos también van en la dirección de Southgate, muy criticado tras el estreno por la posición en la que jugó Foden. En el City, el centrocampista juega centrado, pegado a De Bruyne, cerca de Rodri y con la posibilidad de llegar mucho al área rival. Así nacieron gran parte de los 27 goles y 12 asistencias que sumó en la última temporada. Pero contra Serbia Southgate le situó en la banda izquierda y dejó el centro para Bellingham, autor del único gol del partido.

"No ha jugado ahí en el City, no le es familiar", le defiende The Independent. "Tienen libertad para intercambiarse la posición", insistió Southgate después del duelo. Pero la idea no cuajó.

Detrás de estas críticas se esconde una realidad: el deseo de gran parte de la opinión pública del fútbol inglés de que Guardiola asuma el cargo de seleccionador nacional. Nadie mejor que él ha entendido a Foden y justo ahí nace un pequeño conflicto entre los dos entrenadores.

"Preguntadle a Pep, con él juega en la banda, con libertad, no en el centro", contestó, molesto, Southgate en uno de los parones de la temporada. "Gareth sabe que puede jugar en todas las posiciones. Phil tiene instinto, no le voy a parar", contestó Pep.

Con 35 internacionalidades a sus espaldas, Inglaterra sigue esperando una gran noche de Foden con la selección. No la ha tenido. ¿La razón? "Lleva años madurando en la academia del City, donde todo está sincronizado, aquí hay que improvisar", insiste The Guardian.

Y ahí empieza todo, en la academia del City. Ahí le empezaron a poner el apodo de 'El Iniesta de Stockport', en referencia a su ciudad de nacimiento y a su parecido con el centrocampista español. "Andrés era muy, muy bueno. Es un gran elogio", ha dicho sobre el mote.

El número 47

En su espalda con el City, el número 47, en honor a su abuelo, Walter, fallecido a esa edad. Cuando Agüero dejó el equipo le ofreció el dorsal, pero Foden lo rechazó para mantener el homenaje familiar. Por él lleva también el segundo nombre, Phil Walter. "El número 10 es una responsabilidad muy grande, pero tengo una relación especial con el 47", resumió.

En Inglaterra, el 10, por la camiseta y por la posición en el césped, lo lleva Bellingham, mientras que Foden porta el 11 escorado a la izquierda. "Su personalidad no es como la de Bellingham", ha comentado Rio Ferdinand, leyenda de la selección. "Necesita dar un paso adelante", le animó Cesc Fábregas en la televisión británica.

En algunos tabloides han intentado construir una polémica alrededor de la relación entre los dos iconos de los 'Three Lions', pero ambos han salido a defenderse. "Es un gran talento, un líder. Nuestra relación en el césped es buena por momentos, está mejorando. Disfruto jugando con él", ha admitido esta semana Foden.

Alemania barre a Hungría y grita más alto que lo tiene todo para soñar

Alemania barre a Hungría y grita más alto que lo tiene todo para soñar

Alemania demostró ante Hungría que tiene todos los ingredientes de un campeón. Lidera su juego un centrocampista de época como Kroos, lo ejecuta una driblador insaciable como Musiala que además repitió gol, su columna vertebral la completan estrellas como Gündogan, que hoy vio puerta, y Wirtz y, por si fuera poco, en su portería brilla como en sus mejores días el veterano Neuer, salvador por momentos esta tarde. [2-0: Narración y estadísticas]

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Nagelsmann repitió el once que arrolló a Escocia en la primera jornada, con Wirtz, Musiala y Havertz arriba y Kroos, Gündogan y Andrich en el medio. Los seis fluyen a la perfección, con Kroos en el eje, Andrich como perro de presa y los otros cuatro intercambiando posiciones sin parar. Es un fútbol bonito de ver, la verdad.

Y eso que Hungría saltó al césped consciente de su realidad en el torneo. Después del 1-3 contra Suiza, otra derrota les dejaba en el precipicio. A los 15 segundos, Neuer evitó el primer gol del partido ante la llegada de Sallai, que quería un aprobar un fallo de entendimiento entre Rüdiger y Tah.

Encerrada atrás pero con velocidad para salir a la contra, los magiares agradecieron no llevar el peso del duelo, como contra Suiza, donde sufrieron en las transiciones. En los primeros minutos, a Alemania no le quedó más remedio que buscar en largo a Havertz, poderoso ante Orban y a punto de hacer el primero en el 10. Gulacsi detuvo su volea, pero Hungría supo que su espalda estaba en peligro.

Esos ingredientes que hacen candidata a Alemania le permiten también dominar el juego con la pausa necesaria para generar espacios en la defensa rival. Un rato por la izquierda, otro por derecha, un pase atrás a Rüdiger, empieza de nuevo con Kroos... Y así hasta que aparece un hueco. Es la versión que más se acerca a un hipotético tiqui-taca. Así llegó el 1-0.

En el 21, cuando apareció el espacio, Wirtz recibió entre líneas, se giró y buscó a Musiala en la frontal, éste dejó de primeras a la llegada de Gündogan y después de un forcejeo con Orban, recogió el balón suelto y asistió a Musiala para que anotara su segundo gol de la Eurocopa. Hungría pidió falta, pero el VAR confirmó el tanto.

