Una racha así tendría que cambiar los pronósticos para Roland Garros. En el Masters 1000 de Montecarlo y el Trofeo Conde de Godó hubo los mismos finalistas, Casper Ruud y Stefanos Tsitsipas, y a un mes del Grand Slam parisino ambos deberían ser considerados favoritos. Al fin y al cabo sólo hubo una pareja en semejante forma en tierra batida, Rafa Nadal y David Ferrer en 2011. ¡Menudo precedente!
Pero pese a los títulos compartidos es difícil considerar a Ruud o Tsitsipas por de Jannik Sinner e incluso por delante de Novak Djokovic, Carlos Alcaraz y hasta de Rafa Nadal pese a los problemas físicos de los tres. Su éxito parece temporal, inestable, fruto de la desdicha de otros.
Como ocurrió en Mónaco, este domingo en Barcelona la victoria se decidió más por errores que por aciertos. Si una semana atrás el vencedor fue Tsitsipas esta vez ganó Ruud, aunque el esquema fue parecido. En la pista central del Real Club de Tenis de Barcelona, la confianza y, por lo tanto, el buen juego, cambió de bando.
El noruego formado en la academia de Nadal en Mallorca se mostró mucho más consistente en el saque y brillante en el revés y eso le llevó a levantar su primer gran trofeo. Después de perder tres finales de Grand Slam, una de Masters 1000 y dos de ATP 500 por fin llegó su momento. Ganó por 7-5 y 6-3 en una hora y 30 minutos, un marcador que reflejó perfectamente lo ocurrido.
Tsitsipas apenas estuvo en el partido. Su buen inicio (2-0) respondió a los nervios de Ruud y luego desconectó con dudas en el saque y múltiples fallos. Hubo un instante en el que, enfrascado en una discusión con su padre y entrenador, Apostolos Tsitsipas, no llegó a tiempo a un resto. Su cansancio era evidente, después de completar todo el Masters 1000 de Montecarlo y jugar varios largos partidos en Barcelona, pero más su apagón mental.
El público de la pista Rafa Nadal se entregó a él en parte para poder ver un partido igualado, un poco de espectáculo, y en parte por empatía. Desde que en 2018 alcanzara aquí su primera final de ATP ya ha perdido cuatro duelos por el título, dos ante Nadal, uno ante Alcaraz y este domingo, ante Ruud.
JAVIER SÁNCHEZ
@javisanchez
Actualizado Lunes,
26
junio
2023
-
22:43Demasiados permisos, falta de experiencia, edades avanzadas y empresas 'lowcost': el combo que...
"¡No puedo hacer esa mierda!", gritaba Carlos Alcaraz justo cuando empezaba el segundo set; para entonces ya todo estaba perdido. Un Alcaraz desorientado. Un Alcaraz desconectado. Un Alcaraz desesperado. En definitiva, un Alcaraz distinto. Ante Grigor Dimitrov, en cuartos de final del Masters 1000 de Miami, el español completó uno de los peores partidos que se le recuerdan y cayó por 6-2 y 6-4.
En su juego no hubo nada rescatable, ni el servicio, ni su derecha, ni mucho menos su resto. Agobiado por la alta velocidad de la pista y por el peso de las bolas -distintas a las del Masters 1000 de Indian Wells-, se sumergió muy pronto en un mar de dudas y no supo salir a flote.
Mucho mérito también tuvo Dimitrov. De menos a más, salvando hasta cuatro bolas de break en los primeros juegos, el búlgaro se encontró con su mejor tenis y, lo que fue más sorprendente, lo mantuvo durante más de hora y media. Como hizo en el pasado Masters 1000 de Shanghai, su estrategia fue clara: desvestir a Alcaraz.
En lugar de esperarle, le presentó un resto muy agresivo y poco a poco le minó la moral. "No dejes que domine el punto", reclamaba Juan Carlos Ferrero a su pupilo en el primer set, pero Dimitrov lo hacía, lo hacía, lo hacía.
La reacción de Alcaraz
Ante ese desafío Alcaraz se desvaneció. El número dos del mundo, en un marzo de ensueño, después de su título en Indian Wells y su brillante inicio en Miami, dudó y las dudas le devoraron. Al principio fue con su propio servicio: ¿Cómo sacar para que Dimitrov no le devolviera un winner con su resto? No halló la respuesta. Y la inquietud se extendió a todas las situaciones.
En su continua comunicación con su palco, Alcaraz admitió que ya no sabía si meterse dentro de la pista o retrasarse hasta tocar el muro, si buscar el golpe directo o los largos intercambios. No veía el camino. Sólo durante unos 10 minutos, a la conclusión del desastre, el español se encontró e incluso liberó alguna celebración. Con 6-2 y 4-1 en contra, se reconcilió con su raqueta, reconoció las bolas y mejoró de repente: llegó a igualar el segundo set. Pero fue un espejismo. Dimitrov, a un nivel superlativo, se llevó el encuentro y el pase a semifinales. Allí se enfrentará a Alexander Zverev.
