Felipe Massa ha interpuesto este lunes una demanda en los tribunales británicos contra la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) y los organizadores de la Fórmula Uno para “corregir la injusticia histórica” del título mundial de 2008, que ganó Lewis Hamilton, con un punto de diferencia sobre el brasileño. Además, ha demandado al máximo responsable de la F1 en aquella época, el empresario británico Bernie Ecclestone.
“Siempre dije que iría a pelear hasta el final. Como la FIA y la FOM (‘Formula One Management’, tenedora de los derechos comerciales de la F1) no hicieron nada, buscaremos la corrección de esta injusticia en tribunales“, señaló Massa en una entrevista al portal ‘Ge’.
El actual piloto de Stock Car, la principal categoría del automovilismo brasileño, presentó las acciones ante la Corte Superior de Justicia de Londres. “El asunto está ahora con los abogados, que están plenamente autorizados a hacer lo que sea necesario para que se haga justicia en el deporte”, añadió.
De acuerdo con O Globo, Massa exige en ambos procesos una indemnización de entre 64 y 150 millones de libras, que equivale a entre 80 y 190 millones de dólares. La cantidad incluye el dinero del premio y otros posibles acuerdos que podría haber conseguido como campeón.
El brasileño cuestiona el resultado del Mundial de 2008 y en concreto el Gran Premio de Singapur, en el que los jefes del equipo Renault hicieron estrellarse al piloto brasileño Nelson Piquet Jr. para provocar la entrada en pista del coche de seguridad, el caso conocido como crashgate.
Esa maniobra permitió la remontada de su compañero de equipo, el español Fernando Alonso, que ganó una carrera en la que Massa se quedaba fuera de los puntos.
Massa considera que esa carrera le impidió a la postre levantar el título de 2008, que finalmente logró Hamilton con una ventaja de apenas un punto por delante precisamente del brasileño.
El ex piloto de Ferrari ya adelantó en abril del año pasado que estudiaría medidas legales, después de que Ecclestone reconociera que él y el entonces presidente de la FIA Max Mosley optaron por no hacer nada, pese a saber las irregularidades cometidas en Singapur.
Antes, Piquet confesó lo sucedido a la FIA, que entonces decidió expulsar al patrón de Renault Flavio Briatore y al estratega Pat Symonds, y eximir a Piquet y Alonso, hoy piloto de Aston Martin.
Rara vez el contrato de una estrella del Barça rodó tanto de mano en mano desde los pasillos del palco a las redacciones de los periódicos, utilizado como arma arrojadiza entre los diversos clanes del club. Rara vez hubo tanto alboroto como tras la firma de aquel documento de 28 páginas, rubricado el 1 de octubre de 2020, que aseguraba la continuidad de Frenkie de Jong hasta 2026. Desde entonces, los comentarios sobre las astronómicas cifras de aquella renovación han venido intoxicando el ambiente. No sólo porque el rendimiento del holandés quedó lejos del nivel esperado, sino porque desde la llegada de Joan Laporta, el presidente optó por colocar a su jugador en una posición casi insostenible. Tanto, que el propio De Jong tuvo que desmentir el pasado domingo lo que su propia directiva venía filtrando desde hace meses. No, esta temporada no será el futbolista que más cobre de la plantilla, pero sí el más caro para la entidad el curso pasado. El símbolo de una etapa negra que terminó arrastrando a la quiebra a los azulgrana.
El martes pasado, De Jong volvió a disputar un partido 162 días después de su lesión de tobilllo en el Santiago Bernabéu. Aquel clásico del 21 de abril fue el último capítulo de otro curso donde el hombre llamado a guiar el fútbol del Barça pasó más bien desapercibido. Sin embargo, por el mero hecho de acabar la temporada, el club tuvo que pagar 31.974.000 millones de euros brutos a Frenkie, desglosados de la siguiente manera: salario fijo (18 millones), bonus de lealtad (6.820.000 euros), bonus por el diferimiento de su sueldo durante la pandemia (4.654.000 euros), bonus por rendimiento al completar al menos el 60% de los minutos en partidos oficiales (dos millones) y bonus por alcanzar los cuartos de la Champions (500.000 euros). La baja forzosa por su fuerte esguince sólo permitió a De Jong formar en 30 partidos, por lo que cada uno de ellos le costó al club 1.065.800 euros.
