El segundo partido de la Laver Cup, en el que el griego Stefanos Tsitsipas ha vencido al argentino Diego Schwartzman este viernes, se ha visto interrumpido brevemente tras la irrupción en la cancha de un activista que ha prendido fuego a su brazo como protesta contra los aviones privados.
Tsitsipas acababa de ganar el primer set por 6-2 y los jugadores estaban en los banquillos de sus equipos cuando un joven, con una camiseta que decía ‘Pongan fin a los aviones privados en el Reino Unido’, se acercó a la red. Se sentó en el medio de la pista y prendió una sustancia inflamable en su brazo, pero las llamas fueron rápidamente apagadas y el joven fue evacuado por la seguridad del torneo.
A continuación los árbitros verificaron que la cancha, donde también se prendió el fuego, estaba en buen estado. El partido pudo continuar y Tsitsipas ganó el segundo set por 6-2 para dar a Europa una ventaja de 2-0 sobre el equipo del resto del mundo. Este partido ha marcado el final de la sesión de tarde en el O2 Arena de Londres.
Europa LeagueOpinión
JULIÁN RUIZ
Actualizado Jueves,
1
junio
2023
-
00:34Los jugadores del Sevilla celebran el título de la Europa League.Julio MuñozEFEAlguna...
Antes de interpretar a la madre biológica de Once en la serie Stranger Things, la estadounidense Aimee Mullins revolucionó el atletismo en los Juegos Paralímpicos de Atlanta 1996 al aparecer en la pista con unas prótesis en forma de 'J' fabricadas en fibra de carbono. Eran las flex-foot cheetah, todo un invento. Su creador, el ingeniero Van Philips, también estadounidense, había descubierto años atrás que lo mejor para los corredores amputados no era imitar las piernas humanas, si no simular las patas de los guepardos y con Mullins como ejemplo cambió las reglas de la ortopedia. Desde aquel momento, los Juegos Paralímpicos viven en una fiebre tecnológica que ha llevado a avances impensables hace apenas un par de décadas.
"Contar con las mejores prótesis o las mejores sillas de ruedas es importantísimo hoy en día para los deportistas", explica Peter Franzel, responsable de Eventos de Ottobock, la empresa alemana que desde Seúl 1988 ayuda a los paralímpicos con sus aparatos. En la Villa Paralímpica de París la compañía cuenta con un taller de reparaciones con 160 empleados que antes siquiera de la ceremonia de inauguración que tendrá lugar este miércoles (20.00 horas, La 2) ya ha realizado más de 300 trabajos. Algunos son sencillos, como colocar un portabanderas en las sillas de los abanderados y las abanderadas que lo necesiten -los españoles son la judoka Marta Arce y el jugador de tenis mesa Álvaro Varela-, pero otros son más complejos.
DIMITAR DILKOFFAFP
No en vano, algunos elementos del paralimpismo se han sofisticado hasta el extremo. En las prótesis, por ejemplo, hay una guerra entre Ottobock y la firma islandesa Ossur -la actual propietaria de las flex-foot cheetah- para ver quien las hace más ligeras y reactivas. Como ocurre en el atletismo olímpico entre Nike, Adidas, Asics, Hoka o On lo importante no es promocionar la marca, la imagen, la innovación, no tanto vender directamente más prótesis de competición que el rival. Según datos de Ottobock, su producción de prótesis deportivas no alcanza las 1.000 unidades anuales, pero fabrica unas 150.000 prótesis 'de calle' al año. El mercado protésico, según cálculos de expertos, supera los 1.000 millones de euros de valor y sigue creciendo. Luego están las sillas de ruedas.
