Sagnol, el discípulo de Ancelotti que tiene una espina clavada con España y al que Zidane le ‘debe’ un Mundial

Actualizado

El último Mundial que vivió Willy Sagnol (Saint-Étienne, 1977) lo acabó derrotado y encerrado en el baño del vestuario para sacudirse la frustración. «Me fumé 250 cigarrillos en diez minutos», confesó años después. La razón era que Zinedine Zidane había cometido la torpeza de asestarle un cabezazo a Materazzi en la final, con un 1-1 en el marcador de la prórroga, que acabó descentrando a Francia y costándole el título de campeona del Mundo en los penaltis. Dos años estuvo sin hablarle al astro francés y 20 lleva buscando cómo volver a estar en un Mundial. Una lesión en el tendón de Aquiles lo sacó del campo en 2009, pero lo puso en el banquillo. Hacer historia con Georgia es el camino que tiene para volver a la gran cita. Si lo hizo llevándola por primera vez en su historia a una Eurocopa, ¿por qué no confiar si tiene la mejor generación?

No será un reto fácil. En el camino se cruza con Turquía, Bulgaria y, sobre todo, la España más avasalladora, esa que le metió un 1-7 en Tiflis en un partido que el francés conserva y ha puesto más de una vez a sus jugadores para que no les volviera a pasar. No lo hizo en la Eurocopa, cuando se cruzaron en octavos. Perdieron 4-1, pero no salieron humillados ni arreciaron las críticas contra un técnico que, por las dudas en las primeras jornadas, se incendió: «Ahora algunos idiotas me insultan todos los días sin ninguna razón futbolística y no puedo soportarlo. Estoy harto», confesó entonces públicamente. El país, inmerso en una batalla política contra la influencia rusa y el recorte de libertades, miraba con lupa sus alineaciones, por si desde la Federación le obligaban a pasar factura a jugadores como Zivzivadze por su postura política antirusa.

La confianza en el técnico francés sigue intacta desde febrero de 2021, cuando Georgia fue a buscarle. «Puedo decir que el discurso de los líderes georgianos me marcó. Además, ya sea el presidente o el vicepresidente, son ex jugadores de la Bundesliga cuando yo estuve allí», explicó entonces Sagnol. Se refería a Levan Kobiashvili, ex jugador del Schalke y del Hertha, y a Aleksandr Iashvili, ex delantero del Friburgo y seleccionador Sub-21.

Sagnol no se había sentado en el banquillo desde que ejerció como ayudante de Carlo Ancelotti en 2017 en el Bayern y tuvo que dirigir al equipo en un partido tras su destitución. El conjunto bávaro no confió en él y llamó a Heynckes pese a que había tenido un paso reconocido por el Girondins de Burdeos y había sido seleccionador Sub-21 en Francia. Por eso la propuesta de Georgia le sedujo.

«Siento que todo el mundo está poseído por ese deseo de traspasar un umbral. Por supuesto, eso pasará por lograr resultados convincentes, porque son los que dan confianza. Hay mucho orgullo entre los georgianos; y hay jugadores que empiezan a irrumpir en la escena europea, y que deben servir de locomotora», explicaba entonces. Ya tenía en marcha a Kvaratskhelia, creciendo en Rusia, Mikautadze en Francia o Kochorashvili en España. Por el camino se encontraría a Mamardashvili como cerrojo para la portería. El futbolista georgiano empezaba a tener presencia, tanto es así que, de los convocados en esta ventana para enfrentarse a España y Turquía, su verdadera final, solo el tercer portero y un centrocampista siguen jugando en Georgia. Cuando Sagnol llegó, había mucho trabajo hecho en las academias de los principales clubes, en parte gracias a españoles como Andrés Carrasco. Al físico, siempre importante en el deporte georgiano, ya se había unido la táctica y el trabajo para potenciar la calidad. Solo había que ordenarlo todo. «Controla mucho la parte mental y nos da mucha libertad en el campo», describía Kochorashvili antes de una Eurocopa que fue una revolución.

Georgia había rozado la Euro de 2020 y se quedó lejos de Qatar, por eso la clasificación para Alemania fue un estallido del júbilo en todo el país que ahora se quiere repetir consiguiendo una de las 48 plazas que la FIFA pone en juego, 16 europeas. Con España en el grupo, la aspiración es ser segundos, algo que les abriría la puerta de manera directa a la eliminatoria de playoffs en la que se jugarán las últimas cuatro plazas.

La primera ventana dejó muy claro que su rival será Turquía, con la que perdió el primer partido en Tiflis y a la que volverá a enfrentarse el próximo martes. Más complicada tienen la última ‘bala’ que ofrece la UEFA a través de la Nations League, porque aunque está encuadrada en el grupo B, en esa ‘repesca’ podrán participar también los cuatro equipos mejor clasificados en la pasada edición. Y hay muchos candidatos del grupo A que pueden pasar apuros.

kpd