A España no le pudo el vértigo. En un partido abocado a un final más trepidante de lo que habría deseado, acabó por imponerse a Hungría (69-60) y peleará por el oro en el Eurobasket. Alba Torrens, autora de 27 puntos tras una primera parte de altísimo voltaje, y Maite Cazorla (16 puntos) fueron los grandes argumentos ofensivos de un equipo siempre solidario y perfectamente construido desde una defensa implacable cuando sus engranajes están bien alineados. Unas tareas, las destructivas, en las que de nuevo hay que destacar la labor realizada por Laura Gil, siempre dispuesta a sacrificar lo personal por lo colectivo.
Será la sexta final para España, en busca de su quinto título continental tras los oros de 1993, 2013, 2017 y 2019. Su rival saldrá esta noche del duelo entre Bélgica y Francia, dos habituales del podio europeo durante la última década. El último desafío para el grupo dirigido por Miguel Méndez, que tras la derrota en el debut ante Letonia ha venido incrementando su rendimiento de un modo asombroso.
La acostumbrada intensidad defensiva volvió a teñir los primeros compases de la semifinal, con un intercambio de golpes entre Alba Torrens y Cyesha Goree. Pese a las constantes alternativas en el marcador, las sensaciones eran tremendamente positivas.
Triples para el 36-20
De hecho, el optimismo se confirmó durante el segundo periodo, con un parcial de 18-6 que le permitió a España abrir una brecha de 16 puntos (36-20). Alba Torrens, de nuevo, y Maite Cazorla, cada una con dos triples, contribuyeron decisivamente a darle un duro golpe a Hungría del que, no obstante, el rival acabaría por recuperarse gracias a un arreón final de Agnes Studer, que enviaría el choque al descanso con un 38-28. El trabajo destructivo de la selección cristalizó en varias pérdidas del rival, una de las claves de un segundo acto que habría podido ser aún más determinante para España.
Tras la reanudación, a pesar de que la logró ponerse de nuevo 16 puntos arriba con un muy buen arranque, Hungría, poniendo una marcha más en defensa, llegó a recortar la distancia hasta cuatro puntos con un parcial de 4-18, gracias a las oportunas apariciones de Reka Lelik, Veronika Kanyasi y la gigante del torneo, Bernadett Hatar (2,08 m.), que enviaría el duelo al último cuarto con un 50-46.
En el último periodo, las húngaras redoblaron sus esfuerzos para ponerse a tres puntos de distancia (56-53), pero España, recuperando sus mejores prestaciones en tareas defensivas y con la oportuna aparición de Maite Cazorla, sabría apretar los dientes para sufrir lo justo. Con un último parcial de 13-7, en el que a Studer le tembló de nuevo el pulso en los tiros libres, su gran talón de Aquiles en este torneo, el conjunto que dirige Miguel Méndez se hizo con un más que merecido triunfo por 69-60 que lo mete, otra vez, en la gran final de un Europeo.
El escenario, tan insólito, podría ser el siguiente. Cuando en unas semanas Sergio Scariolo anuncie la convocatoria de la selección absoluta para el próximo Eurobasket y, además, añada los nombres de la novedosa España B que la escoltará en su camino, pensando en futuro, se producirá el siguiente fenómeno: los sueldos de muchos de los jugadores del segundo combinando, más jóvenes ellos, serán superiores a la de la mayoría de los del primero. «Quitando a Santi Aldama (seis millones de dólares el próximo curso en los Grizzlies) y a los hermanos Hernangómez, los tres siguientes mayores salarios de jugadores españoles están en la NCAA», explican expertos en el mercado. La «revolución total».
Aday Mara, Baba Miller, Álvaro Folgueiras o Great Osobor ganan más que Llull, Garuba, Abalde o Brizuela. Por ejemplo. El mayor ladrón de talento del baloncesto nacional está al otro lado del charco y no es la NBA. Desde que en el verano de 2021 la liga universitaria se desprendiera de complejos y empezar a pagar a los jugadores a través del artilugio que denominó NIL (Name, image and likeness), el éxodo ha sido masivo. «Ocho de los 10 mayores proyectos de estrella del baloncesto español están formándose fuera». Ha dejado de ser una competición amateur: no pueden pagar a sus estrellas por sus logros deportivos, pero sí, por ejemplo, por su presencia en redes sociales o por participar en campañas publicitarias.