Sillas super especializadas
En la misma carrera publicitaria, algunas marcas han pasado de hacer sillas específicas para deportes más populares como el atletismo o el baloncesto -éstas son más altas y las ruedas tienen un aro de empuje más grande- a idear sillas para todos las disciplinas posibles. Por ejemplo, con la incorporación del bádminton al programa paralímpico en Tokio 2020 aparecieron unas sillas con respaldo y ruedas traseras adicionales para que los jugadores pudieran inclinarse hacia atrás para rematar y en el rugby ya existen incluso sillas específicas de ataque y sillas específicas de defensa. Las primeras tienen alas metálicas de aluminio en la rueda delantera y las segundas cuentan con un gancho para atrapar a los oponentes.
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Con las limitaciones que marca cada reglamento -especialmente en lo que atañe a la incorporación de electrónica o motores-, en cada edición se mejoran los sistemas para los deportistas paralímpicos, aunque quedan tareas pendientes. La impresión 3D ya ha permitido que algunos participantes se fabriquen prótesis o guantes a medida, piezas perfectamente ajustadas a sus cuerpos, pero esa tecnología todavía no se ha popularizado. Y la incorporación de la inteligencia artificial y la realidad virtual a los Juegos Paralímpicos está sólo en sus inicios.
"Es un sector en pleno desarrollo aunque sus posibilidades son muchísimas. Por ejemplo, colocando sensores a prótesis y sillas se puede optimizar mucho su ergonomía o su distribución de fuerzas", señala Gema Ruiz Díaz-Mariblanca, responsable de IA y Data de de Softtek, empresa mexicana que ya ha propuesto avances como un dispositivo para ayudar a los nadadores con discapacidad visual a seguir el carril de la forma más sencilla posible. En materia de realidad virtual el campo por descubrir es infinito -algunos paralímpicos, como el esquiador neozelandés Adam Hall lo utilizan para afinar sus sentidos en los entrenamientos- y no sólo para los deportistas. El Comité Paralímpico Internacional (CPI) presentó recientemente una aplicación por la que los aficionados podían simular momentáneamente las dificultades a las que se enfrenta un paralímpico y apreciar así el valor de sus logros.
Peter Rufai, portero emblemático del fútbol nigeriano, príncipe de una tribu de Idimu (una región de Lagos) que eligió dedicarse al balón antes que ser rey, falleció este jueves en su país a los 61 años de edad a causa de un paro cardiaco mientras descansaba en su residencia.
Rufai defendió a su país en los Mundiales de Estados Unidos 1994 y Francia 1998 y vistió las camisetas del Hércules y del Deportivo a finales de los años 90 procedente de las ligas de Bélgica y Portugal (Lokeren, Breven y Farense). Su presencia en la Liga fue prácticamente testimonial (apenas jugó ocho partidos en el Deportivo), pero dejó huella por su peculiar origen.
Era hijo del Rey Rufai de Idimu y, aunque no le gustaba hablar de su sangre azul, la prensa destacó pronto su procedencia que desvelaba que era el heredero al trono pese a no ser el mayor de sus ocho hermanos pero sí el elegido en la sucesión.
La muerte de su padre, en 1999, le sorprendió mientras jugaba en el Deportivo. Rechazó sucederle y perdió la oportunidad de subir al trono: "Nunca quise ser rey. Si lo aceptaba, no podría ser futbolista. Sé que hubiera tenido una buena vida, porque sabía cómo vivían mis padres. Pero eso no era para mí. No me hacía feliz. Lo que quería era el fútbol", dijo en una entrevista de la época a The Irish Times.
"Perdí la oportunidad de ser rey por el fútbol. Perdí a mi padre pocos meses antes del Mundial de Francia 1998. Nunca me he arrepentido de haber renunciado a ese estatus, porque respeto profundamente mi carrera profesional", dijo en una entrevista a 'The Sun Nigeria' en 2018.
Rufai acabó su etapa en el Deportivo, volvió a Portugal para jugar en el Gil Vicente y en la temporada 1999/2000 colgó los guantes. Dos décadas y media después, se fue para siempre el hombre que pudo reinar y que cambió un cetro por una vida bajo los palos para despejar balones.