Ha sido el documental más visto de la historia en Argentina. Fue su tercera Copa del Mundo, pero se vivió como ninguna. El documental ‘Muchachos, la película de la gente‘, que narra cómo se vivió aquella Copa del Mundo, se ha estrenado esta mañana en nuestro país, con un acto en el Palacio de la Prensa de Madrid.
Dirigida por Jesús Braceras, recientemente premiado con el Premio Platino por su serie ‘Barrabrava’, la película cuenta como los argentinos se unieron como nunca en torno a su selección durante ese mes de diciembre y cómo salieron masivamente a celebrarlo por las calles de todo el país. El actor Guillermo Francella ha sido el encargado de poner la voz a las imágenes y las vivencias de los hinchas argentinos.
La selección de Scaloni llegaba con esperanza al Mundial tras conseguir la Copa América, pero una derrota inesperada ante Arabia Saudí en el primer partido lo complicó todo. Los argentinos se temieron lo peor en la primera parte del segundo partido ante México, pero en un gol de Messi en el 64 y otro de Enzo Fernández en el 87, impulsaron a la selección hacia la victoria. Sufrimiento, emoción y locura a partes iguales.
El documental se emitirá todos los domingos en el edificio de la calle Callao y los martes y sábados en los Cinèmes Girona de Barcelona. Según palabras del propio director: “Qatar es la mejor historia de la historia de los mundiales“, un hecho que provocó que después de estar solo cuatro semanas en la taquilla, la película superara el millón de espectadores.
Además, Braceras también ha querido destacar el papel de su capitán, que terminó levantando la Copa en la que era su última gran oportunidad para lograrlo.
A Pep Guardiola sólo le quedó felicitar al Real Madrid por su heroico desempeño en el Stadium of Manchester. "Claro que le doy mérito porque defendieron muy bien", subrayó el técnico del City, que eludió cualquier apelación a la justicia. "Hemos jugado de forma excepcional, pero no pudimos marcar. El fútbol es de goles y ellos lo hicieron un poco mejor en los penaltis", reiteró tras el tremendo esfuerzo de sus futbolistas.
Pese al dolor por la eliminación, Guardiola dejó una de esas frases que sus seguidores podrían esculpir en bronce. "Qué manera tan cojonuda de perder", exclamó. La apelación a su maestro Johan Cruyff, que decía no creer en la suerte, sólo representó el inicio del alegato. "Si la gente se lo ha pasado bien, yo encantado". De nada sirvieron los 33 disparos del City , 12 de ellos a portería y otros 12 bloqueados por la defensa. Una cifra cuatro veces superior a la de los blancos, cuya ofensiva se limitaría a un sólo saque de esquina, por 18 de los locales.
"Hemos jugado muy bien, pero no hemos podido cerrarlo. Sólo puedo pedir esto a mis jugadores. Claro que les doy mérito, porque han sido capaces de aguantar. Hoy nos ha faltado el último disparo, el último detalle. No queda más que aceptarlo", concluyó el ex preparador del Bayern. Por su cabeza parecía revolotear aún el brillante fútbol de su equipo, que amasó el 67% de la posesión, con un 92% de acierto en el pase. Y esa decisión táctica que había dejado al Madrid aún más contra las cuerdas.
Doku, ante Carvajal
Desde antes del descanso arrastraba una tarjeta amarilla, por una infracción sobre Jack Grealish. Ya tenía mérito aguantar al 10 inglés, pero el asunto para Dani Carvajal se complicó aún más en el minuto 72, cuando Guardiola dio paso a Jérémy Doku. Era un momento crítico para el City, frustrado por tanto asedio sin fruto. El extremo, de 21 años, debía añadir esa pizca de fantasía. Desde su primera finta, la hinchada skyblue lo vio claro: el pase a semifinales pasaba por la bota derecha de Doku.
Hay algo insondable en la mirada del belga, uno de esos regateadores de los que se puede esperar cualquier cosa. Como de Ousmane Dembélé, con quien comparte club de procedencia: el Stade de Rennes. En sus 45 minutos, participó en 55 jugadas y sólo erró un pase (26/27), con 10 pérdidas, pero con un tremendo desequilibro por su zona. Sólo el coraje de Carvajal, una bestia competitiva, permitió al Madrid sostenerse en pie. Hasta que la musculatura del lateral estalló en el minuto 110. Contener a Doku representó la última frontera para el Madrid, sujetado bajo su larguero durante toda la noche.
Nada hubiese sido posible sin Lunin, que ya venía avisando antes de sus dos paradas en la tanda decisiva. El ucraniano, autor de ocho intervenciones y siete despejes, se impuso en casi todos los duelos aéreos de la noche. Sobre el mismo césped donde Thibaut Courtois cayó masacrado hace poco más de un año. Uno de esos escenarios que definen toda una carrera. Fue la noche de Lunin, como también la de un City que llevó el partido a unos niveles inasumibles para cualquier rival que no sea el Madrid.
Carvajal, ante Doku, el miércoles en Manchester.EFE
Porque con esa extenuante presión, ambiciosa y sincronizada, el equipo de Guardiola no sólo impedía cualquier amago de contragolpe, sino que recuperaba en posiciones de privilegio. De las intenciones había avisado, en el el sorteo Kyle Walker, quien eligió la primera posesión, en lugar de la habitual parcela de ataque en su guarida, donde el City encadenaba 41 partidos sin derrota. Un acontecimiento tan anómalo como los saques de fondo resueltos con balones en largo de Fede Valverde y Nacho. Casi sin aliento para sacudirse lo que se les venía encima, los hombres de Carlo Ancelotti sí resolvieron su primer acercamiento ante Ederson.
