Sevilla 1 Athletic 1
Se adelanta con gol de Óliver en el minuto 4 y domina en una primera parte en la que le faltó efectividad. El equipo de Valverde despierta en la segunda y empata con un zurdazo de Vesga
Cuatro minutos le costó al Sevilla empezar a sentirse capaz de salvarse de sí mismo, de los demonios con los que convive durante muchos meses, demasiados. Una nube negra impide que vean el fútbol, convirtiéndolo en un juego de pura resistencia que, además, nunca lograban. Plomo en las botas del que llegó parecer que les había liberado Sampaoli como tocados por una varita mágica para recibir al Athletic. Y no. En el fútbol no hay pócimas, ni brujos ni atajos. Todo lleva su tiempo aunque este Sevilla parezca, por primera vez, muy capaz. Quedan demonios por expulsar, el primero el que aflora en la cabeza de los futbolistas cuando miran la clasificación. [Narración y estadísticas]
No era el Athletic el rival propicio para exorcizar, aunque por momentos lo pareció cuando el Papu y Montiel se citaron con Lekue en la banda para enseñarle cómo ponían la pelota a Dolberg que, generoso, le regalaba el gol a Óliver. Con el primer marcador a favor de la temporada, el Sevilla quiso seducir y convencer a Sampaoli, cuya mano solo se vio en el eje de la defensa, con el estreno de Marcao junto a Nianzou.
Más que de fútbol fue una cuestión de espíritu. El gol desató la efervescencia local durante 20 minutos en los que el Athletic apenas tocó pelota, con Muniain tras ella y Nico Williams atado por Telles. Era de Isco, de Óliver y del Papu, que obligó a Unai Simón en dos mano a mano que podían haber engordado el marcador. Minutos de frenesí jaleados por el Pizjuán, como asistieran a la resurrección.
Le costó al equipo de Valverde poner pausa hasta que los locales comenzaron a desventarse. Probó Berenguer a Dmitrovic con un balón largo que le sirvió Unai Simón y empezó a despertar Nico Williams. Seguían sin mandar en la pelota pero empezaban a aparecer latigazos en las orillas que obligaban mucho a Telles cada vez que los dirigía el pequeño de los Williams. Aún así, de nuevo un error de Lekue sirvió al Papu un mano a mano que ganó el meta vasco al filo del descanso. “Sin contundencia, en esto no se gana”, recordaba Sampaoli, que quiso corregir en la segunda parte, revolucionando líneas como de una pretemporada se tratara.
La paciencia del Athletic
El rival se le empezaba a revolver y necesitaba piernas frescas. Apareció otro disparo lejano de Berenguer, un cabezazo de Muniain y los destellos de Nico. Con la intención de mandar, Valverde refrescó la medular con Vesga y Ander Herrera y el duelo se volvió de ida y vuelta. La tuvo otra vez el Papu, pero fue Mikel Vesga quien enganchó un zurdazo en un mal despeje de Gudelj para poner el empate. Y el Sevilla tembló.
El Athletic, sin perder la paciencia, con muestras de madurez, fue cercando el área de Dmitrovic y, por dos veces, Iñaki Williams y Raúl García tuvieron la victoria hasta que, en el descuento, con Herrera expulsado, el Sevilla pudo sacar oro de un barullo que salvó Unai Simón. Un punto para sumar seis y seguir huyendo del infierno. Un punto que mantiene al Athletic entre la nobleza.