Juan Carlos Unzué, que el 18 de junio de 2020 anunció que padecía esclerosis lateral amiotrófica (ELA), ha anunciado que dejará de ser comentarista de DAZN por el avance de la enfermedad que le provoca una “limitación respiratoria”.
“Quiero anunciaros que debido a la limitación respiratoria que tengo necesito hacer más esfuerzo para hablar. Creo que, muy a mi pesar, ha llegado el momento de dejar de comentar partidos de DAZN”, señaló el ex portero este domingo en un avance de una entrevista que se emitirá este martes conducida por el narrador Miguel Ángel Román.
Unzué, de 57 años, que fue diagnosticado con ELA en febrero de 2020 y lo anunció ante la prensa cuatro meses después, llevaba tres años de segundo comentarista de encuentros que en su mayoría eran del Barcelona, donde estuvo como jugador durante dos temporadas y de segundo entrenador con Luis Enrique, logrando el triplete (Liga, Copa y Liga de Campeones) en 2015.
Unzué se ha convertido en una de las voces más representativas de los enfermos de ELA. Su reproche en el Congreso a Gobierno y oposición (”Si algo no tenemos los enfermos de ELA es tiempo que perder”) dio un impulso decisivo a una ley que, tras más de dos años de tramitación, fue finalmente aprobada por unanimidad en septiembre del pasado año. Además, el ex guardameta ha dado charlas a equipos de Primera División visibilizando la enfermedad.
Cuando los argumentos se agotan y las esperanzas menguan, sólo queda el corazón. Y en capacidad de imposibles, no hay nadie como el Real Madrid. Aunque parezca lejos de lo que fue, aunque asuste poco y no gane tanto. Ante Olympiacos, en una noche de rebeldía en el Palacio, se pidió otra ronda, se resistió a morir. [80-72: Narración y estadísticas]
Habrá cuarto rounda el jueves, porque un tipo como Alberto Abalde es un capitán sin galones que contagia desde el silencio y la humildad. Capaz de pedir perdón público por un error que pudo no ser suyo, de secar al tormento Williams-Goss, de anotar el triple que balanceó una noche. Porque se juntó con Andrés Feliz o Usman Garuba, que olvidaron sus malos días y encontraron su momento donde menos se sospechaba, en el igualadísimo último cuarto ante el Olympiacos en el que la derrota era muerte. Ellos, los secundarios, propiciaron un triunfo para seguir creyendo.
Las mismas tribunas que la noche antes acogían a los varados en la ciudad por el gran apagón vibraban ahora con un amanecer como requería la cita, aunque en el Palacio, en la que podía ser su última noche europea, sorprendieran algunas sillas vacías. A falta de otras cosas, al Real Madrid le hacía falta fuego para creer en el imposible, para al menos hacer dudar al impasible Olympiacos, el equipo que le había derrotado ya cuatro veces este curso, las dos últimas, la semana pasada, para poner pie y medio en la Final Four.
En estos abismos el pasado no importa, se trata de al menos avanzar un paso más. Pocos los saben tan bien como el Madrid, al que siempre le gustó el vértigo, el único en la historia de ser capaz de levantar un 0-2 (hace dos años ante Partizan, para luego salir campeón). En eso se aplicó, aunque el susto le duró más bien poco al grupo de Bartzokas, que no contó por lesión con Evan Fournier.
Tavares, durante el partido contra Olympiacos.THOMAS COEXAFP
Sin tener que estar pendiente del talento francés y con el impulso de sus seis triples del domingo en Girona, Musa arrancó como una moto. Nadie pudo pararle en todo el primer cuarto, 12 puntos y la sensación de plenitud. Pero el bosnio es el paradigma de este Madrid, que llegó a dominar al Olympiacos hasta por nueve puntos cuando Llull asestó un triple al inicio del segundo cuarto (30-21). Todo quedó emborronado en un momento y cuando Dzanan volvió, lo arruinó todo con un puñado de errores seguidos. Los griegos, impulsados por un tremendo Williams-Goss, primero hirieron con un 0-10 y más tarde con otro 0-13, con el Madrid pidiendo la hora del descanso.
Y todo ello aliñado con la buena rabieta por la actuación arbitral, heredada de los duelos en el Pireo. La grada clamaba, pero esta vez los jugadores blancos no perdían los nervios, aunque tuvieran unas cuantas acciones para hacerlo.
