Un gol de Alexander Sorloth en el último minuto del tiempo añadido permitió al Villarreal romper la buena racha del Sevilla y prolongar el sueño de lograr una plaza para competir en Europa. En un final frenético, con penaltis y goles anulados por el VAR, el equipo de Marcelino tuvo más fe y pegada para llevarte un partido repleto de alternativas, suspense y ocasiones. [Narración y estadísticas (3-2)]
El Sevilla, sin control del balón, supo sufrir para capear el dominio inicial castellonense y en su primera llegada encontró un premio inesperado en un penalti cometido por Kiko Femenía, al que el balón golpeó en el brazo tras un salto con Suso. En-Nesyri definió desde los 11 metros, pero la alegría visitante apenas duró cinco minutos. Sorloth convirtió en gol, con un cabezazo picado, un preciso servicio de Cuenca. El empate desató al Villarreal, que recuperó la chispa inicial, aunque el Sevilla no rehusó la pelea y también comenzó a asomarse.
Jesús Navas encontró un filón en su banda y comenzó a nutrir de balones a sus delanteros. Ocampos, con una chilena, desperdició el primer servicio del lateral, pero En-Nesyri no perdonó, ya al límite del descanso, con un cabezazo inapelable. El final de la primera parte aún deparó otra sorpresa desagradable para el Villarreal, que perdería en el añadido a Coquelin, lesionado.
De todas las formas posibles
Los locales repitieron el guion del primer periodo y salieron en tromba tras el descanso. En apenas un minuto, Álex Baena iba a desperdiciar dos ocasiones para el 2-2. En la primera, se topó con los reflejos de Nyland, salvador en el mano a mano, y en la segunda envió fuera de volea tras un pase al espacio de Parejo.
El Villarreal, desbocado, rozó el empate con un remate de cabeza de Cuenca y en un disparo de Guedes, tras un pase de fantasía de Baena, que Nyland volvió a salvar. El Submarino lo intentó de todas las formas posibles, con centros al área, balones filtrados y disparos lejanos, pero no encontró la forma de derribar la muralla del Sevilla hasta que Mosquera cazó un balón en el primer palo.
Rectificación del VAR
Con siete minutos aún por delante, y conscientes de que el punto no valía, ambos equipos se enzarzaron en un desenfrenado intercambio de golpes. En-Nesyri remató al palo y, poco después, el VAR rectificó un penalti señalado a favor del Sevilla por una mano de Capoué que resultó ser de Agoumé.
Terrats, ya en el descuento, también vio cómo Díaz de Mera le anuló el 3-2 por fuera de juego. En plena locura ofensiva, Baena volvió a frotar la lámpara para asistir a Sorloth, que no perdonó para tumbar al Sevilla, mantener vivo el sueño europeo y luchar por el Pichichi LaLiga. De momento suma 19 tantos, uno menos que Artem Dovbyk.
Esta es la España que sí sabe ganar, frente al anfitrión, frente a la atmósfera o contra las adversidades. Es la España de los antidivos, como lo era Fermín López, autor de dos tantos para remontar en la final, hace unos meses y lo es Sergio Camello, un futbolista comprado por el Rayo al Atlético a precio de saldo, que cerró la final con dos goles en la prórroga como lo hacen los grandes, sutil y mortal. Es la España que conoce bien Santi Denia, aunque no lo hagamos los demás, un entrenador de silencios, pero un entrenador independiente, fuera ante Luis Rubiales, al que no aplaudió en la Asamblea de la vergüenza, o ante quien sea. El título olímpico premia una forma de ser y de hacer que no está de moda, pero, hoy, es de oro.
La victoria del fútbol masculino llega en un clima depresivo para los equipos españoles, a la espera de las mujeres del waterpolo, una selección de época. Las selecciones olímpicas de fútbol, en cambio, son efímeras debido a la normativa, que sólo permite menores de 23 años con tres excepciones, pero la que se impuso a Francia (3-5) en el Parque de los Príncipes se ha ganado que su recuerdo permanezca, como lo hizo la del 92. El oro del fútbol se ha hecho esperar 32 años. Está de vuelta.
Ese oro regresa en un año especial, el mismo en el que España ha conquistado la Eurocopa para lograr un doblete que únicamente consiguió Francia hace 40 años, al ganar en su Eurocopa y en Los Ángeles'84. El primer título lo levantó en el mismo Parque de los Príncipes donde pierde esta final y a costa de España, en cuya portería Arconada tuvo un fallo que marcó injustamente de por vida a un portero colosal. Del mismo modo empezó la final olímpica, cuando Arnau Tenas no pudo despejar un disparo de Millot que acabó por introducir en su portería. Maldito destino.
