Otra historia
Es una modalidad de billar difícil de entender, puede durar muchísimo y no tiene ni referentes ni tradición en España: pese a ello acumula audiencias notables en la televisión de pago
«El snooker es una modalidad de billar con 15 bolas rojas y seis bolas de otros colores. Antes de embocar una bola de color, que te puede dar de dos a siete puntos, debes meter una roja, que da un punto. Las de color siempre se reponen hasta que no quedan rojas en la mesa. En ese momento ya se pueden embocar las de color en un orden específico. Hay faltas, que dan puntos al rival, por motivos como meter la bola que no toca. Y… bueno, a ver, la verdad es que es un deporte difícil de entender», reconoce David Alcaide, el mejor jugador español de snooker, cuando se le pide una explicación rápida sobre las reglas de su juego. Es complicado, muy complicado.
Hay bolas rojas por todos lados, las bolas de colores van y vienen… en un país sin apenas practicantes como España las competiciones internacionales de snooker, como el Mundial que acabó este lunes en la ciudad inglesa de Sheffield, deberían tener un seguimiento residual, sin televisión que las emitiera, y sin embargo…
«Para Eurosport España es el tercer deporte sólo por detrás del tenis y el ciclismo. Ha llegado a hacer una audiencia de 75.000 espectadores, que es una cifra que en la televisión de pago no alcanzan muchos partidos de ACB o estrenos de series. Es un fenómeno muy, muy curioso porque la gente que lo ve piensa que nadie más lo hace, que están solos», explica José Manuel Tallada, narrador de Eurosport y autor del documental Snookermanía que se estrenó este lunes en su canal y que trata sobre el fenómeno.
«La verdad es que no tiene ningún sentido. Es un deporte difícil de entender; es un deporte en el que no sabes cuánto durará la partida; y es un deporte que en España no tiene referentes, ni tradición, ni tan siquiera mesas, diría que no llegan a 50 en todo el país. Lo tiene todo para no triunfar y sin embargo triunfa. En los últimos años, de hecho, ha duplicado audiencias», revela Tallada que en su trabajo descubre la afición por el snooker de famosos como la actriz María Galiana o el cómico Miguel Maldonado.
El mito O’Sullivan
Maldonado, de hecho, medio en broma, medio en serio, da con una de las razones de la atracción de tantos hacia el snooker: el ídolo mundial, Ronnie O’Sullivan. Eliminado en cuartos de este Mundial por uno de los contendientes en la final de este lunes, el belga Luca Brecel -el otro era el inglés Mark Selby-, O’Sullivan es un personaje que va más allá de su palmarés, de sus siete títulos mundiales. Adicciones varias, episodios depresivos, un año sabático trabajando en una granja de cerdos, varias novelas negras publicadas, muchas excentricidades…
«Es un genio, un virtuoso, ha cambiado muchos aspectos del juego. Y al mismo tiempo es imprevisible: una vez jugó sin zapatos, otra se puso a cortarse las uñas… En diciembre de 2019, cuando nadie hablaba del coronavirus, empezó a chocar el puño en lugar de dar la mano antes de la partida, una tradición intocable. Pensaron que ya estaba con sus tonterías. Y mira», revela Sergio Gutiérrez, el narrador en España de las partidas de snooker que descubre que el deporte, enraizado en Reino Unido, está creciendo sobremanera en China y en otros países. En cierta forma, la presencia de un belga en la final del Mundial ya es una revolución.
«Entiendo que hay gente que se relaja viéndolo. Hay otras modalidades del billar que son más movidas, pero el snooker siempre ofrece ese punto de calma, de concentración», sentencia Alcaide que un día, en un Mundial por parejas de billar americano, se enfrentó a O’Sullivan y le venció.
«Es contracultural. Una partida de snooker puede durar cuatro, cinco, seis horas y durante todo ese tiempo la audiencia se mantiene. La mayoría de deportes están trabajando para ser más rápidos, más cortos; esto es todo lo contrario», analiza Tallada.
«Supongo que esa falta de tradición también tranquiliza. Hay quien va con O’Sullivan, pero si pierde no pasa nada. En otros deportes estamos más implicados y lo vivimos de otra manera. El snooker es algo lejano y ayuda», finiquita Gutiérrez sobre el fenómeno del deporte que narra. No hay quien lo entienda, es difícil seguirlo y nadie conoce a quien juega; con todo ello, es un éxito.