24 disparos en el área
La regularidad de Rodrygo en la Champions se entiende mejor a tenor de los cinco goles y las dos asistencias con las que ha saldado sus tres últimas participaciones. Un par de años después de su milagrosa aparición en semifinales, el brasileño volvió a aparecer puntual ante el City, su víctima favorita (cuatro goles en siete partidos).
La efectividad del 11 contrastó con la inoperancia rematadora de Erling Haaland, que volvió a cerrar una noche aciaga ante el 14 veces campeón de Europa. Antes del pitido inicial, Luis Figo había entregado al noruego el premio al máximo goleador de la pasada Champions, pero su infortunio volvió a concretarse con un cabezazo al larguero. A diferencia de hace ocho días en el Bernabéu, cuando resolvió con tres disparos lejanos, el City chutó 24 veces en 120 minutos desde dentro del área. Salvo con Kevin de Bruyne, al grupo de Guardiola le faltó esta vez la puntería. Y eso se paga muy caro en la Champions.
CARLOS FRESNEDA
Corresponsal
@cfresneda1
Londres
Actualizado Viernes,
14
julio
2023
-
21:44Esta es la cantidad que se embolsará el ganador y la genadora de...
Era el minuto 56 en el partido ante el Leganés, cuando el árbitro del encuentro, José Luis Munuera Montero, avisó de cambios en el Atlético de Madrid. Alexander Sorloth (Trondheim, 1995) miró al banquillo con tristeza. Sabía que le tocaba abandonar el terreno de juego, el noruego no había jugado completo ni un encuentro con la camiseta rojiblanca. Entonces, en la planilla salió el 10 y no el nueve que él porta y el gesto le cambió. "Tras cocnocer el cambio de Correa, se sintió más fuerte al ver que tenía todo el partido por delante y cumplió con lo que necesitamos de él", notó también Simeone.
Y es que el Atlético fichó no sólo al segundo máximo goleador de la temporada pasada, también a un delantero centro con movilidad, presencia en el área y juego de espaldas. Pero un jugador que, según sus propias palabras: "Soy muy impaciente, si no juego muchos minutos no me siento parte del equipo", explicó en una entrevista anterior en la que añadió que si perdía confianza en sí mismo "un cambio de aires puede ser positivo para un cambio de rumbo".
Parece ser la máxima de este nómada del fútbol. Sorloth nunca ha jugado más de dos temporadas en un equipo y lo ha hecho ya en 11 clubes en los mismos años de carrera profesional. El Rosenborg, entidad en la que empezó, le firmó su contrato profesional el mismo día de su debut con la primera plantilla. Un día, por cierto, en el que lo hizo marcando. Luego vinieron: FK Bodø/Glimt (Noruega), FC Groningen (Países Bajos), Midtjylland (Dinamarca), Crystal Palace (Reino Unido), Gante (Bélgica), Trabzonspor (Turquía), RB Leipzig (Alemania), Real Sociedad y Villarreal.
El no de Dovbyk
Su estallido llegó el año pasado con el conjunto groguet, donde anotó 26 goles, 23 de ellos en LaLiga, a uno del pichichi, Artem Dovbyk. Especialmente recordado fue su póker al Real Madrid en 17 minutos en la penúltima jornada, con los blancos, eso sí, ya campeones en aquel momento. Quizás fueron esos cuatro tantos los que le trajeron al Metropolitano. Esos y el no del ucraniano a recalar en el conjunto de Simeone tras deshojar la margarita durante un mes.
"Uno de los clubes más grandes del mundo", según contó el noruego, pero sobre todo con "un gran grupo" que le acogió muy bien, algo que él siempre ha necesitado. Otra de las cosas que destaca el delantero es el ambiente en el Metropolitano, una afición que la conoce bien tanto en contra, fue el primer campo en el que marcó cuando recaló en España como jugador de la Real Sociedad, como a favor. Dice que le recuerda a su época en Turquía "una de las experiencias más locas de su vida" en las que entrar en un campo era como hacerlo "en una zona de guerra".
Tranquilo y familiar
Quién hubiera dicho que un noruego silencioso y errante, el primero de la historia del Atlético de Madrid y cuyo máximo divertimento es estar con su novia y su hija recién nacida, tranquilos, disfrute de ambientes muy diferentes a su modo de vida y a su Trondheim natal. Una ciudad cuyo termómetro puede bajar hasta los -13 grados centígrados en invierno en el que apenas hay siete horas de luz al día, por las más de 20 que hay en verano. De ahí que, de pequeño, Sorloth fuera también un gran patinador de velocidad.
No obstante, aunque también probó en el balonmano, con 14 años se decidió por el fútbol, deporte que mejor porvenir le ofrecía y en el que se veía más cualidades, pero siempre que en el equipo en el que esté le den confianza. Confianza que se traduce en minutos y en partidos completos porque la impaciencia del noruego se muestra en su carácter.
"Estaba muy feliz. Es importante para él. A partir de ahora, en su cabeza va a sentirse liberado". Era Witsel, el compañero que deslizaba la importancia de la confianza para la mente de Sorloth, Alex, dentro del vestuario tras su doblete ante el Leganés. Algo atenazaba al noruego con sólo un gol en su casillero pese a sus 24 disparos en 12 partidos, siete más que el segundo del equipo que es Julián. Ahora, con tres tantos, las circunstancias cambian y el noruego vuelve a ser el sicario de Simeone, como le apodó el entrenador.