Seis goles en el torneo
Un gol nada más empezar para inflamar a Francia, desbocada y vertical en su arranque. Es lo que hace porque es lo que tiene, no más. Thierry Henry no pudo contar con Mbappé, el capricho de Emmanuel Macron, pero tampoco con futbolistas en edad de ser olímpicos, como Leny Yoro, fichado por el Manchester United. También a Santi Denia le habría gustado contar con Lamine Yamal, pero los precedentes aconsejaban cautela. El pacto con el Barça y la absoluta de que fuera Fermín quien jugara ambos torneos resultó providencial.
Con dos goles en la final, seis en el torneo, Fermín es el futbolista de los Juegos, aunque el marroquí Rahimi sume dos tantos más. No han sido, además, goles de granero, sino claves, fuera ante Japón, Marruecos o Francia. En el Parque de los Príncipes lo hizo para empatar y adelantar a España con las llegadas al área que lo convierten en un futbolista indescifrable. Se mueve entre las líneas con una intuición natural para caer en el espacio de la muerte. Los compañeros lo buscan como lo hace la pelota. Cuando llega, pega, no titubea. Primero marcó por el centro y después a la caza de la segunda jugada, tras el rechace del portero Restes, siempre al primer toque. Un control puede ser una duda.
Los dos goles llegaron como consecuencia de lo que España necesitaba para cambiar la tendencia del partido: tener la pelota y asociarse. Si jugaba a la carrera y el choque, era peor que Francia, con el gigante Mateta en el área; si jugaba a la pelota, era mejor que el adversario. Lo sabía Henry. Por eso reclamó al público que llenara el estadio y no dejara de animar. Que donde no llegara el equipo lo hiciera la atmósfera. Cumplieron los franceses, pero el público olímpico, más festivo, no es el que acude a los partidos del PSG.
Fermín anota el 1-2 en el Parque de los Príncipes.AFP
Si en el primer gol de España fue Baena quien encontró a Fermín en el espacio dejado por los centrales -con mucha dificultad para seguir los movimientos de un jugador que no da referencias- en el segundo la acción fue más coral, síntoma de una España ya dominadora. Cubarsí lanzó a Miranda, cuyo centro fue rematado por Abel Ruiz. Al rechazo llegaba Fermín, mitad halcón, mitad hiena. Llegados en el margen de siete minutos, Francia sintió el efecto y España lo aprovechó para poner más distancia, gracias a una falta muy bien lanzada por el jugador del Villarreal y mal interpretada por el portero galo.
El valor de las canteras
El gol y la asistencia señalan, asimismo, a Baena como uno de los jugadores del torneo. Es, junto con Fermín, el otro de los campeones olímpicos que disputó la Eurocopa. El doblete de ambos sólo tiene un precedente en la historia, y es el del portero francés Albert Rust en 1984. En la absoluta era suplente de Joël Bats. La juventud del fútbol español que ya se proyectó en la Eurocopa, con Lamine Yamal o Nico Williams, continúa en estos Juegos, con el propio Fermín o Cubarsí, oro olímpico a los 17 años y el futbolista más joven en París. Yamal lo fue de la Eurocopa que también conquistó. Ambos torneos dejan un mensaje positivo para las canteras y, en concreto, para la del Barcelona. La crisis no ha podido con ella. También para la del Atlético, donde creció Camello.
Henry movió el banquillo nada más iniciarse la segunda mitad, en la que Francia aceleró en la velocidad y la presión, pero con escasa claridad. Un lanzamiento al palo y dos disparos de Kone permitieron a Arnau Tenas redimirse del error que abría la final, otro jugador de la cantera azulgrana, pero nada pudo hacer ante la falta lanzada por Olise, que acabó en la red sin que nadie la tocara, dada la falta de contundencia de la defensa española.
La celebración española del 1-3, obra de Baena.AFP
Ya sin Fermín, exhausto, y Baena, los dos mejores españoles del torneo y de la final, sobre el campo, España quiso administrar sus salidas y jugar con su ventaja, el reloj y los nervios de Francia. Estar en tu área es un peligro constante. El ligero contacto de Miranda con Nkambadio acabó en el VAR. Fue un penaltito. Mateta, pese a la presión, no dudó.
La prórroga aparecía como el peor escenario, sin los mejores ya sobre el campo y con Francia rearmada moralmente, en mitad de los temblores del cemento del Parque de los Príncipes. España respondió a los tambores con dos notas de violín de Camello ante el portero, una en cada parte de la prórroga. Las notas de una balada de oro.
