La memoria custodia el recuerdo de la primera gesta de Rafa Nadal, una remontada en la final del Masters 1000 de Madrid de 2005 ante Iván Ljubicic. Había perdido los dos primeros sets -entonces se jugaba a cinco-, pero no perdió el partido. Resucitó como rito iniciático, como haría después tantísimas veces. Aquella victoria aún se mantiene viva porque lo merece y por su singularidad: a los 18 años, Nadal ganó su primer y único título en pista dura bajo techo. Este domingo, Carlos Alcaraz igualó los trofeos de su compatriota en esas condiciones con su triunfo en el ATP 500 de Rotterdam.
Como le ocurría a su ídolo, su tenis luce menos sobre una superficie dura y aún menos en un recinto cerrado, pero las características del circuito le obligan a brillar en él y poco a poco lo está consiguiendo. Después de demasiadas derrotas -llevaba un balance de 17-11 en encuentros así-, se llevó por fin una alegrías después de superar a Álex de Miñaur por 6-4, 3-6 y 6-2 en una final en la que desnudó virtudes y defectos.
JAVIER SÁNCHEZ
@javisanchez
Montmeló
Actualizado Sábado,
3
junio
2023
-
17:52El español de Ferrari saldrá segundo, su primera línea de la temporada, mientras...
En la pista de patinaje de Boadilla del Monte un joven da vueltas y vueltas a una velocidad de vértigo bajo la atenta mirada de de Elba Alonso, su entrenadora. Guillermo Gómez Correas (Aranjuez, 2007) gira, salta, baila, hace piruetas, cae y se levanta, una y otra vez. «No duelen, estamos acostumbrados», explica después. Hace un par de meses se proclamó campeón del mundo júnior de patinaje artístico en Rimini (Italia), dominando el programa corto y el largo con una superioridad tal que su puntuación global (257,76) estuvo por encima incluso de la de los competidores senior.
«Y sólo pude llegar al 90% de lo que era capaz, porque hubo un combinado que por la lesión no pude entrenarlo del todo», rememora el patinador sobre su pesadilla, una fractura por estrés en el pie por la que tuvo que renunciar al Europeo para intentar acudir en la mejor forma posible al Mundial, un escaparate imprescindible. Porque pese a su excelencia, el sueño de Guille es de esos que van contra corriente, una disciplina no sólo minoritaria sino también fuera del universo olímpico, el gran anhelo.
Sólo el skate logró colarse en el programa de los Juegos de verano de los deportes que engloba el patinaje sobre ruedas, aunque la modalidad sobre hielo sí que este incluida en los invernales. Ahí está la leyenda de Javier Fernández, un espejo en el que Guillermo se mira, aunque en su paradoja cierre puertas, visibilidad y subvenciones. «A nosotros sólo nos faltaría ser olímpicos. El nivel es altísimo. Por rivalidad y competitividad, estamos por encima del hielo, que, sin las patinadoras rusas, ha bajado. Sin ellas no hay saltos cuádruples. Y los triples también los hacemos en ruedas», expone Gómez Correas, familia de nadadores, cuyos inicios se sitúan en el club Patinaje de Ocaña hasta que Albert Palau le descubrió en su primera competición: «Un diamante en bruto».
Guillermo Gómez Correas, en acción.JAVIER BARBANCHOMUNDO
Ese hándicap nunca frenó su deseo. Guillermo creció viendo los éxitos de Pau García, cuatro veces campeón olímpico ya retirado, y a ello aspira. Aunque por el camino no sólo tenga que realizar malabares sobre los patines. «Por suerte, el material me lo subvencionan mis patrocinadores. Pero tenemos que pagar las coreografías, el montaje de discos, los trajes, los viajes a las competiciones...», detalla ante la atenta mirada de su madre, Loli, que también es la que le prepara físicamente y que seis veces a la semana recorre 150 kilómetros para que su hijo pueda entrenar en Boadilla después de terminar en el instituto. Ante los obstáculos, Guillermo nunca dudó en recurrir al ingenio.
