Kirsty Coventry, doble campeona olímpica, africana y mujer: un perfil imbatible para la Primera Dama que preside el COI

Kirsty Coventry, doble campeona olímpica, africana y mujer: un perfil imbatible para la Primera Dama que preside el COI

El Comité Olímpico Internacional (COI) experimentó en 2025 uno de esos bruscos cambios que adquieren una dimensión más allá de la inherente a toda revolución. Después de 131 años de existencia del máximo rector del deporte mundial, una mujer accedía a su trono.

Esa mujer, la Primera Dama, la Papisa hoy del olimpismo, era Kirsty Coventry, de 41 años, con amplia trayectoria en las filas directivas de la institución, a la que pertenecía desde 2013 a través de su condición de ex deportista de máximo nivel: doble campeona olímpica de natación (siete medallas individuales entre Atenas2004 y Pekín2008) y plusmarquista mundial de 100 y 200 metros espalda.

Desde el mismo momento de su elección, el 20 de marzo, se convertía en una de las mujeres más poderosas e influyentes de la completa escena internacional. Había ganado, además, en primera votación y por mayoría absoluta, a otros seis candidatos, todos hombres, entre los que se encontraban Juan Antonio Samaranch Salisachs, el hereu, y Sebastian Coe, leyenda olímpica y presidente mundial del atletismo, el deporte más importante de los Juegos.

En cierto modo, se daba así carpetazo oficial, completo y definitivo a la historia de un COI demasiado gerontocrático, aristocrático, misógino, endogámico e inmovilista que Juan Antonio Samaranch Torelló había empezado a cambiar durante su presidencia. Una obra que Thomas Bach, el presidente saliente, padrino tácito de Coventry, había completado al nombrar en el curso de su mandato a 47 mujeres, el 44% de la membresía del alto organismo. Toda una transformación. Hasta 1981, ninguna mujer se había sentado en tan selectos escaños. Ahora alguien del sexo femenino ocupaba el más elevado de ellos.

Se recalcó, otra novedad insólita, que Coventry, nacida en Zimbabue, era africana, lo que inducía a pensar, por reflejos condicionados de una mente influida por la geografía y la sociología, en una persona de raza negra. Pero la revolución no había llegado a tanto. Kirsty Coventry era blanca, rubia y educada y entrenada en Estados Unidos. No tenía mucho que ver con la auténtica realidad de África.

Combatirlo desde dentro

Tampoco, en el fondo, con la de su cuna, aunque ocupara la cartera de Juventud y Deportes en el Gobierno dictatorial de Emmerson Mnangagwa, de 83 años en un país con una esperanza de vida de 62 para, según ella, “combatirlo desde dentro”. Llovía sobre mojado. Mnangagwa, apodado El Cocodrilo desde sus violentos años en la guerrilla, había derrocado en 2017 a Robert Mugawe, quien, durante su régimen de terror, había utilizado políticamente a la nadadora, la Niña de Oro, la mejor tarjeta propagandística de una nación sin nada más de lo que presumir. En cualquier caso, Coventry presentaba una imagen lo suficientemente convincente, impoluta desde la ejemplar y minuciosa óptica del olimpismo como para hacerse acreedora a ceñir democráticamente la corona con los cinco aros entrelazados.

Su figura inaugura una era, no recoge, simplemente, un testigo o toma un relevo. Se enfrenta a retos de todo orden, algunos de índole tradicional y permanentes que forman parte del trabajo cotidiano del cargo, y otros inimaginables o imprevisibles cuando terminó el siglo XX, como la posibilidad de que los deportes electrónicos (Esports) entren a formar parte del programa de los Juegos. Serán rechazados con una repulsa sincera o aceptados con una sonrisa forzada.

Coventry deberá mantener la salud económica del olimpismo mediante la ventajosa venta de los derechos televisivos y todas las formas, tradicionales y modernas, de mercadotecnia. También profundizar en la modernización del COI y persistir en la relevancia y el aumento del impacto global de los Juegos a través de la captación de nuevos patrocinadores y socios. Reviste carácter de urgencia la revisión de los criterios de elegibilidad de las ciudades (y países) aspirantes en un momento en el que se ha revitalizado el interés por organizar el máximo acontecimiento del deporte mundial. India, Qatar y Turquía están más o menos explícitamente en la carrera.

Coventry es la cabeza de un COI que, como el Vaticano y la ONU, se desempeña en un escenario internacional complejo y convulso en el que Vladímir Putin y Donald Trump desempeñan un papel crucial. Rusia sigue proscrita, pero alguna vez tendrá que volver a la casa común del deporte. ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Con quién al mando? Respecto a Trump, anfitrión de los Juegos de Los Angeles en 2028, sus decisiones y reacciones son imprevisibles.

En los dos idiomas oficiales del COI, “bonne chance” y “good luck”, señora presidenta.

kpd