Lo que antes era rareza es ahora norma. Y al revés. Expoliados han sido Madrid y Barça, en cuyas oficinas empieza a plantearse aquello de para qué sirven sus canteras. Sergio de Larrea, campeón del mundo júnior en 2023 e inmerso a sus 19 años en los planes de Pedro Martínez en el Valencia que disputará la final de ACB, es excepción. «Seguramente ganaría más dinero en otra parte. Pero han cuidado de él y le están dando minutos... Cada decisión es un mundo», exponía hace unas semanas Juancho Hernangómez. El madridista Hugo González también entra en ese grupo, aunque el próximo draft de la NBA escribirá su futuro.
Este verano el fenómeno ha dado otra vuelta de tuerca. Es tal el músculo económico de las universidades americanas, que hasta jugadores que ya han se han asentado en ACB (o están en ello) han decidido dar el salto. Ahí están los casos de Rubén Domínguez (del Bilbao Basket a Texas A&M) o Mario Saint-Supéry (de estar cedido por Unicaja en Manresa a estar eligiendo destino en la NCAA) quien incluso abonará su cláusula de salida, en torno al medio millón de euros. También no españoles, claro. El belga De Ridder, también de Bilbao, dará el salto con casi 24 años. «Es una mezcla de todo. Lo más importante es lo económico, claro. En algunos casos es dinero que nunca van a ganar en Europa. Son salarios a los que en España sólo tiene acceso el Madrid y el Barcelona, oportunidades que no se pueden dejar pasar», explica Guillermo Bermejo, Director Europeo de la agencia You First, que desgrana un fenómeno «imparable».
Raúl Villar, con el Barça.ACB Photo
«Desde el momento en que se aprueba el NIL... El verano pasado ya se empiezan a pagar unas cantidades bastante altas. Y este año ha explotado completamente. Ante el anuncio de las normas que van a regular las cantidades pagar, tras el juicio que se está llevando a cabo, se han gastado el dinero. Va a seguir siendo un mercado que para chavales de 18 ó 19 años no existía antes y se van a seguir pagando grandes cantidades, pero seguramente no al nivel de este verano", explica, añadiendo los otros dos factores. "Por otro lado, la NCAA ha bajado la mano con los criterios de amateurismo. Antes, un jugador que hubiera cobrado de un club, era imposible. Ahora hay ciertos mecanismos que permiten eso", sigue. "Quizá la parte más compleja sea la académica. Lo que no quieren es que vayan jugadores con notas cuestionables o que no hayan aprobado el Bachillerato. Eso lo miran con lupa".
Los casos son incontables. Dame Sarr dejó tirado al Barça en plenos playoffs de la Euroliga para jugar Nike Hoop Summit, un torneo de exhibición. Lo que para cualquiera parecería una locura, tiene una argumentación. El italiano cobrará casi tres millones la próxima temporada en Duke. Del Barça también salta Raúl Villar (a Charlotte) o Mathieu Grujicic (a Ohio State), como el año pasado lo hizo Kasparas Jakucionis hacia Illinois. El éxodo en el Madrid es insólito: Gildas Giménez (Bella Vista CIA) y Sidi Gueye (Arizona) se unen a los que ya se fueron (Egor Demin, Ismaila Diagné, Jan Vide...). Juanma Ruiz, Guillermo del Pino, Lucas Marí, Ian Plattweuw... La lista es interminable.
Saint-Supéry, defendido por Huertas.ACB Photo
Una huida que no tiene por qué ser negativa, porque el panorama en España lleva siendo años desolador para el interés de los canteranos. "Esta temporada el número de jugadores seleccionables en ACB ha sido del 23%, un descenso paulatino cada año", protesta Alfonso Reyes, presidente de la ABP (sindicato de jugadores), que recuerda que los equipos españoles han estado años "esquilmando canteras de Europa y África" y ahora ven cómo el fenómeno se les vuelve en contra. Y que ve con buenos ojos, aunque "llega tarde y sin contar con la ABP", la liga sub 22 que este miércoles anunciarán la FEB y la ACB (con el respaldo económico, unos cinco millones de euros, del CSD) y en la que los equipos que participen (aún por confirmar) deben tener al menos seis jugadores seleccionables.
El caso es que la peregrinación es la comidilla del baloncesto europeo desde hace tiempo. Hace unos días, Juancho Hernangómez razonaba en Piratas del Basket: "Es una puerta que años antes no había y me parece una gran oportunidad. Si los chavales universitarios en cuatro años pueden ayudar a su familia y, por así decirlo, tener la vida hecha, ¿por qué no? ¿Cómo vas a decirle a un chaval de 19 o 20 años que no coja un millón y medio o dos millones?". "¿Quién les va a prometer minutos en ACB? Dime cuántos chavales están jugando en ACB", se quejaba. "Si se van a la NCAA, qué jugadores de 22-23 años va a haber aquí dentro de cuatro años. A qué se va a jugar, si la media de los equipos va a ser de 32 y 33 años. Me preocupa eso", exponía Ibon Navarro.
