La muerte de Raül Tomás es otra muestra de la peligrosidad de una prueba de otra época, de las que ya no quedan en el deporte mundial
Hace unos años, en busca de una explicación, el New York Times entrevistó a varios ganadores del TT Isla de Man, la carrera de motos más peligrosa del mundo, y no encontró razones, sólo entrañas, frenesí, inconsciencia. “Si Roger Federer se equivoca en un golpe, pierde un punto. Si yo me equivoco en una curva, pierdo la vida”, lo definió a la perfección Richard Quayle, piloto local, dos veces vencedor, cuyo mayor éxito es que ahora, ya retirado, sigue vivo.
El TT Isla de Man es una barbaridad de las que ya no quedan en el deporte mundial. Por resumir, es como si se cerrase al tráfico las dos carreteras principales que cruzan la Isla de Menorca, con sus baches, sus rotondas, sus pasos por pueblos, sus bordillos, sus alcantarillas o sus muros y decenas de motoristas diesen vueltas a más de 200 kilómetros por hora ¡de media! Hasta superar los 260 -no hay cifras oficiales- cada año hay fallecimientos, el último, el español Raül Torras, de 46 años, mosso d’esquadra encargado del tráfico en un pueblo de Girona, Sant Hilari Sacalm, y experto en la carrera.
La había corrido ya cuatro veces, inscrito siempre en varias categorías, y a la quinta topó con la desgracia. En la última vuelta de la carrera Supertwin, al paso por el cottage Alpine, es decir, en el ecuador del trazado de 60 kilómetros del TT Isla de Man, un accidente acabó con su vida. “Raül era un competidor experimentado del TT que hizo su debut en el 2017 y obtuvo su mejor resultado con su decimoquinto puesto el año pasado en la carrera Supertwin. Hoy mismo había registrado su vuelta más rápida del circuito en la carrera Superstock, con una velocidad media de 125.470 millas por hora, asegurándose así el puesto vigésimo en la clasificación final”, anotó la organización al informar sobre su muerte.
“Estoy aquí porque quiero”
El propio Torras, en una entrevista en ‘Superbild’, había intentado racionalizar los motivos por los que seguía corriendo en un trazado tan peligroso. “Lo más sorprendente de la Isla de Man es la pasión con la que la gente, la organización y los aficionados lo viven.Te engancha el reto, el desafiarse a uno mismo, el ambiente, el lugar…. todo”, comentaba, aunque luego aceptaba la insensatez: “Estoy aquí porque quiero y porque me encanta. Es una de mis mayores motivaciones. No necesito que la gente lo comprenda, pero al menos sí que lo respete”.
El TT Isla de Man, en ese rinconcito entre Irlanda y el Reino Unido, se celebró por primera vez en 1907 y entre 1949 y 1976 estuvo incluido en el actual Mundial de MotoGP, por lo que por allí pasaron Giacomo Agostini, Mike Hailwood o Phil Read. En 1976, cuando la Federación Internacional de Motociclismo decidió marcharse de allí, se barajó su desaparición, pero ocurrió todo lo contrario. Con un halo de prueba fuera del sistema, adquirió mayor popularidad y siguió celebrándose, pese a todo, contra todos. Varias federaciones, entre ellas la española, han prohibido correr en la isla, no emiten licencia para hacerlo, pero los pilotos igualmente encuentran la manera: Torras, de hecho, competía como andorrano.
Cada vez las motos van más rápido, cada vez el peligro es mayor, pero las autoridades de la Isla de Man están convencidas en mantener la carrera, siempre con el mismo recorrido, siempre con las mismas medidas de seguridad, cueste lo cueste. Es el evento que más le distingue ante el mundo y el que muestra, de alguna forma, su manera de ser. Al llegar a la isla, a su capital, Douglas, hay un cartel que reza: “Si no te gustan nuestras reglas, cada media hora sale un barco”. El TT Isla de Man sigue esa filosofía.