La derrota vuelve a frenar a Alcaraz en su despegue hacia la gira europea de tierra batida. En su camino ahora, las certezas de su éxito en Indian Wells y los interrogantes acumulados en Miami. A partir del Masters 1000 de Montecarlo deberá reencontrarse con todo y rearmarse.
Hubo un detalle en la derrota de Carlos Alcaraz este lunes que insinuaba qué ocurría. En su palco, los miembros de su su equipo, del entrenador Juan Carlos Ferrero a su hermano Álvaro pasando por su agente, su médico, su fisioterapeuta o su preparador, se cruzaron de brazos al sentarse y se levantaron igual. No hubo gritos de ánimos, ni tan siquiera gestos. De hecho raramente Ferrero daba alguna indicación. Quienes siempre acompañan a Alcaraz sabían que no estaba para ganar y simplemente sufrieron el partido como hizo el tenista.
"Pensaba que podía competir, que podía encarar los intercambios largos, pero la barriga me ha limitado mucho. No me he sentido cómodo en ningún momento. No me gusta hablar de estas cosas porque suena a excusa, pero si me siento mal, me siento mal", aseguró el número tres del ranking mundial después de caer por 6-1 y 7-5 ante Casper Ruud en su debut en las ATP Finals.
Los entrenamientos y la sesión de fotos
Desde hace casi una semana, antes de llegar a Turín, Alcaraz arrastraba un resfriado que no se acaba de ir y que le obligó incluso a tomar antibióticos. En sus primeros entrenamientos en las entrañas del Inalpi Arena se le notaba muy cargado, utilizando el kleenex todo el rato y recurriendo a soluciones temporales para respirar mejor, como la cinta nasal o el Vicks VapoRub. En la sesión de fotos oficial, organizada en el precioso Museo Nazionale del Risorgimento Italiano, realizó varios estornudos que alertaron a sus rivales en el torneo. Pero anteayer, en la última sesión de preparación antes del estreno, se encontró mejor, más liberado, más fresco. Podía ser suficiente.
Ante Ruud, un tenista al que siempre había ganado con solvencia y que llegaba en una profundísima mala racha -dos victorias en los últimos 10 partidos-, quizá no necesitaría la perfección para sumar un triunfo. Pero en cuanto se despertó ayer todo se torció. El dolor de barriga que no le permitió ni comer ni almorzar con normalidad oscureció su estreno en la Copa de Maestros y finalmente le llevó a la derrota.
Seguirá en el torneo
Después de caer ante Ruud, eso sí, en ningún momento se planteó la retirada del torneo, todo lo contrario. Al salir de la pista y de su luz azul fluorescente, Alcaraz se subió a la bici del pequeño gimnasio que hay en los pasillos del pabellón y realizó su habitual rutina post-partido. Con la ventaja de descansar este martes, este miércoles se presentará al segundo partido de la fase de grupos con la intención de remontar y alcanzar las semifinales.
MARCO BERTORELLOAFP
"Si me baso en las sensaciones de hoy es complicado pensar en clasificarme, pero lo bueno del tenis es que todo cambia de un día para otro. Ha habido muchos jugadores que han perdido el primer partido de las ATP Finals y luego han salido campeones. El año pasado yo mismo perdí en el debut [ante Alexander Zverev en tres sets] y luego llegué a semifinales.. Ahora debo ir partido a partido. Ojalá me encuentre mejor, aunque también debo aprender a ganar cuando no me encuentro bien", comentó con todas las opciones en contra.
El cansancio mental
Su clarísima derrota ante Ruud le obliga a ganar a Alexander Zverev y Andrey Rublev, un sobreesfuerzo. Porque además de su dolor de barriga, Alcaraz admitió este lunes que le falta frescura a estas alturas de temporada y que le costará recuperarla ya. Al fin y al cabo, antes de coger vacaciones, sólo le queda la Copa Davis de Málaga, donde jugará tres partidos individuales como mucho y la presencia de Rafa Nadal le aparta del dobles.
"Todos los jugadores estamos cansados mentalmente; si alguien te dice que está fresco te engaña. Algunos lo llevan mejor y otros lo llevamos peor. Me noto cansado, sin tiempo para descansar y para entrenar en casa. Pero, como decía, tengo que encontrar la forma de jugar bien en malas condiciones", repetía Alcaraz después de uno de los peores partidos que ha jugado nunca contra un Top 10.
Antonio CalanniAP
Para el español falló todo lo que podía fallar. Sólo sonrió al inicio del segundo set, cuando fue más agresivo y consiguió su único break ante Ruud, pero luego volvió a hundirse, muy lejos de su juego. Las estadísticas muchas veces engañan, pero esta no: el español tuvo problemas al saque -menos del 50% de primeros en el primer set-, padeció con su derecha -hasta 34 errores no forzados- y no se encontró en la red -sólo convirtió el 60% de sus subidas-.
Mientras Ruud, un defensor como pocos, aguantaba y convertía sus bolas de breaks, Alcaraz se precipitaba en los intercambios y padecía incluso con las dejadas, su recurso más alegre. Siempre con la cabeza baja, nada funcionaba y los miembros de su equipo tampoco podían ayudarle. Era un partido para sufrirlo.