A Rodrigo Hernández Cascante (Madrid, 28 años), flamante Balón de Oro, le dejaron marchar del Atlético de Madrid cuando era juvenil porque era «muy bajito». Así le definían los entonces jefes de la cantera rojiblanca, Julián Muñoz y Carlos Aguilera, que habían sustituido en ese 2012 a José María Amorrortu, el hombre que le había fichado cinco años antes, cuando el muchacho sólo tenía 11. Así que, como era bajito, en el verano de 2013 se fue al Villarreal y, tras ser puesto en el escaparate por Marcelino (le hizo debutar con el primer equipo), al Atlético le tocó pagar 25 millones para recuperarle con 21 años, cuando ya enseñaba esos 192 centímetros que ha lucido este lunes, pese a las muletas, en el Teatro Chatelet de París, donde ha recogido su Balón de Oro.
Es la culminación de una carrera que tuvo su punto de inflexión en 2019. Tras solamente un año a las órdenes de Simeone, ambos, él y el argentino, se convencieron de que lo mejor era separarse. Al Cholo le gustaba Rodri, sí, pero vaya, que tampoco se moría por él. Y a Rodri le gustaba el Cholo, pero más casi como persona que como entrenador, y cuando recibió la llamada de Guardiola no lo pensó. En este puzle, no conviene olvidar la necesidad que tenía -y tiene todos los veranos- el Atlético de ingresar dinero. Fueron 70 millones los que pagó el City.
Y, desde ahí, el crecimiento de Rodri ha sido exponencial. Se ha convertido en la cláve de bóveda del equipo que mejor ha jugado al fútbol en el último lustro, es uno de los jugadores mejor pagados del mundo y ha ganado cuatro Premier y una Champions, al margen de otros títulos. Al mismo tiempo, ha visto cómo el tapón que tenía en la selección española también desaparecía después de la Eurocopa de 2021. El adiós de Sergio Busquets, bajo cuya sombra estuvo desde su debut en 2018, le abrió las puertas de la titularidad, pero ahí se encontró con otro obstáculo: las genialidades de Luis Enrique. Al asturiano le pareció una idea brillantísima ponerle como central en el Mundial de Qatar. El resultado, ya conocido, lo rumió el jugador al día siguiente de la eliminación con Marruecos en la terraza del restaurante Tatel de Qatar junto a Laura, su pareja de toda la vida.
La llegada de Luis de la Fuente, que lo conocía de las categorías inferiores, le abrió las puertas del cielo y de los títulos. Empezó con la Liga de Naciones en 2023 y siguió este verano con la Eurocopa, de donde salió coronado como campeón y como mejor jugador del torneo. Su papel en el torneo es elogiado por todos los que estuvieron con el equipo durante los 46 días de convivencia que tuvo el equipo hasta la final de Berlín. Es un líder con mayúsculas, una pareja de hecho con Morata en ese papel, aunque, desde que ha llegado a la selección, una de sus compañías más habituales es Vivian, acaso por el gusto de ambos por la lectura.
Faltan muchos meses para que vuelva a jugar, pues está empezando la rehabilitación de su ligamento cruzado roto, y será ahora cuando sea más visible todavía su negativa a tener redes sociales. Será el Balón de Oro más anónimo de toda la historia, otra peculiaridad más en la vida, peculiar, de Rodri, el futbolista que alguien despreció por bajito y que hoy mide 1,92, el futbolista que juega con la camiseta por dentro de los pantalones, el futbolista, en fin, que por no tener no tiene ni un bonus por ser Balón de Oro en el contrato con la marca que le proporciona las botas. Y tampoco tiene, claro, tatuajes él, Graduado en Dirección y Administración de Empresas, cuyo TFG (Trabajo de Fin de Grado) defendió ‘online’ en entre el primer y el segundo partido de la Eurocopa de 2021.
En el mundo del fútbol hay egos desmedidos, y la industria, en general, tiende a alejarse del aficionado en virtud de un ridículo elitismo. Es algo así como decirle al hincha no voy a explicarte el fútbol porque no lo entenderías, así que los protagonistas, cada vez más escasos, tiran de inanes lugares comunes. Por eso sentarse con dos miembros de un cuerpo técnico de élite y que hablen con naturalidad de su trabajo es algo excepcional. Pablo Amo, segundo entrenador de la selección, y Carlos Cruz, preparador físico, charlan con EL MUNDO sobre cómo es el día a día, el trabajo, del staff que ha puesto a España en la primera fila de los favoritos para ganar la Eurocopa. "Somos un cuerpo técnico democrático, porque Luis es el más democrático", avanza Pablo Amo.