La vuelta fue ya una batalla sin guardias, dos púgiles desatados. Tavares dominaba sin faltas, Hezonja se echó el equipo a la espalda y le respondía Vezenkov, súperclases en pleno desafío. El Madrid necesitaba no parar de reaccionar, porque enfrente lo que había era una roca, con un fondo de armario bastante superior. Tras un impás de errores y la igualdad inquebrantable, una canasta de Llull pregonó un último cuarto de pura agonía.
Y de puro éxtasis cuando un par de elementos inesperados emergieron para, al fin, desequilibrar al Olympiacos. Fue el corazón de Garuba y Abalde el que puso todo patas arriba puntos y defensa desde la rebeldía. Era la segunda unidad, los guerreros, también Feliz, Ibaka y Llull, los que estaban haciendo perder el pie al equipo más duro de Europa.
Campazzo apareció después para que no se escapara un triunfo vital, porque los del Pireo se resistían pese a sus 28 puntos en toda la segunda mitad. Fue una noche de las de antaño, mágica y vibrante, aunque todo siga aún muy cuesta arriba para el Madrid.
En los últimos ocho partidos de Euroliga, Markus Howard ha lanzado 90 triples. Una compulsión desenfrenada que se sustenta, claro, en el acierto: 36 de ellos hicieron diana. "Por supuesto que es un jugador a tener en cuenta y al que hay que vigilar: levanta 11 triples por partido en los últimos dos meses", avisa Chus Mateo sobre la amenaza evidente, el jugador más incontenible de Europa que es la bandera del Baskonia que a partir de este martes desafía el Real Madrid (21.00 h.) en los cuartos de final de la Euroliga.
Dice Mateo que los vitorianos son "el rival más difícil" por el simple hecho de ser su rival, el que mide el momento clave de un equipo prácticamente inmaculado en lo deportivo esta temporada: campeón de lo jugado (Supercopa y Copa), primero con récord histórico (27 victorias) en la temporada regular de la Euroliga e igualado en lo alto de la ACB con el Unicaja. Otra cosa son las sensaciones del juego, no tan poderosas en las últimas semanas, donde, por ejemplo, cayeron precisamente contra el Baskonia en el WiZink (91-95)... con 35 puntos del escolta estadounidense.
La serie de acceso a la Final Four donde el Madrid trataría de defender la corona lograda el año pasado en Kaunas marca la hora de la verdad. Los blancos no supieron su rival hasta el viernes por la noche, cuando se resolvió el novedoso play in al que tuvieron que recurrir los de Dusko Ivanovic en su irregular avanzar por esta temporada. Primero perdieron en Belgrado contra el Maccabi y después finiquitaron a la Virtus en el Buesa Arena... con 28 puntos (¡ocho de 19! en triples).
Howard, en el play in ante el Maccabi.ANDREJ CUKICEFE
Howard ha sido el máximo anotador de la Euroliga (19,5 puntos), por delante de Mike James, aunque lo de las últimas semanas resulta escandaloso. En esos 90 triples (tantos de ellos 'imposibles') y 192 puntos de los últimos ocho encuentros intercaló asombrosas actuaciones en ACB: 37 puntos al Barça, 37 al Granada, 36 al Valencia y 28 (con un impresionante triple final ganador) la semana pasada al Breogán. "Es el mejor anotador de Europa. Todo el mundo habla de muchos nombres y nadie le menciona a él. Las cosas que él hace en la pista no las hace nadie en el mundo", reivindica su compañero Chima Moneke, que es duda por lesión para la serie.
El Madrid llega a la cita con todas sus piezas listas y sobre aviso. Por algunas de las últimas derrotas y también, sobre todo, por lo ocurrido el año pasado ante el Partizan. El 0-2, la tangana, la histórica remontada... Incluso por los precedentes con un rival que no se le da demasiado bien. Es de los pocos con el que tiene el balance en contra en la Euroliga (10-8) y el curso pasado le derrotó en las cuatro ocasiones que se vieron. Un Baskonia de ritmo altísimo de anotación, con poco que perder y con jugadores de mucho talento y su famoso "carácter". "No vamos a ser tan incautos de centrarnos en Howard y perder a Costello, Sedekerskis, Marinkovic, Miller-McIntyre... El Baskonia tiene mucho carácter, uno especial y pelea y vuelve a los partidos cuando parece que está derrotado", avisa Chus Mateo.