Los magiares, hundidos en el torneo con el gol, buscaron el empate, pero se encontraron con Neuer. En el 25, el portero voló en una falta de Szoboszlai que apuntaba a la escuadra y estuvo rápido para evitar que Bolla marcara el rechace.

Fueron los mejores minutos de los de Marco Rossi, que estuvieron cerca de empatar cuando Tah saltó para evitar el gol de Szoboszlai, desesperado.

Superado el susto, Alemania volvió a controlar el duelo camino del descanso. De nuevo moviendo a su rival, de nuevo esperando el espacio, sin prisa, sin pausa. En el 43, Wirtz encontró a Musiala en la frontal y el del Bayern armó rápido un disparo que rozó el palo izquierdo de la meta de Gulacsi.

Hungría todavía tendría otra oportunidad antes del intermedio. Szoboszlai lanzó una falta lateral que hizo estirarse a Neuer y Sallai marcó en el desvío, pero era fuera de juego.

En el segundo tiempo no se rompió el guion, asumiendo el combinado magiar que no iba a poder robarle la posesión a Alemania por mucho que lo intentara. Aguantar y esperar a la contra fue su plan. Ante eso, calma germana hasta que aparecieran las opciones.

En el 53, Gündogan comenzó a encontrar su sitio entre los centrales húngaros. Kroos le encontró, aunque Gulacsi sacó el disparo final, pero ya avisaba. En el 68, Mittelstadt arrancó con tiempo por la izquierda, Gündogan esperó el pase en el punto de penalti y definió con la izquierda a gol.

Sentencia alemana y hundimiento definitivo de Hungría, que tendrá que hacer cuentas, si es que le da alguna, para ver si puede entrar como una de las mejores terceras en caso de ganar a Escocia en el último partido.

El duelo no tuvo para más. Monólogo continuo de Alemania en busca de mayores alegrías y minutos para los suplentes de Nagelsmann. Kimmich casi hace el tercero en el 68 y en el 74, pero se encontró con un Gulacsi que evitó una goleada mayor volando también a un disparo de Sané. Alemania ya está matemáticamente en octavos de final.

El viaje del poeta ‘Bambi’ Musiala, la esperanza alemana: textos, ajedrez y karate en Londres antes del Brexit

Actualizado Martes, 18 junio 2024 - 23:12

«¡Bambi! ¡Bambi!».Leroy Sané es el hermano mayor de Jamal Musiala en la selección alemana. Los dos juegan en el Bayern y los dos pasaron parte de su juventud en Inglaterra. Les une la vuelta a casa, al hogar. Por eso, por su cara de niño, su cuerpo fino y, dice, «su sensibilidad», Sané llama Bambi a Musiala desde hace años. En los pasillos del Allianz Arena de Múnich, después del partido inaugural en el que Bambi marcó un gol y fue nombrado MVP, se lo volvió a llamar. Ese niño de 21 años que nació en Stuttgart, donde juega esta tarde, y creció en Inglaterra junto a Bellingham es ahora la ilusión de Alemania. A su espalda, de padre nigeriano y madre de ascendenciapolaca, una vida de viajes, fútbol, karate, ajedrez y poesía.

Para saber más

Para saber más

Para entender la calidad del crío Jamal basta con leer una publicación deFacebook que escribió un entrenador del Southampton cuando le conoció, en 2011. La familia se acababa de mudar de Alemania a Inglaterra porque a su madre, de la que lleva el apellido, le dieron una beca de cuatro meses en la Universidad de Southampton. Jamal tenía siete años y ya era conocido en su pueblo germano por su talento futbolístico.

Nada más llegar, los padres supieron que debían apuntar al niño a algún equipo. Hicieron varias llamadas, sin suerte, y se presentaron directamente en el estadio del Southampton, donde coincidieron con Rosh Bhatti, un técnico del club. Durante esos cuatro meses Musiala estuvo jugando en varios equipos, hasta que la beca de su madre terminó y tuvo que volver a Alemania por poco tiempo. A su madre le salió trabajo en Londres y la familia regresó al Reino Unido de forma permanente. Sobre la mesa de los padres, tres clubes: Southampton, Chelsea y Arsenal. «El Southampton está intentando fichar a un jugador que tiene mucho talento, tiene siete años pero estoy convencido de que será jugador profesional. Si quisiérais hablarle del equipo y evitar que se fuera a otro club, ¿qué le dirías a él y a su familia?», preguntaba en Facebook Bhatti.

El poema de Musiala

La intención era buena pero las respuestas no sirvieron, porque la familia terminó eligiendo al Chelsea por la cercanía con el trabajo de su madre. Ahí creció Jamal, que en el colegio se apuntó al club deajedrez, iba a clases de karate y ganó el concurso de poesía de la escuela gracias a un poema en el que narraba su primer día en la ciudad deportiva del Chelsea. «Estoy sentado en el coche. Miro por la ventanilla. Fuera hace frío, es invierno. Pero estoy sudando. Estoy nervioso. No sé qué va a pasar. De repente, el coche se para. Cierro los ojos. Respiro hondo. Ya no estoy nervioso. Estoy contento. Sé lo que tengo que hacer. Mi padre abre la puerta y me dice: '¡Buena suerte en tu primera prueba para uno de los mejores clubes de la Premier League!'», decía el texto.

