Felipe Silveira asegura que al acceder al estadio del Espanyol un guardia de seguridad privado se sacó un plátano del bolsillo y le espetó esa frase racista.
Vinicius se arrodilla en un gesto contra el racismo antes del partido amistoso entre Brasil y Guinea.Joan MonfortAP
El partido amistoso contra el racismo entre Brasil y Guinea disputado en el Stage Front Stadium del Espanyol vivió en sus prolegómenos un nuevo episodio racista. De acuerdo con un portal del grupo brasileño O Globo, Felipe Silveira, amigo y asesor de Vinicius, fue abordado por un miembro del equipo de seguridad que, tras sacar un plátano de su mochila, le espetó “manos arriba, esta es mi pistola para ti”.
Tanto el propio Silveira como sus acompañantes se enfrentaron con ese miembro del equipo de seguridad del recinto y contactaron rápidamente con las fuerzas del orden para denunciar el acto, mientras trataban de sacar a su presunto autor del estadio de Cornellà.
Algo que, en última instancia, habría sido impedido por los miembros del equipo de Vinicius. En cuanto finalice el partido, su intención es presentar una denuncia formal ante la policía por estos hechos y reclamar que se analicen también las imágenes recogidas por las cámaras de seguridad.
Uniforme negro
Tras recalcar su profunda repulsa a cualquier acto relacionado con el racismo y señalar que el club se ha limitado a ceder el recinto, fuentes del RCD Espanyol apuntaron que, tras contactar con la organización, les comunicaron que desde la empresa de seguridad negaban tener constancia alguna de los hechos denunciados.
Durante este amistoso, la pentacampeona mundial ha lucido un uniforme completamente negro por primera vez en su historia. Un gesto simbólico encuadrado en la campaña de la Confederación Brasileña (CBF) para condenar la discriminación racial en el deporte. Tras los insultos recibidos por Vinicius el pasado 21 de mayo en Mestalla, la CBF continúa muy concienciada con este caso, que incluso mereció la censura del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva.
Dos semanas después del devastador paso de la DANA, la ciudad de Valencia acogió el primer partido profesional en alguna de las localidades directamente afectadas el 29 de octubre. En un ambiente mucho menos festivo de lo habitual, el Valencia Basket disputó en La Fonteta la octava jornada de la Eurocup ante el Cedevita Olimpija Ljubliana.
Con menos música, volumen de megafonía e incluso ánimos desde la grada, los jugadores de Pedro Martínez lucieron un crespón negro y calentaron con unas camisetas con el lema Estem amb vosaltres (Estamos con vosotros) el mismo lema que guió el vídeo proyectado en el marcador antes de las presentaciones y que uno a uno repitieron los jugadores.
Con ambas plantillas posando en el círculo central junto a una gran senyera, se mostró un vídeo de homenaje a los pueblos afectados, con el nombre de todas las localidades que han sufrido daños y pérdidas humanas. "Hemos recibido mucha ayuda, pero hace falta mucha más. Esto no son dos días", se advertía por megafonía. Ambos equipos guardaron un emotivo minuto de silencio en memoria de las víctimas.
Durante el primer tiempo muerto se homenajeó a los miles de voluntarios han acudido a ayudar en las tareas de limpieza y se puso como ejemplo a Nando Durà, un agricultor abonado del club que ha ayudado a retirar miles de coches afectados. Igualmente, en los minutos previos al inicio del segundo cuarto se proyectó un veídeo con las imágenes del trabajo de los voluntarios que acabó con el lema Alcem-se (Levantémonos).
Las camisetas de los jugadores taronja se subastarán con fines recaudatorios y el club dio visibilidad a la iniciativa de su ex jugador José Simeón para comprar bombas de achique. Por su parte, la ONG Save the children dispuso de puntos de información y de captación de ayuda directa.
El pasado miércoles, la selección masculina de balonmano disputó ante Italia en Sagunto un partido clasificatorio para el Campeonato de Europa 2026, resuelto con un apurado triunfo para el equipo de Jordi Ribera (31-30).