La FIBA ha intentado reaccionar, temiendo también por sus ventanas de clasificación en mitad de temporada, puesto que los chicos de la NCAA no iban a tener el permiso. "Las universidades están cada día más cerca de ser entidades comerciales, clubes profesionales, y eso desafía nuestro ecosistema", reconocía Andreas Zagklis, secretario general, que avisó: "No podemos quedarnos de brazos cruzados, ni podemos permanecer como meros observadores".
Mark Walter empieza a consolidarse como el magnate del deporte por antonomasia en Estados Unidos. La firma de la operación más importante en la historia de las franquicias americanas por un monto que rondará los 10.000 millones de dólares le aúpa a ese podio. Con el anuncio de su adquisición de Los Angeles Lakers a la familia Buss, el CEO de TSW Global y Guggenheim Partners, un multimillonario de 65 años de Cedars Rapids, Iowa, pasa a controlar los dos equipos más emblemáticos de la segunda ciudad en importancia del país, junto con Los Angeles Dodgers. Es un hombre respetado y admirado en el sur de California por su gestión y su larga trayectoria con equipos de diversa índole.
Por eso no es extrañar que uno de sus socios en el equipo de béisbol, además de leyenda de los Lakers que se hicieron con cinco anillos de la NBA en los 80, el eterno Magic Johnson, aplaudiera sin ambages el traspaso de poderes. "Su motivación es ganar, la excelencia y hacer todo correctamente. ¡Y pondrá los recursos necesarios para ganar!", escribía el ex jugador en su cuenta de X. "Entiendo por qué Jeanie [Buss] le vendió el equipo a Mark Walter porque son iguales: son competitivos, tienen un gran corazón, les encanta contribuir y ambos prefieren estar entre bastidores. Esto tiene todo el sentido del mundo. ¡Estoy muy, muy, MUY feliz y emocionado por los fans de los Lakers de todo el mundo!".
No es, sin embargo, un hombre especialmente conocido. Pese a la enorme exposición que tienen sus equipos, le gusta volar bajo el radar y mimar su privacidad. Se deja ver poco e interfiere lo justo en las operaciones diarias de sus equipos. Y bien podría haber sacado pecho. Su gestión al frente de los Dodgers le precede, con dos títulos de la MLB en 2020 y 2024. Con su masiva inyección de capital, Walter ha logrado sacar al equipo de la mediocridad y convertirlo en una máquina perfectamente engrasada de ganar títulos y generar millones de dólares.
Por eso las expectativas con los Lakers son mayúsculas. El jueves por la mañana la especulación en Los Angeles era rampante sobre lo que puede significar este viraje para Luka Doncic, Lebron James y compañía. Por dinero no será. Walter ya demostró el poderío de sus arcas al cerrar el fichaje en 2023 de la superestrella japonesa, Shohei Ohtani, por el que pagó 700 millones de dólares por 10 temporadas.
La firma de inversión de la que es presidente ejecutivo, Guggenheim Partners, cuenta con más de 345.000 millones de dólares en activos. Con Walter a la cabeza, controlan una parte minoritaria del Chelsea de la liga inglesa, el equipo Cadillac de la Fórmula 1, el equipo femenino de baloncesto de Los Angeles, las Sparks, la liga profesional de hockey femenino y hasta un torneo de tenis, la Billie Jean King Cup.
Antes de la operación con los Lakers, Walter ya había tratado de hacerse con el control de los Clippers, el otro equipo NBA de la ciudad californiana, aunque la operación no cuajó. El empresario de Iowa unió fuerzas con un club selecto de multimillonarios formado por Oprah Winfrey, David Geffen y Larry Ellison, el dueño de Oracle, pero el equipo se lo acabó quedando Steve Ballmer, presidente ejecutivo de Microsoft de 2000 a 2014.
Más que deporte
El deporte no es su único dominio. Walter, con una fortuna que Bloomberg sitúa alrededor de los 12.000 millones de dólares, tiene un 19% de un conglomerado de compañías del seguros, Group 1001, además de una sociedad con Palantir, la empresa de datos con múltiples contratos con el gobierno de Estados Unidos.
Walter hereda una franquicia que el difunto Jerry Buss fue capaz de dotar de prestigio y glamour. La adquirió en 1979 por 67 millones de dólares y la llevó al siguiente nivel, incorporando a talentos como Magic, Kobe Bryant o Shaquille O'Neal. Esa camada irrepetible se apuntó 11 títulos desde 1980 que ahora espera tener continuidad bajo la tutela de este magnate discreto.