El año pasado, para poder revalidad su oro en la Copa del Mundo, tenía que competir en Trieste y, sobre todo, en San Juan (Argentina). Ante lo elevado de la cuantía, organizaron un crowdfunding y en pocos días superó los 4.000 euros que necesitaba. En su lucha por dar visibilidad a sus hazañas no sólo recurre a las redes sociales, donde es todo un fenómeno viral con sus hipnóticas coreografías. Cuando tenía 13 años impresionó en el programa televisivo Got Talent, donde se presentó ante el jurado con un emotivo discurso: «Quiero que el patinaje se presente en televisión, porque es un deporte muy bonito y con mucho sacrificio».
Gómez Correas, entrenando en Boadilla.JAVIER BARBANCHOMUNDO
También ha aparecido en una serie americana de Disney +, 'Saturdays'. Y hasta ha batido un récord Guiness. «Me escribieron del programa, me habían visto con la spinner y creían que se podía batir el récord. Empecé a ensayar más, a plantearme el objetivo. Lo logré al primer intento», explica sobre un reto 'mareante' para «seguir visualizando el patinaje artístico a nivel mundial». El 27 de febrero en Milán, en el programa de televisión italiano 'Lo Show Dei Record', Guillermo dio 92 giros con una sola pierna sobre su spinner de entrenamiento en sólo un minuto.
Pero, más allá del show, que él asume como necesario para reivindicar su disciplina, lo de Guillermo es pura pasión por el patinaje artístico, un talento único. En lo artístico -«me encanta emocionar a la gente, no sólo quiero ganar, quiero transmitir»-, donde cuenta con la complicidad de las tribunas, y en lo deportivo. Ahí, el madrileño ha supuesto todo una revolución a la hora de romper estereotipos. Porque su patinar no sólo se apoya en poderosos saltos de dominio físico, también ha incluido un nivel altísimo en las piruetas, algo que parecía exclusivo de las patinadoras. «Se ha comprobado que un chico puede saltar, hacer triples perfectos, pero también piruetas igual que las chicas o mejor. Eso antes no pasaba», asegura quien hasta logró que la Federación Internacional homologara una pirueta única, bautizada con su nombre. La Hell-Biellmann Go-Co (Gómez Correas, sus apellidos) fue incluida por World Skate en el reglamento en 2020, una combinación inédita de dos dificultades en una con un valor base de 5,8 puntos, el mayor de los que se realizan.
Gómez Correa, durante un entrenamiento en Boadilla.JAVIER BARBANCHOMUNDO
Toda esa destreza la tuvo que poner a prueba en el Mundial de Rimini, a pesar de que los meses anteriores fueron una tortura por una lesión a la que sigue buscando solución. Tuvo que renunciar al Europeo -que ganó otro español, su compañero de selección Unai Cereijo- y asumir mentalmente que no llegaría en la plenitud deseada. Lo bordó en el programa corto, pero después le llegó «una crisis de ansiedad» que estuvo a punto de arruinarlo todo. «Las expectativas eran altas. El pabellón estaba lleno, todo el mundo estaba esperando que Guille lo hiciera perfecto, que hiciera un discazo y toda la grada se levantara. Había mucha presión, pensamientos intrusivos, no estaba seguro de querer salir a competir, estaba mal», recuerda quien logró superar el trago cuando la música comenzó a sonar. Campeón del mundo júnior, el objetivo de una vida. «Estaba contento, pero en el fondo sabía que podía haber hecho mucho más. Es raro, pero fue un poco sabor amargo», admite.
A Guille le queda un año más en la categoría , donde tratará de revalidar todos sus títulos -«he ganado todo lo que he competido», entre otras cosas cuatro veces consecutivas campeón de España- antes de dar el salto inaplazable a la absoluta. Seguirá esquivando prejuicios («muchos piensan que el patinaje es un deporte más femenino, pero a la gente que no te hace bien hay que silenciarla») y luchando por una disciplina en la que España e Italia son los dominadores mundiales y que reivindica con un discurso claro: «Es un deporte que abarca muchísimo. Tienes que correr para hacer cardio, hacer gimnasio para estar fuerte, saber interpretar todo tipo de músicas, ser buen bailarín, flexible... y, por supuesto, patinar. Y, además, ser mentalmente fuerte. Es la suma de muchas pequeñas disciplinas. Tiene tantos detalles, que te acaba enamorando esa suma».
