La temporada del Baskonia es dolorosamente irregular, sobre todo para sus aficionados, históricamente de los más fieles de la geografía nacional baloncestística. Pesan mucho los últimos años sin competir por títulos, porque tuvieron una brillante década de final de siglo y, mejor todavía, la primera del XXI. Fue su reafirmación deportiva y empresarial, miembro fundador y copropietario de la Euroliga. Los compradores de entradas y abonos reciben siempre una experiencia de usuario bastante completa. Conciertos, eventos, aniversarios. La celebración de lo que sucedió para que lo presente no angustie tanto. La maquinaria del grupo Baskonia-Alavés siempre fue un modelo de gestión. Ahora, la pelota tiene que entrar en el aro para darle más sentido a todo lo demás.
El domingo cayó en Andorra y es 10º en la ACB. El viernes, el Partizan supo que los pívots baskonistas no son buenos defensores de la media distancia y atacaron por ahí, donde ya no se tira, en tierra de nadie. Luka Samanic, último fichaje, es un talento especial con la bola en las manos, pero en defensa es muy poco estable, los rivales lo saben y le atacan. Poco tiempo en Euskadi para haber asimilado lo que se dio en llamar el carácter Baskonia.
Cuando Pablo Laso era entrenador del Real Madrid y su cotidianeidad era ganar títulos, le preguntaron: «¿Cómo definiría el lasismo?». Respondió: «Yo sólo soy un entrenador. El lasismo es Felipe, Llull, Rudy, Chacho, Doncic, Carroll… es una constancia competitiva». Laso en una rueda de prensa o ante micrófono es un plazo fijo, sabe dar con la frase. Ahorra tiempo al periodista. Esta vez también clavó un clavito. Pero ahora tiene como bases a tres jugadores sin nombre en el alto nivel: Forrest, Baldwin y Jaramaz. Ellos no conectan con sus compañeros, pero algún partido han ganado por sí mismos, sobre todo los dos primeros. Necesitan demasiados botes para generar ventajas. No encuentran a Markus Howard ni él a sí mismo. El máximo anotador de la pasada temporada anda buscando el disfrute jugando para Puerto Rico, mientras en el Buesa esperan su regularidad para ser menos impredecibles. En algunos partidos Moneke está en todos sitios, en otros en ninguno. Complejos encajes.
Cuando una organización ha sido muy exitosa, durante muchos años, con un sistema de rotación corta y mucho compromiso, pese a venir de muy lejos, lo extremadamente difícil es cambiar el sistema, la forma de hacer, las mentes pensantes con un paradigma fijo. Baskonia, el trimestre de la Copa del Rey, vuelve a no aprobar, aunque las notas se reparten a final de temporada.
Los Boston Celtics conquistaron este lunes el título de la NBA tras derrotar a los Dallas Mavericks por 106-88 (4-1 en la serie) y sellar su anillo número 18.
Los Celtics son ahora el equipo con más títulos de la historia de la NBA ya que este nuevo éxito les permitió desempatar con sus eternos rivales: Los Angeles Lakers (17).
Los de verde no ganaban un anillo desde 2008 cuando Paul Pierce, Kevin Garnett y Ray Allen alcanzaron el número 17 venciendo precisamente a los Lakers.
Dieciséis años después, la legendaria franquicia de Bill Russell, Larry Bird, Red Auerbach y muchos otros mitos del baloncesto ya tiene a nuevos dioses para su panteón con un conjunto liderado por Jayson Tatum y Jaylen Brown (MVP de estas Finales) que, del principio al final de la temporada, ha sido el imparable dominador de la liga.
Primeros del Este con el mejor balance de la NBA (64-18), los de Joe Mazzulla aplastaron a todos sus rivales de conferencia y tampoco dieron opción en las Finales a los muy meritorios Mavericks de un Luka Doncic con un físico tremendamente castigado.
El anillo supone además la ansiada redención de los "Jays", que habían llegado cinco veces a la final del Este y una a las Finales -sin contar esta- quedándose siempre al borde de la gloria, sobre todo en aquellas perdidas ante los Golden State Warriors en 2022.
Nunca más tendrán que escuchar las críticas que aseguraban que no estaban preparados para brillar en los momentos más importantes.
Quinteto
Al lado de Tatum y Brown, los Celtics han disfrutado del quinteto más completo y apabullante de la temporada.