Esas cifras del curso pasado colocaron a De Jong por encima incluso de Robert Lewandowski, cuyo salario anual rondaba los 27 millones brutos. Este año, en cambio, la situación se invierte, dado que el polaco ve aumentada su ficha hasta los 33 millones, mientras el Barça reduce la del neerlandés. En total, según el contrato al que también ha tenido acceso EL MUNDO, De Jong percibirá 25,2 millones, en concepto de salario fijo (19 millones), bonus de lealtad (4.200.000 euros) y bonus por el 60% de los minutos (dos millones). La prima por conquistar el triplete (Liga, Champions y Copa) se situaría en dos millones más.
Amortización del fichaje
A estas enormes cantidades conviene añadir el coste por la amortización de su fichaje, un dato que suele pasar inadvertido. El 23 de enero de 2019, seis semanas antes de la célebre eliminatoria de Champions ante el Real Madrid, el Ajax acordó el traspaso de su estrella al Barça a cambio de 75 millones de euros, más otros 11 en variables. De modo, que el club azulgrana tuvo que computar esos pagos en sus cuentas desde 2019 a 2024. El curso pasado esa suma aún superaba los 10 millones, por lo que el gasto total del club en De Jong rebasó los 42 millones de euros.
La ampliación de este jugoso contrato, rubricada aquel 1 de octubre de 2020 por el ex presidente Josep Maria Bartomeu, su director general, Óscar Grau y su director deportivo Javier Bordas, permitió a De Jong doblar sus ganancias hasta situarse un escalón por debajo de Philippe Coutinho y Samuel Umtiti, los mejor pagados de aquella plantilla sólo por detrás de Gerard Piqué y Sergio Busquets. Un negocio redondo para Hasan Cetinkaya, director ejecutivo de HCM Sports Management, la agencia que también manejaba los asuntos de Martin Braithwaite.
A lo largo de sus cinco años en el Camp Nou, donde sólo pudo alzar una Liga (2023), una Copa del Rey (2021) y una Supercopa de España (2023), De Jong ha recibido del Barça algo más de 192 millones de euros. Una cifra muy superior a los 120 millones que el Real Madrid, durante ese mismo periodo (2019-2024), pagó a Luka Modric en conceptos fijos y variables. A los gastos azulgranas cabe añadir el precio de su traspaso, por lo que el monto total se situaría en 278 millones de euros.
9,3% de la masa salarial
A día de hoy, la crítica situación financiera del Barça debería obligar a una solución drástica con un futbolista que acapara el 9,3% de su masa salarial. Es decir, más que la suma de Lamine Yamal, Ronald Araújo y Gavi. Hasta 2026, Laporta aún deberá pagarle 50,2 millones (25,2 millones en 2025 y 25 en 2026). Una nómina que resulta inasumible incluso para el Manchester United -dirigido por Erik ten Hag, su ex entrenador en el Ajax- u otros ilustres de la Premier League. En caso de conseguir un traspaso, incluso muy a la baja, el club lograría algo de oxígeno para afrontar los problemas de liquidez que este verano le obligaron a múltiples malabarimos para inscribir a Dani Olmo.
De Jong, durante el partido del miércoles en Montjuïc.EFE
En cuanto a lo puramente deportivo, De Jong tampoco puede vislumbrar un horizonte despejado. Hansi Flick ha logrado cimentar su nuevo centro del campo con jóvenes de la cantera como Marc Casadó o Pablo Torre, competencia directa del holandés. Si a este factor sumamos los próximos regresos de Gavi y Fermín López, el panorama se complica más.
Porque ni siquiera después de cinco años hay unanimidad acerca de su posición ideal. Como mediocentro, a su estilo algo efectista le falta velocidad en la salida del balón. Y actuando en posiciones más adelantadas, sus estadísticas en 214 partidos se reducen a 18 goles y 21 asistencias. Durante el triunfal curso 2022-2023, cuando Xavi Hernández apostó por él como cuarto centrocampista, De Jong ofreció su mejor nivel, pero menos de año y medio después, hay razones para considerarlo un futbolista sobrevalorado.