El grupo de trabajo de Luis de la Fuente, compuesto por siete personas, es el siguiente: Carlos Cruz, preparador físico; Pablo Peña, analista y técnico audiovisual; Luis de la Fuente, claro, el seleccionador; Miguel Ángel España, entrenador de porteros; Antonio Gómez, readaptador físico; Javier López Vallejo, psicólogo; Pablo Amo, segundo entrenador; Juanjo González, técnico auxiliar.
Hechas las presentaciones, es momento de contar cómo trabajan. Todos viven en Madrid menos López «Yaviejo», como llaman cariñosamente al psicólogo, que vive en Pamplona, y Juanjo González, en Asturias. «Tenemos semanas que programamos para vernos todos en persona, pero durante el año, si no hay concentración cerca, nos juntamos por videoconferencia», explica Pablo Amo a este periódico. Según se acercan las convocatorias, el contacto ya es físico, se ven todos juntos en Las Rozas, donde trabajan en el despacho de Luis de la Fuente durante muchas horas. Comen habitualmente en el restaurante de la Ciudad del Fútbol, aunque tienen un lugar «secreto», allí muy cerca, donde se escapan a comer de vez en cuando. «Pero queremos que siga siendo secreto», bromea Amo.
Conectados siempre en el chat de Whatsapp, se reúnen todos los lunes o martes, tras cada jornada de fútbol, para poner en común sus conclusiones sobre los jugadores a los que sigue cada uno. «Nos dividimos los futbolistas para organizar mejor el trabajo», dice Amo, que se ha trasladado a vivir a Las Rozas. «Lo nuestro es mucho análisis, muchas horas, muchos vídeos... La comunicación con los jugadores no es mucha, es más observación que otra cosa. El que habla con los jugadores, sobre todo si están lesionados, es el míster», explica Carlos Cruz, el preparador físico.
Ambos, Amo y Cruz, hablan de un cuerpo técnico «cómplice» y «democrático». «Cómplice porque somos todos amigos, podemos hablar de cualquier cosa, argumentar lo que queramos. Tenemos un líder que nos guía y que nos tiene en cuenta, aunque luego las decisiones últimas son suyas, claro», dice Cruz, y confirma el segundo entrenador: «El cuerpo técnico está jerarquizado. La opinión más preponderante es la del responsable del área concreta sobre la que hablemos. Luis muestra mucha seguridad en sí mismo admitiendo las opiniones ajenas». Miguel Ángel España 'manda' al hablar de porteros, Cruz si hablamos del estado físico... "Juanjo, por ejemplo, es nuestro especialista en ABP", dijo ayer De la Fuente. ABP son las siglas de a balón parado, es decir, que Juanjo es quien trabaja las jugadas de estrategia. De la Fuente, por cierto, habla siempre con un extremo cariño, y en plural, de sus ayudantes.
Las listas de convocados, también la de esta Eurocopa, terminan de confeccionarse en las horas previas. Siempre hay alguna duda de última hora que termina resolviendo el seleccionador. «Nos movemos mucho también por estados de forma de los jugadores. Mira el caso de Ayoze esta vez», explica Pablo Amo. Y una vez concentrados, dentro de un gran campeonato como este, el primero a nivel absoluto para casi todos, pero no atendiendo a las categorías inferiores, hay mucho trabajo hecho. Por ejemplo, el análisis previo de los rivales. «Primero Juanjo [González] me pasa unos análisis previos, yo veo uno de los partidos importantes del rival, y Luis los ve todos. Nos juntamos para unificar criterios y dónde vamos a poner el énfasis a los jugadores, por ejemplo en cómo hay que jugarle a Albania. Luego tenemos a Spielberg [Pablo Peña, el analista y técnico audiovisual], que busca las imágenes que queremos. Cuando no llegamos con las imágenes, hacemos presentaciones en Keynote, que es lo más parecido a una pizarra», cuenta con tono didáctico.
¿Qué imágenes les ponen a los jugadores? «Son situaciones reales de juego, suyas y del equipo contrario. Se trata de que el jugador vea que, cuando hace determinado movimiento que nosotros le pedimos, eso encaja perfectamente en las debilidades del rival. Es un trabajo duro, porque igual la situación de juego que le queremos poner a un jugador no se produce durante 88 minutos del partido anterior del rival, igual se produce sólo dos veces. Pues son esas dos veces las que hay que enseñarle». Es un proceso estructurado, mecánico, porque si no, no daría tiempo. Todas las selecciones que son posibles rivales tienen su informe preliminar y sus partidos grabados.
En su fortín de Donaueschingen, en una de las salas del impresionante resort donde se aloja la selección estos días, pasan las horas estos siete hombres mientras los jugadores están con la Play o jugando al golf. Luego, en las sesiones de vídeo, llega el momento de transmitir toda esa información a los chicos. «Para eso son fundamentales las keywords», avanza otra vez Pablo Amo.