No recuerdan las nuevas generaciones aquellos otros tiempos, cuando una medalla era una rareza, cuando los cuartos también eran maldición entre canastas y cuando tantos miraban a España por encima del hombro. No hay memoria de la mediocridad porque ya hace mucho de aquello. Llegaron nuestros superhéroes para hacernos sentir pletóricos, para acumular proezas y dominar el mundo. Para 'estar' siempre. La nueva realidad de la selección pelea contra su destino y, por ahora, casi siempre gana. En Lille, con las 12 mejores selecciones del planeta, allá estará España, fiel a una cita olímpica, desde Sidney 2000 sin falta. Lo logró tras un Preolímpico que resultó todo un ejercicio de competitividad, la memoria ganadora en los genes de los que aprendieron de Gasol y compañía. Si el sábado desplumó a Finlandia en la pura agonía, en la final contra Bahamas resultó el mejor trampolín posible hacia París. [Narración y estadísticas: 86-78]
Dicen adiós las leyendas y ya no va quedando casi nadie de aquellos. Sobrevive Rudy, un capitán que pide a sus jóvenes compañeros que no lo hagan por él, que vayan a unos Juegos por ellos mismos. Serán sus sextos. Y los cuartos para Llull. Líderes con el ejemplo, los que pasan el testigo aunque todos sepan que la edad dorada nunca podrá ser igual. Pero el mago Scariolo no baja el pistón de la exigencia. Lo que antes eran alardes ahora son duelos muchas veces desde la inferioridad, resueltos por una mezcla de destreza y de amor propio. Así fue en una Fonteta rendida a su España, enamorada del talento de Lorenzo Brown, que logra hacer de Willy Hernangómez ese pívot que tantos imaginaron, de la clase de Aldama, de la fiereza de Alberto Díaz, López-Arostegui o Garuba... Todos fundamentales ante la amenaza caribeña, un rival derrotado de principio a fin.
Rudy, ante Bahamas.ALBERTO NEVADO / FEB
Era Bahamas una trampa total, tipos con tanto peligro como poca tradición que defender. Viven sus NBA la experiencia como un regalo y así lograron finiquitar a Argentina en casa el pasado verano. Y quedarse a un milímetro de disputar unos Juegos. Esta vez, en una Fonteta magnífica, España no les dio opción de desatar sus armas.
Desde el amanecer el encuentro tuvo la electricidad de las finales. Cada microacción era un desafío. Un juego de contrapesos con una igualdad insoportable. Willy, alargando el idilio ofensivo de la noche anterior contra Finlandia, era el hombre buscado por España en la pintura. Buddy Hield pronto mostró la soltura de sus lanzamientos, que contrastaban con el agarrotado Lorenzo. Se luchaba punto a punto.
Fue en el segundo round cuando las inercias se impusieron, con la selección más segura de sí misma. Principalmente por la influencia en el juego de Garuba, un muro en defensa. España se levantó de un triple de Eric Gordon con un 7-0 y poco después el ex madridista puso un tapón colosal al saltarín Edgecombe, un jovencísimo proyecto de estrella. Ese esfuerzo era el ejemplo a seguir. Usman contagió a todos. Entonces devolvió Scariolo a la primera unidad y Lorenzo paró el reloj con tres triples consecutivos que, junto a uno más de Llull, encendieron Valencia como un ninot (42-31).
Lorenzo Brown, ante Bahamas.Kai ForsterlingEFE
El gran problema de la selección había sido el rebote ofensivo (hasta 11 segundas jugadas al descanso concedió desesperadamente), una sangría. Cuando lograban controlarlo, todo se ponía cuesta abajo. Había sido una gran primera mitad.
Y la vuelta de vestuarios prolongó las buenas vibraciones. López-Arostegui desquiciaba a Hield y el metrónomo Brown tomaba las riendas. Y los nervios caribeños empezaban a aparecer en la pista, elevando a la desesperada su listón físico. Pero la concentración española parecía a prueba de bombas, la confianza elevándose a la vez que la ventaja. Apareció la segunda unidad con nuevos bríos, con ese Garuba capitán de la energía, batallando con DeAndre Ayton, y con la osadía y los puntos de Brizuela que pusieron la máxima (61-47).
Pero todavía tenía que remar España ante un rival sin red, consciente de que se le escapaba una oportunidad histórica, sus primeros Juegos. Y el retorno de los titulares fue la puntilla de los caribeños. Porque España había hecho presa, coral y efectiva, siguiendo a pies juntillas ese plan de Scariolo que pocas veces falla. Si se arrimaba Bahamas, el triple de Aldama. El balón a Lorenzo, los tiros libres de Rudy... "¡Sí, sí, sí, nos vamos a París!".