68-77 en Atenas
El Barça suma su segunda victoria ante un Olympiacos que ganaba por siete a falta de cuatro minutos (68-77).
Un parcial de 18-2, cuando más azotaba la ventisca, valió al Barcelona un triunfo en El Pireo. Fue un partido plagado de alternativas ante Olympiacos, donde Nico Laprovittola (17 puntos) y Alex Abrines (16), con ocho triples entre ambos, comandaron las operaciones para el equipo de Roger Grimau, muy necesitado de un triunfo de esta entidad para dar impulso a su nuevo proyecto. [Narración y estadísticas (68-77)]
A falta de apenas cuatro minutos, los azulgrana veían muy lejos el triunfo, con un 64-59 ante el vigente subcampeón del torneo, impulsado por la electricidad de siempre en el Palacio de la Paz y la Amistad. Tras siete puntos consecutivos de Thomas Walkup, los locales parecían haber dado el golpe definitivo a un partido donde llegaron a ceder por 15 puntos (20-35) mediado el segundo cuarto.
En ese momento, tres buenas acciones consecutivas del Barça en defensa, lideradas por Jan Vesely, voltearon la situación. A la agresividad del checo se sumó el acierto ofensivo de Tomas Satoransky, más los ya citados Abrines y Laprovittola. El Barça, que había derrotado en la jornada inicial al Efes en el Palau, tenía contra las cuerdas al equipo de Georgios Bartzokas.
Demasiadas lesiones
No soltó la presa el grupo de Grimau, impulsado por un soberbio triple de Abrines y la sangre fría de Laprovittola, que cerró el marcador para impotencia de los 12.168 asistentes. Pese a recuperar a Moustapha Fall en la pintura, la hinchada helena echó de menos a otras tres piezas importantes. Porque a las lesiones musculares de Nigel Williams-Goss y Luke Sikma hubo que sumar la dolencia de rodilla de Shaquielle McKissic.
De nada sirvieron los 14 puntos de Walkup, secundado por Alec Peters (11) y Nikola Milutinov (10) porque Olympiacos volvió a acusar los nervios de su debut, cuando tropezó en la prórroga en el derbi ante el odiado Panathinaikos. Sin tiempo para el descanso, el Barça visitará el martes al Partizán en el Stark Arena de Belgrado, donde aguarda otro recibimiento más que hostil.
