Rudy Fernández. Sergio Rodríguez. Guerschon Yabusele. Fabien Causeur. Vincent Poirier. La enumeración basta: cinco jugadores de primer nivel en la Euroliga, en el baloncesto internacional, perdidos por el Real Madrid de golpe, por jubilación o por traspaso. Añadan a Carlos Alocén, base de gran proyección -ya lo iremos viendo- al que los responsables blancos no dieron tiempo de juego tras recuperarse de una larga lesión y al que han dejado marchar
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"¿Quién dudaba, quién dudaba? Yo no sé nada, sólo sé que el equipo confiaba", respondía Garuba, siempre tan efusivo y seguro de sí mismo, pletórico en los festejos como lo estuvo en la cancha. El factor clave en la final contra Bahamas, acabando con la sangría en el rebote ofensivo, poniendo dos tapones majestuosos para marcar terreno. Pero las miradas se iban a Rudy Fernández, 261 partidos y 11 medallas con España, cómo no. Quizá a alguien se le pasó por la cabeza que el del domingo en la Fonteta podía ser el último partido en activo de una leyenda. Pero eso no entraba en los planes del capitán. Había una promesa por cumplir. El balear ya es historia: ningún jugador de baloncesto estuvo (¿ni estará?) jamás en seis Juegos Olímpicos.
"Es algo que le prometí a mi padre cuando me dejó", pronunciaba ayer Rudy, puesta en pie la Fonteta cuando Scariolo le sustituyó a falta de unos segundos. Hasta ese momento los caribeños -Eric Gordon protestó en sala de prensa por la cantidad de tiros libres que lanzó uno y otro equipo- no se dieron por vencidos. Entonces pudo descansar el alero y pensar en lo que se le viene como despedida de su inigualable carrera profesional. "Es el gen que tiene la Familia y el gen que nos hace seguir creciendo. Llevo jugando con la selección durante dos décadas y es lo que nos han transmitido nuestros veteranos. Podemos tener estrellas o no estrellas, pero si competimos juntos y representamos lo que tenemos delante siempre solemos tener cosas beneficiosas", siguió el madridista, que durante toda la concentración ha lanzado un mensaje que ha calado en sus compañeros: "No lo hagáis por mí".
El triunfo de la selección en un Preolímpico casi siempre trampa para el anfitrión supone un espaldarazo anímico también para un colectivo golpeado en el pasado Mundial. Aldama, que imitará a su padre en unos Juegos (él estuvo en Barcelona 92), era de los más emocionados. Durante el partido tuvo más que palabras con el fornido Munnings e incluso se hizo daño en el tobillo casi al final. Después, con el MVP en sus manos, en sus ojos se intuían las lágrimas. Muestras de carácter de quien está llamado a ser el líder del porvenir. "He hablado con mi padre esto muchísimas veces. Fue mi primer sueño de niño. Es un orgullo de vestir esta camiseta y un privilegio", comentaba en sala de prensa.
Los jugadores de la selección celebran su triunfo contra Bahamas.Alberto SaizAP
Allí, a su lado, Scariolo. Para él serán sus cuartos Juegos, otro mito. Misión conseguida. No quería pensar el seleccionador en la lista de 12 que hoy mismo tendrá que dar a la FIBA -y en la que sólo puede hacer cambios por lesión- y en la que estarán Abrines y Juancho. Tampoco en el 'grupo de la muerte' que se le viene en la primera fase de Lille. España disputará el primer partido de los Juegos, el sábado 27 a las 11 de la mañana, contra Australia. Después llegarán Grecia -ganador del Preolímpico de El Pireo- y la temida Canadá. Casi nada.
El seleccionador prefirió reivindicar a sus chicos, todos por encima de lo esperado. Hubo ejemplos a puñados de lo que ilusiona. El regreso de Lorenzo Brown (cuánto se le echó de menos) en la línea majestuosa del Eurobasket, su conexión con Willy, en contraste con su mediocre rendimiento en el Barça, la disposición defensiva de López-Arostegui -otro que no pudo estar en el Mundial- persiguiendo como un perro de presa a Buddy Hield. Pradilla, los puntos de Brizuela... "Quiero dar el mérito a este grupo de jugadores, fue extremadamente duro jugar este segundo partido en menos de 24 horas. Aprecio la concentración que pusieron, la compostura. Jugaron durante 40 minutos con muy pocos bajones y realizamos un partido sólido en las dos partes de la cancha. Es una final y lo siento como si hubiéramos ganado un título", reflexionó y fue más allá: «Podemos ir perdiendo superestrellas, pero mientras tanto tenemos que competir con una cohesión brutal. Estar en este equipo es un privilegio y los jugadores lo tienen claro. Es uno de los equipos más grandes de la historia del deporte español».
