La Biblia nunca escribió que fueran tres ni que fueran reyes. Sí que eran magos y que seguían la estrella de oriente. En ese punto cardinal, más allá de monarquías parlamentarias, en Grecia, Serbia y Turquía las imágenes de pabellones llenos de más de 15.000 espectadores enfervorecidos relucen los últimos años en el baloncesto europeo.
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Un parcial de 17-0 en el segundo cuarto se llevó por delante al Barcelona en el Palacio de la Paz y la Amistad, donde cosechó su peor derrota a domicilio en este siglo en la Euroliga. El equipo de Roger Grimau, muy inferior en el rebote (47-31) y negado desde el perímetro (22% en triples), se jugará el miércoles su billete para la Final Four en el quinto partido ante Olympiacos. [Narración y estadísticas (92-58)]
"Se podía dar la derrota, pero la forma en la que se ha dado, no. No es agradable, no ha sido un buen día y como entrenador asumo la responsabilidad", aseguró Grimau en la sala de prensa. "No hemos sido capaces de igualar su físico. Nos han sacado de la pista a nivel ofensivo y defensivo", añadió, antes de reiterar que la manera de perder no había "sido buena", aunque el equipo deba ahora "levantar la cabeza y seguir adelante".
Shaq McKissic, autor de 21 puntos y seis rebotes, lideró la ofensiva del campeón griego, abriendo el mencionado parcial. Del 21-23 con el que se había cerrado el primer cuarto, el equipo de Georgios Bartzokas pasó a dominar con absoluta impunidad en ambos lados de la pintura. El acumulado de 35-9 despejaba ya cualquier duda acerca de cómo se cerraría la noche.
Poderío de Fall y Milutinov
Jabari Parker, decisivo en el tercer partido con sus tiros libres en el último segundo, fue el único jugador del Barça en cifras dobles (10 puntos). Ricky Rubio sólo pudo marcar el ritmo durante los primeros minutos, mientras Willy Hernangómez vivió intimidado por el poderío de Moustapha Fall (12 puntos, cinco rebotes) y Nikola Milutinov (ocho puntos, 11 rebotes).
Según desveló Grimau, Nico Laprovittola, quien sólo pudo lanzar cuatro veces en 16 minutos, viene arrastrando un "proceso vírico" que le obligó a un "gran esfuerzo" para saltar a la pista.
En su regreso tras perderse los tres primeros partidos de la serie por enfermedad, el capitán Kostas Papanikolaou anotó tres triples en el tercer cuarto para frenar definitivamente cualquier intento de remontada azulgrana.
Es como si, de repente, el Real Madrid hubiera visto esa luz que lleva tanto persiguiendo. En el lugar y en el momento más insospechado, sufriendo una lluvia de triples en el Carpena ante el rival que les ha arruinado las dos últimas finales, Chus Mateo encontró ese ardor, esa competitividad, esa forma de rebelarse de tipos que parecían tan fuera de onda. Una remontada de carácter -y de infarto, pues el triple sobre la bocina de Tyson Carter se salió por bien poco- encabezada por Dzanan Musa (24 puntos, seis asistencia, 37 de valoración) y secundarios que han estado permanentemente bajo sospecha como Usman Garuba, Andrés Feliz y hasta un Rathan-Mayes que llevaba semanas sin contar para nada. [105-107: Narración y estadísticas]
Un triunfo, en una noche de baloncesto de quilates, emoción y toneladas de talento sobre el Carpena, de los que, bien aprovechados, pueden cambiarlo todo. Justo en la semana más importante del curso, la que le viene al Madrid en Europa. Sin Campazzo y encajando 23 triples por parte del Unicaja, récord total de la ACB (pulverizando el anterior, en posesión del Valencia Basket desde 2018). Con semejante acierto, mandaban hasta por 12 los de Ibon Navarro (78-66), casi terminando el tercer acto, encendidos Dylan Osetkowski, Tyson Carter y compañía. Pero acabaron sucumbiendo cuando Musa y el mejor Garuba (18 puntos, ocho rebotes y una defensa de las que cambia partidos) desde su vuelta de la NBA, pusieron todo patas arriba.
La mente del Real Madrid estaba parcialmente en lo que está por venir, la vida en juego en la Euroliga, primero el martes contra el Milán y el viernes en Belgrado ante el Estrella Roja, rivales directos por los puestos playoffs, "toros muy bravos". No es excusa, pero no podía ser más inoportuna la visita a un rival temible, su piedra en el zapato, el Unicaja que le ha derrotado ya esta temporada en dos finales, la de Supercopa y la de Copa. Ni siquiera lo disimuló Chus Mateo, que dio día libre a un Campazzo con "muchos kilómetros".
Los de Ibon Navarro no pretendían dejar pasar la oportunidad. La de volver a golpear a un grande, la de acercarse al liderato, la de reafirmar su buena línea. Con la valentía que es su seña de identidad, con su baloncesto frenético, tiros rápidos, con la defensa rival siempre a medio montar. Como en la final de Gran Canaria. Así lo intentaron y por muchísimos momentos zarandearon a un Madrid que se acogió a una defensa zonal, algo que no parecía ni mucho menos la mejor idea ante el ciclón perimetral de los malagueños.
Lesión de Bruno Fernando
La primera parte avanzó pareja, con el varapalo que supuso para el Madrid el golpe en el muslo de Bruno Fernando que le dejó k.o. para los restos (Ibaka se había quedado fuera de la convocatoria). Osetkowski taladró a los blancos, como si quisiera despedirse (su sanción por dopaje está al caer) con tan buenas sensaciones. Pero Tavares y Llull aguantaban el envite.
Todo cambió a la vuelta de vestuarios. Ahí el Madrid recibió una sacudida que pareció definitiva. Le llovieron triples por todos lados. Carter resultó imparable (13 puntos en el tercer acto) y, aunque Musa y Hezonja intentaban mantener al equipo, todo parecía desmoronarse para el Madrid.
Musa intenta taponar el último triple de Carter, que no entró.
Y, de repente, Chus Mateo se acordó de Rathan-Mayes. Que ni jugó la Copa ni ha sido convocado en los últimos partidos. El canadiense demostró que, sin ser una estrella, puede ser realmente útil. Su defensa sobre los exteriores fue determinante. Con un quinteto improbable, pequeño (Garuba al cinco) y Andrés Feliz a los mandos.
Un triple de Hezonja culminó la remontada (87-88) y un Garuba imperial en los dos aros impulsó al Madrid que se disparó con 39 puntos en el acto final. Pero el un triunfo aún tenía un capítulo más. A falta de ocho segundos, Carter culminó un dos más uno y Llull a continuación falló uno de sus tiros libres. El escolta americano del Unicaja recorrió la pista y lanzó sobre la bocina. Su triple no entró de milagro. Hubiera sido el 24º. Hubiera sido increíble.