En el primer parón internacional de esta temporada, allá por septiembre de 2023, una palabra dejó boquiabiertos a varios internacionales de la selección inglesa: «¡Vamos!». «'¿Vamos?' ¡Pero si sólo lleva unas semanas en España!», clamaban entre ellos. Jude Bellingham ya celebraba en castellano los goles que marcaba en los entrenamientos. Era su forma de volver a mostrarse como el verso suelto de St. George Park, el corazón de la Federación británica, de expresar con una palabra la libertad que había encontrado lejos de las islas, primero en Alemania y después en España. Una libertad vital y futbolística. Una salida a la camisa de fuerza que, presionados por el propio foco mediático del Reino Unido, se suelen poner los jugadores ingleses, llamados y convencidos de que triunfar en casa es Triunfar. El viaje de Bellingham hacia su primera final de Champions confirma un caso único, una evolución extraordinaria. Un cuento de hadas.
En los campos anexos de St. George Park nadie olvida a aquel capitán de la selección sub'16. No se cortaba las medias a la altura de los gemelos ni celebraba sus tantos con el gesto de la cruz, pero ya llevaba el brazalete y cada balón pasaba por él. Sus primeros entrenadores admiraron su planta y vieron en él un mediocentro defensivo, posición que en Inglaterra suele ser para el dorsal 4, pero su fútbol se encargó de rechazar esa idea. Jude era mucho más, aunque nadie observaba el techo, sólo el camino. Algunos vieron a un '8', un clásico box to box, pero el adolescente también tenía último pase, llegada y regate: podría ser un '10'. Quizás por eso, su primer dorsal en el fútbol profesional fue el '22' que llevó en Birmingham y Dortmund. La suma de 4, 8 y 10.
La presión de la selección
«En el fútbol inglés hay mucha presión, especialmente con los futbolistas que juegan en la Premier y en la selección. Es un foco constante», explica Gary Hackett, exentrenador del Stourbridge, club del pueblo de Bellingham. Conoce a Jude desde niño. Cuando Bellingham dijo «no» al Liverpool y al Manchester United, parte de la opinión pública del país se le echó encima. Una supuesta futura estrella dejando el fútbol nacional, casi una herejía en el país de los protestantes.
Criado en un pueblo de trabajadores e hijo de un policía, el momento de su fichaje por el Dortmund podría haber roto el equilibrio de cualquiera. El mundo vivía todavía en pandemia y Bellingham, con 17 años, lideró la salvación del Birmingham en la segunda inglesa hasta finales de julio. Cualquiera hubiera necesitado una pausa mental y física. Él no. A los siete días, cogió un avión hacia el Signal Iduna Park. «No quiso más vacaciones. Nos sorprendió a todos», comentan desde el club alemán. Habían pagado 26 millones por él y quería demostrar que era un precio justo.
Su evolución, en números
Bellingham cruzó el Canal de la Mancha y sólo volvió a casa para visitar a la familia y para regresar a St. George Park con la selección. Esquivó la espiral mediática del día a día, pero Wembley, el coloso del fútbol nacional, le esperó en cada parón para juzgar sus progresos, para ver si aquel chico de Stourbridge podía ser el que guiara el primer gran título de Inglaterra más de medio siglo después del Mundial. Debutó con 17 años, 4 meses y 14 días mientras seguía con su liberación futbolística en Dortmund, concretando techos.
Pasó de dos ocasiones creadas por partido en su primera temporada a 4 en la tercera. De 1,48 aceleraciones con balón por jornada (las veces que un jugador recorre más de 10 metros con la pelota) a 3,24 en su último año. De 10 goles en sus primeros 90 partidos a 14 en los 42 de su último curso en Alemania. ¿Su dorsal? De nuevo el '22'.
En Madrid ha encontrado la libertad definitiva y ha elevado su juego hasta el dorsal '5'. No por posición, sino por el dueño y su zona de influencia. Zidane, icono de Chamartín, futbolista completo. Libre. «Nuestro punto fuerte es la libertad con la que jugamos. Es muy divertido», explicó esta semana durante el Media Day del Real Madrid, donde ha terminado como tercer máximo goleador del torneo, porque ahora resulta que también puede ser un '9'. Pero es que también lleva 12 asistencias de blanco. Un resumen futbolístico alejado de lo que recibió en St. George Park, más rígido, más posicional, menos creativo.
Wembley espera de nuevo al chico que dijo «no» al fútbol inglés para conquistar Europa ante su antiguo equipo. Su cuento de hadas.
Baloncesto
IRIA OTERO
@IriaOtero_
Madrid
Actualizado Lunes,
22
mayo
2023
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