La retirada de Diana Taurasi, dueña de los récords: “Revolucionó el juego”

La retirada de Diana Taurasi, dueña de los récords: "Revolucionó el juego"

Número 1 del draft en 2004. Seis oros olímpicos sin una sola derrota, tres anillos de la WNBA (2007, 2009 y 2014), más puntos que nadie en la historia (10.646 en temporada regular, 3.000 más que la segunda), récord de triples, top 3 de asistencias, seis títulos de Euroliga, MVP en tres países diferentes y la carrera más larga de la historia, con más de 20 temporadas consecutivas en la élite. Diana Taurasi (Chino, California, 1982), la mejor jugadora de baloncesto de la historia se retira a los 42 años tras la carrera m marcada no sólo por los títulos, los premios, sino por la transformación de su deporte. Llegó a una liga sin recursos, dinero o público y se va cómo símbolo en medio de una expansión que ha traído espectadores, miles de millones de dólares y a la televisión.

En una entrevista en la revista Time, Taurasi ha anunciado que lo deja. «Mental y físicamente, estoy plena. Estoy llena y feliz», explica Taurasi, que jugó sus 20 temporadas en la WNBA con las Mercury de Phoenix. En Europa militó en Galatasaray, Dinamo de Moscú, Fenerbahçe, Spartak de Moscú y Ekaterinburgo. Reacia a autodefinirse como la mejor de todos los tiempos, explica que su récord de anotación o sus seis medallas de oro (Atenas, Pekín, Londres, Río, Tokio y París) pueden ser superadas. «Alguien que tenga la misma hambre, la misma adicción por el baloncesto, va a aparecer y va a ponerle un nombre diferente a esos récords. De eso se trata el deporte. Será divertido verlo. Ojalá no sea pronto», señala.

Cuando ella apareció, con el numero 1 del draft, su sueldo era de poco más de 40.000 dólares y durante dos lustros compaginó la corta temporada en EEUU con la de Europa. Con los años la situación ha mejorado. En 2024, el salario medio ha rondado los 120.000 dólares, y las oportunidades fuera o en competiciones de 3×3 son muchísimo más rentable.

Dee deja el baloncesto sin que el baloncesto la dejara a ella. Su cuerpo aguantó, su cabeza aguantó. Superó el estrés de los bajos ingresos, de contribuir a levantar un deporte, una liga, los cambios de continente, la presión de ser la número 1, los desprecios y las acusaciones de dopaje (con una sanción luego revocada cuando jugaba en Turquía). Pero ha entendido que su una era y la de Sylvia Fowles, Candace Parker o Brittney Grainer ha llegado a su fin y ya puede pasar el testigo a la generación de Caitlin Clark o AngelReese, estrellas mediáticas y publicitarias, ricas, famosas.

«No se puede contar la historia de la WNBA sin Diana», se ha rendido el comisionado de la NBA, Adam Silver. «Taurasi es una de las mejores competidoras que jamás haya jugado al baloncesto. Se ha ganado el respeto incuestionable de jugadoras de todo el mundo, ha protagonizado momentos electrizantes y ha cautivado a los aficionados una y otra vez», ha destacado la comisionada Cathy Engelbert. «Sólo verla trascender en el juego, ver a las niñas querer jugar como ella, su estilo, su talento, su bravuconería, ya sabes, su arrogancia, ha sido un placer increíble», ha dicho su amigo Lebron James. «Es una de las mejores de todos los tiempos y dejará su marca en el baloncesto en el momento en que se ate las zapatillas y las lance por encima de la línea de postes. Ha sido un honor».

Hija de inmigrantes (su madre es argentina y su padre nació en Italia, pero se crió en Argentina), Taurasi creció en California admirando a Maradona. El deporte se convirtió en su instrumento de integración, de pertenencia y de reivindicación. En el instituto y en la universidad. Labrándose una reputación por su confianza y su carácter competidor. Sin achantarse, en la pista o fuera de ella. Agresiva, insoportable a veces con su trash-talking a las rivales, chula y arrogante, pero sólo mientras el reloj corre, al mejor estilo Kobe Bryant «Kobe te llamó Mamba blanca por una razón. Has sido una killer fría en la cancha, ferozmente competitiva, y cambiaste el juego para todos», escribió la viuda de Bryant en un homenaje en Instagram.

Con una firme ética del trabajo, dieta vegana, yoga y lo que hiciera falta para mantener en forma su cuerpo, con el paso del tiempo cada vez más marcado por las lesiones. Promediando casi 20 puntos y cuatro asistencias por partido. Plantándose cuando lo veía necesario. Saltándose una temporada de la liga como protesta por los bajos salarios. O siendo multada, hace 14 años, por rebelarse contra las exigencias de vestuario de FIBA Europa. «El basket no es sexi, es un deporte. Si quieren cosas sexis que se vayan a Playboy, protestó cuando jugaba en el Galatasaray.

Compañeras, entrenadoras y amigas destacan su capacidad de hacer equipo. De ser dura cuando era lo necesario, de dar un paso al frente o atrás. Geno Auriemma, que la entrenó en la Universidad, lo explica desde dentro: «Lo que las grandes tienen en común es que trascienden el deporte y se convierten en sinónimos del deporte. Ya sea si hablamos de baloncesto universitario, de la WNBA, del olímpico, Diana es la mayor ganadora en la historia. Punto».

«Ella revolucionó el juego con su capacidad de anotar, su personalidad contagiosa y la determinación que aportaba a la cancha cada noche», la honró Josh Bartelstein, máximo ejecutivo de l Mercury Phoenix.

«Voy a añorar competir, intentar mejorar cada temporada. Voy a extrañar los viajes en autobús, las prácticas de tiro. Voy a echar de menos las bromas internas, el vestuario, las cosas que conlleva estar en un equipo de baloncesto. Todas esas cosas, las extrañaré profundamente. Peor se acabó. Estoy retirada», se ha despedido la leyenda.

kpd