Su excelente nivel en el Chelsea le llevó hasta las inferiores de Inglaterra, con las que eligió jugar por la facilidad para disputar torneos internacionales y porque tras haber llegado con siete años al país, lo sentía como suyo. Ahí hizo pareja futbolística y amistad con Bellingham, compañero de generación. Jude, con el número 8 y Jamal con el 10. «Le quiero mucho. Es uno de mis mejores amigos en el mundo del fútbol», ha dicho Bellingham, que recibió un vídeo de Musiala cuando el inglés ganó el Trofeo Kopa: «Estuvimos tres años juntos en la selección, fue increíble».

El Brexit y su vuelta a Alemania

Pero ese camino juntos se rompió por la decisión de Musiala de representar a Alemania... Y por el Brexit. Jugó con Inglaterra en sub'15, sub'16, sub'17 y sub'21 e incluso capitaneó a los británicos contra Alemania en 2019, tenía amigos ahí y sentía Inglaterra como su «casa», pero terminó volviendo al país en el que nació. La implantación del Brexit y la situación de sus padres, alemana y nigeriano, «afectó», insisten hoy los periodistas alemanes.

Su madre dejó el trabajo y en 2019 volvieron a Alemania, donde el Bayern le cazó. Tenía 16 años. Unos meses más tarde, Hansi Flick le hizo debutar, con gol, en la Bundesliga ante el Leipzig de Nagelsmann, ahora seleccionador, y de Gulacsi, portero de Hungría al que se enfrenta hoy. Es el viaje de Jamal.

Así funciona el balón inteligente que rige la Eurocopa: un chip, 20 piezas, 500 datos por segundo...

Así funciona el balón inteligente que rige la Eurocopa: un chip, 20 piezas, 500 datos por segundo…

Si el lunes estuvo viendo el Bélgica - Eslovaquia seguramente alucinó con los gráficos que aparecieron durante la revisión del gol de Lukaku, más propios de una consulta médica que de un partido de fútbol. Si no lo vio, se lo explicamos. En plena retransmisión televisiva pudimos observar una especie de monitor cardíaco que latía por momentos. ¿Qué es eso? Digamos, sencillamente, que el balón de la Eurocopa tiene vida propia.

La UEFA ha estrenado en este torneo el FUSSBALLLIEBE, que en alemán significa «amor por el fútbol». Una pelota que incorpora por primera vez la tecnología Connected Ball de adidas, que proporciona una visión sin precedentes de cada elemento que entra en contacto con el balón y de su propio movimiento. Es decir, envía datos del balón a los árbitros en tiempo real. De esta manera, contribuye al proceso de toma de decisiones del colegiado de campo y de la sala del VAR.

Vayamos por partes. Primero, el diseño. Según la marca y la organización, el uso de colores rojos, azules, verdes y naranjas celebra «la vitalidad de los países participantes» y en todos los balones se pueden ver los estadios y el nombre de las diez ciudades anfitrionas.

Segundo, y más importante, la tecnología. Entre este Connnected Ball y el fuera de juego semiautomático, la UEFA ha dejado en manos de la tecnología muchas de las decisiones del torneo. El gol anulado a Bélgica por mano de Openda ha sido lo más sonado. El monitor mostró si la mano del futbolista tocó el balón y, y esto es el gran avance de la herramienta, el grado de intensidad.

El interior del balón

Todo esto se consigue porque el balón lleva integrado en el centro de la esfera un chip, un sensor, conectado a la superficie de la pelota mediante unos sensores, capaz de registrar 500 datos por segundo. Mediante geolocalización, y con la ayuda de las diez cámaras especializadas que hay alrededor del estadio y que rastrean cada acción y cada contacto, determina qué parte del cuerpo y con qué fuerza ha tocado el futbolista la pelota.

Olvídense del balón de toda la vida. Esto es otra cosa. 20 piezas encajadas meticulosamente entre las que está controlado hasta el aire que entra y sale del esférico. De esta manera son cuatro árbitros en el césped, dos en la sala del VAR, tres operadores de vídeo y un balón con inteligencia artificial los que determinarán la justicia de este torneo, y veremos de los futuros, porque la tecnología ha llegado para quedarse. En Alemania tenemos el balón y el fuera de juego, pero también la tecnología de la línea de gol, que se usa en las competiciones internacionales desde hace años.

Todo se coordina desde el Football TechnologyHUB (FTECHhub) situado en Leipzig, Germany, con cuatro cabinas de videoarbitraje para monitorizar los errores y los aciertos de los colegiados. En el HUB se reciben y coleccionan todos los datos de todas las tecnologías y se distribuyen a las diferentes herramientas. Nada se escapa. Ya no habrá goles fantasma, manos que no se pitan ni tantos en fuera de juego. Es otro fútbol.