"No soy la misma, soy otra persona", proclamaba Ana Peleteiro con otra medalla al cuello, un bronce en el Mundial indoor de Glasgow; en sus 28 años ya hay toda una vida. Una madurez que corrió peligro dos veces, aunque ella nunca lo consideró así. La primera, hace mucho, cuando fue adolescente prodigio y pudo perderse en la fiesta de Madrid. La segunda, hace nada, cuando ya era medallista olímpica y se quedó embarazada. Hace un año y tres meses nació su hija, Lúa, y muchos, incluso sus propias adversarias, consideraron que ya no volvería entre las mejores.
En otras disciplinas del atletismo -por no hablar de otros deportes- hubo madres campeonas, pero su especialidad, el triple salto, exige tanta elasticidad, tanta levedad, tanto rebote que el desafío era complicado. Peleteiro lo sabía. Y, como en la adolescencia cuando supo alejarse de las distracciones, volvió a salir victoriosa.
"Me retiraron hace 14 meses, pero la Peleteiro está de vuelta. Nada se regala en la vida y este es el resultado de mucho esfuerzo. Hay atletas madres que han sido ejemplos para mí porque recién parida, con la cesárea, yo también lo veía negro. Cogí fuerzas y me dije que yo también podía hacerlo", comentaba la española que vivió su éxito a flor de piel con Lúa y su marido, el también saltador Benjamin Campaoré, animándola desde las gradas del Emirates Arena.
De hecho por él Peleteiro apareció en la pista escocesa con un dorsal distinto al habitual, su apellido ya no estaba sólo: esta vez se podía leer Peleteiro-Campaoré. "Somos una familia. Mi madre está desbancada, pero esto es un gesto de amor a mi familia política porque mis suegros son un pilar fundamental en mi vida, ellos nos ayudan a conciliar", explicaba Peleteiro.
Mucho nivel
Con el bronce en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 como metal más brillante, este domingo la española consiguió su sexta medalla internacional -ya fue bronce en el Mundial indoor de 2018, por ejemplo- y para ello necesitó la segunda mejor actuación de su vida. En Glasgow, de entrada brincó hasta los 14,67 metros y luego incluso se fue más allá, los 14,75 metros, pero el oro y la plata estuvieron lejos. Pese a la ausencia de su amiga, la venezolana Yulimar Rojas, dominadora de la disciplina en la última década, la dominiquesa Thea Lafond superó los 15 metros -15,01 metros- y la cubana Leyanis Pérez Hernández se quedó cerca (14,90).
Por esa competencia para mantenerse en el podio en los Juegos Olímpicos de París de este verano, Peleteiro necesitará un poco más, estirar de sus propios récords, pero ha demostrado que ya está preparada. "Hay que hacer un pasito más, no estoy aún ahí. Iván [Pedroso, su entrenador] me dice que sí pero me falta un poco de trabajo", confesaba la saltadora elevada a líder absoluta del atletismo español.
El bronce de Diame
Su éxito fue un resorte para una selección en depresión después de lo vivido en el Mundial e incluso en los días previos. En diferentes grados y formas, la sanción a Mo Katir, la lesión de María Vicente y la descalificación de Asier Martínez hundieron los ánimos y desde Peleteiro todo fue distinto. Horas después de su logro, su compañera de entrenamientos, Fátima Diame se colgó otro bronce, éste en la final de longitud. Íntima amiga suya, tanto que comparten habitación en los campeonatos, la progresión de Diamé era hasta ahora muy distinta a la de Peleteiro. De 27 años, la saltadora se había mantenido en una segunda línea internacional hasta que la temporada pasada decidió ponerse a las órdenes de Iván Pedroso. Ahí cambió su trayectoria.
De quedarse siempre en las rondas previas a ser finalista -sexta- en el último Mundial de Budapest y de ahí al podio este domingo en el Mundial indoor. Talentosa siempre, le faltaba confianza y control y ya los tiene. Fallaron luego Mariano García en los 800 metros y Mario García Romo y Adel Mechaal en los 1.500 metros, pero Peleteiro ya había asegurado una celebración.