Kristaps Porzingis -quien regresó este lunes tras perderse dos partidos por lesión- y Jrue Holiday fueron dos fichajes de lujo y un Derrick White multiusos redondeó ese heroico quinteto ya inolvidable.
Desde el banquillo, el primero en salir siempre fue otro de los grandes protagonistas de esta velada apoteósica: el dominicano Al Horford, que a sus 38 años y tras 17 temporadas por fin tocó el cielo de la NBA.
Porzingis celebra con champán el 18º anillo de los Celtics.AP
Ese espléndido juego colectivo apareció en su plenitud en el definitivo encuentro : Tatum rozó el triple-doble en su mejor partido de las Finales (31 puntos, 8 rebotes y 11 asistencias); Brown consiguió 21 puntos, 8 rebotes y 6 asistencias; Holiday aportó 15 puntos y 11 rebotes; White sumó 14 puntos y 8 rebotes; Horford logró 9 puntos y 9 rebotes. Y también el rebote de equipo (51 por 35) y la defensa estuvieron a la altura (29,7 % en triples de Dallas).
Los Mavericks, que extendieron a 0-157 el balance histórico en la NBA de equipos con 3-0 en contra (nadie jamás lo ha remontado), acabaron con sabor amargo una campaña por otro lado fantástica en la que Doncic e Irving volaron de la mano, Dereck Lively destacó como novato y los fichajes de Daniel Gafford y P.J. Washington les permitieron reinar en el Oeste.
Rotundamente inferiores a estos majestuosos Celtics a lo largo de la serie, los Mavericks contaron en su despedida con 28 puntos, 12 rebotes y 5 asistencias de Doncic mientras que Irving volvió a apagarse en Boston con solo 15 puntos y 9 asistencias.
Gloria de verde
Como niños temblorosos el primer día de escuela entraron al partido los dos conjuntos. Los nervios, las imprecisiones y los errores se acumularon sin pausa en un primer cuarto más emocionante que brillante.
El TD Garden, con un ambiente extraordinario, era un volcán verde desde mucho antes del salto inicial. Pero su erupción llegó al máximo con la entrada de Porzingis, recibido ya como un auténtico héroe de Boston pese a estar claramente mermado.
Sin apenas rastro de Doncic (5 puntos) y con Irving perdido en combate (0), Josh Green dio oxígeno a los Mavericks con dos triples.
Pero en medio de la incertidumbre y las manos vacilantes emergieron Brown y Holiday, con 6 puntos cada uno y un rabioso compromiso defensivo. Precisamente esa dureza atrás y varios contraataques seguidos propulsaron a los locales con un sensacional parcial de 9-0 para cerrar el primer cuarto con la moral en alto (28-18).
El segundo periodo fue el de ajustar cuentas pendientes: si Boston no había brillado en los triples hasta ahora y a Tatum le faltaba explotar en anotación ambas cosas se dieron la mano en ese cuarto.
Tatum se lució con 12 puntos y un tramo pletórico y los Celtics maravillaron desde el perímetro con un gran 7 de 11 en triples hasta anotar 39 puntos solo en ese segundo capítulo.
Los Mavericks empezaron a derretirse sin que sus estrellas pudieran remediarlo y la puntilla la puso Payton Pritchard en uno de esos momentos mágicos de la NBA: el pequeño base deslumbró con un triple sobre la bocina y desde el centro del campo, exactamente idéntico al alucinante tiro que ya había clavado en el segundo partido en esas condiciones imposibles.
Con 67-46 y todo a favor se fueron los Celtics al vestuario. Tatum (16 puntos y 9 asistencias), Brown (15 puntos) y Holiday (11) marcaron el paso mientras Derrick Jones Jr. (10 puntos) era el sorprendente máximo anotador de unos Mavericks huérfanos de Doncic (9 puntos) e Irving (5).
No había indicios de que los Mavericks pudieran orquestar una remontada ni que pudieran acercarse a su magnífico nivel del cuarto partido.
Ni siquiera un mal tercer cuarto de los Celtics (29,2 % en tiros) les permitió estrechar una diferencia que ya no bajó de los 17 puntos por mucho que Doncic lo intentara con 9 puntos en ese periodo.