A Marcelino García Toral (Villaviciosa, 1965) lo echaron del Villarreal en 2016 a una semana de jugar una previa de Champions frente al Mónaco. Los roces del técnico con el vestuario y el club acabaron desencadenando una salida inesperada cuyas heridas fueron cicatrizando poco a poco. «El tiempo todo lo cura y todo se restablece. Lo más importante fue la relación que tuvimos y que sostuvimos durante muchísimo tiempo», decía en su regreso el asturiano, a quien no se le pasó felicitar a su ex equipo por su centenario (2023) o por el título de la Europa League (2021).
Cuando falleció José Manuel Llaneza, hace un par de años, Marcelino tampoco faltó al funeral del que fuera mano derecha de los Roig (padre e hijo) desde su llegada al club hasta su fallecimiento. Allí quedó patente el acercamiento que el propio Llaneza había ido propiciando tiempo atrás. Por entonces, ya había agotado su etapa en el Valencia y el Athletic y meses después iniciaría la que, de momento, es su única aventura en el extranjero. Un breve periplo en el Olympique de Marsella, cuyo abrupto final por la presión de los ultras facilitó al Villarreal y al técnico la oportunidad de retomar esa relación rota siete años atrás.
«Sé que el final no fue el mejor ni el deseado, tuvimos culpa ambas partes, aunque yo asumo la mía. Por suerte yo soy de recordar lo bueno. Y lo bueno pesó infinitamente más que algún mal momento», admitía a su vuelta a La Cerámica, más pendiente del descenso que de los puestos europeos. Por ese banquillo ya habían desfilado Quique Setién, destituido tras cuatro jornadas, y Pacheta, que duró apenas dos meses. En su presentación, Marcelino dejó un gran titular: «No me llamo Salvador ni me apellido Milagros. Vengo aquí a trabajar», dijo. Ahora, desde dentro del club, le ven «más tranquilo» que durante su primera etapa.
Más voluble y asimétrico
El milagro no llegó, pero sí quedó cerca. A pesar de que el Villarreal tardó en reaccionar, cuando el equipo empezó a adaptarse a las ideas del técnico fue tomando velocidad y firmó una gran segunda vuelta que a punto estuvo de otorgarle un billete para la Europa League. Ese es el objetivo de esta temporada, en la que el club, de la mano de Marcelino, ha acometido una importante reestructuración.
La pasada campaña ya trató de incorporar al extremo Ismaïla Sarr, a quien dirigió en el Olympique, aunque finalmente no pudo concretarse su llegada. Sí ha conseguido reclutar este verano a otro futbolista del conjunto francés, el mediocentro Pape Gueye, un buen ejemplo del perfil que le gusta para un estilo de juego muy exigente a nivel físico, pero que ha ido evolucionando.
Marcelino fue conocido por su fidelidad a un sistema tan clásico como el 4-4-2. Sin embargo, este Villarreal anda ofreciendo un dibujo más voluble y asimétrico que varía también entre la fase defensiva y la ofensiva. Todo facilitado por la versatilidad de Álex Baena. El almeriense, campeón de la Eurocopa y oro olímpico en un verano donde no pudo disfrutar de vacaciones, es quien marca las diferencias.
La ausencia de Ayoze
En el área rival destaca la presencia de Ayoze Pérez, un recambio perfecto para Alexander Sorloth, la gran venta veraniega. El canario, autor de seis goles en las siete primeras jornadas, no podrá saltar al césped del Bernabéu por unas molestias que ya le impidieron formar ante Las Palmas.
Sólo un punto separa a Villarreal y Real Madrid, pero Marcelino no piensa que sea «un partido entre rivales directos porque el Madrid es uno de los mejores clubes del mundo, si no el mejor». Tampoco cree el asturiano que los hombres de Carlo Ancelotti vayan a acusar su reciente derrota ante el Lille. «No me da la sensación que el Madrid esté mal. Cuentan con el futbolista que más remata a portería, otro en el top-5, es de los equipos que más juega en campo contrario... Si el año pasado lo ganaron casi todo y además viene Mbappé, el subconsciente nos dice que van a ganar cada partido por cuatro goles. Pero ese listón de exigencia a lo mejor no es justo, y más al principio de la competición, cuando hace falta un proceso de adaptación», concluye.
Eurocopa 2024
6-0 en Granada
EDUARDO J. CASTELAO
@EJCASTELAO
Granada
Actualizado Martes,
12
septiembre
2023
-
22:43Ver 1 comentarioPasa por encima de la débil Chipre...