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La menorquina tardó 12 horas y 24 minutos en cubrir los 42 kilómetros que separan Argentina de Uruguay entre aguas marrones: “No me veía el codo, ni la mano, ni nada. Lo bueno que tiene esto es que tampoco ves bichos raros”
A casi 10.000 kilómetros de distancia cuando el reloj marcaba las 4.30 de la madrugada, Tita Llorens (Menorca, 1968) se sumergió en las aguas del Río de la Plata, el más ancho del mundo y que sirve de frontera entre Argentina y Uruguay. Era la primera vez que estaba en Colonia del Sacramento, ciudad del suroeste de Uruguay, en la que viven más de 26.000 personas y que en 1995 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Cultura, las Ciencias y la Educación (Unesco). Doce horas y 24 minutos después, pero ya en la localidad de Punta Lara en territorio argentino, la nadadora balear hizo historia y se convirtió en la primera deportista de origen europeo en cubrir los casi 42 kilómetros que separan a ambas ciudades de los países sudamericanos. Además, con sus 54 años, ha sido la persona de mayor edad en poder superar este reto.
«La verdad es que no caí en eso del récord hasta que me lo dijeron, porque yo tampoco busco estas cosas», asegura Llorens. «Es un privilegio unir dos países nadando es una aventura muy especial», añade.
Aunque Tita Llorens se ha enfrentado a travesías de hasta 100 kilómetros, cruzar el Río de la Plata supuso varios desafíos para ella. «Lo más destacable fue el color del agua. Era una de mis principales preocupaciones», admite. Explica que a diferencia de lo que sucede en el Mediterráneo, los tonos que predominan en este cauce giran en torno al marrón. «Como no había manera de meterme en esta agua porque no podía ir hasta el Río de la Plata para entrenarme hice mucho trabajo de visualización con fotos», señala. Cuenta que durante esta travesía que cubrió recientemente tuvo dificultades de visibilidad. «No me veía el codo, ni la mano ni nada. Lo bueno que tiene esto es que tampoco ves bichos raros», bromea.
Llorens no pierde el humor e, incluso, lo aprovecha hasta en las situaciones más complejas, como lo vivida en su última aventura. A la dificultad del color, también se sumó que el caudal del río es de agua dulce. «Yo estoy acostumbrada a nadar en el mar y en el agua salada. El Mediterráneo es mucho más salado que el Atlántico», detalla. La sal otorga flotabilidad a los nadadores y, teniendo en cuenta esto, Llorens debió entrenarse para este desafío, fundamentalmente, en una piscina.
Pero ninguno de estos obstáculos disiparon las ganas de cumplir sus metas. «¿Por qué no?», se preguntó la nadadora de aguas abiertas, que en realidad quería ir por más registros. Su objetivo inicial era nadar el doble, ida y vuelta, pero por criterios normativos no pudo hacerlo; las autoridades locales le prohibieron sumergirse en el agua durante la noche. «No descarto, que en otra ocasión, pueda hacerlo si hay permisos , pero de momento estoy contenta así», sostiene.
Tita Llorens recalca que los días críticos son los previos a la travesía, cuando aparecen las dudas. «¿Y por qué estoy aquí?, ¿quién me mete a mí en estas cosas, tan cómoda que podría estar yo en casa?», son sólo algunas de las preguntas que pasan por su cabeza. Pero ella reconoce que una vez que llega el momento de enfrentar el reto todo cambia: «El día antes es cuando yo tengo mis pensamientos más negativos. Pero luego tengo la suerte de tocar el agua y que todos estos pensamientos se evaporen y ya no vuelvan más».
Y eso explica el por qué Llorens no ha terminado una travesía cuando ya está pensando en la siguiente. Son muchas horas las que pasa en solitario con la cabeza bajo el agua. Pero entre brazada y patada piensa en su nieta, de 3 años, y las canciones que le canta cuando la lleva al colegio, también en sus sobrinos y en aquellos que la hacen feliz.
Después de todo, unir dos países a nado no es para cualquiera y así lo reflejan las estadísticas, en las que el nombre de Tita Llorens aparece unido a dos reconocimientos que hasta hoy nadie tenía. Además de ser la primera primera europea y la persona de mayor edad en conseguirlo, es la sexta mujer en 100 años que lo ha logrado desde que Lilian Harrison, una joven de 19 años, lo cruzara por primera vez en 1923. «Más que ser la primera persona europea doy importancia al hecho de ser mujer por lo que nos cuesta a nosotras este tipo de retos. Cada vez estamos mejor pero aún hay mucho trabajo por hacer», considera Tita Llorens.