El último cuarto arrancó con un incontestable 86-67 y los fans de Boston ya solo tuvieron que descontar los segundos para lograr el anillo 18 en una memorable noche de gloria verde.
Desde hace algo más de una década, el Real Madrid de baloncesto tiene un plan marcado a fuego en la libreta de la sección. Formar jugadores en su cantera, fichar bien en Europa, triunfar en las competiciones continentales y permitir la salida de sus piezas hacia una NBA que no tiene problemas en pagar las cláusulas que sean. A la vez, el conjunto blanco responde a la tiranía de la mejor liga del mundo aprovechándose de aquellos que vuelven de Estados Unidos con ganas de reivindicarse. Es un ida y vuelta que beneficia al Madrid, que le ha dejado más de 20 millones en sus arcas y que, a la vez, le ha servido para reforzarse y seguir acumulando títulos. Parece fácil, pero no lo es.
El caso de Guerson Yabusele es el último ejemplo. Al francés le quedaba un año de contrato con el Madrid, despuntó en los Juegos Olímpicos con su selección y le surgió la oportunidad de volver a la NBA. No lo ha dudado. A sus 28 años, quiere intentarlo de nuevo. Fue elegido por los Boston Celtics en el número 16 del draft de 2016, estuvo allí dos temporadas, se fue a China, regresó a la liga francesa y en 2021 fichó por el Madrid. Tres años después y cuando parecía que el conjunto blanco no tenía tanto interés en renovarle, ha decidido pagar su cláusula de salida a la NBA para firmar con los Philadelphia 76ers, uno de los mejores equipos de la Conferencia Este.
La situación es idónea para el Madrid, que recibe una cuantiosa cifra (2,5 millones) por un jugador cerca de terminar contrato en el momento perfecto para recuperar a Usman Garuba, que a sus 22 años regresa de la NBA tras su periplo de dos temporadas. No descarten que Garuba siga el camino de Yabusele en un futuro: Europa-NBA-Europa-NBA. Es un 'tira y afloja' constante y como en la NBA no hay problema de dinero, el beneficio es máximo para el club europeo, el Madrid en este caso.
Con su regreso a la NBA, Yabusele conseguirá aspirar a la pensión de por vida de la liga, que se le da a aquellos jugadores que disputan tres o más temporadas allí y que asciende a 36.000 dólares anuales.
El francés es el séptimo jugador en los últimos diez años en pagar su cláusula de salida al Madrid para irse a la NBA. La lista la completan Nikola Mirotic (2,5 millones en 2014), Sergio Rodríguez (tres en 2016), Luka Doncic (dos en 2018), Facundo Campazzo (seis en 2020), GabyDeck (1,3 en 2021) y Usman Garuba (tres en 2021). En total, 20,3 millones en diez años.
Todos los jugadores, salvo Doncic, han vuelto a Europa. Y todos, salvo Mirotic, regresaron al Madrid, que se suele quedar con un derecho preferencial en caso de que decidan volver. Siempre, además, cobrando menos que en Estados Unidos. La cláusula sirve de colchón para rearmar una plantilla que cada temporada es competitiva gracias a los 'arrepentidos' de la NBA. Miren la rotación que manejará Chus Mateo.
Campazzo, Hezonja, Musa, Deck, Garuba, Ibaka y Tavares pasaron por Estados Unidos, Andrés Feliz y Rathan-Mayes son los fichajes 'continentales' de este verano, Llull y Abalde el núcleo nacional y falta el fichaje de otro interior, la guinda al proyecto de esta temporada, que saldrá, no lo duden, de una lista de exNBA con ganas de redimirse en Europa.
Todo esto ha aliviado la caja fuerte de una sección que históricamente ha dado problemas (y pérdidas) a la entidad madridista pero que en los últimos años ha sabido hacerse fuerte deportiva y económicamente, siempre evitando endeudarse con salarios por encima de mercado. Así se explica cómo el Madrid se terminó retirando de la pelea por firmar a los Hernangómez, por ejemplo.
En el fondo del armario, la cantera, con Hugo González como siguiente perla por explotar. El alero de 18 años formará parte del primer equipo esta temporada y aspira a entrar en el draft de la NBA de 2025, aunque en principio no daría el salto en ese mismo momento. El plan con él es el de siempre: minutos, éxitos, NBA y derecho preferencial para su vuelta, si sucediera. Y siempre levantando trofeos en el WiZink.