Cuando Donato anotó el tanto ante el Espanyol que encarrilaba la primera y única liga para el Deportivo de la Coruña, Massimo Benassi (Pordenone, Italia, 1991) era un niño de ocho años al que le ponían de lateral derecho en el equipo de su pueblo porque "era muy malo". El gol de Mackaay, media hora después, ya espantaba definitivamente los fantasmas del penalti de Djukic, el mayor drama en la historia coruñesa, y teñía de color las calles de A Coruña y de amarillo el pelo de Fran, Dhalminha o del delantero holandés.
Han pasado justo 25 años desde aquel momento y el niño que nunca soñó con ser lateral derecho sino que, desde su fanatismo al programa Calcio Mercato, se aficionó a calcular amortizaciones, fichajes y configuraciones de plantilla, es ahora CEO del Deportivo de La Coruña. "En Italia el Depor es un equipo que siempre ha despertado muchísimo interés, sobre todo por esa eliminatoria contra el Milan, yo recuerdo ver esos partidos por satélite en canales que a lo mejor ni se hablaba en italiano", cuenta el directivo a EL MUNDO.
Así, Benassi se graduó en Derecho, enfocó su postgrado en Derecho Deportivo y en 2017 aterrizó en España para estudiar un MBA en Gestión Deportiva en la Universidad de Real Madrid. "A mí siempre me ha gustado el fútbol, pero más la parte de gestión, así que te vas actualizando, informando", deja la frase sin acabar porque su camino a la dirección ejecutiva del Depor, pese a que ha pasado por Leganés y UD Ibiza, ha sido fulgurante.
"Firmé cuando el play-off contra el Albacete, pero dije: 'no voy, porque si voy soy gafe si no ganamos y si ganamos, pues parece que me he subido al barco', revela el italiano. Así que, 'oficialmente', llegó una semana después de que el Depor sufriera otra de sus características dosis de mala suerte, eliminado por un equipo entrenado por Rubén de la Barrera, el técnico que habían despedido un año antes.
Así que el italiano, que empezó como director de desarrollo en 2022, llegó a un club cuya magnitud mediática y de afición nunca había manejado y que enfilaba su tercer año en el fútbol no profesional. "Lo complicado fue aterrizar un poco todo eso y quitarse un poco de la cabeza de que el Depor es un club de Primera, que lo es, pero que en ese momento había que competir en Primera RFEF, con las normas de Primera RFEF, con los campos de Primera RFEF y con todo lo que eso conlleva", explica.
El equipo vuelve a caer en el playoff ante el Castellón y el club realiza un cambio en su estructura directiva en el que deciden ascender a Benassi a la dirección general para, un año después, y tras la ansiada vuelta al fútbol profesional, termine ya como consejero delegado por debajo de Juan Carlos Escotet con el que está en permanente contacto. "Si no cambias el chip, es difícil porque todos tus rivales juegan el partido del año el domingo que les toca contra el Depor, los jugadores quieren hacer el encuentro de su vida", apunta.
Cambio drástico
El cambio del Depor, además de en el campo, también se produjo en los despachos. Se unieron los departamentos en Abegondo, para generar cohesión entre los diferentes equipos, y se dejaron atrás las gestiones de madrugada en la marisquería El Manjar. "Llevamos dos años ordenando la parte corporativa, se hizo una inversión muy importante en la estructura no deportiva y ahora estamos en una fase donde tenemos un plan estratégico muy claro que pasa por invertir en cantera y en la ciudad deportiva", apostilla el CEO deportivista.
Han sido dos miembros de esa cantera, Yeremay y Mella, los principales responsables de que el club se haya mantenido virtualmente otro año en Segunda División pese a que el año empezó torcido con el equipo en puestos de descenso. "Nunca hubo miedo porque se confiaba en la plantilla, pero hubo que tomar decisiones", recuerda. El Depor ha rechazado ofertas por 30 millones de euros y su voluntad es que se queden el tiempo que ellos quieran y para ello se trabaja en construirles un entorno atractivo en el que seguir creciendo.
De hecho, la próxima gran inversión del Depor, ahora que ya no es un recién ascendido y dispone de mayor recursos a nivel de derechos de televisión, es mejorar la ciudad deportiva para que el primer equipo, pero también el femenino, el Fabril y el fútbol base puedan beneficiarse de ello.
Lío con el ayuntamiento
El club, además, se presenta como uno de los grandes embajadores internacionales de A Coruña, aunque ahora se haya ensombrecido la relación con el consistorio especialmente por un concierto del Último de La Fila en Riazor, en plena temporada, y que amenaza al césped híbrido que instaló el club esta temporada y por el que desembolsó hasta 800.000 euros. "¿Merece la pena destrozar todo eso para tres horas de concierto? ¿De verdad no hay otro lugar en la ciudad?", se pregunta Benassi.
Con el Mundial 2030 a la vuelta de la esquina, se antoja imprescindible un entendimiento respecto a un estadio que está designado como una de las sedes de esa importante cita. El Depor necesita vuelo y Riazor es la pista de despegue. Massimo Benassi, el niño que siempre quiso ser gestor de fútbol, el piloto.