Awa Fam Thiam (Elche, 2006) va a toda velocidad. Así ha sido toda su carrera, marcada por la precocidad. Este jueves (17:15 h., contra Gran Bretaña) debutará en un Eurobasket con la selección española, con los 19 cumplidos esta misma semana. Hace un año ya fue llamada por Miguel Méndez y vistió esa camiseta, en la preparación para los Juegos Olímpicos. Es la más joven un equipo marcado por la regeneración, un cambio generacional que abandera la pívot nacida en Santa Pola junto a Iyana Martín o Elena Buenavida.
«Para mí es bastante especial, porque el año pasado estaba aquí como invitada y decía que vestir esta camiseta en una competición sería un sueño", cuenta a EL MUNDO en los días previos al viaje a Hamburgo, donde España defiende la plata lograda hace dos años en Ljubljana, en un equipo en el que sólo permanecen la capitana Alba Torrens, Raquel Carrera (a la que se ha esperado hasta última hora por su lesión) y Paula Ginzo. Y en el que son baja por lesión algunas jugadores clave: María Conde, Laura Quevedo y Megan Gustafson. Y otras, por retirada como Silvia Domínguez o por su adiós a la selección, como Queralt Casas y Laura Gil.
En Awa están puestas muchas esperanzas de futuro. La etiqueta de perla del baloncesto nacional no se le ha despegado nunca. No sólo en la selección, también en su club, el Valencia Basket, en el que se convirtió en la jugadora más joven en debutar en el primer equipo, con 15 años. A la cantera taronja había llegado con apenas 12, un primer paso vital inolvidable, pues tuvo que abandonar a tan temprana edad el domicilio familiar. "Siempre es difícil dejar a tu hija tan joven, porque no sabes qué puede pasar, pero me apoyaron en todo momento. Me decían que fuese y disfrutase y a ver qué pasaba. También que, si realmente me gustaba, me pusiera una meta y que, si quería llegar a eso, lo conseguiría", recuerda.
Fam se tuvo que separar de sus hermanos Karim y Tala y de sus padres Madoumbe y Arame, que regentaban una tienda de productos africanos en la ciudad alicantina y vendían en mercadillos. Desde Guediawaye (Senegal) habían llegado a España hace 30 años en busca de una vida mejor. Ellos siempre le han trasladado un mensaje: "Que nunca me rinda, que sea valiente y humilde, que con los pies en el suelo pero que siga poco a poco, porque puedo llegar a conseguir lo que me proponga".
Awa Fam, durante un partido reciente de la selección.FEB
Awa, que siempre fue muy alta (mide oficialmente 1,94 metros), ya nació en España, pero siente una gran vinculación con el país de origen de sus padres: "Siempre nos ha gustado tener esa cultura de Senegal, hemos ido mil veces, conozco a toda mi familia y estoy orgullosa de ser también de allí. Creo que conocer distintas culturas, saber el idioma y cómo viven, mola", pronuncia con orgullo.
El año pasado fue MVP del Europeo sub-20 (y eso que no lograron el oro) y esta temporada ha brillado cedida en el Lointek Gernika (10,1 puntos y 6,4 rebotes). Volverá a Valencia para el curso que viene, desoyendo de momento los cantos de la NCAA, aunque en la WNBA están sus sueños. Allá donde jugó Astou Ndour, su referente. "Primero porque es de Senegal. Siempre me ha gustado esa humildad que tenía ayudando a pueblos y escuelas de ahí, ojalá hacerlo yo. Y después porque a nivel baloncesto creo que no hace falta decir lo buena que ha sido y lo buena que es", explica.
"Va a ser una de los pívots importantes en los próximos años", reconocía Méndez hace unos meses, cuando Fam debutó oficialmente en las ventanas clasificatorias de febrero. "Lo tiene todo. Tiene el físico, tiene el talento y es una mujer que va a estar en el equipo nacional durante muchos años y será importante en el baloncesto europeo", concedió sobre la joya.
Chet Walker, campeón de la NBA con los Philadelphia 76ers y miembro del Salón de la Fama del Baloncesto, ha muerto a los 84 años, informó este sábado la Asociación de Jugadores Retirados de la NBA. Siete veces All-Star, Walker ganó el anillo con los Sixers en 1967.
"En sus 13 temporadas en la NBA, Walker anotó 18.831 puntos y capturó 7.314 rebotes con unos promedios de 18,2 puntos y 7,1 rebotes por partido", detalló la NBA en su web oficial.
Apodado The Jet, Walker jugó para los Syracuse Nationals, los Sixers y los Chicago Bulls.
Chet Walker, durante una entrevista en el Salón de la Fama en Springfield en 2012.Jessica HillAP
"Walker dejó un impacto profundo en nuestra ciudad y en nuestra liga", afirmaron los Sixers en la red social X.
Por su parte, los Bulls le recordaron como "una figura legendaria" y "un verdadero icono" de la franquicia de Chicago.