Con un despliegue policial insólito para un partido de estas características, y un “alto el fuego, al menos en lo deportivo”, el encuentro Francia-Israel de este jueves, considerado de alta tensión, ha finalizado sin graves disturbios, aunque con problemas puntuales en las gradas.
El Gobierno francés había activado un potente dispositivo de seguridad, tras los incidentes de la semana pasada en Amsterdam en el encuentro entre el Ajax y el Maccabi de Israel, donde hubo 62 detenidos y una decena de heridos en los enfrentamientos fuera del estadio.
Para evitar que se repita París había desplegado 4.000 policías. El himno israelí fue pitado al inicio del partido. También hubo cánticos anti árabes en las tribunas israelíes, según AFP. El partido se celebraba en el Stade de France, en Saint Denis, que tiene capacidad para 80.000 personas. Solo asistieron 16.000. El Gobierno israelí había desaconsejado a sus ciudadanos expatriados que acudieran al encuentro, tras los incidentes de hace una semana en Amsterdam.
“Tenemos que lidiar con eso”
“Obviamente el contexto es el que es. Esto no es una excusa. Lamentablemente tenemos que lidiar con eso: jugar un partido de fútbol en estas condiciones… El Stade de France no estaba lleno, lo sabíamos en este contexto tan complicado”, ha justificado el empate el seleccionador francés, Didier Deschamps.
Dentro del estadio hubo enfrentamientos entre hinchas en las gradas. “No están claros”, ha dicho el propio prefecto de Policía, que no ha querido pronunciarse. En la tribuna estaba el presidente Emmanuel Macron y Michel Barnier, primer ministro, que hace unos días anunciaron su presencia. Tampoco faltaron el ex presidentes François Hollande y Nicolas Sarkozy.
Es mediodía y Florent guía la fiesta. Bandera en mano (francesa) grita: «Allez, allez» (Vamos). Junto a él, una decena de personas ataviadas con las camisetas azules de Paris 2024, le secundan. Han puesto la música a todo trapo y bailan en mitad del recinto, despidiendo al público que acaba de asistir a la final de escalada masculina, en Le Bourget, barrio al norte de París. Florent lleva así, aunque alternando escenarios y competencias, desde el
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Sous le ciel de Paris (bajo el cielo de París). Esta vez sí, bajo su hora dorada. Eran las nueve en punto y caía el sol, la artista francesa Zaho de Sagazan entonó la canción de Édith Piaf desde el Museo del Louvre, con el pebetero olímpico de fondo. Parecía una luna llena. El nadador Léon Marchand (cuatro oros y convertido en héroe olímpico) se acercó y tomó la antorcha. Se encendieron las luces del Stade de France. Se apagó la del pebetero. Una orquesta interpretó La Marsellesa, con el estadio en pie. Los atletas fueron desfilando, junto con parte de los 45.000 voluntarios que han participado en estos Juegos. Banderas de todos los colores ondeaban bajo el cielo.
Comenzaba la fiesta. Y se acababa. La capital francesa puso esta noche un broche épico a 15 días de deporte, buen ambiente e ilusión. La ciudad disfrutaba de esa luz de última hora que la lluvia no dejó salir el día de la ceremonia de inauguración, hace dos semanas. El Stade de France, en el barrio de Saint Denis, se convirtió en un majestuoso teatro donde se tributó homenaje al olimpismo y a los deportistas.
Fue un acto poderoso (casi tres horas), muy festivo y también teatral, en el que se pasó el testigo a Los Angeles, próxima sede en 2028. Ahí, ya al final, sonaba My Way. Antes, unos 9.000 atletas de 205 delegaciones, los que han hecho posible estas semanas, salieron al campo, bailando y agitando banderas, mientras se tocaban conocidos temas musicales. «Juntos, unidos por la paz», se leía en las pantallas del estadio.
El universo de Jolly
Han sido, como se quería destacar en el acto, los protagonistas del sueño olímpico. El público (unas 71.000 personas) estaba entregado. El Stade de France se convirtió en un karaoke, todos cantando Champs Elysées, de Joe Dassin, saltando con Freed from desire, de Gala o We are the Champions, de Queen.
A los mandos del acto estaba de nuevo Thomas Jolly, que se había puesto muy alto el listón con la apertura y que envolvió a los presentes en su particular universo artístico. Experto en jugar con las luces, anoche sí el tiempo permitió que las que proyectaba el atardecer y las de la noche clavaran la puesta en escena que había ideado.
Hubo, además del homenaje deportivo, despliegue teatral y fiesta. En el corazón de la ceremonia, Jolly rindió homenaje al olimpismo a su manera, convirtiendo el estadio de Francia en una escena futurista impresionante, con bailarines y acróbatas, donde un caballero dorado cayó del cielo para descubrir los vestigios del olimpismo. Se alzó la bandera griega, sonó el himno de Apolo en un piano suspendido en el aire, bailarines cayeron de lo alto del estadio y, el colofón: los anillos olímpicos se elevaron al cielo, como lo hizo hace dos semanas la llama en el pebetero. Saint Denis fue por momentos la Ópera de París. Entonces el campo se llenó de gente. Esta representación (Record) para expresar que el olimpismo es la mayor obra intangible de la humanidad para la paz.
Hubo entrega de medallas a las mujeres del maratón. Han sido los primeros Juegos paritarios de la historia. Se repasaron los mejores momentos de las competiciones y empezaron los conciertos: tocaron el grupo francés Phoenix y Red Hot Chili Peppers.
Este del periodo olímpico ha sido el París más entregado que se ha visto en mucho tiempo. A pesar de las dudas iniciales, la capital francesa ha sacado músculo: los Juegos han sido un éxito. Se han celebrado pruebas en escenarios irrepetibles (Torre Eiffel, Versalles, el Grand Palais...), con los estadios abarrotados, ambiente en las calles... El pebetero se ha convertido en uno de los mayores éxitos, hasta el punto de que se quiere perpetuar, como herencia, igual que pasó con la Torre Eiffel. Francia, además, ha quedado quinta en el medallero, con 64 metales. El país ya presume de nuevos héroes.
La seguridad era uno de los mayores temores, pero nada ha empañado la fiesta deportiva. Tampoco las dudas sobre si el agua del Sena permitiría realizar las pruebas acuáticas en el río.
"Hace años nos dijeron que no podíamos hacerlo (...) De un día a otro, con las primeras medallas, una ola se ha desatado (...) Tuvimos ganas de soñar y tuvimos a Léon Marchand. los escenarios de la competición quedarán en la historia de los Juegos (...) Toda una nación se ha puesto a vibrar. De un día a otro toda Francia es olímpica" subrayó Tony Estanguet, presidente de Paris 2024. Cada frase de su discurso era aclamada por todo el estadio.
Y llegó el relevo. Era noche cerrada. El testigo lo tomó Los Ángeles. La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, lo cedió a la de Los Ángeles, Karen Bass. Las acompañaba Simone Biles. La artista HER interpretó el himno estadounidense y Tom Cruise descendió de lo alto del estadio para recoger la bandera y llevarla (en un corte grabado) por Los Angeles. Sonaron los californianos Red Hot Chili Peppers, Billie Eilish y Snoop Dogg.
París, una fiesta esta anoche, culminó su viaje. El relevista del Louvre, Léon Marchand, entró en el estadio con la antorcha. Comenzaba el de Los Ángeles. Sonó My way, título emblemático de Frank Sinatra, que en realidad versionó la canción original (Comme d'habitude), del francés Claude François (en 1967). Le ponía voz la cantante francesa Yseult. Un himno al amor para arrancar el sueño olímpico. My way para sellar el relevo.