«Son palabras que nosotros utilizamos para provocar situaciones de juego. Son palabras muy entendibles y que desencadenan comportamientos muy identificables. Son palabras llave, que han de ser fácilmente identificables durante el juego, un juego que va muy rápido, donde no hay dos jugadas iguales», continúa el técnico, y pone un ejemplo. «Nosotros decimos: 'cerca del área, compañero...'». La frase no está completa por expreso deseo del cuerpo técnico. Esa es una de las keywords de la selección, y significa, traducido al castellano, que si al poseedor del balón le ocurre una situación determinada, los desmarques han de ser hacia un lugar concreto. Eso sí, matiza el que sabe de esto: «Eso genera unos movimientos preestablecidos por unos lugares determinados».
Otro ejemplo: «Mal control, presión al hombre más cercano por dentro». Y si oyen eso, o si lo ven, los jugadores saben que deben ir a la presión del rival más cercano por dentro, es decir, dejándole la salida hacia la banda en el mejor de los casos. «La clave de la presión que nos caracteriza, o de un buen bloque medio, es la seguridad. Que el jugador sepa que, cuando él salte a la presión, los demás van a ir con él». En todo caso, el objetivo último es «que el jugador se sienta bien». Por cierto, ¿qué harán si ganan la Eurocopa?
Pablo Amo sonríe. «No quiero pensarlo. No estamos dejándonos llevar. Seguimos igual, y detectamos, y para eso nos ayuda mucho Vallejo, el psicólogo, que enseguida detecta el ambiente emocional de un grupo, detectamos, te decía, que todo está como tiene que estar, que los chicos están tranquilos. Yo, en 21 años de carrera, he sentido sólo dos veces ese algo mágico que se produce cuando un grupo de personas se junta y de repente, todo fluye. Estamos bien, queremos seguir así. Nada más».
Luis de la Fuente se presentó en la sala de prensa del Mercedes Benz Arena, que ahora no se llama así porque la UEFA no deja, así que hay que llamarle Stuttgart Arena, de lo más tranquilo. El partido de este viernes (18.00 horas) en Stuttgart medirá el primer semifinalista del torneo entre su España y Alemania, la anfitriona. Ni un pensamiento para esa estadística que dice que España nunca ha ganado a la selección local. Ni un pensamiento tampoco para Lehmann, el ex portero alemán que dijo que la selección era un equipo de juveniles. "Me preocupan poquito esas declaraciones. Nosotros vamos a jugar de igual a igual", dijo el seleccionador.
"Kroos lo definió perfectamente", añadió luego Dani Carvajal, el jugador que compareció después del técnico, aludiendo a las palabras del jugador alemán del Madrid en las que decía que Lehmann no representaba a nadie. Como resulta que De la Fuente ha convertido sus comparecencias en un puñado de lugares comunes, tuvo mucho peso la rueda de prensa de Carvajal, al que preguntaron por el calendario. Él empezó la pretemporada con el Madrid a mediados de julio del año pasado y aquí sigue.
"UEFA, FIFA y las Federaciones de cada país deberían plantearse que un jugador no puede jugar 60 partidos al año", anunció, y se explicó: "A nivel motivacional estoy con mucha energía, deseando que llegue el partido de mañana y salir al campo a comerme al rival. Pero estamos ante un calendario inviable. Esta temporada que va a empezar tendrá una Supercopa fuera de España, y luego un Mundial de clubes con otro mes fuera de casa. Esto es inviable y el nivel de los partidos bajará, porque los jugadores no pueden mantener ese nivel jugando cada tres días un año entero".
El lateral derecho del Real Madrid, al que contemplan seis Copas de Europa, sabe de sobra a qué huele un vestuario ganador en la víspera de un partido como el de Stuttgart. "Tengo buenas sensaciones, veo al equipo bien, con confianza, entusiasmo y con energía", reveló el internacional. Ambos, Carvajal y De la Fuente, se refirieron, cómo no, a Toni Kroos, que si pierde mañana habrá sido su último partido. ¿Qué se puede hacer ante un fenómeno como él?
"Hemos pensado atarle los pies, pero no creo que la UEFA nos deje", bromeó el técnico, que habló luego de ayudas, de impedir que reciba cómodo y todas esas cuestiones tácticas. "Sí, como ha dicho el míster, le podríamos atar lo pies", confirmó Carvajal, que espera saludar al alemán antes y después del partido y que espera, cómo no, que sí sea su último partido como profesional.
La noche estaba montada en torno a Vinicius, en una especie de reivindicación brasileña y disculpa española por los inadmisibles gritos racistas que ha recibido en varios campos de este país. Ocurre que la figura del futbolista del Real Madrid ha llegado a un punto de desencuentro en el que no se admiten matices. Ni sus detractores reconocen la gravísima, y obvia, realidad que sufre siendo objeto de insultos racistas, ni sus defensores asumen su otra realidad, incuestionable, esa que habla de un deportista inaceptable por su actitud ante rivales, árbitros y aficiones contrarias. Reflejo probablemente de una sociedad, la española, proclive a la polarización extrema, Vinicius no admite diálogo. O se le elogia todo, o se le censura todo. Da igual. [Narración y estadísticas].
Conviene no olvidar tampoco que él mismo se ha atribuido, o alguien se lo ha asignado, un papel, el de icono contra esta lacra, para el que quizá no esté preparado. Un chico tan joven, al que le pasan tantas cosas y tan rápido, difícilmente está capacitado para asumir el liderazgo en algo de semejante envergadura. Bien haría él, o quien está cerca de él, en orientarle para que la lucha que ha emprendido, legítima, necesaria, imprescindible, se ajuste a la realidad de un chaval de 23 años que, simplemente, juega muy bien al fútbol. Sus lágrimas, como su fútbol, no admiten matices, por muchas cámaras de televisión, y de cine, que le apunten desde hace bastante tiempo.
Asumidas todas las aristas de Vinicius, tomadas las fotografías con el lema Una sola piel y habiéndole sido otorgado el privilegio de ser capitán en su partido, fue el turno de la pelota, escenario del que parte Vinicius y al que, cuando vuelve, entrega una versión, esta sí, única e indiscutible. Es un jugador fantástico, por mucho que ayer estuviera, como el resto de su equipo, con la tensión por los suelos. Una carrera por su banda, salvada por Le Normand, a la media hora, fue todo lo que pudo ofrecer.
En medio de un ambiente amable, casi pasota con lo que ocurría en el terreno de juego, el brillo fue para Lamine Yamal, otro futbolista distinto, descomunal. Un tipo diferencial de esos que no sobran y menos a un equipo como el español. Suya fue la noche, un rosario de regates y amagues, de fintas y mentiras, de engaños y de ilusionismo. Un show que terminó en empate gracias a dos penaltis para los locales inventados por el árbitro, un portugués de nombre Antonio que colaboró lo suyo y que en el último instante compensó un poco a los brasileños señalando otra pena máxima para dejarlo todo en tablas.
España puso más porque era su obligación, jugaba de local y aunque fuese por aquello del qué dirán, debía mostrarse al menos interesado. Dispuso Luis de la Fuente un equipo que se parece mucho al titular que iniciará la Eurocopa y entre eso, la dimisión brasileña y un árbitro amigo, firme al señalar el punto de penalti en un piscinazo de Lamine Yamal, la selección se puso muy pronto por delante. En el aire, sin embargo, siempre flotó la sensación de que no es lo mismo contragolpear con Rodrygo o Vinicius que con Nico Williams o Morata. Sin desmerecer a nadie, la calidad individual en el último tercio del campo vestía de amarillo, salvo Lamine. A esta España no le va a costar dominar los partidos porque tiene jugadores de mucho talento en el medio, pero sí va a sufrir cuando los partidos los decidan los grandes jugadores. Ella sólo tiene uno. Muy bueno, pero uno.
Quiso Dani Olmo desmetir esto último con un gol increíble, fruto de un caño y un recorte deliciosos en un par de metros, con una definición perfecta al palo largo en el 2-0. Tiene calidad España, sí, pero no tiene esa calidad diferencial que da títulos más allá del juego, salvo, conviene insistir, mirando de reojo al DNI, a Lamine. Un regateador puro, de una calidad sublime, capaz de salir por los dos costados, de amagar, de engañar, de driblar... Un jugador diferencial de verdad.
En todo caso, con dos goles de ventaja era el momento de la selección, a la que sin embargo se acercó Brasil sin querer, gracias a un exceso de confianza con Unai Simón, que se marchó al vestuario sonriendo, quitándole importancia o asumiento que esto, regalarle un balón a Rodrygo, forma parte del juego. El caso es que ese gol, poco antes del descanso, dio paso a otro, poco después de ese descanso, que dio el empate a Brasil, un equipo, ahí sí, mucho más intenso, más agresivo, con toda la viveza que le había faltado en el arranque. Acertó Endrick, otro de esos niños deslumbrantes. Tras ese impetuoso inicio de segundo tiempo, la cosa se calmó y todo devino en el mundo al revés, con pitos a Morata, dueño de una noche nefasta, y aplausos a Vinicius, que tras 70 minutos de intrascendencia decía adiós a su partido bajo una ovación intensa. Se quedaba en él, en el partido, Lamine Yamal, eclipse de todo lo que ocurrió anoche, menos del racismo.